Mientras espero impaciente la llegada de la policía, la noche se cierne sobre Madrid.
estoy encerrada a cal y canto en la habitación de mi hotel, y he dado a mis escoltas órdenes precisas para que permitan únicamente la entrada de la policía, por si los hombres de Ives o los evitas me acechan.
Espero que sepan distinguir a los policías auténticos de los que no lo son, como el tal Francisco, Pedro Salvatierra, o como quiera que se llamara aquel sujeto.
Aunque gano poco dinero, los escoltas, el portátil y el móvil son lujos sin los que uno no puede vivir en esta ciudad, y esa es una amarga lección que me costó mucho aprender.
a pesar de que Ives está en prisión, el miedo aún no me ha abandonado.
mis noches de insomnio son testigos mudos de ello.
Tengo frecuentes pesadillas, de las que me despierto bañada en sudor.
Como estoy desvelada e insomne, he elegido este momento, en que el hotel está en silencio, para escribir mi diario.
Me encanta el sonido del bolígrafo sobre el papel de este cuaderno de tapas rojas, casi más que el de las teclas del ordenador.
Es un cuaderno que me regaló mi madre hace algunos años.
Se cierra con un candado, como todo buen diario, y llevo siempre su pequeña llave colgada al cuello, sujeta en mi collar.
El collar fue el último regalo de mi abuela antes de morir.
Escribir siempre ha sido una buena herramienta para aclararme las ideas.
mientras sujeto el bolígrafo, miro por la ventana y contemplo la redonda luna en el horizonte.
me pregunto cómo demonios me he visto metida en este embrollo.
cuando me hago esta pregunta en voz alta, decido transcribir la respuesta en este diario.
lo hago así, además de para poner en claro mis pensamientos, porque, si algo me ocurriera, alguien lo encontraría y limpiaría mi honor.
todo empezó cuando a mi padre le diagnosticaron alzheimer.
en el momento en que no pudo valerse por sí mismo, y cuando mi madre se vio demasiado mayor para cuidar de él, tuve que ingresarlos a ambos en una residencia.
Desgraciadamente, la única residencia que tenía plazas en aquel momento se situaba en el barrio de Salamanca, uno de los más caros y exclusivos de Madrid.
Como no tenía dinero para pagarla, trabajé, y sigo trabajando, en varios sitios durante varias horas, y lo compagino con mi clínica, pues tengo pocos pacientes y, además, aún tengo que sacar algo de dinero para pagar su alquiler.
Soy hija única, así que no tengo a nadie que me ayude.
Me vi obligada a vender el piso donde vivíamos para pagar la residencia.
tras pagarme algunas noches de hotel, conocí a Javier en la tienda de lasañas donde trabajo.
Un día, me invitó a comer en una pizzería.
Poco después, nuestra relación se fue estrechando, y me ofreció su casa.
aunque no me gusta depender de la caridad de mis amigos, cualquier cosa es preferible a pagar noches de hotel.
un día, me vi envuelta en una situación complicada sin saberlo.
ayudé a sobrevivir a una mujer desconocida, a la que habían herido en la calle.
A partir de aquel momento, los evitas y los hombres de Ives empezaron a buscarme por estar en el lugar equivocado en el momento erróneo.
y, también a partir de aquel momento, empezó mi pesadilla.
Ives, a quien yo no conocía, comenzó a amenazarme de muerte.
Al principio, como es normal, tuve miedo.
Parecía que era mi sombra, pues me seguía a todas partes y, por aquel entonces, yo no ganaba lo suficiente como para contratar los servicios de una escolta.
Un día, me obligó a la fuerza a seguirle hasta el hotel donde se hospedaba, bajo la amenaza de que, si no lo hacía, sus escoltas, que iban armados, me llevarían a la fuerza.
Yo no disponía de armas de fuego ni sabía utilizarlas y, además, era tan pobre, que tampoco tenía móvil ni portátil, y no podía pedir auxilio, así que no tuve más remedio que seguirle.
Una vez en el hotel, Ives empezó a mostrarse incluso amable.
Yo tenía miedo de que me violara o me asesinara, así que decidí escucharle pues, al menos por aquel momento, no parecía que fuera a matarme, aunque estaba aterrorizada ante tal posibilidad.
Me dijo entonces que los evitas nos buscaban a Javier y a mí, y me mostró cómo eran y qué clase de actos realizaban.
para ello me presentó a Lilu, una amiga suya, a quien los evitas habían acuchillado para purificarla.
Aquella mujer a la que yo había ayudado a sobrevivir, se llamaba Melani, y otrora había sido evita así que, según Ives y su gente, ella había sido quien había dejado a Lilu con la espalda vendada por efecto de las cuchilladas, ya que ellos no creían, en aquel momento, que hubiera dejado de ser evita.
Viendo las consecuencias de tales actos, y sorprendida al ver que la policía no intervenía, no supe qué hacer.
Entonces trabajé hasta que pude conseguir un portátil.
cuando lo tuve, vi en internet un vídeo en el que se mostraba la valentía de un joven, capaz de contar a la policía, que al parecer sí actuaba más de lo que yo creía, algunos delitos que había presenciado.
viendo que tal vez podría ser mi oportunidad para librarme de las constantes amenazas de Ives, decidí hablar con aquel policía.
Le conté todo lo que sabía sobre aquel turbio asunto y sobre las amenazas que recibía, y dijo que él se ocuparía de todo.
yo creía que allí se acabarían mis problemas, pero acababan de empezar.
Al día siguiente, yo paseaba por Madrid cuando presencié el asesinato de aquel mismo policía a manos de Ives.
Me quedé tan conmocionada, que ni siquiera pensé en llamar a la policía, pues mi propia vida podía estar en juego, así que huí del lugar lo más rápido que pude.
Me aterroricé y, como no sabía qué hacer, Ives aprovechó mi flaqueza para jugar sus cartas.
Primero volvió a obligarme a ir a su hotel, donde me explicó que aquel tipo era, en realidad, un narcotraficante.
Me dijo que había violado a gente y matado a niños inocentes.
Como no tenía más pruebas de que fuera policía que su placa, me di cuenta de que, a pesar de que yo le pregunté si tal placa era auténtica, era probable que me hubiera engañado.
Ante aquella tesitura, amenazada tanto por Ives como por los evitas, Ives me convenció de sus argumentos, pues parecía conocer bien al supuesto policía.
Estaba aún muy confusa al haber presenciado cómo mataban a un hombre, así que no podía pensar con claridad.
Ives, con el tiempo, me hizo ver que era invencible, que contaba con hombres que podían protegerme de los evitas, que querían mi muerte.
Era como si, estando a su lado, nada malo pudiera ocurrirme, él me salvaría de todos los peligros imaginables y no habría consecuencias de nuestros actos porque él estaba allí para protegerme.
Además, se mostró compasivo, pues me daba una segunda oportunidad después de haberle delatado a la supuesta policía.
Entonces empezó a halagarme, diciéndome que yo era inteligente, aunque también manipulable, débil y vulnerable, pero que él me iba a ayudar porque había visto que yo era diferente a los demás.
Yo temía tanto por mi vida, sabiendo lo que los evitas eran capaces de hacerle a alguien, que no vi la que se me venía encima ni el lado oscuro de aquel tipo que, en aquel momento, parecía mi salvador y se aprovechaba de mi vulnerabilidad e inocencia y de mi miedo.
Así que, viendo el fracaso policial, opté por aceptar la protección del asesino, pues no sabía qué me aterrorizaba más, si la muerte a manos evitas, o el propio Ives, aunque él nunca lo sospechó cuando decidí, muerta de miedo, mantenerme a su lado.
Me comporté como una consumada actriz, fingiendo estar relajada cuando, en realidad, tenía los nervios de punta, tanto por los evitas, como por la posibilidad de que Ives hiciera algo a mi familia si yo no hacía lo que me dijera, motivo por el que nunca pude llevarle la contraria.
Siempre que lo intentaba, acabábamos discutiendo, y él parecía tener razón, así que yo quedaba como una tonta.
No estaba acostumbrada a una vida llena de tensión, con sus escoltas siempre protegiéndonos y viéndome obligada a tener siempre un arma a mano.
pero entonces fue cuando Ives comenzó a manipularme, mostrándome su cara más humana, ¿o debería decir su máscara?.
Durante varias noches me alojé en su casa, y hablamos de lo humano y lo divino.
Él me habló de sus problemas con las drogas, e hizo que sintiera lástima por él.
me dijo que aquel narcotraficante había matado a su prima, y que ella le había enseñado que las crisis son oportunidades, aunque luego comprobé que el propio Ives no predicaba con el ejemplo cuando se trataba de sí mismo.
Yo le hablé de mi familia y de mis problemas económicos, y él, diciendo que el dinero que tenía era de la droga y que quería invertirlo en gente a la que poder ayudar, en gente que a él le importara, pues decía que yo le importaba, me ofreció dinero para comprarme una casa, y me explicó por qué los evitas debían desaparecer.
también me pidió que llevara a cabo algunas misiones, aunque por suerte, no lo hice, pues me di cuenta antes de sus engaños.
Tenía un carácter que me atraía, quizá por su apariencia de hombre poderoso.
al mismo tiempo, este poder me daba miedo, pues parecía estar en todas partes a la vez y saberlo todo, y era imposible llevarle la contraria.
estaba obsesionado con mi pelo y con mis ojos, o eso decía.
cuando me di cuenta de lo poderoso que era, hice siempre todo lo que él me dijo por miedo a que me matara a mí o a mi familia.
él me abrió su corazón, o eso dice, pero yo también le abrí el mío, y desde luego fue un grave error.
en privado parecía dulce, amable, incluso tenía detalles románticos conmigo, pero me di cuenta de que sólo si hacía lo que él quería.
por desgracia, llegué demasiado lejos.
Mientras metía piedras en los bolsillos del cuerpo de aquel tipo para que se fuera al fondo del estanque, caí en la cuenta de que todo era una farsa.
si me protegía, y teniendo a sus escoltas que podrían hacerle el trabajo sucio, ¿por qué no me había impedido hacer aquello?.
yo lo hice porque, a pesar de ese lado tan dulce, temía por mi integridad física y la de mi familia, y porque necesitaba el dinero que me daba.
Siempre, desde que decidí ponerme de su parte, dijo que no me mataría, pero yo sigo aterrorizada ante esta posibilidad, pues recuerdo demasiado bien sus amenazas de muerte.
mi pie se encarga de recordármelo, pues me disparó en él una vez, diciendo que, si no hablaba con Javier, seguiría disparándome hasta llegar a la cabeza.
Por las noches, son otras horribles escenas las que pueblan mis pesadillas:
Ives me obligó a desnudarme a punta de pistola.
Luego me dijo que era para ver si tenía tatuajes por los que los evitas podrían querer purificarme, pero creo que fue una excusa para verme desnuda.
en aquel momento, desnuda e indefensa ante él, creí que iba a violarme.
Recuerdo incluso habérselo preguntado y él lo negaba, pero yo estaba aterrorizada y me estremecía la posibilidad de que aquello sucediera.
Nunca me prohibió irme de su lado pero, ¿cómo iba a marcharme si él era mi única protección contra los evitas?, eso era lo que siempre me decía y, estaba tan confusa con toda la situación, que era incapaz de pensar con claridad.
Ives había anulado mi voluntad y me tenía en sus manos.
Mi experiencia laboral no me había preparado para defenderme de tipos como este psicópata.
es una lección de vida que me ha sido muy dura de aprender.
lo único bueno que Ives hizo por mí fue enseñarme a disparar y darme una pistola, que supuestamente debía devolverle si algún día dejaba de protegerme, pero es algo que no pienso hacer.
No lo maté con ella porque le tenía demasiado miedo y porque sus escoltas no andaban nunca lejos de nosotros.
además, él es un experto tirador, y yo sólo una neófita.
creo que ha llegado el momento de contarlo todo a la policía, aunque no me fío demasiado de la autoridad en esta ciudad tras mi última experiencia, pero, ¿qué otra cosa puedo hacer?.
yo sólo quería una vida tranquila, y al parecer eso es más difícil de conseguir de lo que parece.
sólo intentaba ayudar a mis semejantes, intenté ayudar a Ives a volver al buen camino, hasta que vi su juego, intentaba ayudar a aquella mujer a sobrevivir, pero fui demasiado confiada y todo me salió al revés.
espero de todo corazón contarlo todo a la policía y acabar con todo este lío de una vez.
suspiro profundamente y cierro el diario, agotada de escribir y de pensar, mientras permito salir al torbellino emocional que me arrastra desde hace días.
me tumbo en la cama, aunque sé que el sueño no acudirá para cerrar mis ojos y que, si lo hace, estará lleno de pesadillas.
siempre me quedan los somníferos para lograr descansar bien.
me pregunto cuánto tardará la policía en venir y cómo será el trato que voy a recibir.