Hoy, Diego, los machos y el tiqui mayor habían ido a «el manuel», un restaurante tan variado que siempre que Diego entraba, si no fuera porque su dinero es limitado, se pedía de todo así ya no diera más. En esta ocasión cada uno pidió diferentes cosas, Diego compartió con Maxi una fuente así de grandota de rabas con papas fritas. Leto, por su árte, había pedido una plancha de Mariscos, y le combidó a Diego que al final fue el que más se la comió.
-Joo, qué manera de comer este macho carajo -decía Gago, riéndose, mirando a Diego con cariño. Sépase que a pesar de la forma de tratarlo los machos a nuestro amigo, saben todos que es siempre en joda y en realidad, así las jodas fueran pesadas, son los que más quieren a Diego por encima de todo, pues son como de la familia. Entre tanto, comiendo y charlando, en «El manuel» se emitía el partido de Rusia VS España. Por supuesto, Diego y sus amigos lo miraban. Digeo no apostaba jamás por la unión sobiética, no simpatizaba para nada con Rusia, pero esta vez tratándose de España cambió de opinión. Apostó por el anfitrión, deseaba ardientemente que España quedara fuera. ¡Qué alegría, una hora y media después en esos mismos momentos, cuando el partido terminara, la que se iban a llevar cuando España finalmente quedara fuera! Jorge, desde la lejanía rosarina, sin duda (y así se lo manifestó a los machos) también deseaba que España perdiera. Él había vuelto a Rosario, y ahora seguramente no se iría nunca más, enojado porque argentina ayer había quedado fuera. se cagó en todo y en todos, se drogó mal, perdió la razón y decidió irse derechito a su tuerra, sin despedirse, sin saludar, sin un adiós, sin un hasta luego. Simplemente se fue, desapareció, se hizo humo.
Finalmente llegó la hora. Rusia le ganaba a España. ¡Qué alegría se llevaba Diego! Esta vez y solo por hoy decidió amigarse con Rusia, pero solo por eso, porque quería la cabeza de España. Se imaginaba allá a sus pocos amigos o conocidos españoles. Se imaginaba a los agentes de IPS que fueran futboleros, a S.Y si la guerra no hubiese terminado, si es que a alguno le interesara el fútbol, se imaginaba a pocas personas conocidas como Melany. se sonreía imaginando cómo lamentaban la derrota. Los machos no podían entender nada. ¿Qué retenía a Diego allí? ¿Por qué no se queda en argentina? Por qué no se queda con su gente, con ellos, con los machos, si en España no tiene nada que hacer. Por qué no se la trae a Jazmín, que también es argentina, y se dejan todos de embromar.
Estas y otras preguntas se hacían los machos y también el propio Diego. Él mismo no entendía nada. En plena guerra quería desesperadamente volver a Argentina, cosa que no podía. Terminada la guerra, sí pudo salir. Ya está en su tierra, junto a sus amigos, ¿entonces por qué solo vino por el mundial? ¿Por qué siente que tiene que volver? ¿Qué le empuja a muy pronto tomar un vuelo de regreso? Él mismo no lo sabe. Sabe que algo le quedó pendiente, que es muy pronto para regresar a su tierra definitivamente, a pesar de que es lo que más desea, pero no sabe qué. Sabe que tiene una misión aún, pero no sabe cuál. ¿Matar a alguien? No lo cree. ¿Conseguir un trabajo que no consiguiera en Argentina? Tiene dudas, porque si no consiguió nada el año pasado no va a conseguir ahora. ¿Vivir junto a Jazmín y Kajol? Tal vez, pero entonces, ¿por qué no vuelven todos a argentina (y Kajol que haga lo que quiera) y listo? Pero no. Diego se pregunta de todo, pero sabe que tiene que volver a España, al país que ahora está muy feliz de que haya quedado fuera del mundial, al país al que cayó engañado pensando en una vida mejor, donde le dieron de ostias y Ostias, y no descansará en paz hasta que… No lo sabe. Tiene que volver, eso sí. No quiere hacerlo, está pasándola demasiado bien con los machos, quienes por su parte quieren acompañarlo a España. Pero él no quiere, les dice que no, que los van a matar, o capturar, o algo. Teme por Jazmín igual, sabe qu
e los machos le han hechado el ojo y podrían montársela aún en contra de lo que Diego pensara. tiene que volver a España mientras se ríe de su salida del mundial, eso está claro. Diego está animado y desanimado a la vez. No está en paz, no está tranquilo. A la vez está muy sereno, muy relajado. Está muy cambiante, muy inestable, no se entiende. Los machos hacen lo que pueden, le demuestran cariño a cada rato, se hacen un tiempo en el laburo para pasarlo con él, para invitarlo a comer, a ver un partido, a fumar porros y a esnifar coca. Diego lo hace, se caga en quienes intentaron rehabilitarlo, la pasa genial. Por supuesto llama a Jazmín. La llama a ver cómo está, si necesita algo. Ella desde España le cuenta todo, cómo están ella y Kajol, si necesitan algo se lo pide. Se ríen, charlan, hablaron la última de que Argentina quedó fuera, algo que a Jazmín le es indiferente, pues ella futbolera no es. Entonces, tras colgar, con o sin los machos delante, Diego sonríe, siente que la vida vuelve a tener color. Está en su tierra, junto a sus viejos amigos de toda la vida, hace lo que le gusta y tiene a su novia llamándole o mensajeándole a diario. Y ahora mismo, ríe con ganas, ríe burlonamente, mientras atiende a los machos en todo momento, satisfecho después de comer muy bien. No sabe qué hacer con su regreso a España, pero ahora mismo está disfrutando el momento y riendo a grandes carcajadas. Gago que es el macho mayor le dijo
-Macho, en esta vida hay que saber perder. Lamentablemente no siempre se puede ganar.
Cuánta razón tiene! Porque Gago, siendo brasilero, dándole algún cachetazo de vez en cuando, tratándolo no con mucho cariño que se diga, es sin embargo el que más experiencia de vida tiene, el más grande de edad y el que siempre le da un consejo paternal a Diego cuando ni siquiera Jorge lo logra. Ahora mismo pagan la cuenta y van a la casa del tiqui. Tal vez tomarán mates, tal vez ensayarán (recuérdese que son casi dos bandas) tal vez simplemente se rasquen lo que no deben y la pasen bien, un domingo más.