Llegué al aeropuerto de Granada sumamente cansado, solo me apetecía tomar una habitación en un hotel decente y descansar.
Cogí un taxi y me dirigí a un hotel cercano mientras escribía a algunos conocidos de España. Cuando el taxi me dejó en el hotel pedí una habitación y descansé durante todo el día, ya habría tiempo de visitar Granada en otra ocasión.
Al día siguiente fui a la estación de buses y cogí el primero que salía en dirección Jaén, tenía muchas ganas de ver a mis antiguos amigos de la facultad y ver si seguían siendo los mismos locos que conocía.
Una hora mas tarde y arto del bus y de la señora que me contó la vida de su sobrino, llegué a la estación de Jaén. Llamé a Sara una loca chica obsesionada con los tatuajes y los tintes de pelo estridentes.
Cuando me recogió, nos dirigimos a una nave industrial en el polígono donde tenía el taller Luis, un loco de las carreras y el trapicheo.
Cuando llegamos todos estaban allí, pero alguien me faltaba, busqué por toda la nave, pero no encontré aquel pelo rojo fuego por ningún lado. Tras hablar durante mucho rato y beber unas cuantas cervezas, me contaron de Lilu, me dijeron que se Marchó a Madrid y que se había metido en unos cuantos líos y que ahora era militar.
Así pasaron unos días, entre recuerdos y viejas anécdotas.
Una noche decidí escribir a Lilu y comentarle que estaba en España, tras charlar un rato me propuso que fuera a Madrid, yo acepté, total, en Madrid tendría mas oportunidades de trabajo que en Jaén. Esa misma noche saqué el billete para el primer tren que saliera.
A la mañana siguiente, los chicos me despidieron en la estación prometiendo venir a Madrid, yo subí al tren y pasé casi las 4 horas mas horribles de mi vida, ese tren que parecía una lata de sardinas, esa velocidad que podía contar las hojas de los árboles que pasaban por la ventana y esos asientos que parecían un banco de tortura.
En Atocha estaba ella esperándome, muy cambiada y con un uniforme militar. Tras saludarnos me llevó a un pequeño bar a comer y a ponernos al día de todo.
Ella me contó todo lo que había pasado tras la facultad y los problemas que se le habían presentado en Madrid, me habló también de su pareja y la familia que al fin había encontrado.
Yo por mi parte le conté sobre mi vida en Escocia y por qué decidí venir a España a probar suerte.
En ese momento ella me propuso algo que cambiaría todos mis planes. Me propuso ayudarla con un proyecto que tenía en manos.
Un club, yo tomando las riendas de su club para que ella no tuviese nada que ver. Claramente acepté.
Los días siguientes seguimos en contacto, ella me mandó todo lo necesario y yo me encargaría de ser la cabeza visible.
Para empezar me encargué de comprar un local que ella me había dicho que podía estar bien de precio, era un antiguo refugio de animales que se incendió y nadie se hizo cargo de él.
Esa mañana me reuní con el promotor encargado de la inmobiliaria que vendía el local. El hombre pedía una cantidad enorme de dinero para lo que era el sitio, tras regates y enfados conseguí que me lo dejase a un precio decente.
Tras la reunión y firma de papeles, escribí a Lilu para darle las buenas nuevas.
El primer paso estaba dado para abrir el club nocturno Le Chain. Que no tengo ni idea de lo que significa por cierto.