Chocolate, secretos revelados y algo más.
Punto de vista: Bianca y Mássimo.
[La fábrica de chocolate Marttini ocupa tres naves industriales renovadas con arquitectura de ladrillo rojo del siglo XIX. Está cerca del río Po, en un barrio con una mezcla de almacenes antiguos y galerías modernas. Desde la calle se huele el chocolate tostado, la manteca de cacao, y vainilla.]La oficina de Mássimo está ubicada en el segundo nivel, con paredes de cristal que dan al piso de producción. Dentro hay pisos de madera pulida, una biblioteca con volúmenes de derecho y contabilidad, una cafetera automática, y un escritorio grande de roble macizo. Todo está ordenado con una estética austera y masculina: acero, cuero negro, cortinas beige. No hay fotos personales, pero sí una caja cerrada de puros cubanos y un cuadro de Turín nocturna en blanco y negro.
[Bianca entra sin tocar. Lleva una chaqueta ajustada beige claro y gafas de sol que se quita al cruzar la puerta. Hace calor afuera, pero adentro el aire es fresco, controlado. Su rostro está tenso. Acaba de saber algo que no puede callar.
Bianca lo mira de frente, sin papeles ni excusas
Dices con acento Genovés, "Me enteré esta mañana. me Lo confirmaron unos amicos de Catania. Estás enamorado de Leila Ferrari. "
Mássimo levanta la vista desde el portátil, se reclina en su silla de cuero
Mássimo dice con acento turinés, "¿Y? ¿Qué esperas que diga? "
Bianca se queda de pie, cruzando los brazos, lo observa como si buscara a alguien que conocía mejor.
Dices con acento Genovés, "Espero que lo pienses. Sabes quién es. Sabes de qué familia viene. Su apellido es pólvora, y tú estás jugando con fuego en medio de una guerra."
Dices con acento Genovés, "Matteo Ferrari puede estar enfermo, pero no está muerto. Y si se entera de que su hija se acuesta con un norteño..."
Mássimo se pone de pie con lentitud. Mide sus palabras, pero sin esconder la verdad
Mássimo dice con acento turinés, "No me acuesto con ella, Bianca. La amo. "
Mássimo se acerca al ventanal que da a las cintas transportadoras donde se enfrían los bombones
Mássimo dice con acento turinés, "Y hace cuatro días no sé nada de ella. No responde el móvil. Nadie en Sicilia me dice nada. Voy a ir allá. Esta tarde. Personalmente. "
Bianca casi da un paso atrás, pero no lo permite. Su voz se rompe apenas.
Dices con acento Genovés, "¿Vas a dejar todo esto por ella?"
Dices con acento Genovés, "¿La vas a poner por encima del negocio? ¿Por encima de mí?"
Dices con acento Genovés, "Mierda, Mássimo… ¿Cuándo cambió todo?"
Mássimo la mira por primera vez con franqueza total, sin ira, sin teatro
Mássimo dice con acento turinés, "Cambió cuando sentí que podía ser diferente con alguien. Cuando por primera vez no tenía que protegerme de la persona que dormía al lado.
Mássimo dice con acento turinés, "No estoy dejando nada. Pero si algo le pasa, no me lo voy a perdonar. Sicilia no es cualquier sitio. Ella está sola allá. Y tú sabes lo que pueden hacerle si alguien quiere destruírla. "
Bianca baja la mirada. Se sienta al fin, cansada. Le tiembla una pierna. Respira hondo antes de hablar.
Dices con acento Genovés, "No es solo por ti. Si tú caes… nos caemos todos. Esto no es solo chocolate. Son rutas, gente, pagos. Ya no somos solo tú y yo en un apartamento planeando operaciones. Esto es grande, Mássimo. Esto es peligroso."
Dices con acento Genovés, "y la ferrari no te combiene. "
Dices con acento Genovés, "¿Y si te está tendiendo una trampa?"
Bianca levanta la mirada con un gesto casi suplicante.
Mássimo se cruza de brazos, tenso. Su voz se vuelve baja, firme.
Mássimo dice con acento turinés, "Si lo es, la voy a sacar de Sicilia igual. Con vida o con sangre. "
Mássimo la mira cerio.
Mássimo dice con acento turinés, "deja el drama y vamos a la acción, como van los negocios y la entrega de la semana pasada.
Bianca frunce el ceño, se pone de pie lentamente. Camina hacia el escritorio de Mássimo, dejando un leve golpeteo de sus tacones sobre el parquet pulido. Recoje una carpeta negra que había dejado antes esa mañana sobre el escritorio. La abre y hojea los papeles mientras habla, sin despegar la mirada de los documentos.
Dices con acento Genovés, "La entrega de Milán llegó sin problemas. Rutas limpias. La Guardia di Finanza no asomó ni una patrulla. Los de Brera están contentos con la nueva calidad, dicen que el lote de fondente encubrió bien las piezas."
Dices con acento Genovés, "En Marsella, en cambio, hubo tensión. Dos idiotas quisieron robar la furgoneta antes de cruzar al puerto. Los nuestros los espantaron, pero no sin dejar rastro. Estamos revisando cámaras. No perdimos nada, pero hay que mover al chofer. Está nervioso."
Mássimo asiente despacio. Se ha movido hacia el mueble bar bajo la biblioteca. Saca un vaso bajo y sirve whisky sin preguntar. Lo empuja hacia Bianca, que lo acepta sin comentarios.
Mássimo dice con acento turinés, "¿Y el nuevo contacto en Zürich?"
Bianca toma un sorbo corto, apoya el vaso en la mesa y lo mira de frente.
Dices con acento Genovés, "Están dentro. Discretos, suizos como reloj. Solo piden puntualidad y silencio. Podemos blanquear mínimo quinientos mil al trimestre desde ahí. Pero hay que mandar a alguien que inspire confianza."
Mássimo camina de regreso al ventanal. Mira las líneas de producción abajo: los trabajadores con cofias blancas, el ritmo preciso de las máquinas. El olor a cacao sube levemente por el ducto de ventilación.
Mássimo dice con acento turinés, "Manda a Lorenzo. Él sabrá cómo moverse. Pero que no se meta con las mujeres del cliente esta vez."
Bianca levanta una ceja, sin sonreír.
Dices con acento Genovés, "Si Lorenzo mete la pata otra vez, no lo cubro más. Ya no estamos para escándalos internos."
hay un Silencio breve. Mássimo se cruza de brazos de nuevo, pero esta vez sus hombros bajan apenas. La tensión cambia. Su voz ya no es la del jefe, sino la del amigo.
Mássimo dice con acento turinés, "¿Y tú? ¿Estás bien?"
Bianca tarda un segundo en responder. Se apoya contra el borde del escritorio. El vaso aún en su mano.
Dices con acento Genovés, "No. Pero lo estaré. No me gusta que me excluyas, Mássimo. Nunca lo hiciste antes."
Mássimo la observa unos segundos más. No dice nada. Solo toma su chaqueta del perchero. Camina hacia la puerta, pero se detiene al llegar al marco.
Mássimo dice con acento turinés, "Cuando vuelva de Sicilia, hablamos de todo. Como antes."
Dices con acento Genovés, "Si vuelves..."
Él gira un poco la cabeza, sin sonreír, sin tristeza. Solo convicción.
Mássimo dice con acento turinés, "Voy a volver."
Mássimo buscará a Leila y encuentra algo más crudo.
Mássimo sale de la oficina por la escalera lateral de hierro con paso firme. Lleva una chaqueta de lino gris claro sobre una camisa blanca abierta al cuello. Detrás de él, casi en sombra, lo sigue Rodrico —alto, moreno, con la mandíbula cruzada por una vieja cicatriz. es Leal a Mássimo desde los viejos tiempos, lo sigue sin hablar, pero atento a cada gesto.Mássimo se detiene junto a la primera camioneta. Mira a Rodrico, sin rodeos.
Mássimo dice con acento turinés, "Prepárate. Salimos esta noche a Sicilia. Quiero dos camionetas, ocho hombres. Nadie que hable más de la cuenta."
Rodrico asiente. Mira su reloj. Toma nota mental sin sacar nada del bolsillo.
Rodrico dice con acento Turinés, "¿A qué parte de la isla, jefe?"
Mássimo aprieta la mandíbula antes de hablar. Mira el horizonte, como si pudiera ver el mar desde ahí.
Mássimo dice con acento turinés, "Primero Catania. Después Palermo. Quiero saber si hay alguna puta guerra que me hayan ocultado. Si hay movimiento de los Russo, de los Savoca, o de los propios Ferrari. Si Leila está en medio… la saco de ahí. No importa cómo."
Rodrico dice con tono bajo, directo, "Entendido. ¿Y si no está en Catania?"
Mássimo lo mira con una mezcla de agotamiento y rabia contenida.
Mássimo dice con acento turinés, "Entonces peinamos la isla. Hablen con los nuestros en Messina, con los pescadores del puerto viejo. Quiero saber si alguien la vio. Si la movieron. Si la esconden."
Rodrico se acerca un poco más, baja la voz. Hay respeto en su tono, pero también preocupación.
Rodrico dice con acento Turinés, "¿Y si está muerta?"
Mássimo lo fulmina con la mirada. No grita. No necesita hacerlo.
Mássimo dice con acento turinés, "No está muerta."
Mássimo dice con acento turinés, "Y si alguien se atrevió a tocarla, voy a arrasar esa ciudad calle por calle."
Rodrico asiente una vez más. Da media vuelta sin más palabras y empieza a dar órdenes por el intercomunicador adherido al cuello de su chaqueta.
[Mássimo se queda allí un momento. El viento trae olor a chocolate y gasoil. Saca un cigarro. Lo enciende con calma. Mira hacia el cielo claro de la primavera turinesa. Un instante de duda en sus ojos. Solo un segundo.
horas más tarde.
Rodrico dice con acento turinés, "Jefe. Tenemos confirmación. Es Palermo."
Mássimo levanta la vista de un mapa que ha extendido sobre la mesa de roble. Tiene las rutas marcadas con bolígrafo rojo, nombres escritos en código. No dice nada, solo espera.
Rodrico continúa, sin dudar.
Rodrico dice con acento turinés, "Hay un enfrentamiento. Empezó hace una hora. Célula traidora de la 'Ndrangheta. Se aliaron con un grupo local que quiere desestabilizar a los Ferrari. Creen que Leila es el blanco. Están intentando matarla ahora mismo."
Mássimo cierra el mapa con una mano. Sus ojos cambian. Se levantan las sombras. Solo queda la furia.
Mássimo dice con acento turinés, "¿El viejo Matteo hace algo?"
Rodrico niega con la cabeza. Su voz es baja.
Rodrico dice con acento turinés, "Nada. No ha salido de su finca. Nadie se mueve de la familia. La están dejando sola."
Mássimo lanza el mapa contra el ventanal. Rebota sin romperse. Camina hacia el perchero, toma su abrigo de cuero negro. No es el de negocios. Es el de guerra. El que usaba en Albania, en Kosovo, en Milán la noche que todo comenzó.
Mássimo dice con acento turinés, "Prepara a todos. Salimos en diez minutos. Llévate los rifles largos, el blindado, y las máscaras. No quiero que sepan quiénes somos hasta que estemos encima."
Rodrico asiente, sin parpadear. Da media vuelta, pero se detiene antes de salir.
Rodrico dice con acento turinés, "Vamos a entrar en zona caliente, Mássimo. ¿Estás seguro?"
Mássimo se acomoda el abrigo. Mira su reflejo en el cristal, detrás la fábrica sigue produciendo chocolate como si el mundo no estuviera a punto de arder.
Mássimo dice con acento turinés, "Estoy más que seguro."
Mássimo dice con acento turinés, "Y si alguien la toca, lo entierro con mis propias manos."
Rodrico desaparece por la escalera. Afuera, se oye el encendido de los motores. El sonido metálico de cargadores ajustándose. Órdenes cortas. Preparación militar.
[Mássimo baja al estacionamiento. Su presencia cambia la atmósfera. Los hombres lo miran, algunos se cuadran instintivamente. No habla. Solo se sube a la primera camioneta. Rodrico sube al lado opuesto. Dos hombres delante. Dos detrás.]
El convoy arranca como una serpiente negra entre las sombras industriales del barrio. El cielo se ha vuelto gris. La noche cae sobre Turín.
Varias horas de viaje después.
Las luces de la autopista pasaban como cuchilladas de neón sobre el rostro de Mássimo. Iba en silencio, en la parte trasera del blindado negro, con las piernas separadas, los codos sobre las rodillas, la cabeza gacha. El motor rugía, pero dentro solo reinaba el peso del silencio. Rodrico lo observaba de reojo, sin atreverse a hablar.
Mássimo dice con acento turinés, "¿Ninguna novedad?"
Rodrico negó con la cabeza. Afuera, la costa siciliana se dibujaba en sombras bajo un cielo de tormenta.
Rodrico dice con acento turinés, "Solo que hubo un tiroteo en el puerto. Varios muertos. Creen que fue una emboscada. Pero Leila… Leila salió viva."
Mássimo apretó los puños. Cerró los ojos. El alivio no alcanzaba a borrar la angustia.
Mássimo murmuró con acento turinés, "¿Viva, pero a qué costo…?"
Las ruedas del convoy crujieron al girar hacia el puerto. El olor a pólvora, sangre y mar se mezclaban en el aire. Apenas bajaron, el escenario los recibió como un cementerio de guerra. Cuerpos de hombres de la 'Ndrangheta yacían en el suelo, con los rostros cubiertos y los pechos abiertos.
Mássimo bajó de la camioneta y caminó a paso lento.
Karlo, uno de los hombres más leales a Leila, hablaba con ella, sin notar aún la presencia de Mássimo.
Karlo dice con acento siciliano, "Siempre está dispuesto a dar la vida por ti, jefa. Pero no es justo…"
Leila lo interrumpió con una exhalación profunda, una que parecía vaciarle el alma.
Leila bajó la mirada al suelo.
Leila Dice con acento siciliano, "No sé qué estoy haciendo, Karlo…"
Karlo frunció el ceño, mirándola sorprendido. Era la primera vez que la oía decir esas palabras.
Leila Dice con acento siciliano, "No sé si estoy liderando o sobreviviendo. No sé si estoy matando o vengando."
Leila suspira profundamente.
Leila Murmura con acento siciliano, "Y, lo peor es que..."
Leila Dice con acento siciliano, "No sé si... si puedo elegir entre Pietro y Mássimo… porque con uno ardo… y con el otro… me quiebro..."
Un silencio pesado cayó sobre ellos. Las palabras quedaron flotando como humo entre ruinas. Karlo no supo qué decir. Y eso, en él, era raro.
Karlo dice con acento siciliano, "No tienes que elegir ahora, pero sí pensarlo después."
El zumbido de las ruedas metálicas de la camilla al ser empujada interrumpió el momento. Pietro, inconsciente, era trasladado hacia el blindado negro que esperaba con las puertas abiertas.
Una voz seca, cortante y varonil cortó el ambiente como un cuchillo.
Mássimo dice con acento turinés, "Pues escucha tu corazón, Leila."
Ella giró con brusquedad. Sus ojos se clavaron en los de Mássimo como si acabara de despertar de una pesadilla. Él avanzaba entre los cuerpos como un espectro de guerra, vestido con ropa militar, botas altas, la mirada afilada. Lo seguían Rodrigo y media docena de hombres armados.
mássimo dice con acento turinés, Vine con el objetivo de ayudar; me preocupé cuando no contestaste mis llamadas y no tardé mucho en investigar lo que estaba pasando, pero creo que llegué un poco tarde. Aún así, esa no es nuestra prioridad ahora. Dónde le dieron.
mássimo se acercó hasta ella, de forma calmada, pero sin lentitud
Leila con un hilo de voz, bajando la mirada.
Leila Dice con acento Siciliano, Costado izquierdo. Hígado.
mássimo aciente afirmatibamente.
mássimo dice con acento turinés, bene, ayudaré almenos con equipo médico.
Leila Dice con acento Siciliano, "amore. "
mássimo la mira directaménte, no es por mucho tiempo pero lo hace. en sus ojos solo hay comprención, áun que claro, ocultando el inmenso dolor que sintió al escucharla.
Leila, sintiendo que las defensas se le resquebrajaban una a una, cerró los ojos y respiró profundamente. Luego se incorporó lentamente, como si las heridas no fueran físicas, sino invisibles y profundas.
mássimo dice con acento turinés, dime.
Leila Dice con acento Siciliano, "“Pietro está herido porque yo mandé esa misión. Si muere… si él muere, será culpa mía. "
Mássimo suspiró, y la volvió a mirar, pero esta vez, directamente a los ojos.
Leila Dice con acento Siciliano, "No estarás pensando que él y yo tenemos algo cierto. "
Mássimo dice con acento turinés, "pietro está erido por que mas allá de hacer su trabajo, no le inporto dar su vida por salvar otra, leila, eso, es lo que deverías de pensar"
Mássimo niega con la cabeza.
Mássimo dice con acento turinés, "pero con lo que oí, tal vez ese ecenario sea posible, sierto?"
Leila Niega con la cabeza.
Mássimo la miró, en sus ojos no avía furia, ni reproche, solo duda. una duda que le deboráva el alma y que se sumaba a su ya deporsí larga lista de problemas.
Mássimo dice con acento turinés, "te diré una cosa, leila"
Leila lo mira aún enamorada, aún lo ama pero algo dentro de ella está haciendo que se sienta temerosa de perder a Pietro.
Leila Dice con acento Siciliano, "amore no"
Mássimo dice con acento turinés, "En los combates no solo se requiere fuerza, se requiere inteligencia; pero no solo para la estrategia, Leila, sino estrategia emocional. Cómo se espera que un guerrero logre salir victorioso cuando no está bien consigo mismo. Cuando rompí tu coraza, o al menos lo intenté; cuando te negabas a sentir algo; cuando le uías a todos, no imaginé que estuvieras tan indefensa. Pero no estás en defensa porque seas débil; estás indefensa porque así lo quieres y porque no estás en paz contigo misma, y eso, en la guerra que estás enfrentando, puede ser tu perdición."
Leila Dice con acento Siciliano, "Mi padre está haciendo todo para romperme amore. "
Mássimo dice con acento turinés, "lo se"
Leila Dice con acento Siciliano, "mataron a mi megliore amico. "
Mássimo suspira profundamente.
Leila Dice con acento Siciliano, "solo están aquí todos ellos para cazarme, como se supone que esté"
Mássimo Suspiró y se acercó para abrazarla. Se acercó para darle el apoyo, esa fuerza interior que necesitaba. No se la podía negar; primero, por el amor que sentía por ella, y segundo, porque sabía que la necesitaba y sería muy cruel de su parte no dársela solamente por una confusión.
Leila lo abraza derrumbándose en su pecho.
Leila Murmura con acento Siciliano, "odio que me veas así, con tanta sangre sobre mí."
el médico y Karlo sacan a Pietro en la camilla montándolo en la camioneta.
Mássimo dice con acento turinés, "Fuerte, Leila, tienes que estar lo más fuerte posible. Porque al no mostrar fortaleza, lo único que estás haciendo es facilitarle la tarea a tu padre. No, no estoy diciendo que te pongas esa estúpida coraza; ya viste que si no era yo, alguien más le iba a romper. Pero tienes que estar en paz contigo misma; tienes que enfrentar la guerra, sabiendo a quién tienes a tu lado, sabiendo qué sientes y sabiendo quién eres. Tu padre pelea por odio, por ambición, solamente por poder. Tú vas a seguir sus pasos; vas a pelear por un objetivo vacío?. "
Dices con acento Siciliano, "io no sono así. "
Leila entre el llanto analiza sus palabras. Y, efectivvamente sabe que con mássimo se siente amada y segura. Lo ama con intensidad con pasión. Pero entonces qué es lo que Pietro le produce, como le dijo a Karlo Pietro hace que sus sentimientos se quiebren.
Mássimo dice con acento turinés, "leila"
Mássimo dice con acento turinés, "hase esta pregunta, quien eres, quien es leila ferrari. con quien cuenta, que ciente, con quien está, y quien quiere ser reálmente"
Suspiras profundamente.
Leila Dice con acento Siciliano, "está, bene..."
Mássimo acarició lentamente su cavello, otorgándole un jesto de amor y seguridad.
Ella seguía abrazada al pecho de Mássimo, con la frente presionada contra su clavícula. Su respiración era irregular, cargada de una angustia contenida demasiado tiempo. Las palabras de él seguían girando en su mente como cuchillas dulces: verdad, dolor y consuelo al mismo tiempo.
Mássimo no dejó de abrazarla en ningún momento, hasta que en cierto momento, la solto léntamente
Mássimo dice con acento turinés, "anda"
Mássimo dice con acento turinés, "ve a verlo. "
Ella lo soltó suavemente, dando un paso atrás, limpiándose el rostro con el dorso ensangrentado de la mano. Su blusa seguía manchada. Su piel olía a pólvora, a muerte… pero sus ojos, esos ojos de esmeralda encendidos por el fuego del alma, volvieron a levantar la mirada. Firme, aunque dolida.
LEILA con un hilo de voz, pero nítida
Leila Dice con acento Siciliano, "es que. "
Mássimo clabó su mirada en sus hermosos esmeraldas.
Mássimo dice con acento turinés, "que, leila, que es lo que tienes o quieres decirme"
Leila Dice con acento Siciliano, "No me había permitido sentir, Mássimo. No por matteo. No ni por Pietro. Y ahora…"
Mássimo dice con acento turinés, "ahora no saves que es lo que deves centir?"
Leila Se interrumpió. El nombre le pesó como plomo. Miró hacia la camioneta donde Pietro yacía, inmóvil. La puerta aún abierta dejaba ver el rostro pálido, el vendaje improvisado que cubría su costado. Una parte de ella quería salir corriendo detrás de ese vehículo. Otra… se sentía anclada ahí, en los brazos de Mássimo.
Mássimo dice con acento turinés, "ahora no saves que es lo que cientes en realidad? ahora estás comfundida, cierto?"
Mássimo miró la ecena con dolor, pero trató de recomponerse.
Mássimo dice con acento turinés, "vé"
Leila dio un paso hacia la camioneta. Mássimo no la detuvo. Solo la siguió con la mirada, esa que tenía el peso de la guerra, pero también de una ternura rota.
Ella se detuvo frente a la puerta abierta. Pietro, pálido, con los párpados caídos y el rostro cubierto de sudor, parecía más un niño perdido que un soldado.
Leila le tomó la mano.
Leila dice con acento siciliano, "Estoy aquí, Pietro… no te vayas. No ahora."
El conductor miró a Mássimo, esperando una orden.
Mássimo asintió en silencio.
Rodrigo dio la señal, y el motor arrancó.
Leila subió sin mirar atrás.
La puerta se cerró. El vehículo arrancó lentamente, alejándose del puerto teñido de rojo.
Mássimo se quedó de pie. Solo. Las botas manchadas con la sangre de otros.
El viento costero trajo consigo el olor agrio de la pólvora mojada.
Rodrico se le acercó en silencio.
Rodrico dice con acento turinés, "¿Qué haremos ahora, jefe?"
Mássimo tardó en responder.
Mássimo dice con acento turinés, "Limpiar esto. Interrogar a los sobrevivientes. Y asegurarnos de que ninguno de los bastardos de Matteo vuelva a tocar a Leila. "
Rodrico asintió y comenzó a dar órdenes.
Mássimo no se movió. Su mirada seguía clavada en la carretera donde el blindado desaparecía con Leila y Pietro. Dentro de él, el corazón ardía. Pero no por celos. Por pérdida. Por impotencia. Por el amor que aún sentía… y que quizás no volvería a tocar. Mássimo murmuró con acento turinés, "Si te elige a ti, Pietro… más te vale que no la rompas."