Punto de vista. Ives
Me detuve tras cerrar la puerta de Arais. pensé una vez más en lo que estaba apunto de hacer. Recorrer 600 kilómetros para despedirme de Inés, para cerrar esa etapa de mi vida que tanto me hacía sufrir. Quizá con suerte podía visitar a mis tíos y pedirles perdón, explicarles que he cambiado, que soy el que sale en las noticias con las siglas de EPS, que junto a mis compañeros estamos luchando, que no soy el mismo. Pero… ¿y si no me abrían la puerta? ¿qué pasaría si me volvían a desear la muerte? ¿Podría llegar a superar eso? Cerré los ojos mientras escuchaba a Franc y Noa reír. Abrí los ojos y caminé hasta el garaje para coger la moto.
Murmuras: No voy a rendirme
Caminaba entre los vehículos viendo la Yamaha que estaba estacionada al fondo del local.
Murmuras: No, lo siento, pero hoy no voy a tener miedo. iros buscando otra cabeza porque aquí no sois bienvenidos. Todo va a salir bienn.
Apreté los puños mientras cerraba los ojos deteniéndome delante de la R6.
Murmuras: Claro que me van a perdonar. ¿Por qué no lo iban a hacer? voy a decirles todo lo que siento y sé que me escucharán, lo entenderán y me abrazarán.
Abrí los ojos, busqué un papel y cogí un bolígrafo del interior del coche de Lilu. Me apoyé en el capó del deportivo y escribí. «Hoy no es vuestro día. No vais a poder conmigo, ridículos miedos. Soy un luchador y vosotros no tenéis la capacidad de dominarme. Antes muerto, ya no sois fuertes, ahora el fuerte soy yo y si me quedo sin fuerzas, los míos os atacarán.». Caminé leyendo el papel en voz baja y el teléfono sonó. Dejé el papel olvidado sobre la mesa que había cerca de la Yamaha y atendí la notificación.
Toño te transmite, «mensaje: Hola Ives. Estoy por la ciudad.»
Respondí al mensaje y guardé el teléfono. miré la mochila que colgaba de mi hombro y la acomodé. Agarré La yamaha y dándole un fuerte empujón hacia delante conseguí que la rueda trasera se apoyara en el suelo tras liberarse del caballete central. La empujé con ilusión hacia el exterior del garaje pasando entre los vehículos de mis compañeros. Vi a Lilu entrar en la sala de seguridad y dejé la moto cerca del muro delantero. Le grité a un soldado que la miraba insistentemente que volvería a por ella en unos minutos.
Entré y me despedí de Lilu. Verla siempre me daba un extra de fuerza. Salí dedicándole una sonrisa y agradeciéndole el apoyo que me daba a diario. Era tan especial… Nos parecíamos en tantas cosas. Le debo tantísimo…
monté en la moto, la arranqué y el sonido del motor… me hizo sonreír de nuevo. Miré fugazmente la casa de Melany, Aletheia estaba allí, durmiendo, probablemente. La echaba tanto de menos… 3 días sin hablar apenas con ella, 3 días llenos de descubrimientos y comportamientos difíciles de digerir…, 3 días de noches en vela haciéndome millones de preguntas. respiré profundamente y me puse el casco, aceleré lentamente y atravesé los controles de seguridad. Ella necesitaba espacio y no iba a molestarle, además, creía estar seguro de la decisión que tomé en el manzanares. Creo que era lo más justo para los dos. yo la quería, quería su felicidad y su felicidad no estaba encontrándola conmigo. Millones de lágrimas me hicieron falta para llegar a entenderlo.
Puse rumbo a la A4, la autovía que me llevaría a mi amada Andalucía. Miraba el velocímetro para no incumplir lo que le prometí a Aras. Esta vez no pondría en juego la vida de otras personas conduciendo a altas velocidades. No subiría de 120 kilómetros por hora, por mucho que la moto me pedía acelerar a fondo. Esta vez va a ser diferente.
Mi cuerpo conducía y mi mente volaba abrazando a la escurridiza felicidad. Voy a entrar en Almería con la cabeza bien alta, orgulloso de mi mismo y del paso que estoy dando. Si, llegaré, conseguiré mis objetivos y volveré a Madrid para seguir luchando. Ahora la vida me está sonriendo. Tengo la fuerza que siempre he deseado tener para enfrentarme a mis miedos. Tengo gente cubriéndome la espalda, dispuesta a cualquier cosa para hacerme sonreír, incluso, alguna persona sería capaz de dar su vida por la mía. Soy muy afortunado.
La autovía no tenía mucho tráfico. Aceleré adelantando algunos vehículos y leí el cartel de: «La Comunidad de Madrid le desea un feliz viaje». Mientras conducía…
Millones de imágenes pasaban por mi cabeza, Franc, Aletheia. Franc sin Aletheia. Yo sin Aletheia. YO sin Franc, Arais en el embarcadero, Lilu y Melany sonriéndome. Aras, Joan, Inés… La última reunión, la mirada de Aletheia tras decirme que se marcharía, las estrellas que me veían llorar la noche anterior en el manzanares, el apoyo de Arais, las palabras que me dijo… Siempre te vamos a esperar, tómate el tiempo que necesites. La mirada dulce de Franc, nuestros juegos en el jardín, la primera vez que me dijo te quiero, cuando me preguntó si quería ser su papá…
Agarré fuerte el puño del acelerador y respiré profundamente para no girar la muñeca y hacer que los dígitos del velocímetro aumentaran.
Fui dejando que la moto perdiera velocidad adentrándome en una gasolinera, apreté el freno, pero estaba más duro que de costumbre. El no uso, pensé. Llevaba meses sin montar.
Llené el tanque de combustible y estacioné la moto bajo la sombra de un gran árbol y prendí un cigarro. Vi el cartel que había a unos metros indicando que era el Kilómetro 284. Aún me quedaban unas 4 horas de viaje. Me apoyé en la moto después de asegurarme que tenía la 9 milímetros en la funda y empecé a dar largas caladas mientras pensaba.
Aletheia y yo ya no estábamos como siempre. Sentía que no me quería y por desgracia, me lo demostraba con muchos gestos y comentarios. Era difícil hablar con ella porque siempre que decías algo que fuera diferente a lo que pensaba guardaba silencio y nunca debatía. Yo quería ayudarle, pero ni estando en silencio lo conseguía.
Le di una patada a una piedra que había cerca de la moto mientras dejaba salir el humo lentamente.
Claro que la quiero. Nunca dije nada que no sentía en el corazón, cada te amo, cada beso, cada mirada… siempre han sido sinceras. Pero como le he dicho a Arais… Creo que este capítulo hay que cerrarlo. Sin duda ha sido una de las mejores etapas de mi vida. Ya veré como hacerlo.
Un coche se estacionó a unos 20 metros y salió un niño pequeño junto a su padre.
– Francisco, no te separes del coche mientras yo voy a comprar la botella de agua.
El hombre se alejó dejando al niño solo.
Miré al niño y pensé en Franc. Mi mente empezó a volar.
El ruido de un coche de alta cilindrada que conducía a gran velocidad por la autovía me sacó de mis pensamientos. Cuando me giré para verlo un diminuto punto azul se perdía en el horizonte.
Pisé el cigarro y lo lancé en una papelera mientras pensaba que quizá fuera Lilu la que lo conducía para acompañarme. Reí. Esa chica era capaz de hacer cualquier cosa.
Volví a montar en la moto cuando vi que el hombre volvía a su coche y el niño entraba comiéndose un helado que su padre le compró.
Ojalá algún día yo pueda caminar con Franc por la calle y enseñarle todas las cosas bonitas que tiene el planeta. Enseñarle el mar, ríos, animales, viajar con él a otros países para que viera otras culturas… Espero que la guerra termine pronto para disfrutar de su compañía y mostrarle todo aquello que a mi me hubiera gustado ver de pequeño Pensaba mientras aceleraba entrando en la autovía.
El ruido del motor de la moto me fascinaba. Era un león cabreado, rugiendo con poderío. Miré por los espejos para asegurarme que podía adelantar al camión que tenía delante, cuando vi un deportivo de color negro acercándose a gran velocidad. Preferí no adelantar al camión, ese coche me era muy familiar. ¿Aletheia? sí, tenía que ser ella, Seguramente que Arais le dijo que estaba viajando a Almería y quería acompañarme para darme apoyo. Sonreí.
Joder… como se me había pasado por la cabeza separarme de ella, soy idiota. Pensé mientras veía como me adelantaba pitando durante un segundo con los intermitentes puestos, conducía una mujer. me incorporé al carril izquierdo y le seguí, estaba claro. Era ella y quería acompañarme. Adelanté a varios coches, hasta que la carretera quedó sola. el deportivo aceleró aún más, me fijé en su matrícula, pero estaba tapada. ¿Qué coño es esto? murmuré mientras veía por el espejo retrovisor un Lamborghini de color negro conduciendo a gran velocidad hasta mi posición. De repente tuve un mal presentimiento. Volví al carril derecho y dejé que me adelantara. El Lamborghini empezó a perder velocidad en el carril izquierdo y el deportivo de color negro ocupaba la vía derecha, los coches estaban en paralelo, ambos con las matrículas tapadas.
Volví a apretar el freno, a esta velocidad chocaría. La maneta del freno no se movía ni un solo milímetro por mucha fuerza que ejerciera.
¡Mierda! grité mientras pensaba rápidamente en cómo frenar la Yamaha.
El deportivo empezó a frenar dejando al lamborghini unos metros alante.
Respiré profundamente y estudié la situación rápidamente. Esto no es casualidad. Apreté los dientes y me incorporé al carril izquierdo acelerando a fondo. Me agarré fuerte al manillar. Tenía que salir de ahí al precio que fuera. El deportivo aceleró situándose en paralelo a la Yamaha. Me fijé que aún había unos metros de separación entre los dos coches y apreté el puño haciendo que la potencia del motor se desbocara logrando pasar entre los dos vehículos justo cuando el deportivo pegaba un volantazo para meterse en mi carril.
Los vehículos me perseguían acelerando a fondo mientras ocupaban los dos carriles obligándome a poner la moto casi al límite de su potencia.
Pensé en mis compañeros, los necesitaba. El panel digital marcaba 264 KM/h. Miré por el espejo viendo como los vehículos quedaron atrás y suspiré aliviado.
volví a apretar el freno con fuerza pero seguía sin moverse un milímetro, me encontraba sobre un veloz demonio de fibra de vidrio sin control. Ocupé el carril izquierdo adelantando como un misil a todos los vehículos. El freno no funcionaba y esos cabrones habían hecho que alcanzara velocidades mortales. El miedo llegó, voy a morir, pensaba mientras unas lágrimas se deslizaban por mi rostro y eran engullidas por la capa de protección del casco.
La moto disminuía la velocidad insultantemente, 258km/h.
Pensé en los míos. Esto no podía estar pasándome. Por favor, ayudadme, gritaba mi mente, por favor…
251km/h. Las revoluciones del motor seguían altísimas. A lo lejos vi unos vehículos, un bloque de algo que no podía distinguir y una mancha oscura en el suelo. Miré las posibilidades que tenía para esquivar mi destino. No podía invadir el carril contrario, muchos coches conducían y pondría en juego la vida de otras personas. Los vehículos que estaban al otro lado de la mancha entraron en el área de servicio, hasta el arcén estaba cubierto con ese producto.
Apreté con todas mis fuerzas el freno, seguía sin moverse. unos 700 metros me separaban de la muerte. Apreté los brazos con fuerza intentando impedir que el manillar se pudiera girar.
Mis compañeras no salían de mi cabeza. Tenía que haberle hecho caso a Arais e ir con ella en otro vehículo, con el coche se puede maniobrar mucho mejor… Pero ya era tarde.
300 metros.
Apreté los dientes con fuerza y murmuré: Tengo que conseguirlo, les he dicho que volvería, joder!
Ví un triángulo de señalización en el arcén idéntico a los que suelen tener los vehículos cuando hay un accidente. Pero este era diferente. Unas grandes letras EPS rodeaban la fotografía de Franc jugando conmigo en el jardín de la finca.
100 metros.
247 kilómetros por hora.
Tragué saliva y seguí sujetando el manillar con fuerza. No puede estar pasando esto.
50 metros.
No, hoy no es el día de mi muerte. Voy a salir de esta. No estoy solo, joder, ellos están conmigo y no van a dejarme nunca, yo tampoco voy a dejarles.
Kilómetro 347…
La moto pasó a 246km/h sobre el inmenso charco de aceite.
Mi cuerpo se separó de la moto cuando esta patinó dando un violento golpe contra el asfalto. Salí despedido varios metros muriendo en el instante en el que mi cuerpo cayó en la carretera.