Nueva escena de rol: Conociendo a los abuelos de Diego

Punto de vista: Jazmín

Diego se despertó a las 11 de la mañana. Yo lo esperaba con esperaba con un dulce desayuno. Lo que Diego quería hacer era pasar el fin de semana, al menos hasta el domingo en casa de su abuela. Se bañó, se cambió, guardó la computadora, alguna ropa, su diminuto pianito que yo no sé para qué llevaría, pero bueno. También lo guardó, así que mientras yo me fui a bañar y arreglar él se quedó tocando otro teclado que tiene en el departamento. A la una del mediodía salimos y fuimos en la camioneta hasta la casa de su abuela. Al llegar, yo toqué el timbre ya que estaba algo más adelantada a Diego, y tras esperar algunos segundos el abuelo Coco bajó a abrirnos. Lo llaman así, porque es un señor ya mayor, calvo en casi toda la cabeza, solo una pequeñísima cantidad de pelo detrás. Pero después es todo calvo, no tardé en verlo, ya se arrastraba, no caminaba. Como era de esperarse se saludaron afectuosamente, hacía un año que no se veían. Sí, Diego está desde hace más de un mes pero no ha tenido la oportunidad de ir a visitarlos, o eso me ha dicho él.

Coco dice con acento gaucho, «Qué hacé Carlito!»

Diego dice con acento porteño, «Eeeeeh Carlito!»

Tal vez más tarde entendería por qué se dicen Carlito, pero me enterneció cómo se trataban entre sí y no pude dejar de sonreír. Es muy buena gente su abuelo. En seguida nos abrió la reja, pasamos al interior, abrió la puerta de la casa y un olor a verdura frita fue lo primero que nos dio la bienvenida. Diego y yo saludamos, y ahí estaba su abuela, en la cocina, luchando con la comida como buenamente podía. Doña Sara es una mujer traspasada por los años y las derrotas de la vejez, demasiado rellena y con un peso considerable. Su mirada me dejó claro de inmediato que es una mujer con carácter. A penas puede moverse, camina muy despacio, está en una etapa muy crítica de su vida. Espero que Dios la guarde en tierra por algunos años más. de inmediato veo cómo Diego abraza a su abuela y cómo ella me observa de arriba a abajo. Tal vez será algo estricta con las posibles novias de su nieto, lo que es muy comprensible, recordemos que antes era diferente. Pero le agrado, sin duda, o eso me lo hace ver la amabilidad con la que me saluda y su mirada ya más relajada.

Dices: «Yo soy Jazmín, mucho gusto, señora.»
Sara dice, «Igualmente. Querés tomar algo?

Dices: «Nooo no, muchísimas gracias.»
Diego tras saludar a su abuela se encaminó al cuarto donde suele quedarse a dormir, a dejar sus ccosas. En tanto como es natural en mí, charlando con los abuelos, contestando a sus preguntas, estaba en la cocina ayudando a la abuela Sara, quien me decía que no me preocupe, que soy la invitada. Pero yo sé que necesita ayuda, y ahí estoy. Resulta que está cocinando un arroz con espinacas. Le ha puesto salsa blanca, queso, crema, pimienta blanca. Entonces contiene animal muerto, pero voy a comer de todas formas, además no hay nada de carne.

Coco dice con acento gaucho, «Y contame, sos la acompañamte de Diego? O una amiga?»

Jazmín se sonríe.
Dices: «Soy su… Novia.»
Me pregunté si tal vez no metería la pata al decir eso, que soy su novia. Pero contrariamente a lo que imaginaba, al abuelo le pareció muy bien y hasta sonrió.

Coco dice con acento gaucho, Éeeste Carlito… es tremendo con las mujeres.»

Jazmín se ríe de buena gana.
Diego volvía de dejar sus cosas, computadora en mano, dispuesto a sentarse en uno de los dos sillones.

Dices: «Diegui, vení a charlar con nosotros.»
Coco dice con acento gaucho, «Claaaaro boludín! Vení con tus abuelos y tu novia! O te pensás que venís a comer y nada más.»

Jazmín se ríe escandalizada. Su risa de escándalo es aguda y a veces desentonada. Así se ríe ella cuando escrachan a Diego.
Sara está tratando de caminar a duras penas. Jazmín está mirándola no con lástima, pero sí como repartiéndole todas las bendiciones que puede. Percibe en seguida lo derrotada que está ya a esta altura.

Coco dice con acento gaucho, «Sos de acá vos también?»

Dices: «Siii siii,pero justo a Diego lo conocí en España.»
Sara dice, «Ah, vos también andabas en España?»

Dices: «Siii siii»
Coco dice con acento gaucho, «En españa mataron a nuestro hijo…»

Los abuelos dejan entrever una profunda tristeza que parece no abandonarlos más, y parecen aún mayores y más demacrados.

Diego dice con acento porteño, «Se van a…»

Diego se calla en seguida. Es lógico que los abuelos estén así desde que lo saben.

Dices: «El papá de Diegui?»
Sara murmura, «sí…»

Dices: «Lo siento muchísimo… Yo no llegué a conocerlo…»
El abuelo coco dice con acento gaucho, «El Diego era un personaje bravo, pero muy buena gente…»»

Diego prefiere no decir nada.

Dices: «Todos se llamaban Diego?»
El abuelo coco dice con acento gaucho, «No, solo ellos. Yo me llamo Rubén.»

Jazmín mientras charlan sigue mirando la casa. Hay decoración, pero ni pinturas ni cuadros.
La comida ya está, arroz con espinaca. Pero Diego recién se da cuenta.

Diego dice con acento porteño, «Che abue,»

La abuela Sara dice, «siii?»

Diego dice con acento porteño, «Me freís unas papas? O un par de huevos?»

La abuela sara se estira, está realmente agotada y Jazmín lo percibe en seguida.

Dices: «Ay, Diegui, no la canses!»
El abuelo coco dice con acento gaucho, «Paráa Carlito, a qué viniste? A hacernos companía o a comer.»

Diego se calla, dice que bueno, está bien. Jazmín ofrece freírle unas papas pero Diego dice que no, ya está, comen todo lo mismo.

El arroz con espinaca está exquisito, incluso para Jazmín, que en unas horas estará regando el baño con seguridad, pues contiene crema y salsa blanca. Ella ha ayudado a la abuela poniendo la mesa, sirviendo la comida. La abuela al final no lo pudo evitar, y hasta le agradeció la ayuda a la chica. Entonces comen, charlan un rato.

El abuelo coco dice con acento gaucho, «Y? Carlito? Contanos algo chee!»

Dices: «Por qué le decís Carlito?»
La abuela Sara dice, «Para joderlo»

El abuelo coco dice con acengaucho, «Por Carlos Gardel»

Sonríes.
Dices: «Saben que yo soy músico?»
El abuelo Coco dice con acento gaucho, «No me digas! Te gusta el taanguito?»

Dices: «Bueno…»
Sonríes.
Dices: «El tango no me desagrada, pero no es mi estilo…»
El abuelo coco se ríe de buena gana. «Esta juventud de ahora… Con el… cómo se llama eso que escuchás vos Carlito?»

Diego dice con acento porteño, «Reguetón»

El abuelo coco dice con acento gaucho, «Regatón.»

Jazmín se ríe.
La abuela Sara dice, «Reguetonto.»

Dices: «Bueno, el reguetón justo a mí no es que me guste…»»
El abuelo Coco dice con acento gaucho, «Qué te gusta entonces?»

Dices: «Y… más que nada la música contemporánea. También el pop, el rock tranquilo…»
El abuelo coco dice con acento gaucho, «Esta juventud de ahora… me cache en die…»

Dices: «La música oriental me gusta»»
El abuelo coco dice con acento gaucho, «Y cantás? Tocás algún instrumento?»

Digeo dice con acento porteño, «Seee, anta y toca el piano»

Dices: «Sii siii, fui profe de canto cuando vivía acá… También toco el piano, la guitarra…»
El abuelo coco dice con acento gaucho, «Qué bueno. Este Diegui es tremendo, dale con la cumbia, con el ruidito…»

La abuela Sara dice, «Aaay, síii, está todo el día con ese chichichín, chichichín, chichichín…»

Te partes de risa.
La comida estuvo deliciosa. Eso sí, pronto yo asumiría las consecuencias. Por razones digestivas no puedo consumir nada que contenga crema, y lo acabo de hacer. Mientras tanto, estuve ayudando a la abuela, lavando los platos, levantando la mesa, ordenando, charlando con la abuela ya que el abuelo se fue a acostar. Diego entre tanto se quedó con la computadora, ahora entiendo por qué la pasa tan bien con sus abuelos y ¡qué manera de comer por Dios! A la hora de merendar, pasaron dos tías de Diego, hijas de los abuelos, quienes cotidianamente le limpiaran, le hicieran los mandados y todos aquellos quehaceres que ella ya no tiene fuerza para hacer. Conocí a sus tías, un amor ambas, las he ayudado a trajinar, nos amigamos en seguida. Me les presenté como la novia de Diegui, nos felicitaron a los 2, nos llenaron de besos y abrazos. Merendamos. Él tomó un café con algunas galletitas, sus tías y su abuela tomaron mate, y yo simplemente un té. Se fueron una hora después ya que se hace de noche, la abuela se fue a acostar, necesita descansar mucho. Yo me quedé con Diego. Ahora son las 9 de la noche, llegó el abuelo de trabajar y la abuela está entre ponerse a cocinar, algo que yo le pedí amablemente que no haga, ya que quiero cocinar yo y que ella descansara tranquila. ADemás sobró arroz, y si Diegui quiere algo frito, se lo hago sin drama. No cocinaré igual que su abuela (nadie cocina igual que nadie) pero sé que Diego se muere por mi comida y cuando sus abuelos tengan que dejar este mundo aún va a seguir comiendo bien gracias a mí, claro, siempre que sigamos en contacto en ese momento.