"Vittoria: La Reina del Caos"

Aquí se irán publicando las escenas de rol tanto de trama principal, como las que querais publicar los jugadores. Debido a la naturaleza de este foro, si se admite contenido NSFW.
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Larabelle Evans
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"Vittoria: La Reina del Caos"

Mensaje por Larabelle Evans »

¿Y quien dice que no puedo romper las reglas?

Punto de vista: Vittoria Martini.

Era una mañana soleada en Turín, y el bullicio de estudiantes llenaba los pasillos del instituto. El aroma a café y croissants flotaba en el aire, pero para Vittoria Martini, todo esto era solo un telón de fondo mientras caminaba por el pasillo, con su usual aire de desinterés. A su lado, Gemma "La Bella" Rossi no paraba de hablar sobre su última compra en Milan, mientras Marco "El Hacker" Di Marco revisaba algo en su teléfono con una mirada concentrada. Mirabella "La Artista" Ferrara, algo apartada, garabateaba en su cuaderno, y Luca "El Atleta" Ventura estaba en su usual estado de aparente calma, aunque no parecía poder evitar sonreírle a cualquier chica que pasaba por su lado.
Vittoria, con su actitud desafiante, caminaba como si el mundo entero se abriera ante ella. Hoy no era un día común. Habían planeado meterse en un pequeño lío para pasar el rato. Se sentía invencible, acompañada de su grupo de amigos que siempre estaban listos para seguirla en sus locuras.
“Vittoria, ¿en serio vamos a hacer esto?” preguntó Mirabella, levantando la vista de su cuaderno. "No me gusta cuando haces estas cosas, sabes que podría salir mal."
Vittoria la miró de reojo, sus ojos brillando con una mezcla de arrogancia y diversión. “¿Qué, tienes miedo? Relájate, Mirabella. Lo peor que puede pasar es que alguien termine con un par de problemas. Nada que no podamos manejar."
Gemma, que siempre sabía cómo sacar ventaja de cualquier situación, sonrió de manera astuta. “Lo que no me gusta es que no lo hagamos a lo grande. Si vamos a robar un examen de matemáticas, al menos hagámoslo de manera profesional."
Marco se rió, ajustando sus gafas mientras deslizaba su dedo por la pantalla del teléfono. “No te preocupes, Gemma, ya estoy trabajando en ello. La impresora en el aula de informática está justo donde necesitamos. Esto va a ser pan comido."
Vittoria, confiada en el plan de Marco, se encogió de hombros. “Vamos, será divertido. Luego, de paso, podemos robarles algunas respuestas a esos idiotas que se creen tan listos.” Miró a Luca, que estaba sonriendo como siempre, pero ahora parecía algo inquieto. “Tú, Luca, ¿no vas a ayudar o vas a quedarte ahí siendo un atleta con la cabeza en las nubes?”
Luca levantó las manos en señal de rendición. “Está bien, está bien. ¿Qué necesitas de mí?”
En ese momento, un profesor cruzó el pasillo y Vittoria lo miró con desdén. “Este lugar es una broma. Vamos a mostrarles a todos quién manda aquí,” dijo, casi como un susurro, pero con una autoridad que solo ella podía tener.
La campana sonó, y el grupo se dirigió al aula de matemáticas con paso firme, ya sabían que estaban cruzando una línea peligrosa, pero en el mundo de Vittoria, esa era la única forma de sentirse viva. Mientras caminaban, un pensamiento cruzó por la mente de Vittoria. Tal vez, solo tal vez, hoy las cosas no salgan como las planeamos...
Pero no podía volver atrás ahora. ¿Qué serían las reglas de la vida si no las rompía ella misma?
El grupo llegó al aula de matemáticas con el timbre de la campana todavía resonando en sus oídos. Era una sala clásica, con pupitres de madera desgastada y una pizarra llena de ecuaciones difíciles que nadie realmente se molestaba en entender. Vittoria entró con su paso seguro, como si fuera la reina del lugar. Sus amigas la seguían, cada una con su propio aire, pero todas sabían lo que estaba en juego. El plan estaba en marcha.
“Marco, ¿está todo listo?” preguntó Vittoria, mirando al hacker que, aunque parecía distraído, estaba totalmente enfocado en su misión.
Marco sacó su teléfono y sonrió de manera cómplice. “Todo listo. Sólo tienes que distraer al profesor, como siempre, y yo me encargaré del resto. Puedo hackear la impresora en cinco minutos. Nadie sabrá que tuvimos algo que ver.”
Vittoria asintió con confianza. “Deja eso en mis manos,” dijo, lanzando una mirada desafiante a Gemma. “Tú, Gemma, tú haces lo tuyo. Hazle creer a todos que eres la chica más brillante de la clase, como siempre.”
Gemma sonrió, su rostro maquillado con sutileza pero siempre perfecto. “Deja eso a mí, querida. Es solo cuestión de saber cómo mover las piezas.”
Mirabella, aunque algo reacia, observaba con desaprobación. “¿Estás segura de que esto es lo correcto? ¿Por qué no simplemente estudiar como todos los demás? El dinero no puede arreglar todo, Vittoria."
Vittoria la ignoró, centrándose en lo que realmente importaba: salir con su victoria. No tenía tiempo para las críticas filosóficas de Mirabella. "Cállate y disfruta el show. Algunos de nosotros preferimos hacer las cosas a nuestra manera."
El profesor, un hombre canoso que ya se veía algo aburrido por su rutina diaria, entró en el aula y, como siempre, se dirigió directamente hacia su escritorio. Sin prestarle mucha atención a los estudiantes, comenzó a organizar sus papeles, completamente ajeno a lo que se estaba fraguando detrás de él.
Vittoria se levantó de su pupitre con una sonrisa arrogante. Se acercó al profesor, con la mirada fija en él, sabiendo que tenía que ser rápida. “Profesor Rossi, ¿me permite hablar con usted un momento? Es sobre mi calificación, realmente estoy preocupada por mis notas,” dijo con un tono dulzón, fingiendo una timidez que no sentía en lo más mínimo.
El profesor, un hombre ya veterano que había visto pasar miles de alumnos, levantó la vista, visiblemente cansado. “Vittoria, no es hora de hablar de eso. Estamos a punto de comenzar la clase.”
Pero Vittoria no se dio por vencida. Con un suave toque en su brazo, continuó, esta vez más insistente. “Por favor, profesor, sé que tiene muchas preocupaciones, pero… podría ayudarme si me da solo unos minutos. Estoy segura de que puedo mejorar.”
El profesor, casi sin darse cuenta, cedió. “Está bien, pero solo unos minutos. Luego regrese a su puesto.”
Mientras Vittoria mantenía al profesor ocupado con sus "preocupaciones académicas", Marco aprovechó el momento para deslizarse discretamente hacia la computadora del profesor, ya conectada a la impresora. En cuestión de segundos, comenzó a hackear la red, su rostro iluminado solo por la luz de la pantalla.
Gemma, desde su pupitre, observaba a los demás, asegurándose de que nadie sospechara lo que sucedía. Luca, sentado atrás, parecía disfrutar el caos mientras charlaba con algunos compañeros, sin mostrar ninguna señal de nerviosismo. Mirabella, en cambio, no podía evitar mirar con incomodidad a su amiga. Pero no dijo nada más.
Unos minutos después, Marco levantó la cabeza, sonriendo con una mezcla de satisfacción y arrogancia. “Está hecho,” dijo en voz baja. “Los exámenes están impresos y listos para ser distribuidos.”
Vittoria, sin perder un segundo, se acercó a su grupo y les entregó las copias del examen. “Así se hace,” dijo con una sonrisa triunfante, mientras el profesor regresaba a su escritorio, ajeno a la conspiración que se había fraguado en su propia clase.
Pero justo cuando todos pensaban que lo habían logrado sin problemas, un estudiante, notoriamente nervioso y observador, levantó la mano.
“Profesor Rossi, ¿por qué las preguntas del examen están diferentes de las que vimos en clase ayer?”
El silencio cayó en la sala. Vittoria sintió cómo su corazón dio un pequeño vuelco. Todos en el aula miraron al profesor, quien frunció el ceño, comenzando a sospechar.
“¿Qué quieres decir con eso, Luca?” preguntó el profesor, mirando al chico que había hablado.
Vittoria se tensó, su mirada calculadora al instante. Esto podría ser un problema.

Luca, el chico que había levantado la mano, se dio cuenta rápidamente de que su comentario había echado a perder la perfecta operación que había logrado Vittoria. Su sonrisa, que antes era confiada, se desvaneció mientras observaba al profesor, quien ahora comenzaba a caminar hacia la mesa del grupo de Vittoria, claramente sospechando algo.
“¿Qué quieres decir con eso, Luca?” repitió el profesor, ahora más alerta, con una mirada fija en los exámenes recién impresos sobre la mesa. Todos en el aula estaban mirando con expectación, y la tensión aumentaba con cada segundo.
Vittoria, que no perdía la calma ni en los momentos más peligrosos, se levantó con total naturalidad, como si no hubiera ocurrido nada. "Profesor, claro que son las mismas preguntas," dijo, forzando una sonrisa mientras tomaba uno de los exámenes y lo mostraba al grupo. “Tal vez Luca se ha confundido, es tan distraído a veces. Puede que no haya estudiado lo suficiente."
Mirabella, que ya sentía la tensión en el aire, se cruzó de brazos y miró a Vittoria con desaprobación. "Vittoria," murmuró, "esto está mal. Si el profesor descubre lo que estamos haciendo, podríamos..."
"¡Cállate, Mirabella!" interrumpió Vittoria en un susurro feroz, pero con voz firme. "Esto se resolverá rápido. Relájate."
Luca, al ver la dirección en la que iban las cosas, intentó suavizar el momento, levantándose para hablar con el profesor. “Profesor, estaba bromeando. No es nada importante, realmente. Todo está bien.” Pero su tono no convenció a nadie, ni a los compañeros, ni mucho menos al profesor.
El profesor se detuvo frente a su mesa, mirando a todos los estudiantes con sospecha. “A ver, ¿por qué no me lo explican entonces? Esto no parece normal,” dijo, levantando las cejas mientras sus ojos se fijaban directamente en Vittoria. Ella lo sabía, era cuestión de tiempo antes de que las piezas encajaran.
Fue Marco quien actuó de inmediato. Aprovechando que el profesor estaba distraído con el grupo, se levantó y con un movimiento rápido, apagó la computadora del docente. Todo sucedió en un parpadeo, pero el profesor se volvió hacia él, aún más confundido.
“¿Qué hiciste?” preguntó el profesor, pero Marco le respondió con una sonrisa astuta.
“Lo siento, profesor. La computadora debe haberse congelado. Estos sistemas tienen esos problemas a veces.” Marco lo dijo con una calma tan natural que incluso Vittoria tuvo que admirar la destreza del chico. "Lo arreglaré enseguida."
Pero el daño ya estaba hecho. Aunque el profesor no tenía pruebas, la sospecha estaba en el aire. Vittoria, sabiendo que el momento era crucial, decidió actuar con audacia.
"Profesor, ¿realmente cree que necesitaríamos hacer algo así?" dijo con una sonrisa encantadora mientras se acercaba al hombre. "Somos solo chicos de 16 años, solo queremos aprobar y hacer nuestro trabajo."
El profesor, aún desconcertado pero sin pruebas claras, frunció el ceño. “Vittoria, esta actitud tuya es sospechosa. Espero que no estemos cruzando límites aquí.”
Vittoria se mantuvo firme, sin perder su postura desafiante. "¿Límites? ¿Qué límites? Yo solo intento pasar esta clase como cualquiera de los demás." Se giró hacia su grupo de amigos y les hizo una señal con la mano. "Nos vamos. Esto no tiene sentido."
El profesor la miró fijamente, pero no dijo nada más. Sabía que sin evidencia sólida, no podía hacer mucho. Al final, la campana sonó y todos los estudiantes comenzaron a recoger sus cosas. El ambiente estaba cargado de tensión.
Vittoria, mientras recogía sus libros, no podía evitar sentir un poco de adrenalina. Habían salido de esta, por ahora. Pero lo sabía, ya era cuestión de tiempo antes de que alguien comenzara a investigar más a fondo.
“¿Ves, Mirabella?” dijo Vittoria, mientras caminaba hacia la puerta. “Esto es solo otro juego. Y si vamos a jugar, mejor hacerlo bien. La próxima vez, no dudes tanto.”
Mirabella la miró, claramente molesta pero resignada. “Espero que no te arrepientas de esto.”
Gemma, que hasta ese momento había estado observando con una sonrisa complacida, dio un paso hacia Vittoria. “Eso estuvo cerca. Pero lo hicimos, y eso es lo que importa. Nadie va a cuestionarnos. No ahora.”
Luca, que se sentía incómodo por el giro de los acontecimientos, sacudió la cabeza. "La próxima vez, no jodamos con el examen, ¿vale? No me gusta esta presión."
Marco, siempre en su mundo, se quedó atrás un momento, mirando la computadora del profesor que todavía estaba apagada. “Es un juego peligroso. Pero bueno, como dijo Vittoria, nadie se dará cuenta.”
Con el grupo de amigos reunido en la puerta, Vittoria dio un último vistazo al aula. El profesor aún se encontraba al fondo, con la cabeza baja, como si tratara de entender qué acababa de suceder.
"Nos vamos," dijo Vittoria, con voz autoritaria. "Esto ya está hecho."
Mientras salían del aula, todos sabían que, aunque se habían salido con la suya esta vez, la situación no terminaría ahí. El instituto tenía sus propios secretos y reglas, y Vittoria sabía que en su vida, siempre había que estar un paso adelante.
El sol de la tarde comenzaba a ponerse sobre los tejados de Turín, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa. Los chicos salieron del instituto, cada uno con una mezcla de alivio y adrenalina. Aunque la amenaza del profesor seguía rondando en el aire, por ahora, habían logrado zafarse de la situación.
Vittoria caminaba al frente, con paso firme, como siempre, con una actitud desafiante y segura de sí misma. Los demás la seguían, algunos con menos convicción, pero todos conscientes de que, por alguna razón, todo en su vida giraba alrededor de ella.
"¿Cómo lo ves, Gemma? ¿Lo conseguimos?" preguntó Vittoria, mirando a su amiga, que había sido clave para mantener la fachada de normalidad en el aula.
Gemma sonrió, una sonrisa astuta que nunca perdía. "Obvio. Lo que no entiendo es por qué te arriesgas siempre a jugar con fuego, Vittoria. Eres como un maldito imán para problemas."
Vittoria levantó una ceja. "¿Y qué? No me asustan los problemas, Gemma. Lo único que me asusta es perder."
Marco, que caminaba unos pasos detrás, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta. "A mí no me preocupa el profesor. Me preocupa más si alguien descubre lo que hicimos con la impresora. Eso sí que podría ser un lío de verdad."
Vittoria se giró para mirarlo, su expresión seria pero calculadora. "Relájate, Marco. Si alguien quiere abrir la boca, ya les habrá quedado claro que esto no fue una coincidencia. Y en cuanto a la impresora, ya sabes que no me dejo atrapar. Los expertos siempre saben cómo borrar las huellas."
"Sí, claro," dijo Marco, sonriendo de manera enigmática. "Es lo que me gusta de ti, Vittoria. Siempre estás un paso adelante."
Mientras tanto, Mirabella, que había caminado en silencio hasta ese momento, no podía evitar sentirse incómoda por el desenlace de la situación. Aunque no estaba dispuesta a mostrarlo, no le gustaba esa sensación de estar constantemente al límite.
"Lo que no entiendo," comenzó Mirabella, mirando a los chicos con una expresión seria, "es por qué no pueden hacer las cosas de manera normal. ¿Por qué siempre recurrir a estos trucos? Hay formas más sencillas de conseguir lo que queremos."
Vittoria la miró con desdén. "Lo normal es para los mediocres, Mirabella. Yo no quiero ser como ellos. Y si quieres estudiar y ser aburrida, allá tú, pero no esperes que me quedé atrás por miedo a romper las reglas."
Mirabella suspiró, pero no dijo nada más. Sabía que, en el fondo, cualquier intento de hacerla cambiar de opinión sería inútil.
Al salir por la puerta principal del instituto, el aire fresco de la tarde les dio la bienvenida. La ciudad estaba llena de vida, con gente caminando por las calles, coches pasando rápidamente y el bullicio de las terrazas cercanas llenas de estudiantes y turistas. En el horizonte, las montañas de los Alpes se veían como una sombra distante, majestuosa pero ajena al caos de la ciudad.
Luca, que parecía haber dejado atrás sus dudas, se acercó a Vittoria con una sonrisa relajada. "Oye, ¿quién quiere una fiesta esta noche? He escuchado que hay una en el centro, y podría ser divertida. Es lo que necesitamos después de este desastre, ¿no?"
Vittoria lo miró con una sonrisa de complicidad. "Eso suena perfecto. Es lo que necesito, en realidad. No hay mejor manera de celebrar que con un poco de diversión. Tú siempre sabes cómo proponer algo bueno, Luca."
Gemma también se unió a la conversación, su voz llena de entusiasmo. "¡Yo me apunto! Pero que sea algo grande, algo que nos haga destacar. No quiero que nadie se olvide de nosotras."
"Perfecto, ya tenemos plan entonces," dijo Vittoria, sacando su teléfono móvil. “Voy a mandar algunos mensajes y asegurarnos de que esta noche sea memorable. Todo el mundo tiene que saber que la fiesta la anvientaremos nosotras.”
Mientras caminaban hacia la salida del instituto, Vittoria se sintió como siempre: en control, lista para dominar su mundo. Pero en su interior, un pensamiento inquietante seguía rondando. Esto no se va a quedar así por mucho tiempo. Alguien va a investigar lo que pasó en la clase de matemáticas. Pero mientras tanto… mejor disfrutar.
Con una sonrisa maliciosa, se giró hacia su grupo. "Chicos, esta noche va a ser épica. Y el instituto puede esperar. Nadie nos va a detener."
Larabelle Evans
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De compras antes de la fiesta.

Punto de vista: Vittoria.

El aire en el centro comercial de Turín estaba lleno de energía y exclusividad. Los escaparates relucían con prendas de lujo, mientras que las dos chicas, Vittoria y Gemma, recorrían las tiendas con una actitud tan desinhibida que atraían miradas curiosas por donde pasaban. Vittoria caminaba a su propio ritmo, como siempre, con la cabeza alta y una sonrisa segura, como si el mundo fuera suyo por conquistar. Su cabello rubio platinado brillaba bajo las luces del centro comercial, y su presencia era como una explosión de energía en medio de la multitud.
Gemma, más calculadora y elegante, la seguía de cerca, su estilo sofisticado y sus pasos firmes proyectando una aura de autoridad. A pesar de ser su mejor amiga, Gemma tenía siempre la habilidad de hacer todo parecer effortless, como si nada fuera tan importante como su perfección.
"Vittoria, ¿de verdad necesitas más ropa? Este es el cuarto vestido que eliges," dijo Gemma con una risa de diversión, pero también con una mirada crítica. "Tienes toda la ropa que el mundo podría desear."
Vittoria la miró con una sonrisa juguetona, cruzando los brazos sobre su pecho. "Y lo necesito, Gemma. La gente no puede dejar de mirarme. ¿Qué sentido tiene ir a la fiesta si no destaco? No quiero ser como esas chicas aburridas y planas que se conforman con lo que tienen."
Gemma levantó una ceja, haciendo un gesto con la mano como si de alguna forma estuviera aceptando el reto. "Tienes razón. Nadie va a robarte protagonismo esta vez. Pero, por favor, no hagas que todo el centro comercial sepa que estás aquí, no es necesario ser tan obvia."
Vittoria rió y caminó hacia el área de vestidos de noche, donde un conjunto de vestidos brillantes captó su atención de inmediato. "¿Obvia? Gemma, querida, ser obvia es mi arte. Además, ¿quién no quiere ver qué tiene para ofrecer la hija de Martini?" Su tono era provocador, pero había una chispa de orgullo detrás de sus palabras.
Gemma rodó los ojos, pero no dijo nada más. Sabía que era inútil discutir con Vittoria cuando se ponía así. "Tienes razón. Vamos a hacer que todos te miren esta noche, como siempre. Solo espero que no hagas que el chico de los tatuajes se quede mirando como un idiota otra vez," agregó, haciendo un guiño.
"¿Quién, Leo? ¡Lo tengo totalmente dominado!" Vittoria respondió con una sonrisa altanera, antes de deslizarse en un vestido de satén negro. La tela resbalaba sobre su cuerpo con suavidad, destacando su figura esculpida, y el escote profundo acentuaba la sensualidad de su cuello. "¿Lo ves? Este es mi estilo. Nadie va a dejar de hablar de mí."
Gemma se acercó al espejo y observó a su amiga con una mirada evaluadora. "Este es... impecable. No solo vas a ser el centro de atención, vas a ser la única que importa." Gemma asintió con aprobación, pero una ligera sombra de celos se coló en su voz. Siempre sabía que Vittoria era el imán de todas las miradas, pero eso no le restaba el deseo de ser ella también la estrella de la noche.
"Obvio. Pero, Gemma, yo sé que tú vas a hacer lo tuyo también. Mira, este," dijo Vittoria mientras levantaba un vestido de lentejuelas plateadas que brillaba como diamantes. "Te lo imaginas, ¿verdad? Toda la pista de baile iluminada por ti."
Gemma sonrió con suficiencia y se dirigió al probador, quitándose el vestido que llevaba puesto para probarse el que había elegido. "Sabes que yo siempre apuesto por el clásico, pero con un giro. Este vestido de terciopelo rojo tiene mi nombre, y voy a dejar claro que soy tan ardiente como el color."
A medida que ambas se cambiaban, las conversaciones seguían siendo ligeras pero cargadas de picante. Se ayudaban mutuamente con los detalles: Vittoria arreglaba el corsé de Gemma mientras ambas se miraban en el espejo, bromeando sobre lo que harían esa noche. "Lo bueno de ser nosotras," decía Vittoria, "es que no tenemos que preocuparnos por quién nos ve. La gente se pregunta si somos de otro mundo."
"Y lo somos," respondió Gemma, mientras se pasaba el rímel, sus ojos fijándose en su reflejo con una mezcla de confianza y un toque de picardía.
Tras unos minutos, ambas salieron del probador, mirando sus elecciones en el espejo del vestidor como si ya se imaginaran las fiestas y la noche de celebraciones que les esperaba. Vittoria estaba en el vestido negro, que resaltaba aún más su cuerpo tonificado y su actitud desafiante, mientras que Gemma llevaba el terciopelo rojo que hacía resaltar su belleza sofisticada y algo distante.

En el coche de Vittoria - De camino a casa.

Al salir del centro comercial, la noche ya había comenzado a instalarse en las calles de Turín. La ciudad brillaba bajo las luces de la calle, y el aire fresco de la tarde se mezclaba con la emoción de lo que estaba por venir. Vittoria y Gemma subieron al coche de lujo de Vittoria, un coche negro brillante con ventanas oscuras, donde su chofer, un hombre alto y de aspecto severo, ya las esperaba en la entrada del aparcamiento. El sonido del motor arrancando se sumó al ambiente de sofisticación que las rodeaba.
El coche comenzó a avanzar, con el chofer manejando con precisión mientras las chicas se acomodaban en los asientos, riendo y charlando como si nada pudiera arruinar esa noche.
"¿Lo tienes todo listo para la fiesta?" preguntó Gemma, dándose vuelta en su asiento mientras se acomodaba el cabello.
"Claro que sí. Esta vez, las reglas las hago yo," respondió Vittoria con un brillo de emoción en sus ojos. "Y sabes, esta vez no quiero que nada se quede en el aire. Quiero que todo el mundo hable de nosotras. Nadie va a olvidar esta noche."
Mientras el coche avanzaba por las calles, dos vehículos más les seguían de cerca, custodiando la seguridad de las chicas. Sus escoltas, siempre atentos, aseguraban que todo estuviera bajo control mientras ellas se sumían en su conversación sobre los chicos que verían, las miradas que capturarían y los secretos que compartirían en la fiesta.
Gemma suspiró y miró a Vittoria con una sonrisa astuta. "Sí, pero ya sabes, al final siempre nosotras tenemos el control. Es nuestro mundo. Los demás solo están viviendo en él."
"Exacto," dijo Vittoria, dándole una mirada desafiante. "Y esta noche... todos lo van a saber."
A medida que el coche se acercaba a la lujosa mansión de Vittoria, las luces brillaban y la música en sus auriculares se mezclaba con la emoción palpable de la noche. Estaba claro: la fiesta aún no había comenzado, pero el mundo ya sabía que Vittoria Martini estaba en camino.

En casa de Vittoria - Preparativos para la fiesta.

La casa de Vittoria era un reflejo de su personalidad: grande, lujosa y con toques de una vida llena de contrastes. El aire en su habitación estaba impregnado con el olor de perfumes caros, mientras la música de un DJ de renombre sonaba suavemente desde el sistema de sonido. Las paredes estaban decoradas con cuadros abstractos y muebles de diseño contemporáneo, con una vista panorámica de la ciudad de Turín desde las ventanas.
Vittoria y Gemma se encontraban frente al espejo grande de la habitación, rodeadas de maquillaje y accesorios. Vittoria, con su actitud indomable, estaba decidida a causar una impresión inolvidable esa noche. Se estaba aplicando una base perfecta sobre su piel, que resplandecía de vitalidad bajo las luces de la habitación. Sus ojos verdes esmeralda estaban intensamente delineados con un toque de sombra dorada, dándole una mirada hipnótica y desafiante. El maquillaje era audaz, como ella, pero sin perder esa chispa de sensualidad.
Gemma estaba a su lado, con su estilo más pulido y sofisticado. Se concentraba en su cabello, usando planchas para crear ondas suaves y perfectas que caían en cascada sobre sus hombros. Su maquillaje, más sutil pero igualmente sofisticado, resaltaba sus ojos oscuros y labios carnosos con un toque de rojo vibrante.
"Me estoy matando por lo bien que te ves," dijo Gemma mientras se pasaba el lápiz labial. "Este vestido te queda espectacular, pero ¿segura que no vas a causar un desastre esta noche?"
Vittoria sonrió, mostrando sus labios carnosos, ligeramente curvados en una expresión de diversión. "Ya sabes que no me gusta pasar desapercibida. Además, el caos es divertido." Se miró en el espejo, viendo cómo su vestido de satén negro abrazaba perfectamente su figura, realzando su busto generoso y su cintura estrecha. El escote era profundo, pero mantenía un aire de misterio.
Se giró hacia Gemma, que ya estaba lista con su vestido rojo de terciopelo. "Tú también te ves increíble. Aunque, ¿estás segura de que no te vas a robar todas las miradas con ese vestido?"
Gemma se miró en el espejo con una sonrisa arrogante. "Obvio. Pero al final, siempre soy yo quien controla la fiesta."
La música comenzó a subir de volumen, y la energía en la habitación de Vittoria creció. Ambas chicas se ponían los zapatos altos, y mientras se movían con agilidad, sus cuerpos se destacaban con la gracia de quienes nacieron para brillar.
"Lo que quiero esta noche," dijo Vittoria mientras se colocaba un collar de diamantes alrededor de su cuello, "es hacer que todos se arrepientan de no habernos notado antes. Esta es nuestra noche."
Gemma se ajustó un aro de oro en su oído y asintió. "Vamos a robarles la atención, sin lugar a dudas."
Ambas se miraron una vez más en el espejo grande, sonriendo de manera cómplice antes de abrir la puerta. En ese momento, la noche ya había comenzado para ellas, y no había vuelta atrás. El mundo iba a conocer el poder de Vittoria y Gemma, y nadie olvidaría quiénes eran.

El trayecto a la fiesta

La lujosa mansión de Vittoria quedaba atrás, y el coche negro de Marcco deslizaba por las calles adoquinadas de Turín, rumbo a una fiesta de élite que prometía ser una de esas noches memorables. Marcco estaba al volante, como siempre impecable y tranquilo, pero al tener a Vittoria tan cerca, algo en su interior se desestabilizaba. La tensión entre ambos era palpable, algo que siempre había estado en el aire entre ellos, pero que aquella noche parecía más intensa, casi eléctrica.
Vittoria ocupaba el asiento del copiloto desde el principio. Se acomodó de manera que sus piernas largas y tonificadas quedaron expuestas, ligeramente cruzadas de una forma que dejaba poco a la imaginación. Su vestido negro ajustado a su figura resaltaba su silueta perfecta, marcando cada curva con una sensualidad natural. A lo largo del trayecto, su mirada no dejaba de jugar con la del conductor, hipnotizando a Marcco con su presencia tan seductora.
Vittoria (deslizando una mano por su muslo, sin apartar los ojos del espejo retrovisor, mientras su voz se hace suave y provocadora):
"Marcco..." (Hace una pausa, alzando las cejas con una sonrisa juguetona)
"¿Sabes lo que me gusta de ti? Que no necesitas que te diga nada para saber exactamente lo que quiero." (Su tono es cálido, pero cargado de deseo. Le dedica una mirada traviesa desde el asiento delantero, una mirada que lo desafía a resistirse).
Marcco, sin poder evitarlo, se ve atrapado en la intensidad de esa mirada. Sus manos aprietan ligeramente el volante, pero su mente está distraída, absorbiendo cada palabra, cada gesto de Vittoria. Ella lo conoce demasiado bien. La manera en que él intenta mantenerse serio solo provoca más su encanto. Vittoria sabe que está tomando el control, y le gusta.
Marcco (sin poder evitar la tensión en su voz, mirando el camino pero con el rostro ligeramente enrojecido):
"Vittoria..." (Su tono se vuelve más grave, casi un susurro)
"No sé si debería... Pero no puedo evitarlo."
Vittoria sonríe de nuevo, satisfecha al notar cómo Marcco comienza a perder la compostura. La electricidad en el aire es casi palpable. Mientras él se esfuerza por mantener el control, ella no hace más que intensificar el juego. Su cuerpo se mueve con la confianza de alguien que sabe lo que provoca, y sus palabras caen como susurros calientes en el aire.
Vittoria (en un tono bajo, insinuante, mientras se inclina ligeramente hacia él, acortando la distancia entre sus cuerpos):
"Es curioso, Marcco... sabes que podrías tenerme... pero también sabes que siempre estaré un paso adelante. ¿No te da miedo eso?" (Su voz se desliza como una caricia, cargada de un deseo que no es solo físico, sino también emocional, un deseo de control absoluto).
Marcco se permite una ligera sonrisa, como si estuviera disfrutando de la lucha interna entre mantener su postura o sucumbir a la tentación. A pesar de su autocontrol, la intensidad de Vittoria lo está desarmando. Sabe que está jugando con fuego, pero no puede alejarse.
Marcco (bajando la voz, casi una confesión):
"No... no me da miedo. Me atrae."
La respuesta lo sorprende incluso a él, pero lo dice sin dudar, como si todo lo demás fuera irrelevante. Vittoria, con la sensualidad de un felino, se recuesta en su asiento, saboreando el momento, sabiendo que tiene a Marcco justo donde quiere.
Mientras tanto, Gemma, sentada en el asiento trasero, observa todo desde el espejo retrovisor. Su mirada está fija en las luces de la ciudad, pero hay una incomodidad palpable en su rostro. La tensión entre Vittoria y Marcco siempre la ha perturbado un poco, pero esa noche parece más evidente que nunca. Intenta concentrarse en su música, pero no puede evitar sentir celos. Sabía que Marcco estaba completamente cautivado por Vittoria, y aunque no le gustaba admitirlo, una parte de ella deseaba que la atención se dividiera más equitativamente.
Gemma (en voz baja, intentando distraerse, se quita un auricular para hablar con su amiga):
"Vittoria, ¿no crees que Marcco te ha dado ya suficiente de su atención por hoy?" (Su tono es un poco molesto, aunque lo intenta disimular con una sonrisa. Es claro que su celosía está tomando forma).
Vittoria, sin inmutarse, se gira hacia ella con una sonrisa traviesa, completamente consciente de lo que Gemma siente.
Vittoria (respondiendo con una risa ligera, sin mirarla demasiado):
"Cariño, si no te concentras en la música, puede que empieces a sentirte demasiado... celosa." (La sonrisa de Vittoria es encantadora pero desafiante, como si disfrutara de cada palabra, sabiendo que Gemma está incómoda).
Gemma no responde, se pone el auricular de nuevo, fingiendo que la música la transporta, pero en su mente, no puede dejar de pensar en el juego que se está desarrollando entre Vittoria y Marcco. A pesar de su intento de mantener su postura, la tensión entre los dos amigos es evidente, y Gemma no puede evitar sentirse como la tercera en discordia.
El coche sigue su marcha, y las luces de Turín pasan rápidamente mientras la música suave suena de fondo. La fiesta está cerca, y mientras el ambiente dentro del coche se carga con la tensión entre los tres, Vittoria sigue jugando con su poder sobre Marcco. Cada gesto, cada mirada, se siente como una coreografía perfectamente ensayada, donde ella tiene el control absoluto. Marcco, aunque consciente de que no debería, sigue cayendo en su trampa, incapaz de resistir el magnetismo de Vittoria.
Vittoria (en un susurro, mirando a Marcco con una sonrisa que podría derretir el hielo):
"Sabes que esta noche, todo es posible. Y lo que quiero... lo tendré."
Marcco apenas responde, como si el aire se hubiera vuelto denso, impenetrable. La noche apenas comenzaba, pero la sensación de lo que podría suceder era más que clara. Mientras Gemma sigue con su música, Vittoria y Marcco compartían un espacio en el que, en ese momento, solo existían ellos dos, atrapados en un juego de deseo y provocación que aún no había llegado a su clímax.

Llegada a la fiesta – La noche se intensifica.

El coche de Marcco llegó finalmente a la entrada del club, un lugar exclusivo en el centro de Turín, al que solo un círculo selecto de personas podía acceder. Las luces de neón brillaban desde la puerta, iluminando el rostro de Vittoria con tonos violetas y azules que acentuaban su belleza cautivadora. El club estaba lleno de gente bien vestida, tanto hombres como mujeres, que reían, conversaban y se movían al ritmo de la música electrónica que salía de los altavoces.
Marcco estacionó el coche cerca de la entrada, y un par de guardias de seguridad abrieron la puerta del vehículo para que Vittoria y Gemma pudieran salir. Vittoria salió primero, siempre consciente de las miradas que atraía. Su figura deslizó entre la multitud con una seguridad arrolladora, como una diva que sabe que el mundo entero gira a su alrededor. Gemma la siguió, un paso detrás, pero no por menos importante. Ambas, con sus vestidos ajustados y su actitud desafiante, ya comenzaban a atraer la atención de todos los presentes.
Vittoria (girando ligeramente hacia Gemma, en un susurro cargado de complicidad):
"Esta noche va a ser... memorable." (Sonríe de manera altanera, sintiendo la mirada de las personas seguirlas, un placer palpable en su voz).
Gemma, con una sonrisa un tanto forzada, observa cómo las luces del club iluminan a su amiga. Aunque envidiosa, no puede evitar sentirse cautivada por el magnetismo de Vittoria, siempre capaz de robarse el centro de atención. Por un momento, decide dejar que la noche la lleve y seguirla como su sombra.
Mientras tanto, en el interior del club, la energía era frenética. La pista de baile estaba llena de gente, pero en una esquina, más tranquila, estaban ya otros amigos. Luca había llegado junto con su grupo, destacando entre los demás con su porte atlético y su carisma natural. Estaba con un grupo de chicas que lo rodeaban, riendo y disfrutando de la noche. En su mano, una copa de cóctel que levantaba cada vez que se encontraba con algún conocido.
Luca (en voz alta, como si estuviera tratando de asegurarse de que todos lo escucharan, riendo mientras choca su copa con la de otro amigo):
"¿Ya vieron cómo está todo aquí? Esto es lo que yo llamo una fiesta." (Sonríe ampliamente, disfrutando del reconocimiento y el ambiente que le rodea).
Vittoria, al verlo desde lejos, no puede evitar sonreír con cierto desdén. Sabe que Luca disfruta de ser el centro de atención, pero ella no tiene intención de compartirlo. Esa noche, la reina de la fiesta es ella.
Vittoria (a Gemma, con una sonrisa divertida mientras observa a Luca, aún desde lejos):
"¿Crees que esta noche se va a quedar con todo el protagonismo, Gemma?"
Gemma mira a Luca por un instante, luego gira la mirada hacia Vittoria, respondiendo con un encogimiento de hombros.
Gemma (con tono algo cansado):
"Sabes que Luca siempre lo intenta, pero no tiene nada que hacer cuando entras tú en una habitación." (Hace una pausa y sonríe, aunque no tan genuinamente como solía hacerlo).
"Eres imparable."
Vittoria no responde de inmediato. En su lugar, se acerca más al centro del club, notando que Marcco aún está cerca de la entrada, observándola en silencio. Con una mirada rápida, Vittoria le lanza una sonrisa traviesa, como un recordatorio de lo que sucedió en el coche, sabiendo que la noche estaba lejos de terminar.
Vittoria (casi cantando su nombre al aire, mientras se aleja un poco):
"Marcco, ¿nos alcanzas dentro?"
Marcco asiente, su rostro aún algo tenso por la química que había compartido con ella en el coche, pero ahora más centrado en la misión de protegerla y acompañarla en su reinado nocturno. Sabe que la noche podría desbordarse de una manera que solo Vittoria sabe controlar.
De repente, la puerta del club se abre y Mirabella entra en escena. No llega a llamar la atención como las otras dos, pero su presencia tranquila y su look bohemio aportan una estética refrescante. Lleva una blusa suelta de color blanco, unos pantalones de lino de cintura alta y sandalias planas. Su maquillaje es mínimo y su cabello largo y oscuro está atado en un moño deshecho, lo que resalta su estilo relajado y menos interesado en el glamour que las demás.
Mirabella no parece apurada. Su mirada calmada y sus movimientos suaves contrastan con la energía frenética del lugar. Se dirige hacia la barra, donde ya se encuentran otros amigos y amigas que la saludan con una sonrisa.
Mirabella (sonriendo de manera serena, mientras pide un vaso de agua en la barra):
"Una bebida suave, por favor." (Su tono es tranquilo, con una ligera sonrisa en los labios, mientras observa el caos festivo que la rodea).
Vittoria la observa desde la distancia, un tanto divertida, pero también algo irritada. Mirabella nunca ha sido de las que buscan destacar, pero sabe que su amiga es completamente diferente. A pesar de sus diferencias, hay algo en la calma de Mirabella que le intriga y hasta la irrita un poco.
Vittoria (murmurando a Gemma mientras camina hacia la pista de baile):
"Mirabella siempre en su mundo, ¿no? ¿Por qué no puede dejar de ser tan... tranquila?"
Gemma, con una mirada algo distraída, asiente sin mucho interés en el tema.
Gemma (con un tono un tanto cortante, mientras fija la mirada en los chicos que las rodean):
"Cada quien tiene su estilo, no todos tienen que ser como tú, Vittoria."
Vittoria no responde, ya está demasiado atrapada en su propio mundo, lista para disfrutar de la noche, sintiendo cómo el ritmo de la música la invade. Sabe que tiene todo bajo control, y aunque Mirabella está allí, ella es quien tiene el centro de la atención.
La fiesta está en pleno apogeo, pero para Vittoria, solo es el comienzo. La noche promete, y con cada paso, las cosas parecen volverse más intensas.

El ambiente se calienta

Punto de vista: Vittoria.

Esena para mayores de 18 años.

Desde el principio, su actitud era electrizante. Apenas entró, tomó a Marcco de la mano y lo llevó directamente a la pista de baile.
Vittoria (gritando por encima de la música mientras lo miraba intensamente):
"¡Hoy no te quedas mirando, Marcco! ¡Vamos a bailar!"
Marcco, sorprendido pero complacido, dejó que Vittoria lo guiara. En cuanto llegaron al centro de la pista, ella comenzó a moverse con una intensidad que hipnotizaba. Su cuerpo se contorsionaba al ritmo de la música, sus caderas giraban en movimientos provocativos, y su mirada no se apartaba de Marcco. Él, por su parte, intentaba mantener la compostura, pero no podía ignorar cómo la cercanía de Vittoria encendía cada fibra de su ser.
Marcco (inclinándose para hablarle al oído):
"Vittoria, estás volviendo loco a todos aquí."
Ella sonrió, inclinándose hacia él, dejando que su aliento cálido rozara su cuello.
Vittoria (en un tono bajo y juguetón):
"¿A todos? No, Marcco, solo a ti."
Sus palabras eran una promesa y un desafío. Ella tomó sus manos y las colocó en su cintura, empujándose contra él mientras bailaban, ignorando por completo las miradas de los demás. Marcco, atrapado entre la tentación y el autocontrol, se permitió un momento para deslizar sus manos un poco más abajo, sintiendo la textura de su vestido.
Alrededor de ellos, los chicos comenzaban a acercarse. Uno en particular, Luca, no tardó en unirse, sonriendo con su típico aire despreocupado.
Luca (bromeando, intentando aliviar la tensión):
"¡Deja algo para los demás, Marcco! Vittoria no es solo tuya, ¿verdad?"
Vittoria rió, separándose de Marcco solo para acercarse a Luca.
Vittoria (desafiante):
"Claro que no soy de nadie... pero puedo ser de todos por una noche."
Ella tomó la mano de Luca y comenzó a bailar con él, igual de provocativa, dejando a Marcco atrás, quien la miraba con una mezcla de celos y admiración. Sus movimientos con Luca eran igual de intensos, sus cuerpos se sincronizaban perfectamente, y ella no dudaba en acercarse lo suficiente como para que sus labios casi se rozaran.
En un rincón, Gemma observaba todo con una expresión indescifrable mientras bebía un cóctel. La incomodidad era evidente en sus ojos, pero intentaba ocultarla detrás de una sonrisa falsa mientras charlaba con un grupo de chicos.
Gemma (dirigiéndose a uno de los chicos, con un tono irónico):
"¿No es divertido cómo algunas personas necesitan toda la atención para sentirse vivas?"
Mirabella, quien había llegado más tarde, estaba sentada cerca, sosteniendo una botella de agua. Observaba a Vittoria con cierta preocupación.
Mirabella (cruzando los brazos, hablando para sí misma):
"Esto va a terminar mal..."
De vuelta en la pista, Vittoria seguía acaparando las miradas. Uno de los chicos que había estado observándola toda la noche finalmente se acercó y le ofreció un cigarrillo. Ella lo aceptó, pero en lugar de dejarlo encenderlo, tomó el encendedor de sus manos y lo hizo ella misma, mirando al chico con una sonrisa descarada.
Vittoria (mientras exhalaba lentamente el humo, con los ojos fijos en él):
"¿Es esto todo lo que tienes para impresionarme?"
El chico rió nerviosamente, pero antes de que pudiera responder, Vittoria se giró y volvió hacia Marcco, quien todavía estaba cerca. Sin decir nada, le tomó la mano y lo llevó a un sofá en una esquina más oscura del club.
Marcco (mirándola, claramente confundido):
"¿Qué estás haciendo, Vittoria?"
Vittoria (acercándose tanto que sus labios casi tocaban los de él):
"Solo estoy divirtiéndome... ¿por qué no lo haces también?"
Sin esperar respuesta, ella tomó su rostro entre sus manos y lo besó, un beso cargado de deseo que dejó a Marcco sin aliento. Alrededor, las miradas continuaban clavadas en ellos, pero Vittoria no parecía importarle. En ese momento, solo existían ella y Marcco.
Vittoria suviéndose el vestido y haciéndose a un lado la ropa interior, con un mano le desabrochó los pantalones a su amigo y se montó ardiente sobre él, mientras gemmía en su oído.
Vittoria no dejaba de besar a Marcco dispuesta a volverlo loco de placer. No le importaba que la vieran dar ese show ni que la vieran casi semi desnuda, se exitaba más moviendo las caderas sobre él mientras que él envestía descontrolado dentro de ella.
De manera frenética Vittoria mientras mordía los labios de Marcco, acabó temblando y mojando a márcco mientras no podía evitar gritar alocada, la música aúnque alta en el club no sirvió para que esos gritos de placer pasaran desapercibidos.
Varios de los chicos rodearon a la pareja observando como Marcco follaba a Vittoria, algunos comenzaban a tocarse mientras la miraban a ella perder el control de esa manera.
Vittoria los miraba a descarada todos incluído a su amigo que respiraba agitado y se recuperaba de su éxtasis.
Vittoria dice: es hora de volver a la fiesta chicos, bailemos un poco más que aún la noche no acaba.
Se acomodó la ropa y el cabello que tenía desordenado para levantarse y caminar a la pista.
Mientras tanto, Gemma, al ver la escena desde la barra, apretó los labios y terminó su bebida de un solo trago. Mirabella, por otro lado, negó con la cabeza, murmurando para sí misma antes de salir al balcón a tomar aire fresco.
Uno de los chicos, un joven alto y atlético con cabello oscuro desordenado, conocido como "Dante el Fénix", por su actitud intensa y su habilidad para destacar en cualquier situación, se acercó lo suficiente como para hablarle al oído.
Dante "El Fénix" (sonriendo con descaro):
"¿Bailas así con todos, o yo tengo un pase especial?"
Vittoria lo miró de reojo mientras se movía al ritmo de la música, sus labios curvándose en una sonrisa pícara.
Vittoria (con un tono juguetón):
"Depende, Dante... ¿cuánto crees que vales el pase?"
Dante soltó una risa grave, pero antes de que pudiera responder, Vittoria giró hacia otro chico que le ofrecía un trago. Este era "Leo el Lobo", conocido por su mirada penetrante y su fama de conquistador. Aunque Vittoria no bebía, tomó el vaso, lo giró en su mano con elegancia, y lo dejó en la mesa cercana, sin romper el contacto visual con él.
Desde la barra, Gemma observaba todo con una mezcla de molestia y resignación. Decidió unirse a un grupo de chicos que no paraban de invitarle bebidas, intentando distraerse de la escena que protagonizaba su amiga.
Gemma (levantando su copa y sonriendo con sarcasmo):
"Bueno, si no puedes competir con el espectáculo, al menos puedes disfrutarlo desde aquí."
Uno de los chicos junto a ella, "Rico el Príncipe", apodado así por su estilo siempre impecable y su manera de tratar a las chicas como si fueran reinas, se inclinó para hablarle.
Rico dice:
"Tu amiga sabe cómo llamar la atención, ¿eh? ¿No te molesta?"
Gemma (sonriendo falsamente):
"¿Molestarme? Por favor, eso sería admitir que me importa."
En el balcón, Mirabella estaba sentada con una botella de agua en la mano, mirando la vista nocturna de Turín. Luca apareció detrás de ella, apoyándose en la barandilla.
Luca" (suspirando):
"Eres la única cuerda aquí, ¿sabes? Todos están perdiendo la cabeza."
Mirabella (sin mirarlo, en un tono seco):
"No soy yo. Solo es que este no es mi ambiente."
Luca rió, dándole un trago a su cerveza.
Luca dice:
"¿Y por qué viniste entonces?"
Mirabella (encogiéndose de hombros):
"Para asegurarme de que nadie termine haciendo algo estúpido... o al menos, algo irreparable."
De vuelta en la pista, Marcco decidió dejar de mirar desde las sombras. Se abrió paso entre los chicos que rodeaban a Vittoria, sus ojos fijos en ella. Cuando llegó a su lado, la tomó del cabello con firmeza, jalándola suavemente hacia él.
Marcco" (mirándola intensamente):
"Ya fue suficiente, Vittoria. Estás jugando con fuego."
Ella lo miró con una sonrisa desafiante, inclinándose hacia él.
Vittoria (con un susurro seductor):
"¿Y qué si me quemo? A veces el fuego es justo lo que necesito."
Marcco parecía debatirse entre reprenderla o seguir el juego. Finalmente, dejó escapar un suspiro y la abrazó por la cintura, llevándola más cerca.
Marcco la pegó a su cuerpo levantándole el vestido y deslizando su mano hasta colarla dentro de su ropa interior que ya estaba más que mojada.
Marcco (murmurando):
"No sé cómo logras que todo el mundo se vuelva loco por ti, pero te aseguro que algún día esto te pasará factura."
Ella rió suavemente, apoyando la frente contra la de él.
Vittoria (en un tono bajo):
"Hoy no, Marcco. Hoy solo quiero sentirme viva."
Los dos permanecieron en esa posición por un momento antes de que "Dante el Fénix" intentara interrumpirlos, tocando el hombro de Marcco.
Dante "El Fénix":
"Oye, hombre, déjanos algo a los demás. No seas egoísta."
Antes de que Marcco pudiera responder, Vittoria se giró hacia él con una sonrisa juguetona.
Vittoria:
"Tranquilo, Dante, hay suficiente de mí para todos."
Dante rió nerviosamente, mientras Marcco no soltaba a Vittoria. La noche seguía llena de tensión, deseos y un caos perfectamente diseñado por Vittoria para mantener a todos pendientes de ella.
En la barra, Gemma terminó su última copa y dejó el vaso con un golpe seco.
Gemma (murmurando para sí misma):
"Esta noche va a ser más larga de lo que pensaba."

el caos se hace presente en la fiesta.

Marcco, que no había quitado la vista de Vittoria, notó algo extraño: Dante "El Fénix" discutía acaloradamente con un grupo de chicos en un rincón oscuro. Entre ellos estaba Rico "El Príncipe", quien ahora parecía furioso. La tensión crecía, y Marcco, con su instinto siempre alerta, se dirigió rápidamente hacia Vittoria.
Marcco (tomándola por el brazo):
"Vittoria, tenemos que irnos. Ahora."
Vittoria (con un puchero):
"¿Qué? ¿Por qué? Apenas estoy empezando a divertirme."
Marcco (con firmeza):
"Confía en mí, esto va a ponerse feo."
Antes de que pudiera sacarla del lugar, se escuchó el ruido de un vidrio rompiéndose. Dante "El Fénix" había empujado a uno de los chicos, y pronto estalló una pelea. El caos se desató, con gritos y empujones que se extendieron rápidamente por la pista de baile. Vittoria, lejos de asustarse, parecía fascinada por el drama.
Vittoria (riendo nerviosamente):
"¡Mira eso, Marcco! Es como una película."
Pero Marcco no estaba para juegos. En un movimiento rápido, la cargó sobre su hombro mientras ella protestaba, y la llevó fuera del club. Una botella voló cerca de ellos, estrellándose contra una pared.
En el exterior, Mirabella estaba tratando de llamar un taxi mientras Gemma discutía con uno de los guardias de Vittoria, pero Marcco no perdió tiempo. Abrió la puerta de su auto negro, la metió dentro y arrancó antes de que nadie pudiera detenerlos.
Vittoria (riéndose mientras encendía un cigarrillo):
"Eres tan intenso, Marcco. Podrías relajarte un poco."
Marcco (mirándola de reojo):
"Relajarme no es una opción cuando te tengo a ti al lado."
En el camino, el auto aceleraba mientras Marcco revisaba los espejos constantemente. No era paranoia; sabía que algo iba mal.
Vittoria (jugando con el borde de su vestido):
"¿Qué pasa, Marcco? ¿No puedes manejar un poco más despacio? Podríamos disfrutar del viaje."
Marcco (sarcástico):
"Claro, porque perseguidores y caos son el ambiente perfecto para un paseo romántico."
Mientras tanto, en la fiesta, los guardias intentaban recuperar el control, pero cuando se dieron cuenta de que Vittoria había desaparecido, entraron en pánico. Gemma fue la primera en notar la ausencia de su amiga.
Gemmadice: (a los guardias, con un tono de frustración):
"¿Dónde está Vittoria? ¡Se supone que tienen que cuidarla!"
Los guardias comenzaron a llamar frenéticamente a sus contactos, pero Marcco y Vittoria ya estaban lejos.

Amanecer en las colinas de Turín

Marcco estacionó el auto en un camino solitario, con el sol comenzando a asomarse en el horizonte. Ambos estaban cubiertos de sudor, y el ambiente había cambiado. Vittoria, finalmente más tranquila, se recostó en el asiento mientras Marcco encendía un cigarrillo, claramente agitado.
Vittoria (mirándolo con una sonrisa pícara):
"¿Ves? Al final fue emocionante. Me llevaste lejos del desastre, como en esas películas donde el héroe salva a la chica."
Marcco (mirándola fijamente):
"No soy un héroe, Vittoria. Y esto no es una película. Lo que pasó allá fue serio, y estoy seguro de que no hemos visto lo último de esos tipos."
Mientras hablaban, el teléfono de Marcco sonó. Era uno de los guardias, informándole que habían contactado a Mássimo Martini, quien estaba en Neo-Madrid.
La noticia de la desaparición de Vittoria se esparció rápidamente por los círculos de la élite de Turín. Mientras tanto, Marcco y Vittoria, ajenos al caos que habían dejado atrás, permanecían en el auto, con ella jugando con un mechón de su cabello, sonriendo como si nada hubiera pasado.
Vittoria (suspirando):
"Bueno, Marcco, ¿ahora qué hacemos? ¿Esperamos a que el mundo venga por nosotros?"
Marcco la miró con una mezcla de exasperación y fascinación.
Marcco (encendiendo otro cigarrillo):
"No. Vamos a esperar, pero yo no pienso dejar que te pase nada. Aunque eso me cueste todo."
Y así, mientras el sol se levantaba sobre Turín, ambos permanecían en su propio mundo caótico, con el peligro acercándose más rápido de lo que imaginaban.
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