Era un niño, tendría aproximadamente unos diéz años, cuando en roma, comenzamos hablar de la cocina, comenzamos hablar del arte que significa cocinar. En aquel tiempo no entendía mucho, era crío y pensaba que cocinar era nada más que colocar una olla a herbir y ya está. Fue a los 14 años, cuando con mi familia viajamos hasta Villa Adriana, nunca olvidaré ese día. Nos encontrábamos en casa de mis abuelos, y la consigna era que toda la familia debía aportar algo para la comida del día. Dicha comida consistía en una lasaña, rellena de carne. Todos comenzamos a amasar la pasta, de manera que quede en forma de lámina cuadrada, y así fuimos preparando dicho plato. Lo que nunca olvidaré de ese día, es que a partir de ahí, descubrí la pasión de la cocina. Ese día sábado todo había cambiado para mí, ya no quería ser abogado, por una extraña razón, ahora solo quería ser chef. Poder cocinar lo que ya estaba inventado, pero tener la capacidad de inventar otras cosas, llegar a hacer cosas muy difíciles. Terminé a los 17 años la escuela en Roma y un año mas tarde inicié mis estudios. Tras cuatro años, me recibí. Comencé cocinando en un restaurante italiano en donde me fue bien. Pero a veces no todo es color de rosas, y el dueño del restaurante tuvo que salir de emergencia hacia luxenburgo, y el local tuvo que cerrar, dejando sin trabajo a mucha gente. Fueron otros cuatro años a la deriva, fueron otros cuatro años sin encontrar lo que buscaba, hasta que un compañero de trabajos a quién le había perdido el rastro, por causalidad o casualidad, me lo encuentro en una plaza, y comienza hablar maravillas de españa, que allí encontraría trabajo seguro porque no hay restaurantes de comida italiana que hicieran la competencia, y que yo mismo podría ser quien cree uno. Ser mi propio jefe,? eso no lo había pensado nunca en mi vida. se me presentaba una hermosa oportunidad de poder cumlir todos mis sueños, y a la manera que yo quisiera o creyera conveniente. Tras días de discuciones con familiares que decían que iría a un lugar inseguro, donde no sabía que futuro tendría, logré convencerlos y emprendí viaje a zaragoza. Me alojé en el imperium hotel de un centro comercial, y desde ese momento comencé a darme cuenta de que sí, había pocos restaurantes. Tras unos días en los que comencé a pensar que sería mejor volver a roma por no tener fondos, me encontré con mi amigo otra vez, quien me dijo. «¿que haces en zaragoza? deberías ir a madrid, allí hay más trabajo que aquí!». Tras unos dos o tres días pensando, decidí emprender viaje a madrid, hacia nuevas tierras españolas donde quizá encontraría nuevos trabajos, nuevas aventuras tal vez. Me encontré con más trabajo, a tal punto de poder comprarme una casa y lograr tener un buen lugar donde vivir por consiguiente. Ya llegará el tiempo de cumplir mis otros sueños anelados, de lograr otros objetivos.