Punto de vista: Romina
Pasaron los días, estaba en el intento de retomar mi trabajo y mi vida luego de todo lo que pasó con Arnulfo. Hasta que recibí su mensaje de despedida y tengo que reconocer que me pegó un poco, pero ya no valía la pena ni responder, el destino estaba escrito y no se podía cambiar. Al fin y al cabo, ese chico me provocó sensaciones raras, una mezcla de cariño y lástima que se confundieron entre sí y me llevaron a una relación con él, un tanto loca si se quiere. pero bueno, ya está donde tiene que estar, y yo bueno…intento continuar adelante, en búsqueda de cumplir mis sueños. pero me siento sola, a veces no sé para donde ir y ni comer quiero, así que no tengo de otra más que recurrir a la única persona que me entiende, que por suerte está acá, y que tiene las palabras justas para cada situación. Fui una desconsiderada con ella y ahora le quiero pedir un consejo, la verdad no está bien, pero como no conozco a nadie más, tengo que recurrir a ella.
Una habitación alquilada por Romina.
Romina está con el móvil en mano, indecisa.
Romina marca finalmente el número de Margarita, suspirando.
El teléfono da tono.
Margarita ha descolgado la llamada.
Margarita dice por teléfono, «hola, Romi?»
Romina dice por teléfono, «hola Magy…sí, soy yo.»
Margarita dice por teléfono, «que tal, nena? No te escucho nada bien.»
Romina dice por teléfono, «no, la verdad que no lo estoy…vendrías al club de independencia? Quisiera hablar con vos si es posible.»
Margarita dice por teléfono, «sí, sin problema. Te veo abajo? O tenés habitación alquilada ahí.»
Romina dice por teléfono, «tengo habitación…y la verdad no quiero bajar. Estoy en la 155.»
Margarita dice por teléfono, «ah bueno, voy a verte y llevo algo para que merendemos juntas, sí?»
Romina dice por teléfono, «no te preocupes, no tengo hambre. Te espero.»
Margarita dice por teléfono, estoy ahí enseguida, Ro. Nos vemos.»
Romina cuelga la llamada y se levanta, para arreglar un poco el cuarto que lo tiene algo desordenado.
Romina dobla algunas ropas que tenía en la cama y las mete al armario.
Tras 20 minutos, tocan a la puerta de la habitación.
Romina deja una blusa que estaba doblando y va a abrir la puerta
Margarita la ve abrir la puerta y entra a la habitación, con una bolsita en una mano y un vaso de plástico en la otra.
Romina la ve con las manos muy ocupadas y cierra la puerta, mientras se gira para mirarla.
Margarita la mira tiernamente.
Margarita dice con acento argentino, «hola, Romi.»
Romina le toma el vaso de plástico de la mano y lo pone en una de las mesitas de luz
Margarita se adentra más y deja la bolsita al lado del vaso.
Dices: «hola Magy…»
Romina se acerca como para abrazarla, pero duda un poco.
Margarita la estrecha en el abrazo y la acaricia con afecto.
Romina se mantiene así un rato, luego se separa y la mira.
Dices: «gracias por venir…la verdad es que…ay, no sé cómo explicarte lo que siento.»
Margarita la mira y sonríe, condescendiente.
Margarita dice con acento argentino, «tranqui, vamos a ir hablando. No te preocupes por nada.»
Romina asiente y se sienta en la cama
Margarita mueve una silla que hay allí y se sienta cerca de la chica.
Romina mira a su alrededor, con algunas cosas todavía por ordenar.
Dices: «perdoname que te reciba en este despelote, pero la verdad es que ni ganas tuve de arreglar»
Margarita dice con acento argentino, «y eso por qué? Me querés contar? Porque no solés tener problemas para eso.»
Margarita la observa, serena.
Romina la mira, un tanto avergonzada.
Dices: «te voy a contar, pero antes…quería pedirte perdón, Magy.»
Margarita dice con acento argentino, «perdón, por qué? Que yo sepa no pasó nada, si ni hablamos desde que vine, solo una vez, Romi»
Romina suspira
Margarita dice con acento argentino, «antes que nada mirá, ese vaso es para vos. Tomalo que se enfría, es café con leche.»
Dices: «bueno…pero solo eso, que en serio tengo el estómago re cerrado.»
Margarita asiente
Romina toma el vaso entre las manos y sorve a penas un poco
Margarita dice con acento argentino, «escuchame, nena, yo no tengo nada que perdonarte. Sé que en ese momento te impactó la noticia de tu papá y bueno…seguramente andabas en otras cosas. pero está todo bien.»
Romina esboza una a penas visible sonrisa.
Dices: «sí, pasaron cosas en este tiempo y la verdad, todo cambió para mí.»
Margarita se acerca y le rodea como puede a la chica los hombros con un brazo.
Romina la mira
Dices: «vení, vení acá a mi lado…que creo que necesito de muchos abrazos tuyos, como cuando eras mi profe y me daba miedo agarrar las tijeritas con la mano.»
Margarita sonríe al recordar y asiente, se levanta y se coloca en la cama al lado de la chica, abrazándola de nuevo.
Romina bebe un poco más de café y deja el vaso sobre la mesita, para completar el abrazo.
Murmuras: «me siento sola, Magy…demasiado sola.»
Margarita murmura con acento argentino, «se te nota triste, contame lo que me quieras contar. porque no, no estás sola»
Romina se separa parcialmente y mira a Margarita.
Romina se toma un tiempo comentándole todo lo que ha venido pasando. Que conoció a Arnulfo, que estuvo con él, lo que ha ocurrido recientemente tanto al enterarse de quien le provocó el accidente, como con el inminente traslado a la IDO. Que intenta retomar su vida y busca ser modelo de renombre, que no lo consigue y eso la tiene frustrada, entre otras cosas que margarita escucha con atención y respeto.
Margarita la mira y asiente
Margarita dice con acento argentino, «pero a ver, decís que se lo llevaron a este chico a una casa donde lo van a tener bien, no?»
Romina suspira y asiente levemente.
Dices: «sí, pero lo que me dijo en su mensaje de despedida fue lo que me jodió. Me dijo que no me culpaba de que no me quisiera hacer responsable de su cuidado, pero es que Magy, eso implicaba tener que encerrarme con él, estar pendiente de que no quiera salir a trabajar, ya que en ese sentido era muy terco. Implicaba clavarme a él.»
Romina suspira, seria
Margarita la escucha atenta y tranquila.
Dices: «si no cumplíamos eso la que la iba ligar era yo. Las multas o lo que sea, y la verdad no estoy para pagar las idas de mambo de otros, y no quiero tampoco.»
Margarita dice con acento argentino, «a ver mirá. Esa ley que tienen acá la verdad es muy jodida y rara, así que estuvo bien que lo hayas dejado estar, porque ibas a ser vos contra el mundo probablemente.»
Margarita dice con acento argentino, «y eso que te dijo bueno…no te lo tomes tan personal, seguro que se sentía mal y no encontró mejor manera de, digamos, cargarte su malestar a vos que diciéndote eso, como para que te remuerda la conciencia. pero tranquila, volvé a pensár en lo que te acabo de decir, si tratabas de revelarte, hubieras sido vos sola contra el mundo, y tenías las de perder, por mucho que le quisieras a ese muchacho.»
Dices: «sí, exactamente…pero bueno, así las cosas, la verdad es que después de todo esto me quedé como sin fuerzas, a veces no quiero ni comer…y te digo, me siento re sola.»
Margarita dice con acento argentino, «sí, te veo más flaca que la última vez…hay algo que pueda hacer yo para que recuperes tu ánimo?»
Romina piensa
Dices: «no sé, supongo que podemos salir juntas, ir a trabajar en los mismos horarios para por lo menos charlar entre venta y venta, viajar, yo que se.»
Dices: «tenía previsto comprar una casa, ya tengo la plata, pero ahora con todo esto no se, la verdad»
Margarita la mira
Margarita dice con acento argentino, «comprá la casa, dale una decoración alegre, dedicate a equiparla…seguro eso te distrae bastante. Yo te ayudo sin drama, sabés que me gusta mucho eso. Sinó acordate cuántas veces iba a tu casa y en cuestión de minutos, le cambiaba todo el ambiente a tu mamá»
Margarita sonríe
Romina no puede evitar reír bajito recordando cosas
Dices: «eeh si, es cierto…con decirte que muchas veces le pasó, que iba a buscar algo a un mueble x, y como iba en automático, en vez de encontrarse con el mueble, se encontraba con un vacío, o con alguna otra cosa en su lugar. Te hubiera querido mostrar su cara de circunstancia.»
Margarita sonríe nuevamente y asiente.
Margarita dice con acento argentino, «me la imagino, la verdad.»
Dices: «y por cierto, hablás con ella siempre? Cómo anda?»
Romina mira la bolsa que ha traído Margarita con algo de curiosidad.
Margarita observa su gesto.
Margarita dice con acento argentino, «eso también es para vos, son los alfajores que sé que te gustan. Si querés probá uno»
Dices: «ahora no, pero me los guardo. Gracias, tía Magy consentidora.»
Romina toma la bolsita, se levanta y la guarda en la pequeña nevera del cuarto.
Margarita se ríe bajito.
Margarita dice con acento argentino, «así me hacés sentir vieja.»
Romina le guiña un ojo y asiente, volviendo hasta la cama y dejándose caer
Margarita dice con acento argentino, «me preguntabas sobre tu mamá? Anda algo mejor, pero siempre quiere saber de vos.»
Romina suspira y asiente
Dices: «hoy no te prometo, pero dejá que pase un tiempo y te juro que le voy a hablar, en estos días en que me sentí sola creo que pude entender como estará ahora ella sin papá»
Margarita dice con acento argentino, «dale, se lo digo…creeme que va esperar ese momento con mucha alegría. porque sabés?»
Romina la mira, atenta.
Margarita dice con acento argentino, «justamente la muerte de tu papá le hizo ver ciertas cosas, ciertos errores en los que cayó y cayeron ambos contigo.»
Romina suspira profundamente, poniéndose la cara entre ambas manos.
Margarita dice con acento argentino, «no es por nada, pero yo supuse que eso iba a pasar. Juntos tenían fuerza digamos para imponerte cosas, pero cuando es uno solo, al final siempre termina cediendo. Lástima que tuvo que pasar esto para que Gloria se de cuenta de las cosas.»
Dices: «mmm sí, entiendo…pero bueno, igual me gusta esta independencia, no quiero que luego de pasado un tiempo volvamos a lo mismo otra vez. No lo voy a soportar, Magy.»
Margarita asiente
Margarita dice con acento argentino, «entiendo, pero eso creo yo deberían charlarlo entre ustedes. Yo le puedo decir, pero seguro el que vos le digas va a ser distinto, en definitiva.»
Dices: «claro, eso sí. pero bueno, como te digo, cuestión de que pase un tiempo y después sí, re voy a hablar con ella porque hay mucho por aclarar.»
Margarita sonríe y asiente
Margarita dice con acento argentino, «me alegra tanto que acccedas a eso, Romi…en serio, eso les va hacer muy bien a las 2. Solo entre ustedes se tienen como familia, y es importante que disfruten de esto hasta donde se pueda.»
Romina asiente
Romina la mira, ya más animada.
Dices: «che, tenés algo que hacer? Pensaba que por ahí ahora que me siento algo mejor pudiéramos hacer compras, la verdad hace tiempo no hago eso y me faltan ropas, las que tengo están muy ajadas»
Margarita dice con acento argentino, «no, a penas terminé mi turno me llamaste, así que si querés esperarme voy a mi habitación, me baño y cambio y nos encontramos en la plaza de acá abajo, y vemos donde ir.»
Dices: «dale, genial. Y hablando de habitaciones…no querés venir y alquilamos juntas esta mejor? Porque en serio, la soledad es muy jodida.»
Margarita piensa un instante.
Margarita dice con acento argentino, «y si vamos juntas a preciados? Acá es todo muy movido, allá se puede descansar mejor. ojo, es solo una sugerencia, si no querés no pasa nada, vengo acá con vos.»
Dices: «bueno…pensándolo bien tenés razón, igual si quiero venir a alguna fiesta o algo, me queda a unos cuantos pasos.»
Margarita dice con acento argentino, «claro, o venís en taxi. Hay muchas facilidades, nena.»
Romina sonríe
Dices: «entonces vamos de compras hoy y mañana arreglo mis cosas para mudarme contigo, dale?»
Margarita sonríe en respuesta.
Margarita dice con acento argentino, «espectacular, como vos quieras. Voy a cambiarme, te escribo cuando esté saliendo del hotel»
Margarita se levanta de la cama.
Dices: «súper, yo también me baño y cambio, nos vemos en media hora o algo así.»
Margarita se dirige a la puerta, se gira levemente y asiente
Margarita dice con acento argentino, «hasta dentro de un rato, Ro»
Dices: «nos vemos y gracias por animarme»
Margarita abre la puerta
Margarita dice con acento argentino, «tranqui, para eso estamos.»
Margarita sale y cierra suavemente tras de sí.
Romina la ve marchar, se acerca a la mini nevera, abre la bolsita y descubre 2 alfajores dobles de chocolate.
Murmuras: «no sé qué haría sin esta…tengo una suerte de aquellas.»
Romina saca uno de los alfajores y comienza a mordisquearlo lentamente, mientras cierra la nevera con la mano libre.
Murmuras: «bueno Romi, llegó la hora de recomenzar tu vida, una nueva historia…el sueño no muere, hay que seguir.»
Romina se sienta a deleitarse del alfajor con placer, para luego levantarse, tomarse un baño y vestirse con su mejor prenda, maquillarse y salir a plaza independencia, donde se han encontrado con Margarita y han ido de compras.