Los días venían pasando de manera normal, por suerte el trabajo aumentó en el taller y por ende, nuestros ingresos también. Eso me está dejando mucho más tranquilo, ya que tengo que mandar plata a Paraguay para los gastos de Graciela y ayudar un poco a mis padres en lo que hiciera falta, al menos con algo. Además, si me alcanza también quiero ayudar un poco a mis gemelas favoritas, esas que junto con mis hijas, Graciela y mi madre, son las mujeres que más consiento, admiro y amo. El 12 de abril parecía otro día más de tantos, me levanté temprano para prepararme para ir a trabajar. Lo que no me esperaba en absoluto, era recibir en mi celular un mensaje con una foto. Ahí estaba él, tan frágil y pequeño; con los ojitos cerrados y cubierto de punta a punta, a penas se veía su carita. Alcé la mirada y ahí estaba ella, mi dulce Graciela, reteniendo entre sus brazos a mi primer barón, ese príncipe que esperé por muchos años que viniera; el pequeño Luis Fabrizio, el que va seguir expandiendo, seguramente, el apellido Ríos. No pude evitar emocionarme hasta las lágrimas, la verdad hubiera querido estar ahí para verlo llegar, para acompañar a mi señora en ese momento tan mágico. Si bien soy papá por tercera vez, la emoción es la misma que la primera; Respondí sin saber muy bien qué decir y cómo lo decía, escribí hasta con errores, por tener los ojos empañados de lágrimas. Le prometí a Gracie que en este julio no le faltaría, que iba estar con ella como fuera. Le pregunté cómo está, me dijo que bien y que el peque también. La emoción me siguió embargando mucho, le reiteré mil veces que la amo y le pedí que por lo pronto, le diera todo el amor al pequeño Fabri, ese amor que no podría darle en la distancia. Enseguida reenvié la foto tanto a Auxita como a Aurora, estaba tan feliz ese día y lo estoy hasta ahora, es como un sueño. No sé si soy yo que lo veo todo tan mágico, pero hasta la misma Aurora me respondió mejor de lo que esperaba, me felicitó y me dijo que nos estaríamos viendo dentro de poco, para felicitarnos en persona. Auxita, como sí me lo esperaba, me llamó incluso y me felicitó, compartir con ellas esto es para mí lo máximo de la vida. Todavía tengo que ir a Madrid por aquel auto que tenía que ir a traer, pero entre alguna cosa y otra no me está dando tiempo y además, tengo que llevar a alguno de los muchachos porque a priori alcancé a ver que ese vehículo está prácticamente destruido, pero tengo que mirarlo yo mismo, en el lugar donde está, por si hubiera forma de arreglarlo. Cuando vaya quiero aprovechar y festejar con mis hermanas esto, quiero hablar con ellas y ver si podemos irnos los 3 a paraguay para verle al bebé y llevarle regalos, también quiero ver a mi Monse y a mi fío, que estarán encantadas. Hay tanto por decir pero tan pocas palabras para expresar tamaño sentimiento, solo sé que ahora tengo un motivo más para seguir luchando, para seguir avanzando en la vida, dejando todo lo mejor de mí, para que cuando yo no esté, mis hijos sean quienes lo disfruten. Agradezco este momento, el cual no voy a olvidar nunca. Bienvenido al mundo, hijo.