En este tiempo, mi cabeza es una auténtica tempestad. No sé cómo ni en qué momento empezó esto, pero es algo que a estas alturas no lo puedo controlar o al menos, no del todo. Brizuela se está queriendo meter a mi vida, y lo peor es que, por paradógico que parezca, mientras más me resisto a permitirle acceder a mí, más se lo permito. Eso lógicamente me tiene frustrada, es una pelea entre 2 fuerzas que parecen poder conmigo, cada una dentro de su naturaleza, y estar en medio de eso es un auténtico peligro. Por un lado sigo adelante, intentando que este hombre me deje en paz, que entienda que no quiero a nadie en mi vida y mucho menos, habiendo ocurrido lo que ocurrió con él y su familia. Mas por el otro lado hay algo en mí que se moviliza, esa perseverancia, esa forma de encararme…además de su atractivo, que no lo puedo omitir por mucho que quiera. Sentir que necesito estar y perderme con él, que a medida que el tiempo pasa la atracción me lleva a hacerme ideas en mi cabeza…ideas que no hubiera contemplado antes, ni siquiera con su hermano con quien en algún momento tuve una relación fuerte. Quisiera borrarlo de mi vida, al igual que al resto de los hombres; me gustaría no sentir, no pensar. Pero su mirada me dice mucho, y su cuerpo me invita a dejar que mis deseos sean los que hablen. Pero me niego, no quiero, no puedo; a veces ya ni sé bien por qué, pero así me pasa. Con toda esta desesperación que no logro resolver, y esta tormenta que no me deja continuar con mi vida normal, solo me resta preguntarme, «¿Otra vez, Aurora?» Y de paso a recriminarme, «no puede ser».