Nueva escena de rol: Desahogo

Punto de vista: Aletheia

Aletheia estaciona el coche en la explanada.
Aletheia apoya la frente en el volante.
Aletheia se desabrocha el cinturón, se gira y por la ventanilla ve la oscuridad que parece devorarlo todo.
Aletheia abre la puerta y baja, el frío es intenso.
Aletheia cierra el coche y activa la alarma.
Aletheia sale de la explanada y echa a correr.
Samuel la ve a lo lejos y se sorprende, va a paso vivo hacia el edificio de viviendas.
Aletheia va corriendo a ciegas, escuchando los pasos y esquivando a los soldados que hacen su guardia.
Aletheia corre mucho más, se adentra un poco en la montaña; mientras corre, va recordando los sucesos de la tarde.
Aletheia siente ganas de gritar, pero lo evita, no tiene intenciones de causar alarma alguna.
Aletheia emprende el regreso, siente que los pulmones le queman, pero no le importa.
Yordi la ve por fin y se le acerca.
Aletheia se detiene.
Yordi la observa en silencio, le tiende la mano y comienzan a caminar.
Yordi dice: “no sé qué ha ocurrido, pero sácalo… sácalo antes de que eso te envenene por dentro, Aletheia.”
Dices con acento catalán, “ahora mismo siento demasiada rabia, siento que voy a explotar y no quiero hacerlo contigo, Yordi.”
Yordi la coge con fuerza.
Yordi dice: “mejor conmigo que con nadie más, tu hermano no puede estar aquí, hazlo.”
Dices con acento catalán, “necesito gritar, pero no puedo hacerlo, llamaría la atención de los soldados.”
Yordi la mira y asiente, jala de la mano de aletheia y la lleva donde hay un montón de piedras.
Yordi dice: “venga, coge y lánzalas, todas, todas las que puedas. Lo más lejos, con toda la fuerza que tengas.”
Aletheia se agacha, coge algunas piedras y las lanza con todas sus fuerzas.
Yordi dice: “he visto quien ha venido esta tarde.”
Aletheia se gira, sus ojos refulgen de ira.
Aletheia sigue lanzando piedras, algunas chocan con otras y sueltan arenilla.
Aletheia se deja caer, los brazos le queman.
Yordi la levanta y la mira a los ojos.
Yordi dice: “dime, dime qué ha ocurrido.”
Aletheia le cuenta.
Yordi dice: “haz como que soy yo, dime a mí lo que no le dijiste. Sácalo, Aletheia. Que no lo merece. Ese hombre no merece tenerte así.”
Dices con acento catalán, “no, no se lo merece.”
Dices con acento catalán, “no tiene ningún derecho de presionarme de esa manera, de tratar así a las personas. Me importa una mierda si es el teniente coronel de la base, de s.y. o de donde sea.”
Dices con acento catalán, “me importa una mierda su formación, si sabe o no sabe más que nadie en este puto mundo.”
Aletheia mira a Yordi.
Dices con acento catalán, “puedo entender muchas cosas, pero así como el me echa en cara que no lo conozco, él tampoco me conoce a mí. Puede pensar que sí, puede creer que es Dios todopoderoso porque ha ido a la guerra. Me sabe a mierda. Todos batallamos en la vida, y las batallas más difíciles no son las que se luchan con un puto fusil en la mano.”
Dices con acento catalán, “estoy harta de que crean que los civiles somos unos inútiles, que quieran argumentar con sus armas y sus uniformes, que se consideren más sabidos en la vida porque tienen instrucción militar. A la puta mierda la instrucción militar.”
Dices con acento catalán, “De que vale ser un militar sin alma, sin corazón. Más vale un civil, que un militar que solo sabe apretar el gatillo y se vanaglorea de ello, que luego quiere echarte a la cara que lo que hace es salvarte la vida.”
Dices con acento catalán, “los civiles vivimos la vida, no nos escudamos en armas, ni uniformes… Los civiles sí sabemos ser fuertes, porque para afrontar la pérdida, el dolor, el miedo sin tener una puta arma en la mano, para eso se requiere valor.”
Yordi la sigue mirando en silencio.
Aletheia comienza a arrojar más piedras.
Aletheia se gira y mira a Yordi.
Dices con acento catalán, “en serio cree que me voy a mostrar ante él, que voy a bajar lacabeza, a decirle las cosas que hace que me lastiman? Para qué? Para que se burle luego, para que lo menosprecie? Para que luego tenga el lujo de humillarme? Pues no, no me da la gana de que sepa nada de eso, por una sencilla razón. No voy a decirle a alguien a quien no le importa lo que pienso, ni lo que pienso sobre él, nada en absoluto. Muchísimo menos lo que siento. Que se vaya a la mierda.”
Dices con acento catalán, “estoy harta de esa forma despectiva de hablar, de pensarse que su criterio es el que vale. Que me trata con respeto, con respeto me trataba antes, con respeto me trató cuando me ayudó porque no, a diferencia de él, yo no olvido. Y no olvidaré nunca que me ayudó. Yo no dejo de reconocer las cosas como él parece hacer.”
Dices con acento catalán, “estoy harta, muy harta. Como si solo lo que él pasa, lo que él trabaja tiene verdadera importancia. El trabajo del resto es una mierda. No tiene tiempo para nada, y no sabe decir otra cosa. Qué sabe él lo que yo viví por seis meses pasando hambre, siendo violada, vejada, torturada una y otra vez por militares; qué sabe él lo que yo sentí viendo arder al hombre que amaba sin poder hacer nada. Qué sabe él lo que fue ver a mi familia siendo asesinada por orden de mi propio padre; que sabe él todo lo que yo he vivido y afrontado sola desde entonces? que sabe él lo que yo sentí cuando me enviaron su cabeza; qué sabe él de lo que siento o lo que pienso? Por qué los muertos de Afganistán de los que tanto habla valen más que los nuestros?”
Yordi la toma de la mano y comienzan a caminar.
Dices con acento catalán, «Ningún muerto vale más que otro, Yordi. Ninguna experiencia puede o debería menospreciarse o sobrevalorarse. Cada experiencia, cada pérdida, cada muerte, cada una tiene valor. él todo lo pone como si lo que él ha vivido siendo militar fuese más que lo que otros viven. Más duro, más siniestro. Estoy harta de eso también.»
Dices con acento catalán, “tiene el descaro de decir que prefiere que le den un tiro a uno de sus compañeros a que me lo den a mí. Y se supone que le debo creer, en serio? Pues que se lo crea otra,porque yo no le creo.”
Yordi la coge con fuerza de la mano y siguen caminando.
Yordi dice: “saca toda esa rabia, Aletheia.”
Aletheia se detiene.
Aletheia se gira y lo mira.
Dices con acento catalán, “más que rabia es dolor, Yordi. Me ha dolido su actitud, su desdén. Y me duele mucho más darme cuenta de que siento cosas por él. Yo no creo que esto sea como piensa Monse, que lo hace adrede porque quiere mantenernos lejos. Lo hace porque para él, al menos yo no valgo nada. Para ese hombre soy lo mismo que una mierda seca en la montaña. Y esto no va de si lo conozco y sé qué piensa o qué siente, es lo que demuestra con lo que hace, con lo que dice y con la forma en que lo hace y lo dice.”
Yordi reanuda el paso.
Dices con acento catalán, “y no me refiero a que sienta o no sienta algo por mí, esa posibilidad ni la contemplo. Me refiero a como desde que volvió de Alemania, o mejor dicho, desde que le dije lo que le dije, se comporta. Cuando alguien te importa no le desprecias de esa manera, no eres despectivo, ni te comportas como un bestia. Puedes no sentirte atraído, ni querer a una persona, los sentimientos no se forzan. Otra cosa es lo que él hace y pretende que no. Que nadie se da cuenta. Eso está es en nuestras mentes.”
Aletheia recoge otras piedras y las vuelve a lanzar.
Dices con acento catalán, “que si le he visto matar a alguien… que mala memoria. Porque si que le he visto dispararle en la cabeza a un soldado y seguir en lo mismo matando soldados; lo he escuchado torturar, pero parece que eso también se le olvidó. Y ni entonces actuaba como ahora. Ni habiendo tenido que volarle la cabeza a varios compañeros traidores he visto yo al hombre que veo ahora.”
Yordi dice: “las personas cambiamos, Aletheia.”
Aletheia mira a Yordi.
Dices con acento catalán, “sí, cambiamos para bien o cambiamos para mal.”
Aletheia lanza otras piedras.
Dices con acento catalán, “que no le agradezca, porque el solo hace su trabajo… cuando yo me atreví a decir eso en una de las últimas reuniones en que estuvo Ives, me vieron mal. Y mira ahora, él mismo me lanza a la cara que solo somos su trabajo y si acaso, porque día tras día yo lo que observo es que EPS le molesta cada vez más.”
Yordi la mira, le toma de la mano y cambia el rumbo hacia las edificaciones.
Yordi dice: “quizá hay muchas cosas que le molestan.”
Aletheia se gira levemente.
Dices con acento catalán, “No lo sé, Yordi. Y tampoco lo voy a saber nunca. sí es evidente que le molesta cualquier cosa que le pida porque le hago perder el tiempo. De ahí a algo más, lo dudo. Y me importa una mierda si no lo conozco, es lo que observo y punto.”
Dices con acento catalán, “si fuese como dice él, que hace falta más que una persona para tensarlo, la conversación de esta tarde no habría tenido lugar; y no, no la propicié yo. Es una pena que mi compañera se metiese a querer hacer de conciliadora porque al menos en mí, el efecto ha sido el contrario. No me gusta que me obliguen a hablar si no quiero; no me gusta que me presionen con misasuntos personales. Me contengo mucho, Yordi, porque me conozco bien y porque solo me muestro en realidad con la gente en la que confío, que me demuestra interés y que valora los vínculos. Me venía preocupando mucho por lo que mis compañeros pudieran pensar, porque por mucho tiempo me sentí culpable por la muerte de Ives; porque su muerte fue el inicio del declive de EPS. Pero se acabó. Estoy muy, muy pero muy harta.”
Aletheia y Yordi entran en el edificio de viviendas, Yordi abre la puerta de la casa y ambos entran.
Yordi va con Aletheia hacia la cocina, abre el horno y saca unas bandejas; sirve comida en un plato y un vazo de zumo de fruta natural.
Yordi lleva todo a la mesa de la cocina y lo pone frente a la chica.
Aletheia suspira y comienza a comer.
Una hora después, Yordi se despide de Aletheia y se va a su habitación, Aletheia entra en la suya, se cambia y se sienta en el escritorio.
Aletheia coge su libreta y un bolígrafo y comienza a escribir lo primero que le va pasando por la mente.
En ocasiones creemos ver, creemos que lo que los otros nos muestran es la realidad; no nos gusta aceptar que todo eso sea una careta, un subterfugio por guardar las formas.
Muchas otras veces idealizamos a los demás, queremos creer que son héroes o heroínas y no son más que seres humanos con defectos y virtudes.
El ser humano es vil, es el peor animal de todos porque muchas veces no destruye por necesidad, por hambre, por supervivencia; destruye por placer y egoismo.
Cuantas veces no usa el ser humano al miedo para justificar su maldad; su cobardía.
Cuántas veces no usa el ser humano el cinismo para disfrazarlo de pragmatismo barato.
Y peor aún, cuanto no usa el ser humano una falsa superioridad moral, creyéndose más honorable, más útil, más humilde, más compasivo, más solidario, más… siempre más que el otro.
Cuanto no tiende el ser humano a minimizar el sufrimiento de los demás, como si tuviera ese derecho.
cuánta necesidad de imponer voluntades, de decidir por los demás; porque el hombre es arbitrario, irrespetuoso del otro.
maldita guerra, maldito omertá, maldito Amadeo, maldito Imperium, malditos todos esos soldados que matan niños sin contemplación.
Maldito fanatismo religioso.
maldita la creencia en esa supremacía estúpida, maldita la ambición del poder y del dinero.
maldito el que con una visión distorsionada de la perfección y el mejoramiento, se cree con la potestad de acabar con vidas humanas.
Soy, estoy.
No soy más ni menos, solo soy.
Y porque soy valgo, y porque valgo no me doblego.
Soy orgullo y pasión; pero no lo muestro al primero que venga; porque mis sentimientos son mi fortaleza, mi bien más preciado, mi tesoro; no son un obsequio que entregue a cualquiera.
Y a partir de hoy seré, le pese a quien le pese. Le moleste a quien le moleste.
Y pensaré, y sentiré profundamente por decisión propia.
Y enfrentaré mis miedos, pelearé mis batallas como siempre he hecho desde que tuve que abandonar mi casa.
Y de alguna manera estoy en casa, y me siento fuerte; fuerte para luchar incluso contra esos enemigos cercanos que pretenden no ser vistos, pero que están allí esperando que me descuide para buscar romperme.
Puede que me tambalee, puede que incluso caiga, pero me levantaré mucho más fuerte; siempre más fuerte.
Todos caminamos con la muerte… delante, detrás o a nuestro lado. La muerte no distingue entre civiles y soldados; a la muerte no le importa si llevas arma o un libro en las manos.
a la muerte no le importa si eres bueno, malo, o sabio.
La muerte es un destino hacia el que todos, más tarde o más temprano, caminamos.
Aletheia suspira profundo.
Aletheia cierra la libreta y deja el bolígrafo encima.
Aletheia comienza a meditar sentada en la cama en posición de flor de loto.
Cuando ya se sintió relajada, se metió bajo las mantas y se dispuso a dormir.