Entre la pasión y la fuerza

Aquí se irán publicando las escenas de rol tanto de trama principal, como las que querais publicar los jugadores. Debido a la naturaleza de este foro, si se admite contenido NSFW.
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Larabelle Evans
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Entre la pasión y la fuerza

Mensaje por Larabelle Evans »

Capítulo 1 Descargando las emosiones.

Punto de vista: Tallana Mendoza.

El despacho de Tallana Mendoza estaba lleno de luz a pesar de la hora. La tarde se filtraba a través del ventanal, bañando la habitación en un cálido resplandor que no lograba disipar el peso emocional que cargaba la propietaria del espacio. Sentada en su silla ergonómica, Tallana sostenía una taza de café en sus manos, como si el calor del líquido pudiera darle algo de consuelo.
Vestía una blusa sencilla y unos pantalones de mezclilla oscuros, su cabello recogido en un moño desordenado que delataba su ánimo decaído. Sus ojos, oscuros y normalmente serenos, estaban vidriosos y perdidos mientras hablaba por teléfono con Camelia otra de sus amigas de México.
En la pantalla de su portátil, junto al repetidor Extend Connection, parpadeaba un correo sin leer, pero Tallana no le prestaba atención. Tomó un sorbo de su café, dejando la taza sobre la mesa mientras con la otra mano se masajeaba las sienes.
Dices con acento Ensenadense, "Camelia, desde que llegué a Neo-Madrid mi vida ha sido una montaña rusa de emociones… "
su voz cargada de una mezcla de cansancio y frustración. Se levantó de la silla, caminando hacia el ventanal mientras continuaba hablando.
Al otro lado de la línea, Camelia su amiga, con su tono calmado y analítico, escuchaba en silencio, intercalando pequeños "te entiendo" o "continúa", dándole espacio a Tallana para desahogarse.
Dices con acento Ensenadense, "—Me ha gustado ver a Mía, verla tan cambiada... Aunque en España la tuvieron presa unos días por seguir siendo traficante. Ahora está en Fresnedillas de la Oliva, intentando llevar una vida distinta. Pero sabes cómo es. Si vuelve a Madrid, y yo me entero, tendría que detenerla… y no quiero. "
—Tallana apretó los labios, dejando escapar un suspiro que empañó por un momento el vidrio frente a ella.
Camelia rompió su silencio.
Camelia dice por teléfono: —¿Qué harías si tuviera que pasar el embarazo en la cárcel? ¿Podrías vivir con eso?
Tallana giró sobre sus talones, apoyando la espalda contra la pared, sosteniendo el teléfono con ambas manos como si el peso de la llamada pudiera caer de sus dedos.
Dices con acento Ensenadense, "—No lo sé, Camelia. No quiero que pase por eso, pero también soy policía. Estoy atrapada entre lo que debo hacer y lo que quiero hacer. "
Tallana Se sentó de nuevo en la silla, llevándose la taza a los labios. Dio un sorbo largo y pausado, como si el café pudiera ofrecerle las respuestas que tanto necesitaba.
Murmuras con acento Ensenadense, "Y luego está Emilio"
Tallana bajando la mirada al suelo. Se inclinó hacia adelante, apoyando un codo sobre el escritorio mientras jugueteaba con el bolígrafo negro mate que tenía cerca.
Camelia, con su característico tono serio, respondió: —Háblame de Emilio.
Tallana rió con amargura, pasando una mano por su cabello.
Dices con acento Ensenadense, "—Empezó como un juego, ¿sabes? Le dije que no nos enamoráramos, que fuera algo sin compromiso… Porque ya tenía una novia. Pero al final, Camelia, lo inevitable pasó. Me enamoré, y para colmo, él también, pero no lo suficiente. "
Camelia guardó silencio unos segundos, dejándole espacio para continuar.
Dices con acento Ensenadense, "Salimos a escondidas, vivimos juntos como compañeros de casa… Todo era un caos. Luego, hace unos días, discutimos. Le dije que se fuera con Zuleika, que lo nuestro no tenía sentido. Fue lo correcto, pero ahora me siento fatal. Lo extraño, y no sé qué hacer. "
Tallana dejó la taza sobre la mesa con más fuerza de la necesaria, y el sonido resonó en el despacho.
Camelia finalmente habló, con su tono calmado pero firme: Tienes que preguntarte qué es lo que realmente quieres, Tallana. No lo que parece correcto, no lo que esperan de ti, sino lo que necesitas para ser feliz.
Tallana se quedó en silencio, sus ojos fijos en la lámpara circular de LED que iluminaba el espacio. Sus manos se entrelazaron en su regazo, y su pie derecho empezó a moverse inquieto.
Dices con acento Ensenadense, "¿Y si renuncio? "
Tallana preguntó de repente, su voz cargada de duda.
Camelia soltó un suspiro al otro lado de la línea.
Dices con acento Ensenadense, "Sí… Dedicarme a otra cosa. Sabes que soy buena con las computadoras. Podría empezar desde cero. "
—Tallana volvió a levantarse, paseándose por la habitación. Su postura mostraba incertidumbre; una mano en la cadera, la otra sosteniendo el teléfono cerca de su oído.
Camelia, después de una pausa reflexiva, respondió: Si eso es lo que necesitas para reencontrarte contigo misma, tal vez sea lo mejor. Pero no tomes decisiones apresuradas. Date tiempo. Y en cuanto a Emilio… si lo dejaste ir, es porque sabías que era lo mejor. No te castigues por sentir algo que es natural.
Tallana asintió, aunque Camelia no podía verla.
Dices con acento Ensenadense, "—Gracias… Necesitaba oír eso. "
Tallana suspiró, agradeciendo en silencio las palabras de su amiga. Sin embargo, Camelia cambió ligeramente el tono de la conversación.
Camelia dice: —Mira, tú no eres la única que ha estado lidiando con complicaciones, ¿eh?
Tallana arqueó una ceja, sorprendida.
La voz de Camelia se tornó más seria, aunque mantenía un tinte de vulnerabilidad poco habitual en ella.
—He estado lidiando con algo en México. Hay una nueva operación en la DEA, y me asignaron a infiltrarme en un cartel local. Al principio todo parecía sencillo, pero las cosas se han complicado. El líder del cartel sospecha de alguien en el grupo, y estoy caminando sobre una cuerda floja.
Tallana se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.
Dices con acento Ensenadense, "—¿Es peligroso? "
Camelia dice: —Siempre lo es, Tallana. Pero no puedo retroceder ahora. Si lo hago, la información que hemos recabado hasta ahora se perderá. Pero… últimamente me pregunto si estoy haciendo lo correcto.
Dices con acento Ensenadense, "¿Te lo preguntas? Tú siempre tienes todo bajo control, Camelia. "
Tallana tomó su taza de café nuevamente, dando un sorbo mientras intentaba procesar la información.
Camelia dejó escapar una risa corta.
camelia dice: —Eso es lo que todos creen. Pero soy humana, Tallana. A veces dudo, como tú. Por eso te entiendo. No siempre tenemos las respuestas claras.
Tallana se permitió una leve sonrisa.
Dices con acento Ensenadense, "Bueno, al menos no soy la única que se siente perdida. "
Camelia dice: Y no lo serás, amiga. Pero algo te diré, no tomes decisiones precipitadas. Sé que estás pensando en renunciar a la policía, pero date tiempo. Evalúa todo antes de tirar la toalla.
Dices con acento Ensenadense, "Lo haré. Y tú… ten cuidado. No quiero perder a otra amiga. "
Camelia dice: Tranquila, soy cuidadosa por naturaleza. Además, tengo que vivir lo suficiente para tomarme un café contigo cuando todo esto termine.
Tallana rió, aliviando un poco la tensión en su pecho.
Dices con acento Ensenadense, "Ese café será en Neo-Madrid. Te lo prometo. "
Ambas amigas se despidieron con una mezcla de gratitud y ánimo renovado. Al colgar, Tallana miró el atardecer por la ventana, sintiendo que, aunque su camino seguía lleno de dudas, no estaba sola en sus batallas.
Larabelle Evans
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Re: Entre la pasión y la fuerza

Mensaje por Larabelle Evans »

Una noche de patrullaje.

Punto de vista: Tallana

La sala de reuniones privada en la comunidad de Neo-Madrid estaba impregnada de un aire tenso y profesional. En el centro, una gran mesa de madera oscura estaba rodeada por sillas ergonómicas; un panel holográfico proyectaba mapas y estadísticas de las últimas actividades criminales en la ciudad. Tallana Mendoza, con su uniforme perfectamente ajustado y su placa brillando bajo las luces LED del techo, revisaba los datos en su tableta mientras sus compañeros discutían las prioridades de la noche.
A pesar de la sonrisa cordial que mostraba en momentos clave, su estado de ánimo estaba lejos de ser el mejor. Sin embargo, su compromiso con el deber la empujaba a dar lo mejor de sí. Cuando llegó el momento de asignar roles, su voz firme rompió el murmullo.
Dices con acento Ensenadense, "Yo me encargo del sector oeste esta noche. Necesitamos una presencia fuerte allí; los informes indican un aumento en robos y altercados. "
Una de sus compañeras, Mirna, la miró con un gesto de duda.
Mirna dice: ¿Segura que no necesitas un descanso, Tallana? Has estado cargando con mucho últimamente.
Tallana alzó una ceja, dejando entrever su carácter fuerte y decidido.
Dices con acento Ensenadense, "Gracias por la preocupación, Mirna, pero puedo manejarlo. Nos vemos en el informe matutino. "
Tallana salió de la sala con pasos firmes, su tableta ahora guardada en el bolsillo lateral del uniforme. Al llegar a su vehículo, un moderno todoterreno blindado con el logotipo de la Policía Nacional, ajustó su cinturón y subió al asiento del conductor. Con un gesto decidido, encendió el motor y activó los sistemas de monitoreo en el tablero digital.
La noche en Neo-Madrid estaba iluminada por las luces de los rascacielos y los neones de los barrios más concurridos. Las calles principales, como la Gran Vía, bullían de actividad, pero Tallana mantenía los ojos atentos a cualquier irregularidad.
[Policia] Tallana: "Unidad 042 en patrullaje por sector oeste. "
Su voz resonó con profesionalismo al comunicarse con la central.
Mientras conducía por las calles adoquinadas del barrio de Malasaña, su carácter observador y meticuloso se hacía evidente. Tallana revisaba cada esquina, cada callejón y cada grupo de personas con una mezcla de desconfianza profesional y empatía.
En un momento, detuvo el vehículo cerca de un grupo de jóvenes que parecían discutir acaloradamente. Bajó del coche con calma, pero con una postura que dejaba claro que no toleraría problemas.
Dices con acento Ensenadense, "Buenas noches, ¿todo en orden por aquí? "
—preguntó, con una voz que combinaba autoridad y respeto.
Uno de los jóvenes intentó desafiarla, pero la mirada penetrante de Tallana lo hizo retroceder.
—Estamos bien, agente… solo hablamos.
Dices con acento Ensenadense, "Eso espero. Manténganlo así. "
Sin necesidad de más palabras, regresó a su vehículo y continuó su recorrido.
varias horas después. Pasadas las dos de la madrugada, el monitor en su tablero emitió una alerta de disturbio en un bar clandestino cerca de la Puerta del Sol. Tallana aceleró, encendiendo las luces intermitentes y coordinando con la central.
Al llegar al lugar, encontró a un grupo de personas forcejeando en la entrada del local. Se bajó del coche, y con un movimiento rápido, desenfundó su linterna táctica y su defensa.
gritas: "¡Policía Nacional! ¡Todos tranquilos ahora mismo! "
Su tono cortó el aire como un cuchillo, logrando que el caos se detuviera por un momento. Con movimientos seguros, comenzó a separar a las personas involucradas y pidió refuerzos por radio.
Cuando llegaron sus compañeros, Tallana ya había identificado al líder del conflicto y asegurado la situación.
Dices con acento Ensenadense, "—Este tipo estaba incitando a la pelea. Llévenselo para un interrogatorio, y clausuren este lugar de inmediato "
ordenó con voz firme.
Cerca de las cinco de la mañana, después de recorrer calles solitarias y resolver un par de incidentes menores, Tallana estacionó el vehículo en la comisaría. Estaba agotada, pero su mente seguía activa, repasando cada detalle de la noche.
Antes de finalizar su turno, entregó su informe a Emilio, quien la recibió con una sonrisa amigable.
Mientras salía de la comisaría, el sol comenzaba a asomarse en el horizonte, iluminando las calles que había patrullado durante la noche. Tallana Mendoza, a pesar de sus conflictos internos, seguía siendo una mujer al mando, dedicada a su deber y a proteger a Neo-Madrid con todo lo que tenía.
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