Punto de vista: Diego
Diego está durmiendo bajo el efecto de su Dormonid. Se ha puesto la alarma del celular para despertarse a las 4 de la tarde, cuando llega Jazmín, ese lunes. Ha logrado despertarse, no se ha duchado, sí se ha perfumado, es decir se ha dado un baño francés, y ha salido su vieja camioneta hacia el aeropuerto. Resulta que tuvo que esperar un rato hasta que llegó ella.
Jazmín dice, «Mi Dieeeegui… cuánto te extrañé…»Diego y Jazmín se abraza, ella con más pasión, él con cara de apuro.
Dices con acento porteño, «Yo también a vos, dlaquita… Che, vamos que estamos haciendo una escena de culebrón mexicano.»
Jazmín se ríe de buena gana, lo besa y le da un paquete.Jazmín dice, «Esto es para vos, mi niño.»
Dices con acento porteño, «Qué será?»
Jazmín dice, «Lo abrirías en casa?»Diego y Jazmín suben a la camioneta.
Jazmín dice, «Aaah, pero ya estás preparado y todo!»Diego ha manejado hasta una cafetería, donde han merendado y se han puesto al día. Jazmín ha resultado tan amorosa y cariñosa como siempre. Se dio cuenta que Diego ha estado con otra mujer tal vez, pero preservó la calma muy bien.
Después de merendar Diego maneja hasta el edificio de San Isidro, donde tiene su viejo departamento en el que reinan las cucarachas, las ratas y los alacranes, pues Diego no sabe limpiar, no quiere limpiar, no quiere contratar a una extraña a que le limpie. Isidoro, el portero uruguayo, tan buena gente les abre, los saluda, conoce a Jazmín, la mujer que hace feliz a nuestro amigo, sonríe al conocer por fin a la tal Jazmín y les da las bendiciones. Entonces suben por el ascensor, llegan al mugroso apartamento de Diego.Jazmín mira la estancia escandalizada y da el suspiro natural que daría una mujer en ese momento.
Diego se ríe.
Jazmín dice, «Ay, Diegui, pero… cómo podés vivir así?»Dices con acento porteño, «Vivo bien así, dejá.»
Jazmín no puede creerlo. Deja sus maletas y en seguida va a mirar la cocina, que no está como la de su departamento allá en Madrid. Está vieja, desprovista, sucia. Y claro… Abre el refrigerador, no hay más que unas pocas pabaditas.Jazmín murmura, «Qué bárbaro…»
Jazmín dice, «Mi amor, cómo podés vivir así? En serio estás bien?»
Dices con acento porteño, «See, no tengo ganas de limpiar, ni ir a comprar, ni cocinar…»»
Jazmín dice, «Pero mi vida… Me hubieses dicho… Ahora yo te voy a hacer de comer y limpiarte la casa hasta que volvamos, sí?»Dices con acento porteño, «Na, dejá, llegá, descansá un poco»
El resto de ese día Jazmín no descansó para nada. Se puso a limpiar la casa, tuvo que espantar y matar arañas, hormigas, cucarachas, comprar comida, cocinar, Diego casi no hacía nada. Hacía, sí, pero a medias, no de vago que naturalmente era sinó porque Jazmín le decía que ella haría todo y que no lo necesitaría, que se quede tranqui. Ahora es martes. La noche anterior no ha habido problemas para que Jazmín y Diego hagan el amor en la cama de esta, que tenía el olor característico a Diego, claro, pero como era de esperarse Jazmín había creado toda una obra de limpieza y luminosidad. Ahora sí, después de hacer el amor era hora de reponer energías. Se han levantado, por supuesto Jazmín antes de Diego, han desayunado, el ambiente de la casa ya cambió de la mugre solitaria y hermitania en la que nuestro amigo disfruta viviendo a un casi hogar como en Madrid. ¡Cuál sería la sorpresa que se tuvieran preparada para hoy martes!A las 12 del mediodía Jazmín le propone a Diego salir a comer. A Diego le encanta la idea.
Dices con acento porteño, «Dónde vamos?»
Jazmín dice, «Ah, te quiero dar una sorpresita.»El rostro de Diego se ilumina repentinamente. Conduce Diego en la camioneta. Hoy sí se ha duchado, se ha bañado ahora sí en agua y jabón, y claro. Se ha perfumado y puesto desodorante, se ha afeitado esa barba de varios días. Entonces ahora sí se ha ganado una mirada ardiente de deseo de Jazmín, de lo guapo que está. Jazmín en su momento se ha duchado y arreglado igual, aunque sabemos que naturalmente es demasiado guapa y se siente demasiado guapa para sí misma. Y ahora están ambos en la camioneta, Diego manejando hacia donde Jazmín le indica. Pero sucede que Diego no es tan boludo como aparenta, y sabe hacia dónde están llendo. Claro, no es boludo pero se hace, le gusta aparentarlo, incluso con Jazmín que sin embargo ya se dio cuenta de que Diego reconoce la zona. ¡Están llendo hacia la feria de las colectividades! ¡Qué alegría en el rostro de Diego!
La feria de las colectividades, ubicada en la plaza San Martín, abre sus puertas al menos por la zona únicamente en las vacaciones de invierno, las 2 semanas que duran las mismas. Llena de recidentes y turistas, es decir, donde el bullicio está servido, pueden degustarse platos de diferentes países. En cada país, tenemos arte representativo, charlas del mismo, sobre su cultura y su historia, decoración típica, espectáculos en vivo, y por supuesto su variada gastronomía. ¡El sueño se hizo realidad! ¡Jazmín y Diego por primera vez disfrutando una experiencia que a ambos les gustó desde que la conocen! Algo que no han visto en España, al menos en Madrid. Y aquí están, mientras el bullicio llena el ambiente, la música árabe, el aroma de diferentes platos. La gente que se pierde y se mezcla disfrutando de lo
lindo, sentándose a alguna mesa en ese momento libre a degustar, o simplemente comprándose para llevar.AHí están nuestros amigos, recorriendo, Jazmín mirando los cuadros y decoraciones que representan a cada país. Arabia, Gresia, Rusia, Brasil, Alemania… Diego también observa, la música que ocasionalmente suena en cada colectividad proporciona aún más ambiente. arabia, a Jazmín le gusta mucho la cultura árabe, ¡India! AHí está. A lo mejor Jazmín le compra algo a Kajol, aunque mucho se teme que comida no será, porque difícilmente aguante una semana hasta que vuelvan, se transporten y todo. Israel: Ahí están escuchando un poco de historia de la cultura Ebrea que les cuenta una señora nacida justamente allá. Claro, quien pone atención es Jazmín. Diego se acuerda de Arais, algo le dice que era de allá. Siguen mirando, Jazmín quiere mirar las pinturas y decoraciones. Diego lo que mira es la comida de cada país. Hay las cuales se le hacen más extrañas, menos extrañas, le causan más o menos ganas de probarlas. Pero claro, el aroma que se va entremezclando en sí abre el apetito de todas maneras. Se van a Alemania, Diego se pide Chucrut y salchichas alemanas. Animal muerto que desde luego, a no ser por el Chucrut que igual Jazmín no quiere, ella no consumiría. Luego se van a Brasil a pedir una suerte de torta dulce de ananá para Jazmín (sí, ella ya está comprando algo dulce) ¡Perú! Diego dice que después de comer la comida alemana que se acaba de comprar va a pasar a comprar Papas a la huancaína o tal vez el cebiche peruano.
Jazmín dice, «No será mucho, Diegui?»
Dices con acento porteño, «Vamos a ir viendo, vas a querer algo salado igual?»
Jazmín dice, «No, no te preocupes, luego iré viendo. A lo mejor compramos más comida para llevar.Diego y Jazmín tras recorrer un poco más, se sientan en una esquina algo apartada del gentío. Es Jazmín quien está trayendo los pedidos a la mesa, y de beber han comprado un agua mineral para ella y una cerveza para él. Ahí está Diego disfrutando, saboreando el chucrut, le combida a Jazmín, ella le agradece pero no, mientras saborea la torta de ananá. A su vez, claro, le ofrece un pedacito a Diego y él sí, la acepta y come. Está mezclando lo salado y lo dulce. Jazmín lo sabe pero lo deja pasar, y ahora charlan un poco, algo fuerte ya que es bullicio es cosa seria. Entonces Diego está con las salchichas alemanas y ahora echa una ojeada al celular. Siempre el Blu Dash X que tiene desde hace como 2 años, y ahí está una lluvia de mensajes por parte de los machos, que le preguntan desde ayer cómo salió todo, si Jazmín está con él, del tiqui que le pregunta lo mismo y si se la lleva a Jazmín a la fiesta, de su madre que le pregunta lo mismo, de otra amiga que también le pregunta. Diego, con paciencia, siempre saboreando la comida alemana, responde los mensajes y Jazmín por su parte come lentamente y le espera en respetuoso silencio. No pregunta, no mira, se porta excelente, come la torta con algo de ensimismamiento y lanza furtivas miradas a algunas obras de arte que yacen cerca.
Dices con acento porteño, «Che, amor, saliendo de acá vamos a ver a los machos, querés?»
Jazmín dice, «Siii siii!»Dices con acento porteño, «Segura?»
A Jazmín, ya lo sabemos, no le agradan aquellos ambientes, pero tenía la fé de que los machos sí lo querían a Diego, entonces acepta.Jazmín le ofrece otro pedazo de torta a Diego, otra vez éste mezclando lo salado y lo dulce. Están charlando animadamente, Diego le pregunta por Kajol, ella lo tranquiliza, le asegura que en todo caso si ella necesitara algo les hará saber, y Diego se ha terminado todo el contenido de la bandejita.
Jazmín dice, «Querés algo más?»
Dices con acento porteño, «Dale, ahora voy a buscar.»
Jazmín dice, «Voy yo mi amor, que está lleno de gente.»Dices con acento porteño, «Te acompaño, dale?»
Jazmín dice, «Dale, vamos»Diego y Jazmín se vuelven a levantar pero ella en seguida se sienta. «No, sabés qué? Cuidame la mesa, yo voy y te traigo lo que quieras, porfa.»
Dices con acento porteño, «Pero qué puede ser?»»
Jazmín dice, «Querés probar algo de…»Dices con acento porteño, «Che, me traés algo de Paraguay?»»
Jazmín dice, «Paraguay… qué quisieras?»Diego piensa.
Dices con acento porteño, «Si no traeme cebiche peruano a ver si me gusta.»
Dicho y hecho. ADemás, Jazmín ha comprado algunas bandejas de comida India, china, japonesa e India para llevarse. Por supuesto, compró Sushi para Diego, a ella no le gusta desde luego. Ahí están comiendo cada uno su segundo plato, él el cebiche, disfrutando del pescado que contiene y ella una suerte de ensalada de garbanzos algo extraña pero que se nota que le gusta, que desde luego le combida a Diego. Charlan mientras saborean, la música por aquí y por allá suena y suena, una ola de gente camina de aquí para allá comprando comida o algún recuerdo para llevarse, y ellos sentados, comiendo (siempre Diego comiendo con más ganas) y charlando hasta que un rato después terminan sus platos y Jazmín le pide amablemente que afloje ahí, opina que ya comió lo suficiente. Ahora siguen recorriendo, comprándole algunos recuerdos a Kajol desde la India, esperando que le hagan emocionar, lo que es muy posible.Diego y Jazmín salen satisfechos y felices de la vida, Jazmín le prometió que van a volver antes que cierren, y se dirigen en la camioneta hacia la casa del tiqui. Habían quedado que los esperaban, eso sí, sin almuerzo porque acaban de almorzar, algunos de los machos, el tiqui y sus hijos.
VoiceOver desactivado. Mundo virtual guardado.
tampoco está, el tití tampoco. Jazmín percibe que, si bien hay drogas y mujeres en ellos, es algo relativamente tranquilo. Observa a Diego, observa su comportamiento. Sí, putean, se ríen escandalosamente, toman alckohol y fuman, esnifan rayas de coca. Diego lo hace, claro, incluso delante de ella. Jazmín lo lamenta, pero sabe, de todas maneras que los machos lo quieren, le tienen cariño a su manera y se nota que entre ellos hay una amistad sincera. Véase cómo Maxi lo abraza y le da muchos besitos de una forma casi paternal, teniéndolo en su regazo, o cómo el Leto lo jode, y por supuesto el tiqui no se queda atrás. Han mirado con deseo a la chica, es muy linda, muy guapa, muy apetecible. Jazmín ha sido el centro de las miradas y la coquetería, ha participado con naturalidad en las charlas, ha dicho no cuando tuvo que decirlo. Luego el tiqui, sus hijos y Diego han ido a la sala de música a ensayar para la fiesta. Por supuesto, Jazmín y los machos han ido con ellos. ¡Qué buen rock! ¡Estaban preparando todo y en serio! Diego cantaba y tocaba el teclado orientado al piano clásico que tenían los tiquis, y Jazmín estaba encantada. Los tiquis tocaban rock, incluso eran capaces de cantar pop en versiones más roqueras. Así fue como se quedaron a cenar unas pizzas, charlando, los machos coqueteándola y proponiendo sexo con todo descaro, proposiciones rechazadas amablemente y con mucha paciencia por Jazmín. Y Diego, re tranquilo, re tiernito, macho con los machos, tierno con Jazmín.