Me llamo Rodrigo. Soy mexicano, tengo actualmente 35 años. Llegué a Madrid junto a mis dos hijos, los dos luceros de mi vida, un niño y una niña aunque él está poco a poco comenzando la difícil etapa de la adolescencia.
Estuve viviendo tanto en algunos estados de México como en los EEUU. Aprendí una gran lección. Si en México eres pobre, en los EEUU directamente no eres nadie. No existes. Así las cosas, pues, estoy aquí en Madrid como popularmente se dice, dispuesto a darle gole de olla con lo que consiga. Todo fue porque la situación económica en mi país y en mi poca familia no era favorable. De este modo, no he podido acabar la preparatoria y consecuentemente, no he podido estudiar una carrera decente. Quise ser policía, pero pues así no me han dejado entrar. En este momento no cuento con la formación, a lo mejor aquí en España algo puedo hacer. He venido todo este tiempo pateando latas, ganándome la vida con el sudor de mi frente, vendiendo tacos en la calle o en tiendas de segunda mano para dar de comer a mis hijos. La mujer con la que los tuve ha fallecido en un complicado parto al nacer Valeria, que es prematura. Su hermano se llama Emilio y aún recuerdo lo difícil que me resultó hacerle entender que su mami ya no volvería a casa con nosotros sin hacerle daño, pero la sola ausencia de su madre le generaba malestar y rabietas que llegaban a días enteros sin poder dormir, sumado a los cuidados que debía brindar a mi pequeña recién nacida. Fue una temporada muy difícil y la situación económica no me permitió más que para pagar a una niñera que resultó ser una muy buena persona para con mis hijos. Mientras tanto, yo debía trabajar cada vez más duro, ya no solo para darles de comer a mis niños sino también para pagarle a Analía, que con la economía del país ha tenido que cobrarnos más caro, sintiéndolo por nosotros.
Todo ello me llevó a tener que mudarme de estados con mis niños, intentar contratar a otras niñeras ya que se me complicaba tener que trabajar y cuidarlos al mismo tiempo. Ahora mismo gracias a un alma caritativa logramos viajar hacia España con nuestras pertenencias, entre las que no faltan los apreciados juguetes de los chavos y las consolas de videojuegos de Emilio, que mucho me temo no me darán la tranquilidad durante nuestra estadía aquí, la que puede durar o no, según mis posibilidades laborales. Ahora mesmo nos hemos alojado aquí en una habitación de un club que se nos ha recomendado y estamos deshaciendo las maletas.