Nueva escena de rol: En busca de explicaciones

Punto de vista: Aymara.

Un cómodo apartamento
Observas un apartamento muy acogedor y cómodo. La decoración es minimalista y de buen gusto. Una vez finaliza el pasillo de la entrada, te encuentras en el salón comedor. a la derecha está la cocina y a la izquierda dos ventanales te permiten observar toda la ciudad. Al frente ves un pasillo que da a las habitaciones y a un baño. La habitación matrimonial tiene un baño incorporado, un armario amplio y una cama de grandes dimensiones, con sus mesitas y sus lámparas de luz. Las dos habitaciones individuales restantes, tienen un armario, una cómoda, una cama matrimonial de dimensiones estándar y sus mesitas.
Ves Un sillón de relax modelo Lockhart en color crema, Sofá tapizado de dos plazas con Chaise Longue., Jarrón de cristal, una cocina nueva, y Una mesa rectangular de madera de roble aquí.
Irina mira a Aymara.
Aymara
Atractiva y sonriente, no alcanza el metro sesenta de estatura. Su piel blanca y su cabello liso con mechas rubias, le da un aire de muñeca que enternece. Tras su dulzura, esconde un carácter fuerte y una libertad de espíritu sorprendentes.
Lleva puesta una camiseta blanca y negra de la marca Energía Positiva.
Lleva unos pantalones negros tipo pescador con vivos bordados en blanco marca FashionGirl.
Calza unas sandalias negras estilo romano ajustadas en los tobillos.
Aymara camina con aparente serenidad, recogiendo las flores que hay en el salón y que ya están marchitas.
Aymara tira con cuidado las flores dentro de una bolsa.
Aymara parece ensimismada en su tarea.
Irina se fija en el rostro de Aymara.
Irina dice: «¿Aymi?»
Aymara da un respingo y suelta la bolsa.
Irina se apresura, pero Aymara se agacha y coge la bolsa de nuevo, tirando las flores que quedan.
Irina la coge del antebrazo.
Irina dice: «Es demasiado temprano, guapa. por qué no dejas eso para más tarde?»
Aymara se gira con lentitud.
Dices con acento venezolano, «Porque hay algo que tengo que hacer, Rina.»
Irina se imagina a qué se refiere.
Irina dice: «¿Quieres que vaya contigo?»
Aymara niega con un gesto suave.
Dices con acento venezolano, «Es algo que tengo que hacer yo sola.»
Irina no puede evitar sentirse preocupada.
Irina dice: «¿Seguro no hay nada que pueda hacer por ti, guapa? Puedo llamar…»
Aymara alza la barbilla y pone su mano sobre la de Irina.
Dices con acento venezolano, «Puedes avisarle que voy por favor? Sigue teniendo mi móvil.»
Irina va a asentir con la cabeza pero se frena.
Irina dice: «Claro que sí, enseguida le aviso.»
Dices con acento venezolano, «Gracias, Rina.»
Aymara camina hacia la cocina, mientras irina lo hace en dirección a su habitación.
Irina coge su móvil y desbloquea la pantalla.
Irina busca en su agenda el contacto y se dedica a enviar un SMS.
SMS enviado: «Soy Irina, avisa por favor si estás disponible, Aymi va a bajar a verte.»
Irina coge el auricular del teléfono fijo y marca un número con rapidez, hablando en voz muy baja.
Irina cuelga.
El móvil de Irina ha sonado, tiene un mensaje nuevo.
[SMS] Fabián: «Voy en camino, recién salgo del hospital. Dile que la estaré esperando.»
Irina lee el mensaje y bloquea la pantalla.
Aymara está en la cocina, lavando los jarrones donde se enviaron las flores.
Irina va hacia la cocina y se asoma.
Irina dice: «Dice que te estará esperando, viene camino del hospital.»
Aymara cierra la llave del grifo y se gira.
Aymara deja los jarrones boca abajo sobre una toalla que está en la encimera, junto al fregaplatos.
Aymara se gira y busca una toalla que está doblada un poco más allá.
Dices con acento venezolano, «Gracias, rina. ahora bajo.»
Irina dice: «vale, guapa.»
Irina va a regresar a su cuarto pero se detiene y se gira.
Irina dice: «No te has medido ni colocado la insulina todavía, no?»
Aymara niega.
Dices con acento venezolano, «no creo que tarde mucho, cuando suba lo hago y desayunamos de una vez.»
Irina la mira.
Irina dice: «segura?»
Aymara asiente.
Dices con acento venezolano, «de todas formas, si te deja más tranquila, solo son unos pisos más abajo. Cualqier cosa subo a medirme e inyectarme y ya está.»
Irina dice: «vale, guapa.»
Irina sale de la cocina seguida por Aymara.
Irina va caminando por el pasillo hacia su habitación.
Aymara coge las llaves y su bastón.
Irina se detiene en la jamba de la puerta para ver a Aymara.
Aymara abre la puerta y sale cerrando tras de sí.

Sales de la casa.

La planta número 13
Ves Apartamento, Un cómodo apartamento, Un sencillo apartamento, y Un precioso pisito aquí.
Aymara extiende su bastón.
Los tramos del bastón resuenan en el rellano al ensartarse unos con otros.
Aymara camina rastreando con su bastón de izquierda a derecha.
La contera del bastón suena al chocar con el suelo girando de un lado a otro.
Pulsas el botón del elevador y este se pone en movimiento.

el ascensor de la torre de madrid llega y las puertas se abren.
entras en el ascensor de la torre de madrid.
Pulsas el botón de la planta número 8.
El ascensor cierra las puertas y se pone en marcha.
el ascensor de la torre de madrid para en La planta número 8 y las puertas se abren.
sales del elevador.
La planta número 8
Ves Un pisito confortable, Un piso acogedor, Un confortable piso de estilo nórdico, Casa de Gorca, y el ascensor de la torre de madrid aquí.
Aymara se dirige hacia la puerta del piso de Fabián.
Llamas a la puerta.
Aymara espera un poco, se da cuenta de que nadie se acerca a abrir la puerta y se dispone a esperar.
Llaman al ascensor de la torre de Madrid y este se pone en movimiento.
Aymara se gira un poco al sentir que el ascensor suena.
El ascensor de la torre de madrid para en torre de Madrid y abre sus puertas.
El ascensor de la torre de Madrid cierra sus puertas y se pone en movimiento.
Aymara se apoya en su bastón mientras espera.
El ascensor de la torre de Madrid llega a la planta número 8 y abre sus puertas.
Aymara se yergue al escuchar que el ascensor abre sus puertas.
Fabián sale del elevador.
Fabián mira a Aymara un instante y la boca se le seca un poco.
Aymara siente unos pasos y cuando los pasos se acercan, logra percibir un aroma que le es muy familiar.
Aymara parpadea un poco.
Fabián la observa ahora más de cerca y se empalma al percibir su aroma.
Fabián dice: «Hola, aymi.»
Aymara le ofrece una tenue sonrisa.
Fabián niega exasperado ante la reacción de su cuerpo.
Fabián se acerca, Aymara nota su proximidad y da un paso atrás, el calor de aquel cuerpo masculino es notable.
Fabián saca las llaves de su casa, introduce una en la cerradura y la gira.
Fabián va abriendo las puertas.
Fabián abre la puerta de la casa.
Fabián dice: «entra, por favor.»
Aymara asiente con la cabeza y gira para entrar en la casa.
Fabián entra tras ella.
Un confortable piso de estilo nórdico
Es un piso funcional y minimalista, caracterizado por el estilo nórdico de su decoración. Cuenta con tres habitaciones, baño para invitados, sala comedor, cocina y una cómoda terraza desde la cuál se ve parte de la ciudad. Las paredes alternan colores neutros con alguno que otro complemento de colores vivos,lo que da el toque perfecto al ambiente. El suelo está revestido de madera de Haya incrementando la sensación de calidez y confort. La pared acristalada que separa el salón de la terraza, brinda la iluminación perfecta a todo el espacio.
Fabián cierra la reja y la puerta tras de sí.
Aymara pliega su bastón, se conoce el espacio bastante bien.
Aymara camina hacia el salón y al ubicar el sofá, se sienta.
Aymara deja su bastón sobre la mesita baja del centro.
Fabián la sigue con la mirada, hasta que decide ir tras ella.
Fabián se sienta en el mismo sofá, pero guardando la distancia.
Aymara carraspea un poco.
Dices con acento venezolano, «gracias por las flores, no tenías que haberte molestado.»
Fabián la mira, comenzando a exasperarse sin entender bien por qué.
Fabián habla intentando controlar su genio.
Fabián dice: «mereces eso y más, Aymara. fui un completo gilipollas.»
Aymara respira profundo y asiente.
Dices con acento venezolano, «vas a contarme qué fue lo que te ocurrió? o vas a guardar silencio igual que todas las demás.»
Fabián abre los ojos, pensaba que Kiara o Irina le habrían dicho mil cosas.
Aymara se acerca a él en un movimiento natural.
Fabián se pone tenso.
El perfume de Aymara excita más a Fabián, que por instinto se pega al apoyabrazos del sofá.
Aymara nota que Fabián se mueve, alejándose de ella.
Dices con acento venezolano, «¿Estás bien?»
Fabián traga grueso.
Fabián dice: «sí.»
Aymara asiente y se recuesta del espaldar del sofá, espectante.
Fabián carraspea un poco.
Fabián dice: «Aymi, lo siento. el otro día yo no quise decir todo lo que dije… mejor dicho, no es que lo pensase.»
Fabián se enreda intentando explicarse.
Aymara nota el nerviosismo de Fabián.
Aymara se gira hacia él como si le estuviese mirando a los ojos.
Aymara se pasa la lengua por los labios un momento.
Fabián sigue el movimiento de la lengua de Aymara y el pene se le contrae de forma involuntaria.
Dices con acento venezolano, «Fabi, por qué mejor no me dices qué problema hubo ese día, es que yo no entiendo qué ocurrió…»
Aymara hace una pausa y respira profundo.
Fabián no deja de mirarla.
Dices con acento venezolano, «Te avisé y te juro, que jamás habría querido interrumpirte, de verdad.»
Fabián cierra los ojos, siente que la polla se le hincha un poco más al escuchar la voz de Aymara.
Fabián habla con voz más ronca de lo habitual.
Fabián dice: «perdóname, aymi, he sido un auténtico gilipollas.»
Fabián coge de la mano a Aymara en un gesto instintivo .
Aymara percibe un calor intenso a través de las manos de Fabián y abre mucho los ojos.
Dices con acento venezolano, «Fabián…»
Fabián la suelta, llevándose la mano a la cara y sintiendo más cercano su aroma.
Fabián dice: «lo siento, estoy muy cansado hoy… pensé que no vendrías nunca.»
Dices con acento venezolano, «¿Estás enfermo?»
El tono de preocupación en la voz de Aymara dejó a Fabián indefenso.
Fabián dice: «No, solo es que ha sido una noche muy dura en el hospital, eso es todo, Aymi.»
Aymara lo mira, comprensiva.
Fabián se muerde el labio a ver si así logra recomponerse.
Dices con acento venezolano, «estás trabajando demasiado, Fabi. el cuerpo necesita descanso.»
Fabián la mira y pensamientos lascivos le abordan.
Fabián se pasa la mano por la cara varias veces, su frustración ante la falta de control va en aumento.
Aymara espera en silencio a que Fabián diga algo.
Fabián coge un cojín del sofá y lo va retorciendo cada vez con más fuerza.
Fabián dice: «¿sigues enfadada conmigo?»
Aymara niega con la cabeza.
Dices con acento venezolano, «no, pero quiero una explicación, Fabián, mejor dicho, la necesito. Tú no eres así, y ese día fue…»
Fabián suelta el cojín y se aprieta el miembro en un gesto instintivo.
Dices con acento venezolano, «qué pasa, Fabi? si he venido en mal momento me lo puedes decir sin problema, ya lo sabes.»
Fabián murmura: «no es eso, Aymi.»
Aymara frunce el cejo y hace un mohín.
Dices con acento venezolano, «¿y entonces?»
Fabián vuelve a cogerle de la mano y se la lleva a los labios.
Fabián mordisquea el interior de la muñeca de Aymara.
Aymara da un leve respingo y se retrae, abriendo mucho los ojos.
El rostro de Aymara pasa de la sorpresa a la incredulidad.
Dices con acento venezolano, «¿qué haces?»
Fabián la suelta y se pone de pie.
Aymara siente el movimiento del sofá y se gira de manera instintiva.
Fabián se coge del pelo con frustración.
Fabián dice: «lo siento, Aymara… no sé cómo explicarme.»
Aymara lo imita y se pone de pie también.
La diferencia de estaturas entre ambos es notable.
Aymara se cruza de brazos.
Fabián la observa y cierra los ojos, la polla le palpita.
Fabián se deja caer en el sofá de nuevo, exasperado.
Aymara se gira hacia él, sigue de pie con los brazos cruzados.
Dices con acento venezolano, «no puede ser tan difícil hablar, Fabián. qué es lo que te está carcomiendo así?»
Fabián habla sin pensar.
Fabián dice: «tú, Aymara, tú eres lo que me carcome.»
Aymara se queda rígida, baja los brazos y abre la boca sin saber qué decir, no esperaba semejante revelación.
Dices con acento venezolano, «Explícate, Fabián, porque no te entiendo.»
Dices con acento venezolano, «si te he molestado, si hay algo que he hecho mal en tu casa me lo puedes decir, no voy a quebrarme, ya sé que hay cosas que tengo que volver a hacer para que qeden bien hechas, pero no tienes por qué tomarlo así.»
Fabián bufa, exasperado.
Aymara nota el ruido y se gira, se inclina para tomar su bastón y zafa la liga que lo mantiene plegado.
Dices con acento venezolano, «No he debido venir, no sé qué te pasa y lo siento. Dame mi móvil y te prometo que no te molestaré más, Fabián. buscaré otro médico tratante en la paz o donde sea. De verdad.»
Fabián se pone en pie como un resorte y la aprisiona entre sus brazos.
El bastón de Aymara cae al suelo haciendo un ruido estrepitoso al extenderse por acción de la liga interna que provoca la tensión para que cada tramo se ensarte en su lugar.
Aymara choca con el cuerpo firme de Fabián y se queda rígida al sentir lo empalmado que está.
Aymara traga grueso.
Fabián le coge la mano y la lleva a su entrepierna, sintiéndose incapaz de expresarse con palabras.
Aymara sigue rígida, la respiración se le acelera.
Aymara intenta dar un paso atrás.
Fabián la abraza con un brazo sin permitir que Aymara se mueva mucho.
Fabián dice: «esto es lo que me pasó ese día, esto es lo que me pasa contigo… perdóname, por favor.»
Fabián la suelta del abrazo pero sigue sujetando su mano.
Aymara se relaja un poco, intenta quitar la mano del miembro de Fabián.
Fabián la suelta.
Aymara se aleja dando un traspié y se deja caer en el sofá.
Fabián se gira y lamira.
Fabián se siente avergonzado por estar empalmado y por lo que acaba de hacer.
Aymara se queda pensativa un momento mientras se recompone, luego palmea el sofá para que Fabián se siente.
Dices con acento venezolano, «siéntate, Fabián, vamos a hablar de esto.»
Fabián se acerca al sofá y se deja caer.
Aymara carraspea al sentir el sofá que se hunde muy cerca de ella.
Fabián la mira.
Fabián dice: «si te incomoda, puedo sentarme en otro lado.»
Aymara resopla.
Dices con acento venezolano, «no me molestas, Fabián, si fuese así, no habría hecho la invitación.. relájate, anda.»
Fabián intenta relajarse pero no lo consigue del todo.
Aymara se gira un instante, subiendo una pierna al sofá.
Fabián la observa con detenimiento.
Dices con acento venezolano, «te importa mucho si me descalzo? necesito sentirme cómoda para decirte lo que te voy a decir.»
Fabián niega con la cabeza, Aymara se queda esperando su respuesta.
Fabián se avergüenza al notar que ella espera una respuesta verbal.
Fabián dice: «no me molesta.»
Aymara asiente y se desabrocha las tiras de las sandalias.
Aymara sube los pies al sofá.
Fabián le mira los pies y traga grueso.
Dices con acento venezolano, «por lo que me acabas de mostrar, aquel día algo hizo que te excitaras y eso no te gustó, es así?»
Fabián dice: «no, no es exactamente así.»
Dices con acento venezolano, «entonces, cómo fue? Explícame, por favor.»
Fabián decide hablar sin tapujos.
Fabián dice: «el problema es que intenté pasar la noche con una chica, la noche fue un desastre, porque yo no lograba excitarme lo suficiente, Aymara.»
Aymara asiente y le invita a continuar.
Fabián dice: «cuando vosotras llegáisteis, la situación ya se estaba poniendo tensa. Claudia quería algo que yo no podía darle y claro, al salir y toparme contigo…»
Aymara guarda silencio un momento.
Dices con acento venezolano, «cuando me viste tu cuerpo sí reaccionó, es eso lo que me quieres decir? Por eso esa mujer se fue furiosa hablando de filias?»
Fabián traga grueso.
Fabián dice: «Aymara, no tengo amaurofilia, de verdad.»
Dices con acento venezolano, «y si la tuvieses, cuál es el problema? No voy a juzgarte por ello, Fabián.»
Fabián abre los ojos como platos.
Aymara suspira profundo.
Dices con acento venezolano, » te quiero hacer una pregunta y me gustaría que intentes responderme con sinceridad, Fabián.»
Fabián le coge de la mano.
Aymara no rechaza el contacto.
Dices con acento venezolano, «te sientes atraído por mí? o es que te da morbo pensar en mi ceguera y cómo sería el sexo con una mujer ciega.»
Fabián se queda perplejo ante la pregunta.
Aymara se queda esperando una respuesta.
Fabián la mira, pensativo.
Fabián dice: «creo que es un poco de ambas.»
Fabián baja la mirada.
Aymara le estrecha la mano.
Fabián siente que el nudo que lleva en el estómago se va aflojando.
Dices con acento venezolano, «gracias por responder con sinceridad, Fabián.»
Fabián la mira, detallando su rostro.
Fabián dice: «no vas a dudar de lo que te digo?»
Aymara niega con la cabeza.
Dices con acento venezolano, «Llevo el tiempo suficiente siendo ciega y las suficientes decepciones como para saber cuándo alguien intenta mentirme.»
Fabián le acaricia el dorso de la mano con el pulgar.
Aymara suspira ante la caricia.
Dices con acento venezolano, «por qué te desquitaste conmigo, Fabián, tan terrible es desearme?»
Fabián se pone tenso.
Aymara nota la tensión de Fabián.
Fabián dice: » Mi problema no es desearte, Aymara, es no poder controlar el deseo que me provoca tu cercanía.»
Aymara asiente, comprendiendo a lo que se enfrenta Fabián.
Dices con acento venezolano, «eres un dominante, el control es para tí, esencial.»
Fabián se queda mudo un instante mirando a Aymara.
Aymara aguarda, sabe que sus palabras han dado en el clavo.
Aymara se suelta de Fabián.
Aymara se pone de pie, Fabián no deja de mirarla.
Aymara se cruza de brazos.
Fabián por momentos, tiene la sensación de que Aymara lo ve, aunque sabe que eso no es posible.
Dices con acento venezolano, «¿Crees que porque soy ciega ahora no entiendo de sexo, Fabián, no sé reconocer a un dominante cuando lo tengo en frente?»
Fabián se queda perplejo ante la vehemencia de las palabras de Aymara.
Dices con acento venezolano, «mi ceguera no tiene nada que ver con mi sexualidad, mis preferencias… no tiene nada que ver con lo que sé o no sé de sexo, Fabián. Que no todos los ciegos somos inexpertos, ni la ceguera condiciona nada de nuestra sexualidad, no al menos como piensan quienes ven.»
Fabián se queda sin palabras.
Aymara sigue hablando, apasionada.
Aymara lo señala con un dedo.
Dices con acento venezolano, «¿qué te pensaste, Fabián, que soy una muñequita de cristal intocable? O quizá pensaste que soy una asexual o una mogigata.»
Fabián sigue mudo, empalmado de manera incomprensible.
Aymara pisa fuerte con un pie.
El sonido del pie de Aymara chocando contra la madera, rompe el silencio.
Aymara hace un ruido de exasperación.
Dices con acento venezolano, «no te quedes callado de esa forma, dí alguna cosa, Fabián.»
Fabián se pone en pie, el tono y la actitud de Aymara comienza a mosquearlo un poco.
Fabián dice: «qué coño quieres que te diga, Aymara, que me muero por follarte? que te veo, te huelo y me empalmo? Eso es lo que quieres que te diga? ¿quieres que te diga que te oigo hablar así y me provoca atarte?»
Dices con acento venezolano, «Y por qué no puedes decir eso si eso es lo que te está pasando? que no me voy a romper, ni me voy a escandalizar por eso, Fabián. Podría sorprenderme, sí, pero no escandalizarme, ni abochornarme porque un hombre tiene ganas de acostarse conmigo. No soy una niña, se te olvida?»
Fabián va de un lado a otro, tenso y enfadado.
Fabián se detiene un instante.
Fabián dice: «tú no entiendes una puta mierda, Aymara.»
Aymara sigue en sus trece.
Dices con acento venezolano, «claro que no te entiendo, Fabián…»
Aymara hace una pausa muy breve.
Dices con acento venezolano, «o quizá es que no te quiero entender, ¿sabes? No quiero entender que eres un prejuicioso y que te puede la sociedad y todo el qué dirán de ti por fijarte en una mujer ciega.»
Fabián aprieta los dientes con fuerza, el comentario le ha dolido.
Fabián dice: «no eres un objeto sexual, aymara, debería poder…»
Aymara se le acerca.
Fabián da un paso atrás.
Dices con acento venezolano, «qué es lo que deberías poder, Fabián? No empalmarte conmigo? o no empalmarte porque soy una mujer ciega.»
Fabián aprieta los puños con fuerza.
Fabián dice: «Debería controlarme cuando hay otras personas presentes, Aymara. No me gusta que la gente piense que te cosifico, y todo lo que puede pasar por la mente de la gente.»
Fabián dice: «no quiero que pienses que te cosifico, que salgas huyendo espantada si te das cuenta de lo que provocas en mí y de que no tengo control.»
Dices con acento venezolano, «le das demasiada importancia a lo que la gente piense, Fabián. A nadie le importa en el fondo ni tu vida, ni la mía.»
Aymara suspira.
Dices con acento venezolano, «No creo que me cosifiques, Fabián. Además, sabes que para eso existen las palabras de seguridad. Deja de azotarte de esa forma.»
Fabián afloja los puños.
Fabián murmura: «eres mi paciente, Aymara, no es ético.»
Aymara asiente en silencio.
Dices con acento venezolano, «eso lo entiendo. pero que te azotes de esa manera por lo que te ocurre, no.»
Fabián se acerca al sofá y se deja caer, agotado.
Aymara sigue sus movimientos por el sonido que hace al moverse.
Fabián se recuesta del respaldar y cierra los ojos.
Aymara se acerca al sofá y tropieza con las piernas de Fabián, cayendo sobre este.
Fabián la coge de los brazos para que no caiga de bruces.
Fabián habla con la voz muy ronca por el deseo.
Fabián murmura: «Aymara.»
Aymara se estremece por el tono.
El rostro de ambos está apenas a centímetros.
Fabián se contiene haciendo un gran esfuerzo; quiere comerle la boca.
Aymara suspira profundo y se muerde el labio inferior.
Fabián la deja a su lado en el sofá.
Aymara sube las piernas y las cruza, adoptando una posición casi de flor de loto.
Aymara respira varias veces.
Dices con acento venezolano, «Mira, Fabián… lo que ha ocurrido no es una tragedia, esas son cosas que pasan.»
Fabián la mira con cierto enfado, un latigazo de celos al imaginarla excitada con otro hombre le irrita.
Fabián dice: «pues no sé a ti, pero a mí es primera vez que me pasa.»
Aymara hace un gesto, dando a entender que lo comprende.
Fabián toma aire y se anima a seguir hablando.
Fabián dice: «entiendo que yo no sea tu tipo y que claro, encima de todo me he portado como un macho troglodita. Pero bueno, ni me hace feliz, ni lo hago adrede.»
Aymara gira la cabeza, A Fabián le da la impresión que ella lo taladra con la mirada hasta lo más profundo y lo desnuda.
Dices con acento venezolano, «a ti quién te dijo quien es y no es mi tipo, Fabián?»
Fabián está tenso como cuerda de guitarra.
Fabián dice: «tu actitud para conmigo, Aymara. jamás has dicho ni hecho nada que me demuestre interés, te envié no sé cuantas docenas de tulipanes y pasaron casi dos semanas… casi me vuelvo loco. No tuve respuesta.»
Aymara se acerca un poco a Fabián.
Dices con acento venezolano, «que no actúe como lo estás esperando no significa que no seas mi tipo, Fabián. Estás demasiado acostumbrado a chasquear los dedos y que se te rindan. Tienes idea de lo complejo que es para mí digerir todo lo que me estás contando y mostrando? me hiciste daño, no solo porque te desquitases conmigo, sino porque me subestimas, te dejas llevar por tu prejuicio y eso lo antepones a tu propia necesidad.»
Fabián murmura: «lo siento, Aymara. sé que necesitas a alguien mejor.»
Aymara niega con la cabeza.
Dices con acento venezolano, «Te equivocas, Fabián. No se trata de necesitar alguien mejor. Se trata de necesitar a alguien honesto consigo mismo. De necesitar a alguien que me respete, alguien que no me subestime.»
Fabián se recuesta del sofá, sin dejar de escucharla.
Aymara se incorpora y gatea un poco sobre el sofá hasta ponerse a horcajadas sobre el regazo de Fabián.
Fabián se pone rígido ante el contacto.
Fabián la coge por los brazos.
Fabián murmura con voz muy ronca.
Fabián murmura: «Aymara, por favor.»
Aymara se queda muy quieta.
Murmuras con acento venezolano, «eres un hombre atractivo, Fabián. Pero yo necesito más que eso, necesito algo más que un tipo que quiera acostarse conmigo. Necesito más que el bondage.»
Aymara apoya sus manos en el pecho de Fabián.
Aymara siente como el corazón del hombre bombea con fuerza.
Aymara va pasando las manos por el torso de Fabián sobre su ropa, hasta que le toca el bulto entre las piernas.
Fabián le coge por la muñeca.
Fabián murmura: «para, porque si sigues no voy a poder contenerme más, Aymara.»
Aymara asiente.
Dices con acento venezolano, «tener sexo es tan fácil, Fabián… basta con que haya algo de química, otro tanto de provocación y un poco de flexibilidad moral.»
Fabián acaricia con la yema de los dedos la piel de los brazos de Aymara.
Aymara cierra los ojos y comienza a sonrojarse.
Aymara se recompone.
Dices con acento venezolano, «Lo más difícil es tener una relación, una de verdad. el compromiso con otra persona. Eso, eso es lo que yo quiero…»
Fabián murmura: «eso es algo que tú y muchos merecen.»
Aymara asiente.
Fabián asciende en sus caricias hasta rozar el cuello de Aymara.
Dices con acento venezolano, «sería fácil tener sexo contigo ahora, pero no es lo que busco para mí, lo entiendes?»
Fabián le acaricia el rostro con suma delicadeza.
Aymara se queda quieta ante el roce de aquellos dedos.
Murmuras con acento venezolano, «puedes buscarte a la que quieras, si lo que necesitas es desahogar las ansias de tener solo sexo, Fabián. Yo no estoy disponible para ello.»
Fabián le toma el rostro con ambas manos, acercándola hacia sí.
Aymara se mantiene firme.
Los cuerpos de ambos se rozan con más intimidad.
Fabián le habla rozando su boca.
Fabián dice: «me ha quedado claro, Aymara.
Dices con acento venezolano, «entiendo como te sientes, pero no vuelvas a desquitarte conmigo, Fabián, y sobre todo, no sigas subestimándome.»
Fabián cierra los ojos e inspira profundo para aspirar su perfume.
Fabián dice: «me ha quedado claro, Aymi…»
Aymara se coge de las muñecas de Fabián.
Dices con acento venezolano, «debo marcharme, no me he medido ni me he puesto la insulina… Rina me espera.»
Fabián suspira conteniendo las ganas, pero deja que Aymara se aparte un poco y le ayuda a levantarse.
Fabián se pone de pie.
Fabián dice: «voy por tu móvil, dame un momento.»
Aymara asiente mientras se estira la camiseta y coge sus sandalias para ponérselas.
Fabián regresa con el móvil en la mano y el manojo de llaves.
Fabián la mira, la imagen le provoca pensamientos lujuriosos.
Fabián dice: «déjame a mí.»
Fabián deja el móvil y las llaves en el sofá y se sienta junto a ella, cogiéndole los pies y sus sandalias.
Fabián va colocando las sandalias con lentitud, acariciando el empeine de los pies de Aymara con cierta reverencia.
Aymara traga grueso, pero se deja hacer.
Fabián dice: «Tienes unos pies hermosos.»
Murmuras con acento venezolano, «Fabián…»
Fabián deja los pies de Aymara en el suelo una vez la calzó y le da el móvil y las llaves en la mano.
Fabián dice: «no tienes que seguir haciendo nada en casa… pero quiero que te quedes con las llaves.»
Aymara aprieta su móvil con la mano.
Dices con acento venezolano, «No sé, Fabián… Igual creo que sería bueno que busque otro médico…»
Fabián le coge la otra mano y le deja las llaves en la palma, cerrándola con su mano.
Fabián dice: «soy en extremo sexual, soy dominante y me gusta tener el control, Aymara… pero contigo no es solo morbo… necesito tiempo para averiguar qué me pasa contigo y no puedo hacerlo si te alejas de mí.»
Aymara se levanta del sofá soltando el agarre de Fabián.
Aymara da un paso y se inclina para recoger su bastón del suelo.
Fabián se estira y coge el bastón alcanzándoselo.
Dices con acento venezolano, «cuando te aclares y te relajes un poco, volvemos a hablar.»
Fabián asiente, a sabiendas es lo mejor que va a obtener ese día.
Fabián se levanta y sigue a Aymara hasta la puerta.
Aymara abre la puerta.
Aymara se gira.
Dices con acento venezolano, «intenta descansar, Fabián. Nos estamos viendo. Te aviso cuando venga, así evitamos interrupciones»
Fabián se le acerca cogiéndole la barbilla con una mano pero se frena y termina dándole un beso en cada mejilla.
Fabián dice: «ya te digo yo que no habrán interrupciones, pero tú misma.»
Aymara se queda quieta ante el contacto de Fabián, esperando que la suelte.
Fabián hace un esfuerzo y termina soltándola.
Dices con acento venezolano, «descansa, Fabi.»
Fabián asiente, aunque no está muy seguro de que pueda descansar.
Aymara sale de la casa.
Fabián cierra la puerta, apoyando la frente luego de pasar la llave.
Fabián va rumbo a su habitación a por una ducha con agua helada recordando la textura de la piel de Aymara entre sus dedos.