Página 1 de 1

Entre el placer y el peligro

Publicado: Vie Oct 31, 2025 6:03 am
por Larabelle Evans

el vuelo de pasión a turín.

Punto de vista: Karlo.

En Palermo, la brisa marina cargaba el olor a sal y pescado mientras Karlo supervisaba el puerto. A su lado, Shawnee, con su cabello oscuro ondeando al viento y una mirada desafiante en sus ojos felinos, caminaba con una confianza que igualaba la suya. La Culichi, conocida como la Leopardo, era una fuerza a tener en cuenta, y su relación con Karlo ahora era un complejo tejido de amistad, lealtad, sexo casual y una constante lucha de voluntades.
Karlo dice con acento siciliano, Las cosas están tranquilas, por ahora
dijo Karlo, su voz áspera, mientras un grupo de estibadores movía cajas bajo su atenta mirada—.
Shawnee asintió, sus ojos escaneando el horizonte.
Shawnee dice con acento sinaloense, Demasiado tranquilo para mi gusto. Nunca me fío de la calma.
Después de asegurarse de que no había movimientos sospechosos, se dirigieron a la casa que Shawnee había alquilado en Palermo, un lugar con vistas al mar y un aire de lujo discreto.
Mientras empacaban algunos regalos para Leila, un pequeño cofre de madera tallada a mano con incrustaciones de obsidiana del Etna, una brújula antigua de latón grabada con coordenadas de Catania, y una botella de arena de las playas de Sicilia que guardaba el suave murmullo del mar en su interior, Karlo se sentía extrañamente inquieto.
Karlo dice con acento siciliano, ¿Crees que a Leila le gusten los regalos?
preguntó, con un tono inusualmente suave.
Shawnee lo miró, una media sonrisa curvándose en sus labios.
Shawnee dice con acento sinaloense, Le gustará que te hayas acordado de ella. Eso es lo que importa.
Shawnee dice con acento sinaloense, Nada más no la vallas a chingar diciéndole lo de tu amigo.
Karlo suspiró resignado afirmando con la cabeza.
Partieron hacia el aeropuerto, donde un jet privado esperaba para llevarlos a Turín.
Durante el vuelo, la cabina del jet privado se convirtió en un escenario íntimo para Shawnee. No perdía ocasión de acercarse a Karlo, su voz, con ese acento sinaloense tan marcado, se deslizaba con una sensualidad innata.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Apoco no se te antoja un tequilita en las nubes, mi rey. Para que se nos quite el frío del alma... o de lo que se nos antoje."
Karlo, aunque intentaba mantener la compostura, sentía la tensión de su presencia.
Karlo dice con acento siciliano, "Estoy concentrado en el aterrizaje. Y en lo que le vamos a decir a Leila."
Shawnee se rió suavemente, su mano rozando el muslo de Karlo con una deliberación calculada.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Ay, Karlo, mi guapo. No te hagas, que bien sé que te gusta que te pongan atención. Y más cuando hay otras rondando."
Sus ojos felinos se fijaron en él, una advertencia tácita. En el fondo, la Culichi sabía de la historia entre Karlo y Chyara, y la idea de volver a verla encendía una chispa de celos que no disimulaba.
Karlo dice con acento siciliano, "Aquí no hay nadie más. Solo nosotros."
Shawnee se acercó aún más, su aliento cálido en su oído.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Exacto. Y así debe seguir. Que sepan quién es la que manda aquí, mi amor. Tú ahora eres mío, aunque te hagas el difícil."
Le dio un beso rápido en la mejilla, una marca de posesión, y Karlo suspiró, sabiendo que el viaje a Turín sería más largo de lo que imaginaba.
Karlo sonrió con cansancio, pero aceptó el vaso de tequila que la azafata les sirvió. El líquido ámbar brilló bajo las luces de la cabina. Shawnee le dedicó una mirada pícara, sus dedos rozando los suyos al tomar su propio vaso.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Así me gusta, mi rey. Que te relajes. Que para el trabajo ya tendremos tiempo de sobra. Ahora, a disfrutar un poquito."
Levantó su vaso en un brindis silencioso, sus ojos felinos fijos en los de Karlo. Él respondió al brindis, aunque una parte de su mente seguía en la tensión del viaje y la inminente reunión con Leila y Chyara.
Karlo dice con acento siciliano, "Un trago no le hace daño a nadie, supongo."
Shawnee se rió, su risa era un murmullo bajo y seductor. Se acercó un poco más, apoyando su cabeza en el hombro de Karlo, un gesto de intimidad casual que no pasaría desapercibido.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Y menos si es contigo. Me gustas cuando te dejas llevar, mi guapo. Deberías hacerlo más seguido."
Karlo no la apartó. En su lugar, su mano subió y acarició el cabello oscuro de Shawnee, una respuesta que ella pareció recibir con satisfacción. La cercanía, el aroma a su perfume, la facilidad con la que ella lo arrastraba a su mundo, era un escape bienvenido de la sombría realidad que los esperaba en Turín.
Karlo dice con acento siciliano, "Tú siempre sabes cómo distraerme, Leopardo."
Su voz, aunque aún teñida de aspereza, tenía una nota de complicidad que no solía mostrar con facilidad.
Shawnee levantó la vista, sus ojos felinos brillando con una promesa.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Esto no es una distracción, mi rey. Es un recordatorio de lo que somos cuando no estamos peleando guerras."
Se incorporó, girándose para quedar de frente a él. Sus piernas se cruzaron elegantemente en el asiento mientras sus manos subían para rodear el cuello de Karlo, acercando sus rostros. El tequila había encendido una chispa en sus ojos, una audacia que siempre la definía.
Karlo tragó saliva, sintiendo la intensidad de su mirada. La tensión entre ellos era palpable, un presagio de lo que venía.
Karlo dice con acento siciliano, "Shawnee..."
Ella no lo dejó terminar. Sus labios se encontraron con los de él, no con la suavidad de un beso casual, sino con la ferocidad de quien reclama lo que es suyo. Un beso profundo, ardiente, que borró el cansancio y la preocupación de Karlo por un instante. La lengua de Shawnee buscó la suya con insistencia, y él respondió, sus manos deslizándose por la cintura de ella, atrayéndola aún más.
El tequila se derramó ligeramente de sus vasos olvidados mientras el beso se profundizaba, cargado de una pasión que siempre latía bajo la superficie de su relación. Los dedos de Shawnee se enredaron en el cabello de Karlo, tirando suavemente, mientras sus cuerpos se fundían en la cabina del avión, ajenos al mundo exterior.
Shawnee rompió el beso, pero sus labios apenas se separaron de los de él, su respiración agitada rozando su boca.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Quiero más que un trago, Karlo. Quiero sentirte. Aquí. Ahora."
Su voz era un susurro ronco, cargado de una necesidad que no admitía negación. Sus ojos, marrones y seductores, no dejaban de mirarlo, desafiándolo a resistirse.
Karlo la miró fijamente, la lucha interna librándose en su mirada. La culpa por Pietro, la preocupación por Leila, todo se desdibujaba ante la fuerza arrolladora de Shawnee.
Karlo dice con acento siciliano, "No... no podemos. Estamos en un avión."
Shawnee sonrió con malicia, sus dedos deslizándose por la camisa de Karlo, desabrochando los primeros botones con una lentitud exasperante.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Nadie más que nosotros, mi amor. Y la azafata no va a venir a molestarnos. Confía en mí."
Sus manos se movieron con una destreza que prometía placer, sus labios volvieron a buscar los de Karlo, sellando cualquier objeción. La resistencia de Karlo se desmoronó, la necesidad de un escape, de un momento de olvido, era demasiado fuerte.
El tintineo de los vasos y el suave ronroneo de los motores del jet se convirtieron en la banda sonora de un arrebato inminente. Karlo, con una mezcla de desesperación y un deseo crudo, empujó a Shawnee contra el respaldo del asiento, sus labios devorando los suyos con una furia contenida.
Shawnee respondió al instante, sus manos desabrochando los últimos botones de la camisa de Karlo con su agilidad felina, exponiendo la piel tensa de su abdomen. Se movió con una sensualidad innata, el roce de sus cuerpos una promesa tácita de lo que estaba por venir.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Así me gusta, mi rey... sin rodeos. Que se note quién eres."
Karlo no respondió con palabras, sino con un gruñido bajo que se perdió en la boca de ella. Sus manos se deslizaron por las curvas de Shawnee, levantando su vestido con impaciencia, buscando el calor de su piel. La ropa se convirtió en un obstáculo, una barrera que ambos se apresuraron a eliminar.
El asiento del jet, diseñado para el lujo, se convirtió en un nido improvisado de pasión. Karlo la levantó con una fuerza sorprendente, acomodándola sobre su regazo, sus piernas entrelazándose alrededor de su cintura. El contacto era eléctrico, brutal, una descarga de la tensión acumulada por la culpa y el dolor.
Shawnee dice con acento sinaloense, Olvídate de todo mientras me Culeas mi guapo.
Karlo la penetró con una embestida profunda, un jadeo escapando de ambos. Se movió con una ferocidad rítmica, sus ojos azules fijos en los de ella, buscando una confirmación, una ancla en el torbellino. Cada embestida era una declaración, un escape salvaje de la realidad que los esperaba.
El gemido de Shawnee resonó en la cabina, una mezcla de placer y desafío. Sus uñas se clavaron en la espalda de Karlo, un agarre posesivo que le decía que era suya en ese momento.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Sí... así, mi siciliano. Así. Quiero sentirlo todo. No pares."
Karlo obedeció, su ritmo aumentando, el sudor brillando en sus frentes mientras el avión surcaba las nubes. El aire se llenó de suspiros y gemidos ahogados.
Shawnee se arqueó contra él, su cuerpo un arco tenso de placer.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Más, Karlo, más. Culiame como si no hubiera mañana, mi rey. Hazme olvidar todo. Que solo exista esto, tu verga dentro de mí."
Karlo gruñó, su voz ronca de deseo.
Karlo dice con acento siciliano, "Eres mía, Leopardo. Mía. Voy a marcarte tan adentro que no podrás pensar en nada más."
Sus manos se aferraron a las caderas de Shawnee, empujándola con una fuerza primitiva. La cabina vibraba con la intensidad de sus movimientos, el choque de sus cuerpos una sinfonía de placer prohibido.
Los ojos de Shawnee estaban cerrados, su cabeza echada hacia atrás, su cabello oscuro desparramado contra el asiento.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Ahí... justo ahí, mi siciliano. No pares. Dame todo lo que tengas. Quiero sentirlo. Todo."
Karlo se inclinó y la besó de nuevo, un beso voraz que devoraba sus palabras, su aliento. La necesidad de ambos era un fuego incontrolable, una explosión de pasión que se desataba en la soledad de las alturas. No había nada más que el uno al otro, la cruda y salvaje conexión que los unía.
Con un movimiento ágil y sin romper el beso, Karlo la giró, recostándola sobre el asiento, su cuerpo cubriendo el de ella por completo. Las piernas de Shawnee se enredaron instintivamente alrededor de su cintura, atrayéndolo más, mientras sus manos se aferraban a su cuello, sus dedos arañando su piel.
Karlo dice con acento siciliano, Esto es lo que tanto buscabas de mí. Sentirte mía leopardo.
Su voz era un rugido bajo, cargado de posesión. La embestida se hizo más profunda, más rítmica, un vaivén primitivo que los arrastraba a un torbellino de sensaciones.
Shawnee arqueó la espalda, su cabeza golpeando suavemente el asiento, sus gemidos ahora más audibles, una melodía cruda de placer y abandono.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Sí, mi guapo... tuya. Mío. Márcame. Quiero sentir tu furia, tu maldita locura."
Sus uñas se clavaron en la piel de Karlo, dejando pequeñas marcas rojas. Él respondió a cada mordisco, a cada arañazo, con una embestida más fuerte, buscando la fricción máxima, la anulación de todo pensamiento que no fuera el momento presente. La cabina se llenó del aroma a piel, sudor y el eco de sus jadeos, mientras el avión seguía su curso, ajeno a la tempestad que se desataba en su interior.
Con la vista nublada por el deseo, Karlo la levantó aún más, ajustando el ritmo de sus embestidas a los gemidos que Shawnee ya no se molestaba en contener. Ella, con una sonrisa salvaje en los labios, lo rodeó con sus piernas, apretando cada vez más, sabiendo que cada roce, cada suspiro que él le arrancaba, era un eslabón más en la cadena que lo ataba a ella.
Mío, pensó Shawnee, mientras sentía a Karlo gruñir contra su boca. Completamente mío, y ni aquella puta se me va a atravesar en el camino.
Sus manos se deslizaron por la espalda de Karlo, sus uñas marcando un rastro superficial pero ardiente sobre la piel sudorosa. Lo besó con una ferocidad que le cortó la respiración, saboreando el tequila y la excitación en su boca, un cóctel embriagador que prometía un olvido momentáneo. Se movió con una cadencia hipnótica, arqueando su cuerpo, sorprendiendo a Karlo con la elasticidad y la fuerza de su sensualidad.
Karlo se aferró a ella como a un salvavidas, sus pensamientos confusos, una mezcla de culpa y deseo puro. El cuerpo de Shawnee era un bálsamo, una distracción poderosa de la oscuridad que lo acechaba. La forma en que ella se movía, con esa seguridad felina, lo arrastraba a un abismo de sensaciones donde no había espacio para el duelo o el arrepentimiento.
Shawnee, sintiendo el clímax acercarse, intensificó sus movimientos, susurrando palabras obscenas y promesas vacías en el oído de Karlo, atándolo no solo al placer físico, sino a la fantasía de que ella era la única mujer capaz de darle esa clase de olvido.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Duro, mi amor... más fuerte. Siente cómo me lleno de ti. Cada embestida tuya me arranca un gemido, cada roce me exita más. Esto es nuestro, Karlo, solo nuestro. Tuya, soy tuya hasta el último aliento. Tómame, desgárrame, hazme tuya una y otra vez."
Karlo perdió la razón en ese momento, el placer era tan intenso que olvidó las promesas, el dolor, la lealtad. Solo existía Shawnee, su cuerpo, su voz, su salvaje abandono. Se entregó por completo, sus músculos tensos, su respiración agitada, mientras la embestía con una fuerza que lo vaciaba de todo.
Finalmente, con un gruñido ronco, se deshizo en ella, un grito silencioso que se perdió en el murmullo de los motores y los gemidos de Shawnee. Ella lo abrazó con fuerza, sus piernas aún entrelazadas, sintiendo el calor de su cuerpo que se relajaba sobre el suyo. El orgasmo la dejó temblorosa, satisfecha, con una sonrisa de triunfo en los labios.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Así me gusta, mi amor. Que hagas siempre lo que pido"
Karlo se quedó un momento, su frente apoyada en el hombro de ella, el aliento entrecortado. El arrepentimiento comenzó a filtrarse, frío y punzante, a través de la neblina del placer. Se separó lentamente, ajustando su ropa con movimientos torpes, intentando recomponer la fachada de indiferencia.
Karlo dice con acento siciliano, "Se acabó. Estamos llegando."
Shawnee sonrió, su mirada felina.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Esto nunca se acaba, Karlo. Solo se pone interesante."
Esto es solo el principio, mi Karlo, pensó, cerrando un momento los ojos. Cuando lleguemos a Turín, me aseguraré de que no vuelvas a mirar a esa zorra de Etna.
Le dio un beso rápido y provocador en el cuello, antes de separarse y arreglar su propio vestido. La azafata anunció el descenso. Karlo miró por la ventana, el paisaje de Turín apareciendo en la distancia.