Punto de vista: Fabián.
Fabián se mueve a un lado y despierta de golpe al no sentir a Aymara junto a él.
fabián se levanta con rapidez, coge sus vaqueros y se los pone, subiendo la cremallera y saliendo a toda prisa de la habitación.
Fabián habla en voz alta.
Dices: «¿Aymara?… Aymara, donde coño …»
Kiara lo aborda en el pasillo.
Kiara dice: «Epa, muñeco. a dónde vas?»»
Fabián mira a Kiara un instante, luego cae en cuenta de que anda medio vestido, que no está en su casa y que empieza a alterarse otra vez, así que respira profundo varias veces para serenarse.
Fabián baja la cara, pasándose la mano por el pelo adelante y atrás, adelante y atrás.
Kiara lo mira con curiosidad, fijándose en la cantidad de arañazos que tiene en el torso.
Kiara dice: «date la vuelta, muñeco.»
Fabián alza la mirada sin comprender.
Fabián murmura: «qué coño?…»
Kiara le hace un gesto de que se gire.
Fabián está un poco confundido pero al final cede y se da la vuelta.
Kiara alza las cejas y silba.
Irina sale de la cocina y ve la espalda de Fabián.
Irina abre mucho los ojos llevándose una mano a la boca y se sonroja, pero no dice nada.
Fabián se gira y ahora mira a ambas mujeres.
Dices: «qué coño os pasa a vosotras dos?… Dónde está Aymara?»
Kiara dice: «primero, te calmais, muñeco. En nadita te vamos a mostrar que nos pasa. en segundo, Aymara se está bañando… si estuviéseis menos tenso, te habrías fijado que pasaste por delante de la puerta del baño y que suena la ducha.»
Fabián gruñe para sí mismo farfullando y retrocede hasta la puerta.
Fabián toca la puerta golpeando varias veces.
Ambas mujeres se miran.
Fabián dice: «Aymi, estás bien? Ya desayunaste?»
Se escucha cómo el agua deja de caer y una puerta corrediza que se mueve.
Desde el interior Aymara habla en voz alta.
Aymara dice con acento venezolano, «Estoy bien, salgo en un ratito, Fabián.»
Dices: «vale.»
Kiara mira a Fabián.
Kiara dice: «Ahora vos vais a venirte conmigo y no qiero peo, estamos?»
Irina mira a Fabián con un gesto que a este le llama la atención, pero al final decide seguir a Kiara.
Kiara entra en su habitación y camina hasta un espejo de pie que tiene a un lado de la cómoda.
Kiara dice: «echa un ojo a tu reflejo, muñeco, a ver si eso te alumbra las neuronas fundidas.»
Fabián se asoma y se queda de piedra al verse en el espejo.
El reflejo del espejo muestra el torso de Fabián con varios grupos de arañazos y marcas.
Fabián se acerca un poco más al espejo y se fija en los hombros y sus pectorales.
Murmuras: «hostia puta.»
Fabián se gira y se contorsiona un poco. Cierta incomodidad le hace bajar la mirada hacia sus costados.
Más arañazos le cruzan de atrás hacia adelante.
Fabián se esfuerza por atisbar algo de su espalda, ya que al moverse y contorsionarse, siente que la piel le escuece.
Kiara dice: «Tienes también, sí, muñeco.»
Fabián maldice por lo bajo.
Fabián se gira mirando a las dos mujeres, imaginándose lo que se habrá escuchado fuera de la habitación y lo que ambas estarán pensando.
Dices: «yo…»
Kiara hace varios gestos con las manos.
Kiara dice: «nada, muñeco… mejor no aclareis que lo oscureceis… vos tranquilo que aquí no somos policías morales, pero creo que vos necesitais una ducha y curarte ese crucigrama antes de que se ponga feo.»
Fabián resopla.
Dices: «Luego, cuando vaya a casa, ahora quiero hablar con Aymara.»
Kiara asiente.
Kiara dice: «pero primero, te vais a duchar y cambiar de ropa, te vamos a curar las heridas de guerra y te vamos a dar de comer… luego podeis hablar con la caramelo todo el día si quereis.»
El tono de Kiara no admite mucha réplica.
Kiara dice: «Ahí te saqué algo de Moreno… te va a quedar un poco justo, pero creo que sí te entra. ahora, azu azu, a la ducha, muñeco que hueles a macho en celo.»
Fabián frunce el cejo.
Irina dice: «voy a prepararte algo, Fabi. Estarás muerto de hambre.»
Fabián asiente en silencio, agradecido.
Irina sale de la habitación rumbo a la cocina.
Fabián se muerde el labio un instante.
Kiara lo mira.
Kiara dice: «deja esa cara de cordero degollao, muñeco. Irina es un poco tímida, pero no se va a traumatizar por haberlos escuchado anoche en faena. ahora, anda, báñate… aquí te espero para hacerte de enfermera.»
Fabián inspira profundo, coge la ropa y entra en el baño de la habitación.
Tras la puerta del baño, Fabián intenta olisquearse y comprende a qué se refiere Kiara.
Veinte minutos después…
Fabián sale con el torso aún al desnudo, unos vaqueros bastante ceñidos y unos calcetines limpios.
Kiara le hace señas para que se siente en un taburete.
Fabián se deja caer, terminando de secarse el cabello con la toalla.
Kiara coge gasas y desinfectante y comienza a limpiar los arañazos.
Fabián sisea por el escozor.
Kiara dice: «Aguanta como machote, muñeco… que nadie te manda a subestimar a una gata furiosa.»
Fabián se tensa cuando Kiara comienza a limpiar los arañazos en la espalda.
Fabián murmura: «joder, eso arde…»
Kiara murmura: «ya sé, pero te aguantais.»
Algunos minutos después…
Kiara tira lo que ha utilizado para limpiar los arañazos de Fabián y guarda todo en el botiquín de primeros auxilios.
Fabián exhala el aire.
Dices: «gracias, Kiara. La verdad es que yo…»
Kiara alza una mano y lo detiene.
Kiara dice: «mira, muñeco… no hace falta que te disculpeis. Nadie se ha muerto, ninguno de nosotros es vírgen y por suerte nadie es ni sacerdote, ni cura ni nada que tenga que ver con la verga esta de la manzana, así que tranquilo que no te vamos a castrar por acostarte con Aymara.»
Fabián aprieta los labios.
Kiara sigue hablando mientras camina de un lado a otro frente a Fabián.
Kiara dice: «Mira, cualquiera de nosotros ha podido intervenir, pero en el fondo no lo hicimos. No solo porque ustedes son grandecitos ya, sino porque sabíamos que esto iba a pasar y la verdad, mejor que pasase aquí, en privado con nosotros y no en otro lado. Al menos aquí, si hubiera tocado hacer algo, habríamos estado a un pelo. No quiero pensar en lo que hubiese podido pasar sobre todo contigo, que andais más tenso que cuero de tambora.»
Dices: «Eso no es excusa… He debido tener más autocontrol y comportarme, esta es tu casa, Kiara. Además, he perjudicado a Aymi delante de todos.»
Kiara asiente.
Kiara dice: «Vamos por partes, muñeco. Sí, es mi casa y sí, no habría estado mal que hubieras mantenido al gato enjaulado, porque eso de comer delante de los pobres no es muy solidario, no; pero no fue así y ni modo… y en parte es tu responsabilidad… pero por lo que me ha contado la caramelo, ella no fue precisamente un querubín., así que deja esa pendejada de que la perjudicasteis delante de nosotros porque ningún ningún. Y ella ya se ha disculpado con creces.»
Fabián se pasa la mano por la cara.
Murmuras: «no sé qué puta mierda me pasó… de pronto estábamos cenando y luego…»
Kiara se acerca a Fabián y le apoya las manos en los hombros.
Kiara dice: » Eso en mi pueblito se llama ganas… Pero hablando en serio…Te pasó que eres humano, Fabián. que tienes una tia enferma y putaremalpariadelcoño que te acosa…»
Fabián pone gesto adusto ante la referencia hacia Mayra.
Kiara dice: «…que eso te da culillo porque si la locaputaremalparía se entera de que amas a otra puede perjudicar a la mujer que quereis y eso hizo que vos te reprimiéseis por demasiado tiempo. El sexo no es solo para reproducirse, es parte de nosotros también y vos lo sabeis.»
Fabián se abraza a Kiara apoyando su cabeza contra su torso.
Murmuras: «no sé qué coño hacer, Kiara… estoy jodido… jodido de verdad.»
Kiara le pasa la mano por el pelo mojado con cariño.
Kiara dice: «tranquilo, muñeco. Una cosa a la vez. ahora vais a desayunar y luego a hablar con Aymi… luego ya veremos.»
Kiara se separa para acercarle la sudadera, coge la toalla mojada y sale de la habitación.
Fabián se pone en pie, se pasa la sudadera por la cabeza y los brazos y sale hacia la cocina.
Media hora después…
Fabián está terminándose la taza de café, cuando Kiara le tira de la sudadera.
Kiara dice: «vamos, fuera de la cocina… en el campo de guerra te están esperando, así que azu azu, anda a la primera fila de combate, muñeco.»
Fabián se pone en pie y sale de la cocina en silencio.
Irina niega con la cabeza mirando a Kiara.
Kiara se le acerca y le clava el índice en una costilla mientras le va hablando.
Kiara dice: » Mirá, vos dejá de hacerme caras y muecas, que a vos te hace tanta ilusión como a mí que se arreglen y luego enterarnos de los pormenores del peo… así que no me vengais de santurrona, que a vos te encantan las novelas esas todas romanticonas y eróticas.»
Irina se sonroja, pero al final se ríe, encogiéndose por lo que Kiara hace.
Irina murmura: «calla, que nos van a escuchar, Kia.»
Kiara se encoge de hombros.
Kiara dice: «que te creeis vos. Ese par va a estar muy ocupado intentando no volver a comerse como para andar fijándose en quien habla en la cocina.»
Irina la mira con los ojos muy abiertos.
Irina murmura: «tú crees que hoy otra vez…»
Kiara vuelve a encogerse de hombros.
Kiara murmura: «Ese par parecen dos gatos en celo, , así que yo me espero lo que sea.»
Irina pone los ojos en blanco.
Kiara se frota las manos con gesto pícaro.
Kiara se marca un bailecito.
Kiara murmura: «además, así vamos a tener de qué hablar cuando hagamos la piyamada.»
Irina ríe bajito.
Irina murmura: «eres un caso, Kia.»
En la habitación…
Aymara está sentada sobre la cama, esperando.
Fabián entra en la habitación y se queda mirándola.
Aymara escucha la puerta y alza el rostro.
Fabián cierra la puerta pasando el pestillo, se acerca con lentitud y se sienta a su lado.
Dices: «cómo estás?»
Fabián pasa el dedo pulgar con sutileza sobre el labio magullado y las marcas de sus dedos.
Aymara alza una de sus manos y le coge por la muñeca.
El calor de su mano sobre su piel lo detiene en seco, alejando el dedo de su rostro.
Murmuras: «¿Te duele? Te estoy lastimando?»
Aymara niega, soltando la muñeca de Fabián para pasar la yema de los dedos por el dorso de su mano.
Aymara dice con acento venezolano, «Estoy bien, no me haces daño, Fabián. Cómo estás tú?»
Fabián cierra los ojos un instante al escuchar su voz y luego la mira.
Dices: «Estoy… no sé, tan bien como se puede estar luego de lo de anoche… agotado, con la sensación de que voy a explotar en cualquier momento. Tengo la cabeza hecha mierda y mis emociones son un caos total.»
Aymara busca sus manos a tientas.
Fabián toma las manos de aymara y le besa las palmas.
Aymara se estremece al sentir los labios cálidos de Fabián.
Aymara se gira un poco para quedar frente a él.
Aymara dice con acento venezolano, «habla conmigo, Fabi. De lo de anoche, de lo que tanto te atormenta. Estoy aquí, contigo.»
Fabián le suelta las manos y se pone de pie.
Aymara vuelve a girarse, intentando seguir sus movimientos.
Fabián camina de un lado a otro frente a Aymara.
Dices: «No sé ni cómo ni por dónde empezar.»
Aymara asiente, comprensiva.
Aymara dice con acento venezolano, «Empecemos por lo de anoche y por lo que sientes, te parece?»
Fabián la observa y le asombra la tranquilidad que muestra.
Dices: «lo de anoche ha sido una irresponsabilidad, por mi parte… y por la tuya. ¿qué coño estabas pensando, Aymi?»
Aymara traga grueso.
Aymara habla con franqueza.
Aymara dice con acento venezolano, «Anoche me disculpé, pero lo hago de nuevo. Estaba demasiado ansiosa por estar contigo, demasiado desesperada por que te dieras cuenta que no soy de cristal… porque te dieras cuenta que apesar de lo que sea que te esté ocurriendo, no trasgredes los límites; quería que te dieras cuenta que aunque no veo, soy una mujer… una mujer fuerte.»
Fabián resopla.
Dices: «Aymara, anoche no hablamos de límites, no conversamos de nada. Me abalancé presa del deseo y la lujuria. He podido lastimarte… ¿entiendes eso? Mucho más con tu rebeldía y mi falta de control.»
Aymara baja la cara.
Fabián la observa y se detiene frente a ella.
Dices: «no tienes idea de la clase de dom que soy.»
Aymara sigue con la cabeza gacha.
Aymara dice con acento venezolano, «Sí, tienes razón… No me paré a pensar en que no has estado bien y que, en el fondo solo conozco lo que me has querido mostrar… lo siento, Fabián… pero al final lo importante es que no hubo daños que lamentar.»
La actitud sumisa de Aymara comienza a excitarlo.
Fabián se acuclilla y le levanta la barbilla.
Dices: » Eso no cuenta, nena. Ha podido ocurrir. Eso es lo que a mí me importa… Mira, nunca he estado con una switch… ayer mostraste mucho autocontrol… pero si quieres que sigamos con esto, nunca más vuelvas a desafiarme así, Aymara. Si vuelves a arrebatarme el control de esa forma, ya veré qué hago, pero será el fin… ¿lo has entendido? No puedo permitirme que algo te pase porque no podría con ello.»
Aymara entrecierra los ojos y asiente con la cabeza.
Aymara dice con acento venezolano, «te puedo hacer una pregunta?»
Dices: «sí, ¿qué es lo que quieres saber?»
Aymara dice con acento venezolano, «¿Te molesta que te hubiera desafiado? o lo que te molesta es que haya sabido jugar con tu mente y darte cuenta que puedes ceder el control y disfrutarlo también.»
Fabián se yergue, pensativo, reacomodándose la erección en aquellos pantalones prestados.
Fabián se queda mirando a Aymara un rato hasta que por fin responde.
Dices: «Creo que ambas cosas. La verdad nunca había sido desobedecido así. Tampoco había encontrado a alguien que me llevase a ceder el control. Y sí, disfruté de tus orgasmos y el mío, eso no lo voy a negar; pero irritarme y presionarme durante una sesión no es buena idea, Aymara. Ten eso en cuenta.»
Aymara sigue en su posición, escuchando lo que le dice Fabián.
Aymara dice con acento venezolano, «De acuerdo, lo tendré en cuenta. Pero deberías saber que hasta los dom más intensos y severos en algún momento han experimentado la sumisión. Eso no solo puede beneficiarte como dom, también puede ayudarte a deshaogar la presión, Fabián.»
Fabián la observa un poco sorprendido.
Dices: «estás insinuándo que me vuelva un switch?»
Aymara niega con la cabeza.
Aymara dice con acento venezolano, «no, en absoluto. Lo que te estoy sugiriendo es que cuando estés en un estado … como el de ahora, por ejemplo, experimentes la sumisión. Puede ayudarte a descomprimir ceder el control de vez en cuando… abandonarte al placer. A eso me refiero. Además, te dará idea de lo que significa la entrega desde el punto de vista de los sumisos.»
Fabián mira a Aymara con ganas de comerle la boca.
Dices: «Me estás hablando en serio?»
Aymara asiente.
Aymara dice con acento venezolano, » Mira, Fabián. Yo sé que hay dominantes que no tienen relaciones exclusivas, que tienen sumisos de ambos sexos, incluso que con sus parejas no suelen practicar BDSM. Entiendo que para ciertas cosas no quieras contar conmigo. No te mentiré, me encantaría que experimentases la sumisión conmigo, pero yo solo quiero que estés bien, contento y satisfecho.»
Fabián cierra los ojos.
Fabián vuelve a abrir los ojos y mira a Aymara.
Dices: «Y tu faceta dom, ¿qué? ¿vas a reprimirla?»
Aymara suspira.
Aymara dice con acento venezolano, » Soy versátil, Fabián. Me adapto a la persona con la que me relaciono. Además, dudo que estés dispuesto a ciertas cosas. La verdad, luego de quedarme ciega y de la experiencia que tuve con aquel tipo, me mantuve al margen del BDSM y del sexo en general.»
La expresión de Aymara le indica a Fabián cuan reprimida ha estado todo este tiempo.
Fabián se sienta en la cama, recostándose del espaldar.
Aymara se gira para quedar frente a frente.
Aymara dice con acento venezolano, «No voy a negar que hay cosas que me gustaría volver a experimentar; pero bueno, no me he atrevido a sostener un gato a ciegas… tampoco es que tuviese compañero sexual ni nadie como para intentarlo, todo hay que decirlo. Esto no es algo que te plantees con cualquiera.»
La expresión de frustración de Aymara es bastante elocuente.
Dices: «lo siento, cielo… Yo no me imaginaba…»
Aymara se recompone y se encoge de hombros.
Aymara dice con acento venezolano, «No te preocupes, no tenías por qué saberlo, ni imaginarlo; digamos que hasta cierto punto entiendo. la gente siempre piensa que quien tiene discapacidad no practica sexo y si lo hace, es al estilo tradicional… Habrías sido demasiado perfecto si no tuvieses prejuicios ni defectos.»
Fabián ríe.
Aymara sonríe.
Fabián la atrae y la sienta en su regazo.
Aymara siente la erección de Fabián y suspira.
Fabián separa el cabello de aymara de su nuca y la besa despacio.
Fabián nota el chupetón y las marcas de sus dientes en el cuello de Aymara.
Fabián lame con delicadeza las marcas, sintiendo como aymara se estremece.
Fabián besa las marcas con sumo cuidado.
Dices: «Anoche no cuidé de ti…»
Fabián rodea la cintura de Aymara con ambos brazos, pegándola hacia su torso.
Aymara dice con acento venezolano, «Está bien, ya me ocupé yo al ducharme; y luego Kiara se aseguró de desinfectarme los mordiscos.»
Aymara acaricia las manos y los antebrazos de Fabián.
Fabián se queda en silencio un rato.
Aymara dice con acento venezolano, «vas a contarme qué es lo que te tiene tan atribulado, Fabián?»
Fabián suspira.
Dices: «sí, pero quisiera que hablemos de nosotros primero, si te parece bien.»
Aymara dice con acento venezolano, «me parece bien.»
Fabián estrecha el abrazo.
Aymara se acurruca en su regazo.
Dices: «necesitamos una palabra de seguridad y hacer un play list.»
Aymara dice con acento venezolano, «De acuerdo. Mi palabra de seguridad contigo va a ser serendipia. Respecto de la lista, hazla y luego la revisamos entre los dos.»
Fabián la arrastra con él, acostándose de costado en el colchón, separando las piernas de Aymara con uno de sus muslos.
Aymara dice con acento venezolano, «quieres hacer la siesta? Porque si es así, esta posición no nos va a ayudar a portarnos bien, mi amor.»
Fabián ríe bajito.
Fabián habla en voz baja.
Murmuras: «no, solo me apetece retozar contigo un rato, nena.»
Aymara se pega a él.
Murmuras: «me parece mentira poder tenerte aquí, conmigo.»
Fabián acerca su nariz al cuello de Aymara y comienza a acariciarla por todas partes.
Aymara se estremece, disfrutando de las caricias.
Dices: «Me encanta estar así contigo.»
Aymara dice con acento venezolano, «Y a mí…»
Aymara carraspea.
Aymara dice con acento venezolano, «guillem me explicó lo de la IDO…»
Fabián se tensa y la atrae más hacia sí.
Murmuras: «voy a hacer lo que sea, pero nadie te llevará a un piso de esos, nena… haré lo que haga falta.»
Aymara lo acaricia y se da la vuelta.
Fabián inspira profundo, disfrutando del aroma de Aymara.
Aymara le besa la mandíbula.
Aymara murmura con acento venezolano, «tranquilo, voy a estar bien, cariño.»
Fabián cierra los ojos sintiendo la calidez del cuerpo de Aymara pegado al suyo y suspira.
Segundos después, Fabián busca la boca de Aymara, besándola con lentitud disfrutando de sus labios y su sabor.
Aymara gime correspondiendo al beso.
Fabián se separa, besando el rostro de Aymara, cambiando de posición para dejarla sobre sí.
Aymara se reacomoda quedando a un costado de Fabián.
Fabián mete la mano bajo su jersey y le acaricia la espalda.
Fabián cierra los ojos un rato, buscando las palabras para contarle a Aymara sobre Mayra.
Aymara se acurruca contra Fabián esperando a que hable.
Fabián inspira profundo.
Dices: «hace varios años, cuando recién comenzaba con el BDSM también tomé una decisión equivocada.»
Aymara apoya una de sus manos sobre el pecho de Fabián, pero sigue escuchándole sin interrumpirle.
Dices: «estaba fascinado, era más joven y muy entusiasta y dispuesto. Conocí a una tía que fue quien me llevó a conocer más gente del mundillo, a participar en eventos privados. Terminé haciendo un contrato con ella a largo plazo. Estaba enamorado, o eso creí… en el fondo estaba obsesionado con dominarla y ella lo sabía. Es una masoquista irresponsable…»
Aymara murmura con acento venezolano, «lo siento mucho, mi amor.»
Dices: «Está bien… el asunto es que al final, me estaba haciendo mal. Me llevaba cada vez más lejos, me retaba y desobedecía solo para que la castigase. Aquello se salió de control y tuve que romper el contrato o me iba a terminar por volver loco porque no me dejaba ni respirar.»
Aymara suspira profundo, pegándose más a Fabián, buscando ofrecerle consuelo.
Fabián se tensa y Aymara lo nota.
Aymara dice con acento venezolano, «está bien, cariño… entiendo.»
Fabián niega con la cabeza.
Dices: «No lo entiendes, cielo… Había logrado apartarla de mi vida durante un par de años… pero ella está de regreso. Esa tia está de vuelta y no la soporto, no la quiero cerca de ti ni de mí.»
Aymara se preocupa al escuchar la angustia en la voz de Fabián y alza la cabeza.
Aymara dice con acento venezolano, «Nada te obliga a verla, cariño. Dejaste de ser su amo y nada te obliga con ella. Nada.»
Fabián traga grueso.
Fabián abre los ojos para ver a Aymara.
Dices: «Ella trabaja en el hospital, cielo; la han reasignado otra vez y es casi imposible no verla…»
Aymara abre mucho los ojos y se pone pálida.
Aymara dice con acento venezolano, «Es colega tuya? o es enfermera.»
Fabián inspira profundo.
Dices: «No, ella es trabajadora social.»
Aymara se incorpora un poco.
Aymara dice con acento venezolano, «¿Quién es Fabián, quién es esa mujer?»
Fabián abraza a Aymara.
Dices: «no dejaré que te haga daño, te lo prometo, cielo… no la dejaré.»
Aymara se siente confundida.
Aymara dice con acento venezolano, «no entiendo, porqué iba a hacerme nada? Ni siquiera me conoce, no le he hecho nada, cariño.»
Fabián guarda silencio buscando la forma de hacerle entender a Aymara.
Aymara dice con acento venezolano, «responde, porqué tendría que hacerme daño?»
Fabián suspira profundo.
Dices: «Asistencia social trabaja muy de la mano con la IDO, cielo…Y ella ha comenzado a buscarme de nuevo. Es obsesiva, Aymara y no sabe aceptar un no por respuesta.»
Aymara dice con acento venezolano, «a buscarte? pero tú…»
Fabián niega con la cabeza hasta que cae en cuenta que Aymara no lo ve.
Dices: «te juro que no ha pasado nada con ella. la evito todo lo que puedo pero sigue obsesionada conmigo… es una tia peligrosa… está enferma, pero no dejaré que te toque, cielo, a ti no.»
Aymara se deja caer sobre el pecho de Fabián al caer en cuenta de lo que está ocurriendo.»
Aymara se estremece.
Fabián la estrecha entre sus brazos.
Aymara dice con acento venezolano, «es por eso, verdad? Por eso has estado así conmigo, con todo. Es culpa de esa mujer.»
Dices: «sí, lo siento, Aymara… lo siento mucho, cielo.»
Aymara guarda silencio un instante.
Fabián cierra los ojos esperando que Aymara se levante y lo deje allí en la cama.
Aymara dice con acento venezolano, «es aquella con la que te encontramos la otra vez, la que se fue indignada?»
Fabián abre los ojos, confundido.
Fabián frunce el cejo un instante intentando hacer memoria.
Dices: «no, esa fue Claudia. Con ella no pasó nada tampoco, no pude. Y no sé, la trasladaron de hospital pocos días después.»
Aymara piensa intentando ordenar sus ideas.
Dices: «entiendo si te enfadas y prefieres alejarte de mí.»
Aymara lleva uno de sus dedos a los labios de Fabián para acallarlo.
Fabián guarda silencio esperando lo peor.
Aymara dice con acento venezolano, «Esa mujer, la que está obsesionada contigo, esa está ocupando el puesto de la otra?»
Fabián vuelve a fruncir el cejo; las cosas no están saliendo como él las imaginó y eso lo confunde.
Dices: «No lo sé, pero es probable. De todas formas, no quiero que te preocupes por nada, cielo.»
Aymara dice con acento venezolano, «eso va a ser difícil, Fabián. Me importas… te quiero y cualquier persona que quiera perjudicarte me preocupa. Y no, no tengo intenciones de alejarme de ti por esto. Solo tú puedes hacer que eso ocurra si ya no quieres estar conmigo por la razón que sea.»
Fabián la estrecha con fuerza.
Aymara le besa el borde de la mandíbula haciendo que a Fabián se le erice la piel.
Dices: «La única que me importa de verdad eres tú. Te quiero, cielo… Mayra no significa nada, solo es como un grano en el culo, un dolor de cabeza.»
Aymara se impulsa hasta alcanzar los labios de Fabián.
Fabián baja la barbilla, intensificando el beso.
Aymara habla entre besos.
Aymara dice: «tienes que prometerme… que no me esconderás nada… no me sobreprotejas, cariño.»
Fabián se separa un poco para mirarla.
Dices: «No me pidas eso, cielo… Eres lo más importante y no quiero que estés preocupada o estresada, eso no te hace bien.»
Aymara dice con acento venezolano, «la única forma de afrontar esto es estando juntos, cariño… promete que no me esconderás nada.»
Fabián se enfoca en aquella boca y y no puede reprimir el impulso de besarla.
Aymara se aferra a los hombros de Fabián mientras este la toma por la nuca para profundizar el beso.
Mientras Fabián la estrecha entre sus brazos comiéndole la boca con avidez y pensando que ella es su verdadera serendipia, Aymara pensaba en la forma de proteger a Fabián de aquella mujer.