nota de los autores.
Hugo:¿Qué tal, chicos? Primero que nada, queremos agradecerles por leer toda la primera parte de esta loca historia que hicimos en conjunto con mi pareja, Ale y otros amigos. De verdad, les estamos muy agradecidos y esperamos que la hayan disfrutado.
Esta es la historia individual de Gianluca, para aquellos que quieran conocer más de este alocado villano y descubrir lo que pasará con él a continuación. ¿Se recuperará o no? ¿Intentará suicidarse, tratará de escapar, buscará recuperar a Lena? Quién sabe… eso tendrán que descubrirlo ustedes. En verdad, muchas gracias, y estén atentos a lo que sigue.
Por cierto... ¡hola soy Gianluca! ¿Saben qué? Mejor no lean nada. Total, no se pierden de mucho. O bueno… ¿saben qué? ¡Léanlo o no, no me importa! Nada tiene sentido, en fin. Bueno, lo siento chicos, algo raro pasó, pero no importa. Como dije, espero que les haya gustado, y mi novia y yo les agradecemos mucho.
mi traslado a estremera.
Punto de vista: Gianluca y Tallana.
Tallana entra a la celda con rostro cerio.Suspiras profundamente.
Murmuras con acento Ensenadense, "parece un loco..."
Gianluca está sentado, agachado, y sumamente inexpresibo.
gritas: "moretti, no estás de vacaciones, muévete que nos vamos a tu verdadero hogar!".
Dices con acento Ensenadense, "no tengo tu tiempo!".
Gianluca la ignora por completo. e incluso voltea asia otro lado.
Tallana saca su arma reglamentaria y también las esposas.
Tallana se acerca a Gian, sujetándole con fuerza le esposa.
Gianluca no le toma importancia, pero tampoco se resiste.
Tallana lo empuja a la salida de la celda.
Dices con acento Ensenadense, "vamos!".
Gianluca camina sin fijarse a donde va, escucha la irritante y molesta voz de la oficial, a quilometros de distancia.
Tallana sale con él de la comisaría.
Tallana lo sube a la parte tracera de la patrulla.
El sol del mediodía caía pesado sobre Madrid, proyectando sombras cortas y agudas en el asfalto. En la patrulla principal, el ambiente era tan inmóvil como el silencio que llenaba el vehículo. Al volante, Tallana Mendosa mantenía su mirada fija en la carretera, mientras el tráfico de la ciudad avanzaba con lentitud en las horas de más movimiento. A su lado, en el asiento trasero de la patrulla, Gianluca Moretti permanecía en un estado de quietud absoluta. Su postura era rígida, casi inerte, y su mirada, vacía.
si no fuera por el subir y bajar del pecho de gian, pareciera un bil muerto, un muerto mas, al que nadie le tomaría importancia
A pesar del calor que filtraba a través del cristal, Gianluca no mostraba signos de incomodidad. Su piel pálida y su expresión apática parecían absorber la luz sin devolver ninguna chispa de emoción o vida. Tallana lo observaba ocasionalmente por el retrovisor, sin recibir nada más que un reflejo de su indiferencia.
Para Tallana, el traslado era una tarea simple y sin complicaciones. Había tenido a su cargo a detenidos que intentaban negociar su liberación, otros que no paraban de gritar o insultar, y hasta algunos que parecían disfrutar cada segundo, como si el viaje fuera un juego perverso. Pero Gianluca Moretti era distinto. Parecía estar en otro lugar, desconectado de su entorno, ajeno al bullicio de la ciudad que los rodeaba.
“¿Esperas que te hable, Moretti?”— dijo Tallana, rompiendo el silencio con un tono neutro.
Gianluca está totalmente perdido en sí mismo. No se mueve, no se expresa, no reacciona. En su mente, solo hay un pensamiento, un recuerdo, un dolor. Lena... su nombre parecía tan lejano, como el silbido de un tren que se aleja. Lena... aquella chica que era su paz, su calma, pero que por fin lo dijo. Aquello que ella le quitaba en su presencia, él se lo daba sin quererlo o sin pensarlo.
Ese infierno que él vivía siempre, cada maldito despertar, cada segundo... para ella, él era su infierno.
¿Y qué importaba ya? Sí… para ella era eso. ¿Qué sentido tenía tenerla? ¿Qué sentido tenía tratar de manipularla, convencerla? ¿Qué sentido tenía todo? Nada. A Gian ya no le importaba absolutamente nada; desearía estar muerto con todo el puto infierno que siente cada segundo de su maldita y perra existencia. Malditos sean sus padres, malditos sean una y mil veces.
El sonido de los coches al pasar era lo único que rompía la quietud, y Tallana sentía que el tiempo se estiraba. Al otro lado de la radio, la voz de otro oficial se escuchó brevemente, informando la posición de la caravana de escolta. Tres patrullas seguían a la suya, aunque parecía innecesario, pues Moretti no daba señales de resistencia o interés en el trayecto.
“No me lo esperaba así,”— murmuró Tallana, más para sí misma que para él.
La luz del mediodía pintaba la ciudad de un tono blanco implacable, y algunos transeúntes miraban con curiosidad a la caravana de patrullas, susurrando entre ellos. Para el resto, la procesión policial no era más que un vehículo más en el tráfico.
Los ojos grises de Gianluca Moretti, antes brillantes, rebosantes de maldad, astucia e inteligencia, ahora vacíos, carentes de brillo, de reacción, de algo que delatara tan siquiera un rastro de vida. ¡Ni siquiera se dignaba a abrir los ojos! Pero aquel infierno que cada día lo consumía, cada segundo, cada milisegundo, cada centímetro que caminaba, que existía, que inhalaba, exhalaba cada momento de su patética y perra existencia. Si antes carecía de emociones, o al menos de muchas, ahora ya no le quedaba nada a lo que aferrarse: ningún recuerdo, ninguna vivencia, nada. Apenas el recuerdo nítido de aquella chica a la que tanto había lastimado, pero que era su paz, la que lo mantenía en calma, comenzaba también a desvanecerse. Si antes era carente de emociones y empatía, ahora no era más que un saco de carne y huesos humanos.
Moretti giró apenas el rostro, sus ojos sin expresión miraron de soslayo a la oficial antes de volver a fijarse en algún punto indefinido frente a él. La tensión entre ellos era mínima, una sensación de rutina que nada alteraba. El contraste entre su anterior vida y este destino como prisionero era casi irónico, pero ni siquiera eso parecía afectarle.
Con cada kilómetro, la prisión se acercaba, y la realidad de su destino parecía evaporarse en la misma apática indiferencia con la que Gianluca vivía cada minuto de aquel traslado.
Gian no sentía nada… o bueno, sentía tener las cosas ya, ni siquiera las pocas pinturas o algo que pudiera recordar. Sentía como si cada recuerdo, como si toda evidencia, como si cada momento que había experimentado fuera borrado de tajo. Como si estuviera desapareciendo bajo un manto de color negro, opacado por aquello a lo que llamaba infierno.
Finalmente la patrulla se acercó a la entrada de la penitenciaría.
Gianluca murmura con acento napolitano, "hasta nunca..."
Tallana ha apagadó el coche y bajando de este mismo abrió la puerta de moretti.
Dices con acento Ensenadense, "vamos. "
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca se levantaba mientras por fin abría los ojos.
Tallana lo baja del auto, encaminándolo hacia la entrada del edificio.
Gianluca caminava lento, poco le importaba si se caía o aquella policía, solo caminaba sin pensar
Acabas de llegar a Centro Penitenciario Madrid VII tu nuevo lugar de reclusión.
Estremera; Centro Penitenciario Madrid VII
El centro penitenciario es una instalación diseñada para la reclusión y rehabilitación de personas condenadas. La arquitectura es funcional y moderna, con un enfoque en la seguridad y el bienestar de los internos. El diseño incluye áreas de convivencia, trabajo y recreación, promoviendo la reintegración social.
Tallana lo conduce a la entrada del edificio.
Gianluca Moretti (criminal) se marcha.
Centro Penitenciario Madrid VII - Edificio Administrativo
No ves nada especial.
Tallana saluda a los encargados de la pequeña recepsión y hace el registro rápido de Gian.
Tallana conduce a gian a su celda.
Centro penitenciario Madrid VII - Patio Central
El patio central es un espacio amplio y al aire libre, rodeado por muros altos y cámaras de seguridad. Está diseñado para permitir la actividad física y el esparcimiento de los internos. Equipado con canchas deportivas, áreas verdes y bancos, el patio ofrece un ambiente controlado para que los reclusos interactúen y se mantengan activos.
Salidas visibles: edificio-administrativo, modulo-mujeres, talleres, comedor, y modulo-hombres
Centro Penitenciario Madrid VII - Módulo Masculino
Este es el módulo habilitado para los privados de libertad de sexo masculino. Las celdas para hombres son similares en diseño, pero pueden ser más numerosas en términos de capacidad. Estas celdas también están equipadas con camas, lavabos y armarios. Las áreas comunes permiten la socialización y la participación en programas de rehabilitación.
Salidas visibles: fuera, pasillo, baños, y celdas
Centro Penitenciario Madrid VII - Celdas
Tallana empuja a gian a su celda, y le cierra los barrotes
Estás en una celda compartida. La pared posterior cuenta con un pequeño ventanuco que casi roza el techo, por donde apenas entra luz solar. en una esquina hay un pequeño lavamanos, un armario diminuto con dos compartimentos y dos camas individuales pegadas a cada pared. Frente a las camas los barrotes permiten la visibilidad al interior de la celda, pero solo puede abandonarse la celda si se abre la cerradura de seguridad.