Nueva escena de rol: Hablar o no hablar, ahí está el dilema

Punto de vista: Aletheia

Disclaimer

Las escenas que se describen a continuación ofrecen contenido sexual explícito que puede no ser apto para menores de 18 años y personas sensibles

Aletheia subía las escaleras pensando: mare meva, putas hormonas que hasta la voz de Kiev me calienta; claro, ni por asomo como la del otro. Genial, aletheia, lo que te faltaba… andar como una hembra en celo
Aletheia entra en su habitación y se quita la ropa; al verse en el espejo, sus pezones hablaban por sí solos
Aletheia entra en el baño, abre el grifo de la bañera y la pone a llenar
Aletheia se mete en la bañera
con movimientos lentos y calculados, aletheia comienza a acariciarse los pechos, juega con sus pezones, se va acariciando con lentitud
Aletheia desciende y comienza a jugar entre sus piernas
Aletheia cierra los ojos y entreabre la boca, un gemido de placer se le escapa
Aletheia recoge sus rodillas y abre las piernas; desciende e introduce uno de sus dedos, hurga hasta que consigue lo que busca y jadea de placer
Aletheia va pulsando rítmicamente, su humedad se mezcla con el agua tibia
Aletheia usa su otra mano y juega con su clítoris, siguiendo el ritmo de su mano derecha.
Aletheia siente como se acerca cada vez más a lo que tanto anhela
Aletheia introduce otro dedo intensificando la sensación, pulsando ahora sobre más superficie
Aletheia acelera un poco el ritmo
Aletheia intenta reprimir sus gemidos, pero no lo consigue
Aletheia está muy cerca de alcanzar el cclímax y la imagen de él le invade la mente.
aletheia cierra los ojos, se recrea pensando que son sus dedos y su lengua los que le proporcionan el placer que está sintiendo
Aletheia se arquea y su nombre se le escapa entre gemidos y jadeos, mientras un orgasmo potente brota desde su interior
Aletheia cierra los ojos con cada contracción
Aletheia deja caer sus brazos a los lados, el agua le cubre hasta la mitad de los pechos, sus pezones asoman firmes con cada respiración
Aletheia sientte que el corazón le galopa en el pecho
Aletheia se va relajando, presa del sopor pos orgasmo hasta que se queda dormida
Aletheia comienza a soñar
Aletheia escucha unas voces, no sabe donde está pero el sitio le resulta familiar
Aletheia camina por el pasillo, el suave resplandor de una luz asoma por una puerta entreabierta
él está ahí, desnudo a plenitud; delante de él, una mujer comienza a quitarse el uniforme camuflado; él no la pierde de vista ni un instante. ella va a hablar, pero él la detiene.
—No quiero preguntas ahora… quiero sentirte… —pidió, mientras se cogía el miembro y se frotaba con lentitud.
Ella asintió y terminó de desnudarse.
él la veía, deseoso.
aletheia observaba su rostro, pensando que él jamás la ha visto de esa forma.
—Ven aquí —ordenó.
Ella obedeció
Él la cogió por la cintura dejándola sobre el escritorio.
Con una mano la fue llevando hasta que la mujer quedó acostada, con las piernas colgando en el borde.
él comenzó a acariciarla, besarla y lamerla. Devoró sus pechos inquieto, como si el hambre por aquella mujer fuese más que acusiante.
Aletheia observaba su lengua recorriendo centímetro a centímetro aquellos pechos; vio como su boca succionaba aquellos pezones y los mordisqueaba, arrancando gemidos de intenso placer.
él iba descendiendo cada vez más, logrando que aquella mujer se retorciese bajo aquellos mimos.
sin compás de espera, él le alzó las rodillas y separó sus piernas, dejando aquel sexo expuesto a la merced de sus dedos y su boca.
Aletheia se muerde el labio al ver como él introducía un dedo con deliberada lentitud, mientras jugaba con su lengua sin rozar aquel clítoris henchido, húmedo y palpitante
La mujer se retorcía, gemía, deslizaba sus caderas intentando que aquella lengua le diera lo que deseaba y hasta ahora le negaban.
La mujer gime frustrada
La mujer murmura: «por favor… por favor.»
Él le sonríe, perverso
—Todavía no —dice, introduciendo un segundo dedo y comenzando una vez más aquella tortura.
La mujer ruega, ansiosa
Él niega con la cabeza sin dejar de rozar sus labios y saborear aquella humedad
Ella le coge por el cabello intentando guiar su cabeza, pero él permanece inamovible
—¡Por favor, no puedo… —grita jadeando por el cambio en el ritmo y la intensidad de sus dedos jugando en su interior.
La mujer tiembla, sus pezones se ponen más firmes y la mirada se le nubla
Él alza la cara y la observa satisfecho.
—córrete para mí —murmura, comenzando a lamer aquel clítoris a la vez que entraba y salía, entraba y salía.
Aletheia traga
La mujer gime sin control hasta que se le escapa un gemido. él se levanta, apoya los talones de ella sobre sus hombros y se desliza con parsimonia en su interior, sintiendo como en la medida en la que avanza, las contracciones le empujan fuera. él cierra los ojos, el placer que siente parece intenso.
aletheia se relame los labios, la mujer gime mientras él se va abriendo paso.
ella levanta sus caderas, él comienza a bombear; una y otra vez, sale casi por completo y entra, empujándola contra el escritorio y haciendo que sus pechos se muevan siguiendo el ritmo.
él va acelerando el ritmo, aumentando la fuerza en cada penetración; ella gime aferrándose a sus brazos.
—venga, córrete para mí —ordenó.
ella se arquea, él deja que su instinto tome el control.
—así…así…córrete —dice, mientras la sujeta por las caderas.
La mujer suelta un gemido y queda laxa sobre el escritorio.
Él sale de ella, Aletheia no puede dejar de mirarle.
Él se gira y la ve, Aletheia se queda paralizada.
Él se le acerca.
Aletheia no puede moverse
Aletheia se muerde el labio, el deseo que siente es intenso.
él se acerca todavía más, apenas los separan pocos centímetros.
Aletheia inspira profundo, el aroma de su piel ligado al del sexo la estimula
Aletheia extiende la mano, él la coge con fuerza por la muñeca
Él la observa con intensidad, pero aletheia no percibe ni deseo, ni placer en sus ojos
Aletheia traga
—quieres que te folle, ¿no? —pregunta con malicia.
Aletheia lo mira a los ojos.
—Pídemelo, Aletheia —le ordena.
Aletheia lo mira en silencio
Él lleva la mano de la chica hasta su miembro
Luego, coloca su mano sobre la de Aletheia y comienza a masturbarse
Aletheia se estremece ante el contacto, el calor y la suavidad de su piel la hacen desearlo más.
Él nota el deseo en sus ojos.
—Lo siento…es halagador, pero no eres mi tipo —dice jadeante, mientras se corre.
Aletheia siente la tibieza de su leche empapándole la mano; se moja ante la sensación.
Él la suelta.
Aletheia se acerca la mano a los labios.
Él la observa
Aletheia saca la punta de la lengua y saborea su esencia, sin dejar de mirarle a los ojos.
A Aletheia le parece vislumbrar un poco de asco en aquella mirada, pero no se detiene.
Aletheia tiembla, de pronto siente mucho, mucho frío.
Aletheia se despierta, el agua de la bañera está fría.
Murmuras con acento catalán, «me cachis en el dios de las putas hormonas y la lujuria.»
Aletheia está temblando de frío.
Aletheia destapa la bañera y abre las llaves, gradúa para que salga agua caliente, necesita entrar en calor
Aletheia se ducha con rapidez, cierra las llaves, se seca con una toalla y sale de la bañera.
Aletheia se pone crema en la piel, se frota el cabello con otra toalla y se la enroscca en la cabeza.
Aletheia sale del baño
Aletheia va hasta el armario y saca ropa limpia
Aletheia se quita la toalla que la envuelve, se pasa la camiseta con rapidez por la cabeza con todo y toalla, se pone las bragas y los calcetines gruesos.
Aletheia cuelga la toalla en el baño y regresa a la habitación
Aletheia coge su libreta y el bolígrafo
Aletheia escribe, desahogándose
Qué putada desear tanto a un hombre que, como mujer ni te mira y que, encima es tan educado que te rechazaría con toda la cortesía que exista en este universo.
Joer, como me gustaría que no fuese así… como me gustaría que me desearas y no soñarte, sino sentirte…Si tan solo tuviese un indicio de que buscarte no sería en vano lo haría pero qué sentido tiene ahora? Me lo pregunto cada vez que siento la tentación de seducirte y la única respuesta que tengo es: ninguno; te marcharás y no volveremos a vernos, así que lo que toca es intentar ser tu amiga el tiempo que estés aquí; solo espero no sucumbir ante la tentación y salir corriendo a hablarte, o peor aún, a mostrarte cuánto te deseo, porque menudo chasco que me voy a llevar y qué pena me daría que te fueses con ese recuerdo.
Aletheia suspira, cierra su libreta y la deja en la mesita con el bolígrafo.
Aletheia se quita la toalla de la cabeza y se cepilla el cabello.
Aletheia lleva la toalla al baño, sale y se sienta en la cama.
Aletheia coge el secador, lo conecta a la corriente y se comienza a secar el cabello.
Mucho rato después, Aletheia está tumbada en la cama, arrebujada entre las sábanas poniendo en práctica algunas pautas que le indicó Walker.
Unos minutos más tarde…
Aletheia piensa mientras se va quedando dormida, que claro que podrá gestionar el impulso y la atracción que está sintiendo, que todo irá bien.