Este relato puede incluir lenguaje con contenido explícito.
La conocí en el colegio donde trabajaba como profesor de educación física; había logrado trabajar ahí gracias a un maestro que tuve en la universidad.
Era uno de esos colegios privados a los que asistían los hijos de las mejores familias de la ciudad de México. Ernestina, que es de quien vamos a hablar, trabajaba ahí dando clase de poesía y también pertenecía a una clase social alta; mas no por eso era como esos que se creen mejor que uno sólo por haber tenido la suerte de nacer en cuna de oro; muy por el contrario, era la única que no se quejaba cuando a la hora de que los profes hacíamos ejercicios físicos por órdenes del director; digo esto porque a veces los ejercicios implicaban hacer actividades en el suelo.
Nos hicimos amigos durante una fiesta que nos organizaron en el colegio en honor al día del maestro. ese día platicamos, la plática se convirtió en baile, tragos fueron y tragos vinieron y me puse una peda de los mil demonios; Ernestina me pidió un taxi para irme a mi casa porque estaba tan pedo, que quería abrir otro auto que no era el mío. insistí en que yo manejaba, que al cabo no estaba tan pedo cuando la realidad era que no me podía ni sostener, pero ahí estaba yo de necio queriendo manejar; sin embargo Ernestina me hizo ver lo contrario y no me quedó de otra que irme en taxi y regresar al otro día por el auto.
Desde entonces nos dábamos nuestras escapadas aunque mayormente me las invitaba ella, ya que Dorian aprovechaba cuando no estaba para entrar a mi cuarto y robarme el dinero y el que lograba esconderme apenas me alcanzaba para cubrir mis gastos (recuerdo que a veces tenía que ir al trabajo en transporte ppúblico porque no tenía para pagar la gasolina del auto).
Recuerdo que a veces íbamos a su casa, a comer a lugares a los que yo no iría ni en mis mejores sueños y cuando se nos pegaba la loquera, me llamaba y nos íbamos de fin de semana a la playa.
Entre los profesores y los alumnos se corrió el rumor de que había algo entre nosotros, algo digamos… más que amistad. ni ella ni yo confirmábamos el rumor pero tampoco lo desmentíamos. cuando me preguntaban yo sólo me encogía de hombros diciendo: «pues… mmm qué te diré»; Ernestina por su parte sólo se cagaba de risa, lo que hacía que los más chismosos se quedaran con las ganas de chisme. en realidad ella y yo éramos de esos amigos que la gente llama «con derecho»; sin embargo me pasaba de zopenco acomplejado que no se atrevía a ir más allá; no era porque ella no me diera oportunidad, pues bien que me la daba, pero como dije, era un acomplejado que no me la follaba porque me sentía inferior por venir de mundos diferentes. no fue sino hasta que con algunos tragos encima me pasé los complejos por el arco del triunfo y terminé follándomela ya no me acuerdo dónde.
Desde entonces nuestras escapadas eran para follar o de vez en cuando ponernos pedos hasta decir vasta; porque sí, refinada y todo, Ernestina de cuando en cuando también le gustaba empinar el codo, no seguido como a mí, pero cuando se lo proponía sí que tomaba; vastaba con oírla decir: «estiro el brazo, empino el codo y me lo chingo todo», para saber que aquello sería peda segura.
Solo dos veces se topó con Dorian. la primera vez fue una ocasión en que creyendo que mi hermanito no estaría, la llevé a mi casa; sin embargo los planes cambiaron porque Dorian sí que estuvo y lo primero que hizo al vernos, fue estrellar su manota con las pechugas de Ernestina; ella le dio un rodillazo en los huevos y haciendo gala de un florido lenguaje que ni yo le conocía, le dijo hasta de lo que se iba a morir y se cagó en los ancestros de sus ancestros de sus ancestros, que por desgracia venían a ser también los míos.
La segunda vez ocurrió cuando mi hermano fue al colegio a pedirme dinero queriendo hacer un escándalo; ese día Ernestina estaba sentada en un banco fuera del cole leyendo un libro; mi hermano llegó y después de sacarse el asunto, lo puso en el libro que ernestina estaba leyendo. por supuesto su reacción no se hizo esperar; esta vez no fue un rodillazo en las pelotas, sino que cerró el libro con todas sus fuerzas, dejando el pajarillo de mi hermano bien prensado en el libro. otra vez se cagó en los ancestros de los ancestros de los ancestros y otra vez le dijo hasta de lo que se iba a morir, con la diferencia de que lo amenazó diciéndole que como siguiera queriéndose pasar de listo con ella, le cortaría el pájaro y los dos por nacer y no sabía cómo, pero que haría que se los comiera sin masticarlos.
Nunca más volvió a encontrarse con Dorian, pero gracias a que le contaba cómo era conmigo; por eso cuando él vino a España y me mandó el boleto para que viniera con él según porque ya había cambiado y quería arreglar las cosas, me insistió que no fuera porque gente como él no cambiaba ni a mentadas de madre; sin embargo tenía una fe ciega en mi hermano y por un momento creí que había cambiado; ni siquiera las veces que trataba de conbencerme para que no fuera resultaron útiles y ahí vine de zopenco, digo de zopenco porque nada que cambió. ella misma me ayudó a hacer mis maletas, (porque yo al único avión que me había subido era al avioncito de la feria y no sabía qué podía llevar en el equipaje de mano y que no), y ella misma me llevó al aeropuerto; no sin antes tomarnos unos tragos y follar hasta decir vasta.
Seguimos en contacto cuando pude tener un teléfono y establecerme; a veces sólo nos escribíamos correos y otras hablábamos por videollamada; sin embargo recibí un correo que me hizo saltar de emoción y es por lo que escribo ésto; y es que según lo que me dijo en el correo, viene a España; no me dijo cuándo llegaba, pero ya la espero para recordar viejos tiempos y contarle todo aquello que por vergüenza no pude.