Mi nombre es tamara lópez. Tengo 23 años y soy hija única. Estudié la carrera de música en la Universidad de antioquia en Medellín. No me fue fácil salir de Bogotá, donde resido, pero al ver la oportunidad de comenzar a lograrme no pude decirle que no a las cosas de la vida y del destino.
Sofía, mi madre, se despidió de mí con lágrimas en los ojos. Ella aunque sabía que solo vendría a verla en las vacaciones de verano, se tuvo que acostumbrar con tal de verme realizada. Fue una despedida algo triste para ambas, Pero eso tampoco hevitó que andrés, mi padre, me abrazara fuerte a la hora de irme y decirles adiós, desde la sala de embarque del aeropuerto de bogotá.
Pasaron cinco años entre ires y venires a casa, cuando les comuniqué a los papás la noticia: «Voy a viajar a Madrid», les dije sin temor a su reacción, pues sabía que no se opondrían a mis deseos de ser profesional.
Les dije que viajaría en un mes, que pasó bolando entre acomodamiento de maletas y elaboración de pasaporte y documentos necesarios para viajar. el día llegó, y por segunda vez tuve que decirles adiós desde la sala de embarque del aeropuerto, esta vez con destino internacional.
«No te olvides de escribirnos siempre, mi vida», me dijo mi madre abrazándome fuerte. andrés, mi padre también hizo lo propio, mientras gruesas lágrimas brotaron como nunca. Lloró como nunca había llorado y lo entendía, pues no se acostumbraría a que la niña de sus ojos, viva lejos de ellos por quien sabe cuanto tiempo.
Sin girar la vista caminé hasta el avión que me llevaría al sitio soñado. Una vez allí, empezé a trabajar para enviarles el dinero a mis padres, con la esperanza de que lo usaran para mejorar la casa o cuidarse ellos mismos, o que lo guardaran para alguna emergencia. empezé trabajando vendiendo amburguesas, hasta que me dijeron de un nuevo trabajo que sería más veneficioso para mí.
Las pizzas. ¿quien diría que una chica como yo, estaría conduciendo un camión de pizzas? pero bueno, sabía que por trabajar para algo bueno siempre traería recompenzas… subí a mi habitación en preciados y tras arreglarme, corrí tan rápido como pude, ya que creía que era como los típicos trabajos de empresa explotadora, que si no llegabas a una hora determinada te despedían. Yo no quería eso, así que fui tan rápido como mis pies me lo permitieron. Llegué por fin y tras presentarme, comenzó lo que sería mi nueva vida.
La venta fue rápida, así que no me preocupé por mucho hoy… estuve bien para comenzar, pensé, luego volví a este cuarto, que se convirtió en mi casita y donde vivo, capaz no muy cómoda, pero sí con la esperanza de encontrar un trabajo en mi profesión y la felicidad, que de seguro me agradará mucho al igual que a mis padres. Estoy en madrid, emprendiendo… la lucha por un sueño.