Punto de vista: Tibisay.
DISCLAIMER
La escena que se describe a continuación, puede no ser apta para menores de edad o personas sensibles, debido al contenido violento y sexual que ofrece.
Te asignan un cliente y eres conducida a una habitación privada.
una habitación del prostíbulo
informas al cliente que estarás máximo una hora con él. Acto seguido, ambos os desnudáis y comienzas a prestar tus servicios sexuales.
El cliente mira con lascivia a Tibisay.
El cliente dice: «ven aquí y ponte de rodillas, quiero que me la chupes hasta que me corra en tu boca.»
Tibisay obedece en silencio.
El cliente se coge la polla por la base y dirige el glande hacia los labios de Tibisay.
El cliente dice: «Abre la boca, no te hagas la remilgada.»
Tibisay inspira profundo y separa los labios.
El hombre empuja su verga con fuerza en la boca de la chica.
Tibisay siente arcadas que no puede reprimir y que le hacen cerrar un poco la boca.
El hombre le da un guantazo a la chica al sentir el roce de sus dientes.
El cliente grita: «Abre la boca, zorra de mierda!»
El hombre coge un mechón de pelo y tira de la cabeza de Tibisay con fuerza.
Tibisay se echa hacia atrás en un gesto instintivo.
El hombre la coge con más fuerza, mientras empuja sus caderas contra la boca de la chica.
Tibisay intenta empujarse hacia atrás, apoyándose en los muslos del hombre.
El hombre le coge la cabeza con violencia mientras Tibisay se resiste para no vomitar.
El hombre empuja con más fuerza y la chica vomita sin poder evitarlo.
El hombre grita al sentir el ácido del vómito rozarle el glande.
El hombre suelta a tibisay y levanta la mano, le da otro guantazo que la tumba al suelo de espaldas.
El cliente grita: «hija de puta, guarra sudaca. Qué tu madre no te enseñó a chuparla como debe ser?»
El hombre comienza a pajearse con rapidez.
Tibisay intenta ponerse de pie.
El hombre la aborda alzándola por las axilas y empujándola contra la cama.
El cliente dice: «Yo sé lo que tu necesitas para que te abras de piernas como es.»
Tibisay se muerde la lengua.
El hombre camina hacia la silla del otro lado de la habitación, coge su chaqueta y saca una bolsa con un polvo blanco.
El hombre coge un espejo pequeño del otro bolsillo y esparce la blanca formando hileras.
El hombre esnifa un par de rayas y dispone otro par.
El hombre mira a Tibisay con una sonrisa macabra.
El cliente dice: «ahora sí, ven aquí, zorra. Vas a ver lo que es estar con un tio de verdad.»
Tibisay niega con la cabeza.
El hombre se acerca a ella y la coge de la muñeca con tanta fuerza, que Tibisay chilla de dolor.
El hombre la zarandea con violencia.
Tibisay intenta resistirse, pero el cliente la coge por la nuca intentando obligarla a esnifar.
Tibisay grita: «¡No se nos permite consumir drogas!».
El hombre le tapa la boca con una mano.
El hombre la levanta tirándole del pelo y la lanza contra la cama.
El cliente grita: «¡Yo pagué por ti y harás lo que se me de la puta gana, zorra!»
El Hombre le tira la cocaína a Tibisay a la cara.
Tibisay tose, intentando no aspirar el polvo.
El hombre le coge de los tobillos y le separa las piernas.
El cliente dice: «abre las piernas, puta. ahora voy a follarte y a enseñarte quien manda.»
El hombre coge a tibisay por la garganta con una mano, empujándola contra el colchón.
Tibisay coge la muñeca del hombre con ambas manos, intentando que se la quite de encima.
El hombre guía el pene hacia la vagina de Tibisay y al rozar sus labios vaginales, empuja como una bestia.
Tibisay Grita como puede de dolor con aquella penetración.
El hombre ríe con sorna.
El cliente dice: «Eso es, puta, chilla y llora, que así me gusta más.»
Tibisay comienza a sentir que le falta el aire. Los pulmones le queman.
Entre tanto en una oficina del otro lado del prostíbulo…
Conchi mira las cámaras de las habitaciones y se detiene en una imagen.
Conchi sonríe, perversa.
La puerta se abre de pronto.
Felipe mira a Conchi y esta se levanta como un resorte.
De regreso en la habitación…
El hombre apoya ahora sus dos manos en la garganta de la chica, mientras la folla con violencia.
Tibisay intenta coger ahora ambas muñecas, pero el cliente tiene más fuerza que ella.
Golpes se escuchan en la puerta con insistencia.
Tibisay Intenta coger aire y le clava las uñas en los antebrazos al cliente.
El cliente afloja el agarre y comienza a golpearla en el rostro y luego en el resto del cuerpo.
El cliente grita: «¡Puta, maldita zorra!»
Tibisay grita con cada golpe.
Tibisay pierde el conozcimiento.
La puerta se abre de un tirón.
Dos enormes guaruras entran cogiendo al hombre para separarlo de la chica.
El cliente grita dando puños y patadas, pero los guaruras lo reducen.
Felipe entra en la habitación, conchi le sigue detrás, nerviosa.
Felipe le verifica el pulso a Tibisay.
Felipe dice con acento melillense, «anda y llama a los sanitarios, por suerte no la mató, aunque no sé cuál sea su estado.»
Conchi sale a toda prisa.
Felipe la ve marchar.
Felipe dice con acento melillense, «sacadlo de aquí por la puerta de atrás. Aseguraos de que comprenda lo que significa meterse con una de mis chicas en mi propio local.»
Los guaruras asienten y arrastran al cliente fuera de la habitación.
Conchi regresa con los sanitarios, que se llevan a Tibisay en una camilla luego de darle los primeros auxilios.
Felipe mira con reproche a Conchi.
Felipe dice con acento melillense, «¿Qué coño te ha pasado, mujer? ¿Cómo es que no diste aviso antes?»
Conchi se retuerce las manos, mirando al suelo.
Felipe chasquea la lengua.
Felipe dice con acento melillense, «Ni te pienses que me voy a tragar esa excusa de que la chica provocó al cliente, ni ninguna de esas gilipolleces que sueles inventarte cuando alguna chica nueva destaca.»
Conchi sigue en silencio, mirando al suelo.
Felipe le coge de la barbilla y le alza la cara, fijándose en sus ojos.
Felipe dice con acento melillense, «me has hecho perder mucho dinero y, como escarmiento te tocará pagar a ti esta vez. Te he dejado pasar muchas cosas, pero se acabó.»
Conchi intenta replicar, pero Felipe le aprieta la boca, presionando con bastante brusquedad usando los dedos para hundirlos en los flácidos mofletes.
Felipe dice con acento melillense, «Ni te atrevas a decir una sola palabra. tienes lo que te has buscado por ser una taimada y una envidiosa.»
Conchi se coge a su muñeca, lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, empapándole el rostro.
Felipe la suelta, dándole un empujón.
Felipe dice con acento melillense, «Esa chica no volverá aquí, pero tú no volverás a formar parte de mis chicas de lujo, que te quede claro. Recoge tus cosas y te vuelves a la habitación donde empezaste hace cinco años.»
Conchi abre los ojos como pplatos.
Conchi dice con acento Aragonés, «no puedes hacerme esto.»
Felipe la mira con desdén.
Felipe dice con acento melillense, «Ya lo he hecho. encárgate de limpiar este desastre y más vale que obedezcas, o Gastón se encargará de hacerte entrar en razón… y no quieres eso, ¿verdad?»
La mirada de la mujer se llenó de pánico.
Felipe asiente, satisfecho y abandona la habitación.
Dos días después…
zaragoza; Hospital Imperium Healthcare
Imperium Corporation ha habilitado un pequeño hospital dentro de este centro comercial para atender heridos. Si quieres trasladar tu expediente aquí, escribe ‘trasladar’
Tibisay abre los ojos, desorientada.
Felipe la observa desde los pies de la cama.
Tibisay mira a Felipe y cierra los ojos.
Tibisay intenta hablar, tiene la voz ronca y siente la garganta áspera como si hubiese tragado esquirlas de vidrio.
Tibisay murmura con acento merideño, «No … rompí…»
Felipe se acerca a un lateral de la cama, arrastra una silla y se sienta.
Felipe dice con acento melillense, «mira, no voy a ofrecerte disculpas porque este negocio es así.»
Tibisay intenta tragar grueso, imagina lo que se avecina.
Felipe observa a la chica.
Felipe dice con acento melillense, «tú no estás hecha para esta vida, yo lo sé y tú lo sabes… No puedo tener entre mis chicas a una que me genere tantos problemas.»
Unas lágrimas van corriendo por las mejillas de Tibisay.
Felipe la observa sin inmutarse.
Felipe dice con acento melillense, «No puedo arriesgarme a tener problemas con Imperium, me costó mucho hacer este negocio con ellos.»
Tibisay sigue llorando en silencio.
Felipe se pone en pie.
Tibisay abre los ojos y se le queda mirando.
Felipe la observa.
Felipe dice con acento melillense, «tienes fortaleza, chica. Ese espíritu tuyo no es para estar en las cuatro paredes de un prostíbulo. Hablaré con el del bar, siempre necesita gente que asee el local y los baños.»
Tibisay intenta abrir la boca, pero Felipe la detiene con un gesto de la mano.
Felipe la observa una vez más.
Felipe dice con acento melillense, «en cuanto puedas, márchate a otro lugar, madrid, por ejemplo. Puede que ahí tengas mejor suerte.»
Tibisay observaba al hombre con sentimientos encontrados.
Una enfermera hace señas para que Felipe salga.
Felipe echa una última mirada a Tibisay y sale de la habitación.
Tibisay cierra los ojos procurando bloquear los pensamientos de derrota y abatimiento que hacían esfuerzos por instaurarse en su cabeza.