Punto de vista: Aymara.
Aymara despierta sintiéndose agotada y dolorida, pero con la cálida sensación de estar protegida entre los brazos de Fabián.
Aymara abre los ojos, pero se queda inmóvil aspirando el aroma de la piel de Fabián, sintiendo su pecho subir y bajar con lentitud.
Aymara se termina de destapar y se mueve despacio para no despertar a Fabián.
Aymara gira sobre su cuerpo hastaalcanzar el borde del colchón del otro lado y se sienta, rodándose hasta que sus pies descalzos tocan el suelo.
Aymara inspira profundo y comienza a caminar despacio rodeando la cama.
Fabián sigue dormido profundamente.
Aymara da con algo en el suelo, se agacha despacio y lo coge.
Aymara se fija que es la sudadera de Fabián y se la lleva a la nariz para olerla.
Aymara se pone la sudadera, doblando las mangas.
Fabián se remueve algo inquieto, farfulla pero no se despierta.
Aymara sigue caminando hacia donde cree que eestá la puerta.
Aymara abre despacio y sale, cerrando la puerta con suma cautela.
Aymara escucha voces que vienen desde la cocina y va caminando despacio hasta allí.
En la cocina…
Irina sirve dos tazas de café y las lleva a la pequeña mesa que está en la cocina.
Guillem la mira agradecido y coge la taza.
Kiara coge su taza y va a darle un sorbo cuando aymara entra en la cocina.
Irina se acerca a ella.
Irina dice: «Buenos días, Aymi, te sientes bien? Tienes hipoglucemia?»
Dices con acento venezolano, «Estoy bien y no, no tengo hipoglucemia. En realidad tengo hambre.»
Kiara dice: «no es para menos, caramelo… Ven, siéntate aquí… Voy a buscar tus cosas para que te midas y te coloques la insulina. Así puedes desayunar y decirnos qué coño fue lo que pasó anoche.»
Irina abre mucho los ojos negando.
Kiara mira a Irina como diciendo cuál es el problema.
Guillem oculta la sonrisa bebiendo de su taza de café.
Dices con acento venezolano, «gracias, Kia.»
Kiara dice: «gracias un coño, luego me vais a tener que recompensar por todo el estrés que pasé anoche, qué molleja de zaperoco…»
Kiara sale parloteando cambiando del castellano al wayú.
Un silencio un tanto incómodo se hace en la cocina.
Aymara suspira.
Dices con acento venezolano, «tan malse ve?»
Guillem deja la taza sobre la mesa y mira a Irina.
Guillem dice con acento catalán, «Depende…»
Aymara reconoce la voz y aguarda en silencio.
Kiara entra con el glucómetro mientras Irina saca la insulina de la nevera.
Kiara alza una ceja mirando alternativamente a todo el mundo.
Kiara dice: «ahora qué?»
Guillem mira a Kiara y le hace señas para que se siente, pero Kiara permanece de pie.
Aymara se dispone a medirse la glucemia.
Guillem carraspea un poco.
Guillem dice con acento catalán, «aymara quiere saber… que tan mal está su … ejem, aspecto.»
Kiara silba poniéndose ambas manos en las caderas.
Kiara dice: «A ver, caramelo… cómo te lo explico… apartando tu expresión de estar muy bien… como es que dice Moreno… ah, sí, follada, parece que te atropelló un camión de carga.»
Aymara detiene la lanceta justo antes de pincharse el dedo y traga grueso.
Irina murmura: «Kia, por favor.»
Kiara mira a Irina y luego a Aymara.
Kiara dice: «por favor un coño. Yo no le voy a salir con disimulos ni condescendencias. Tiene marcas por todos lados, para nosotras es indicativo del duro y delicioso revolcón que habrá tenido, para los hombres, pues no sé, depende de como lovean.»
Aymara asiente, se pincha y pega el dedo a la cinta reactiva.
Un bip se oye… tras unos segundos se escucha otro vip.
Kiara se asoma y pone gesto serio.
Kiara dice: «tienes hiperglucemia… te hicimos un desayuno balanceado, así que calcula la dosis, caramelo, mientras te servimos.»
Guillem se fija en la expresión de aymara y una vez que ha terminado de inyectarse estira la mano y le da un apretón, intentando ser solidario.
Guillem sigue bebiendo de su taza.
Guillem dice con acento catalán, «Cuando dije depende, me refería justo a lo que ha dicho Kiara. Puede que para nosotros los hombres haya cierta dualidad en ver a una chica con el aspecto que muestras esta mañana. siendo objetivos, no pareces sangrar ni tener heridas abiertas, lo que significa que el asunto no pone en riesgo tu estado físico; lo que no nos habla de cómo te sientes tú en realidad, ni de cómo lo interprete Fabián.»
Aymara inspira, reflexionando sobre las palabras del hombre.
Kiara coge la insulina y la guarda en la nevera.
Irina va sirviendo el desayuno en el plato.
Aymara alza la mirada.
Dices con acento venezolano, «Gracias, rina, huele delicioso.»
Irina dice: «de nada, Aymi… ahora me iré con Kiara un instante a buscarte ropa para que puedas ducharte.»
Dices con acento venezolano, «gracias, de verdad.»
Irina le acaricia el cabello y sale de la cocina arrastrando a Kiara.
Kiara dice: «No tardaremos, caramelo… ya mismito estamos de regreso para que lo sueltes todo todito todo, con lujo de detalles.»
Aymara esboza una sonrisa imaginándose la escena.
Aymara comienza a comer.
Guillem carraspea.
Guillem sorbe de su taza.
Guillem dice con acento catalán, «puedes contarme lo que quieras; igual, si decides guardar silencio; no pasa nada… No hay problema, ¿vale? No quiero que pienses que tienes que dar explicaciones de lo ocurrido, ni disculparte.»
Aymara come y asiente.
Aymara se limpia la boca con una servilleta.
Dices con acento venezolano, «Gracias. en relación a cómo me siento… bueno, físicamente no te negaré que me siento cansada y algo dolorida. Pero tal como dice Kiara, respecto del sexo, ha sido estupendo y me siento bien. Imagino que hay cosas que sabrás… incluso cosas que yo no sé porque Fabián anoche terminó demasiado agotado para seguir removiendo las cosas y nos dormimos.»
Guillem dice con acento catalán, «es posible, sí. conozco a Fabián desde la escuela de medicina.»
Aymara comienza a tantear alrededor del plato.
Guillem le aproxima la taza de café.
Dices con acento venezolano, «gracias, eres muy amable.»
Guillem va a hacer un gesto pero de inmediato lo descarta al caer en cuenta que ella no podrá verlo.
Guillem dice con acento catalán, «nada, es un placer ayudarte.»
Aymara sigue comiendo con fruición.»
Guillem la observa, detallando su aspecto y comprendiendo por qué Fabián se ha vuelto tan loco por ella.
Aymara deja los cubiertos en el plato y coge de nuevo la taza.
Aymara se recuesta del espaldar de la silla.
Dices con acento venezolano, «Fabián es un tio dominante, le van las prácticas BDSM, supongo que lo sabes.»
A Guillem le sorprende la naturalidad con la que la chica saca el tema del BDSM, pero no dice nada.
Guillem dice con acento catalán, «sí, lo sé. Es algo que, por cosas que ha de explicarte él y no yo, le está generando inestabilidad.»
Aymara deja la taza sobre la mesa y asiente.
Dices con acento venezolano, «sí, me he percatado de que hay algo que lo tiene fuera de sí y no estoy tan segura de que sea lo que le está pasando conmigo, hay algo más. anoche…»
Guillem coge su taza y se dispone a escucharla con atención.
Aymara vuelve a coger su taza y da otro sorbo de café.
Dices con acento venezolano, «anoche he provocado a Fabián de manera deliberada, al menos durante nuestro encuentro a solas y esto que ves en mí ha sido el resultado.»
Guillem la observa con detenimiento.
Guillem dice con acento catalán, «me estás queriendo decir que no te forzó.»
Aymara asiente y suspira profundo.
Dices con acento venezolano, «anoche le he mostrado a Fabián que comparto sus gustos sexuales, si puede decirse de esa manera.»
Guillem abre los ojos como platos atragantándose con el café.
Guillem deja la taza en la mesa.
Aymara espera un tiempo prudencial mientras el hombre se sosiega.
Dices con acento venezolano, «veo que también eres prejuicioso.»
Guillem se yergue en la silla y se pone serio.
Guillem dice con acento catalán, «no te equivoques, Aymara. Me has cogido de sorpresa, sí. Y no tanto porque te guste el BDSM, me sorprende que me lo digas con tanta naturalidad.»
Aymara gira el rostro buscando el origen de la voz.
Guillem se desconcierta un poco con la expresión y gestualidad de la chica.
Dices con acento venezolano, «por qué no debería hablarlo con naturalidad? No le veo nada de malo.»
Guillem dice con acento catalán, «quizá porque apenas nos conocimos anoche. Pero llevas razón, no tiene nada de malo mientras haya un consenso bien establecido.»
Aymara suspira.
Dices con acento venezolano, «Fabián no lo entiende así, todavía. sus prejuicios le nublan el entendimiento.»
Aymara da un sorbo a su taza de café.
Guillem la mira con interés.
Guillem dice con acento catalán, «a qué te refieres?»
Aymara se termina el café y se pone en pie, dirigiéndose hacia donde sabe está ubicada la cafetera.
Guillem la observa hacer.
Aymara regresa con la jarra de la cafetera y se sirve más café.
aymara alza la mirada.
Dices con acento venezolano, «quieres más café?»
Guillem dice con acento catalán, «sí, por favor.»
Aymara tantea con cuidado hasta alcanzar la taza de Guillem y le sirve.
Aymara regresa a la encimera y deja la jarra de la cafetera en su lugar.
Aymara se vuelve a sentar frente a Guillem.
Aymara sopla el café y se lleva la taza a los labios.
Guillem la observa con atención.
Aymara se relame la zona del labio que tiene mallugada y deja la taza sobre la mesa.
Dices con acento venezolano, «tiene la idea de que como soy ciega, soy una especie de mujer pura y virginal, a la que hay que tratar como si fuese de cristal… a la que el sexo duro y otras prácticas no le van… es como si creyese que me mancillan o algo así…. anoche me salió con que necesitaba un tipo limpio, que necesitaba sexo vainilla.»
Aymara se ve molesta.
Guillem se reclina, apoyándose sobre el respaldar de la silla.
Guillem dice con acento catalán, «¿ Y no es así? digo lo del sexo vainilla… tengo la sensación de que esa conclusión te molesta, por lo que veo.»
Aymara alza la mirada.
Dices con acento venezolano, «sí, me molesta un poco… Mira, entiendo que la sociedad tiene sus ideas raras sobre quienes tenemos alguna discapacidad. No nací ciega y lo entiendo. Lo que no entiendo es porqué no nos preguntan… es como si nuestra opinión, el conocimiento que tenemos de nosotros fuese nulo; como si pudiesen saber mejor que nosotros lo que queremos o lo que nos gusta. Me molesta y me duele que Fabián no hable conmigo, que asuma esas ideas sin preguntarme antes.»
Dices con acento venezolano, «respecto del sexo vainilla, no tengo nada en contra; en realidad me gusta el sexo en general; pero si debo ser honesta, me gusta el sexo poco convencional.»
Guillem da un sorbo a su taza de café y la deja sobre la mesa.
Guillem dice con acento catalán, ¿Por ello fue que decidiste provocarle anoche? O todo fue fruto de impulsos e instintos.»
Aymara piensa antes de responder cogiendo de nuevo su taza de café.
Dices con acento venezolano, «Sí, en parte le provoqué porque había reconocido su instinto dominante y sabía que practicaba BDSM; he visto… algunos de sus juguetes… en parte, bueno, llevo mucho deseando estar con él y… me dejé llevar, lo reconozco. quizá pequé de confiada al pensar que estando ustedes, el riesgo… bueno, no era tanto… pero ya le pedí disculpas por haber forzado el intercambio de poder sin el acuerdo previo.»
Guillem la sigue observando, sorprendiéndose de lo expresiva y transparente que es la chica.
Guillem coge su taza y da otro sorbo.
Guillem dice con acento catalán, «¿estás enamorada de él? O solo lo usaste como instrumento de placer. Lo digo porque tengo la sensación de que conoces del tema… me refiero al BDSM, no das la impresión de ser principiante.»
Aymara asiente y se sonroja un poco.
Dices con acento venezolano, «No puedo decir que sea alguien versado en el tema del BDSM, pero sí tengo cierta experiencia y no va de leer 50 sombras. Respecto de lo que siento, sí, lo quiero muchísimo, Guillem.
Guillem sonríe ante la referencia del libro.
Guillem mira el rostro de la chica intentando dilucidar sus emociones.
Guillem dice con acento catalán, «sentiste miedo anoche? Me refiero, temiste que te lastimase de alguna forma? Perdona si soy invasivo, pero agradecería si me pudieses responder con sinceridad.»
Aymara niega con la cabeza.
Aymara deja su taza sobre la mesa.
Dices con acento venezolano, «He estado con otras personas en sesiones, he visto cosas y experimentado también… incluso tuve un amo una vez, ya estando ciega… Fabián no es un sádico patológico, Guillem. Mi amo lo era y ambos no pueden ser más diferentes. Lo de anoche en parte fue mi responsabilidad por presionarlo como lo hice.»
Guillem murmura con acento catalán, «comprendo… se lo has dicho a él?»
Aymara asiente y suspira.
Murmuras con acento venezolano, » Hablamos un poco anoche, luego de que me recuperé… No sé si me haya creído. También por eso escogí mostrarle y no decirle; pensé que no me creería si le decía que he practicado BDSM, así que se lo mostré. Tengo… bueno, tengo algunas cicatrices. me habría gustado hacerlo de otra forma, pero necesitaba que él entendiese que no soy una muñequita de cristal de bohemia, Guillem. Necesitaba que viese que sé de qué va todo esto… pero sobre todo, necesitaba que viese que esa idea que tiene sobre sí, no es real.»
Guillem la observa, cogiendo de nuevo su taza de café.
Guillem da un trago largo.
Guillem dice con acento catalán, «Fabián está atravesando un momento de su vida difícil, Aymara. Ha podido salir mal y es algo que debes de reflexionar y que ambos debeis hablar.»
Aymara pone mala cara.
Guillem deja su taza sobre la mesa.
Guillem dice con acento catalán, «Mira, no me malinterpretes. No estoy acusando a Fabián de violento o abusivo; pero está inestable, no ha tenido sexo en mucho tiempo y tampoco sesiones; y bueno, reprimirse no es sano. Para ejercer la dominación hay que tener autocontrol, sin eso, las cosas pueden salir mal, ¿me entiendes?»
Aymara asiente, siguiendo el hilo de pensamientos de Guillem.
Dices con acento venezolano, «Comprendo a qué te refieres y agradezco que me lo dijeses. No lo había pensado de esa forma. Respecto de hablar, bueno, en teoría quedamos de hablar sobre las cosas que lo están atormentando tanto. Él insiste en que hay cosas que no sé, cosas que complican que podamos estar juntos.»
Aymara coge su taza y da un trago largo.
Guillem dice con acento catalán, » y hasta cierto punto es así. Apartando las ideas distorsionadas y sobreprotectoras que tiene hacia ti, hay cosas que no sabes y que sí podrían complicaros el que esteis juntos como una pareja convencional.»
Guillem coge su taza de nuevo y le da otro trago.
Aymara se tensa, aferrando la taza con fuerza.
Dices con acento venezolano, «es otra mujer?»
Guillem guarda silencio.
Dices con acento venezolano, «¿Es por mi discapacidad? Por favor, dime lo que puedas decirme… necesito saber qué es lo que está pasando y me temo que en su afán por protegerme, a Fabián le llevará tiempo hablar de ciertas cosas conmigo, por mucho que le insista.»
Guillem deja su taza sobre la mesa.
Guillem mira a Aymara.
Guillem dice con acento catalán, «¿Sabes lo que es la IDO, Aymara?»
Aymara niega con el cejo fruncido.
Guillem coge de nuevo su taza, sorbiendo otro trago de café.
Guillem mira la taza, absorto en sus pensamientos.
Aymara comienza a exasperarse por su silencio.
Dices con acento venezolano, «guillem?»
Guillem alza la mirada de la taza y suspira.
Guillem dice con acento catalán, «Es la organización para discapacitados de Imperium.»
Aymara se relaja un poco.
Dices con acento venezolano, «ah, bueno, supongo que será como el organismo que tenemos en Venezuela.»
Guillem se muerde el labio, dejando la taza sobre la mesa.
Guillem dice con acento catalán, «No, Aymara, la IDO dista mucho de ser como otras organizaciones de discapacidad de otros países.»
Guillem comienza a explicarle a Aymara cómo funcionan las cosas con la IDO.
Aymara empalidece.
Aymara respira sintiendo que el corazón le late en el pecho a toda velocidad.
Guillem le coge la mano y le da un apretón.
Guillem dice con acento catalán, «Entre vosotros, la IDO solo es una parte de la historia, guapa.»
Aymara respira intentando contener las lágrimas por las implicaciones que tiene lo que Guillem le acaba de contar.
Guillem la observa.
Guillem dice con acento catalán, «Mira, no voy a justificar a Fabián. ha sido un gilipollas consumado contigo. Pero creo que ser la primera vez que se relaciona con una persona ciega a este nivel y sus circunstancias actuales son un atenuante. Tiene miedo, Aymara y bajo el miedo, los seres humanos actuamos muchas veces sin pensar. Ten encuenta eso cuando hableis y sobre todo, no lo olvides cuando creas que Fabián actúa de forma irracional.»
Dices con acento venezolano, «¿A qué te refieres con exactitud?»
Guillem dice con acento catalán, «solo son especulaciones, claro. pero diría que Fabián se ha enamorado también. enamorado a otro nivel; de esas veces que la otra persona lo significa todo para ti. Eso es nuevo para él. Además, tú le mueves cosas que otras mujeres no. Jamás había visto a Fabián fuera de control como lo vi anoche. sí, hay cosas que suman a su estado emocional, pero sin duda tu eres el factor de más peso. Intento ponerme en sus zapatos y te confieso que yo habría perdido la chaveta hace mucho, si no pudiese estar con la tia que amo, si tuviese tanto miedo de perderla.»
Aymara se estremece.
Guillem se levanta y lleva su taza al fregadero.
Aymara sigue sus movimientos.
Guillem enjuaga la taza y la deja boca abajo en el escurridor.
La puerta del piso suena al abrirse y luego cerrarse.
Kiara e Irina llegan de vuelta.
Aymara hace un esfuerzo para que no le tiemble la voz.
Dices con acento venezolano, «Gracias, Guillem.»
Guillem la observa.
Guillem dice con acento catalán, «nada, guapa. dile a Kia que te dé mi número… solo por si necesitas hablar, vale? ahora me voy, tengo guardia en 3 horas y quiero ir a casa primero.»
Aymara asiente.
Guillem se topa al salir de la cocina con Kiara e irina, las besa en ambas mejillas y se dirige a la puerta.
Kiara lo mira y lo sigue, Irina entra en la cocina y recoge los platos del desayuno de Aymara.
En el pasillo…
Guillem se está poniendo su plumas.
Kiara lo mira sin esconder la preocupación que siente.
Kiara dice: «háblame claro, besucón.»
Guillem dice con acento catalán, «Fabián es un tio con una suerte envidiable.»
Kiara hace una mueca.
Kiara dice: «déjate de vainas y háblame en serio, si no, te lanzo una maldición wayú.»
Guillem sonríe.
Guillem dice con acento catalán, «Es en serio. Esa chica es inteligente, preciosa, madura e impresionantemente cojonuda, Kia. Hablando con ella puedo entender por qué Fabián está como está, al menos porqué está loco por ella, claro.»
Kiara lo mira a los ojos y asiente.
Kiara dice: «o sea que anoche no hubo platos rotos, ¿no?»
Guillem hace una mueca, pensativo.
Guillem dice con acento catalán, «al menos por parte de ella, no. Fabián ya es otra cosa. sí considero positivo que no se fuese anoche; pero todavía habrá que ver como reacciona hoy, que ya no es presa del instinto carnal y puede ver las cosas con otra perspectiva.»
Kiara dice: «Le dijiste a ella alguna cosa sobre Mayra?»
Guillem da media vuelta y se dispone a salir.
Guillem se detiene un instante, girándose antes de alcanzar la puerta.
Guillem dice con acento catalán, «le expliqué lo de la IDO y bueno, le ha sentado fatal, pero es incapaz de quebrarse del todo en público. sobre Mayra… eso solo le corresponde a Fabián.»
Kiara asiente, abriendo la puerta de su casa.
Guillem se sube la cremallera.
Guillem dice con acento catalán, «está enamorada de él… pero ya sabes que el amor no es suficiente en ocasiones, Kia.»
Kiara murmura: «lo sé… esto del amor, la convivencia y las parejas es una verga arrecha.»
Guillem esboza una sonrisa ante la forma de hablar de Kiara.
Guillem asiente.
Guillem dice con acento catalán, «sí, algo así. en este caso, ella parece fuerte, madura y sensata. Si no existiese Mayra, diría que podrían salir adelante en cuanto Fabián se estabilizase. en el fondo lo que lleva él, son años de aprendizaje y siempre se puede desaprender.»
Kiara lo mira a los ojos.
Kiara dice: «Lo dices por sus prejuicios y la discapacidad de Aymi, supongo.»
Guillem asiente, mirando hacia los ascensores.
Guillem piensa un instante en cómo Aymara le ha servido el café.
Guillem dice con acento catalán, «Aymara puede con esos prejuicios… pero no sé si pueda desarraigar las consecuencias que ha tenido Mayra en Fabián… Tampoco sé si pueda resistir de lo que ella es capaz.»
Kiara aprieta los dientes y la sujeción sobre el pomo de la puerta.
Kiara dice: «por el bien del muñeco y de ella, espero que sí. Y que él también resista.»
Guillem mira a Kiara a los ojos.
Guillem dice con acento catalán, «Yo también lo espero… yo también.»
Guillem echa a andar hacia los ascensores y una vez que entra en el elevador, Kiara cierra la puerta.