Los herederos de la oscuridad.
Punto de vista: especial Alessio.
El túnel vibraba como si respirara. La humedad corría por las paredes en finas líneas que parecían lágrimas viejas, y el olor a moho, hierro oxidado y agua estancada lo envolvía todo con una pesadez que ni el aire lograba aliviar.En medio de esa oscuridad, iluminado apenas por un par de lámparas industriales colgadas de cables improvisados, Alessio Santoro-Ferrari observaba el interior de la plataforma rodante que acababan de detener.
Era un hombre joven, atractivo, de estampa elegante incluso en el infierno húmedo de los túneles sicilianos. La sombra le cortaba la mandíbula marcada y resaltaba sus ojos, verdes y helados como un pozo sin fondo.
Él revisaba las cajas… no de mercancía. De niños.
Te acomodas, cierras los ojos y te pones a dormir. Mundo virtual guardado.
Las pequeñas figuras dormidas a la fuerza, sedadas, respiraban lento como si fueran parte del mismo túnel. Cuerpos diminutos. Pestañas mojadas por el llanto. Manos atadas con bridas plásticas.
Su expresión no se movió ni un milímetro.
Alessio dice con acento palermitano, voz suave pero envenenada, "Tirate fora sti cosi… piano. No vogghiu macchi arrèti stasira. O non di stu latu del túnel, quantomeno."
Detrás de él, entre cajas y sombras, se escucharon pasos delicados, casi juguetones. Kenia apareció como una mancha de color en aquel mundo gris. Jeans negros ajustados, cabello recogido en una coleta alta y el rostro maquillado con una perfección casi teatral. Pero lo que más resaltaba eran sus ojos: oscuros, brillantes, con una emoción que no tenía derecho a existir en un sitio así.
Se asomó dentro de la caja, inclinándose como si mirara un escaparate en una boutique.
Uno de los niños gimió, apenas consciente.
Ella sonrió.
Alessio no. Ni siquiera la miró.
Kenia dice con acento mexiquense, "Ay, Alessio… ¿otra vez poniéndote sentimental con la mercancía? No me espantes al personal, ¿eh?"
Alessio dice con acento palermitano, "No me hables de sentimientos, muñeca. Pienso en dinero. Solo dinero… y en el desorden. Y tú ya me estás creando suficiente de eso."
Kenia rodó los ojos, divertida.
Kenia dice con acento mexiquense, "No hagas como que te molesta. Sabes que sin mí, estos niños ni llegan al puerto. Yo soy la que sabe adormecerlos sin matarlos… cosa que tu gente nunca aprendió."
Apareció una risa suave, casi musical, detrás de ellos. Una risa que heló a los trabajadores y provocó que uno dejara caer una caja.
Rebecca Santoro-Ferrari emergió entre las sombras como una figura sacada de un cuento oscuro. Su cabello oscuro recogido en una trenza floja, el rostro impecable, la bata médica manchada en puntos secos que solo alguien muy observador notaría. Su caminar era elegante… demasiado elegante para un túnel. Su sonrisa, un filo.
Rebecca dice con acento siciliano, "Poveri stupidi… si asustano por cada ruído."
Se acercó y tocó la caja donde uno de los niños respiraba, lento y apenas perceptible.
Rebecca inclinó la cabeza, fascinada, observando el movimiento de la caja con cada respiración diminuta.
Rebecca dice con acento siciliano, voz suave como terciopelo, "Están hermosos… cuando están así. Inertes. El niño duerme… pero sus huesos son perfectos. "
Kenia chasqueó la lengua como si fueran amigas de toda la vida.
Kenia dice con acento mexiquense, "Rebecca, ya cállate. Te pones bien creepy, neta. Vamos a lo que venimos."
Rebecca la miró. Y esa sonrisa… siguió ahí.
Rebecca dice con acento siciliano, "Mi piace quannu ti nervusci… mexicana."
Pero regresó a Alessio.
Rebecca dice con acento siciliano, seria de repente, "Spicciamunni. Los guardias dijeron que vieron movimiento en las cámaras del jardín oeste de la mansión Ferrari. La famosa etna, ya se enteró de algo."
Alessio no frunció el ceño. No suspiró. No mostró preocupación. Solo dijo:
Alessio dice con acento palermitano, "Perfetto."
en cambio, la cara de kenia pasó a una molestia notable.
Kenia murmura con acento mexiquense, "maldita perra, deví matarte cuando tuve oportunidad..."
Kenia dice con acento mexiquense, "¿Perfecto? Oye, ese no era el plan. Se supone que lo hacíamos calladitos."
Alessio giró la cabeza. Lento. Preciso. Sus ojos eran puro cálculo.
Alessio dice con acento palermitano, "Si creías que la heroína de niños no iba a venir… eres más ingenua de lo que pareces."
Rebecca soltó una risita encantada, como si le hubieran contado el mejor chisme.
Rebecca dice con acento siciliano, "¿Y quién quiere que esto salga sin sangre? ¿Nosotros? Por favor."
Kenia dice con acento mexiquense, "suponía un rencuentro con esa puta, pero no tan pronto."
rebecca dice con acento siciliano, "Ay, ¿tanto la odias?. "
rebecca dice con acento siciliano, "bueno, que pase lo que tenga que pasar. no seas aburrida mexicana, incluso algun que otro muerto nos sirva. "
Kenia dice con acento mexiquense, "es una perra, es lo que es. y como sea, sigamos con lo nuestro, esto no puede fallar"
Alessio dice con acento palermitano, "vasta, ya cállense, y pongámonos a trabajar. "
Alessio hizo una seña rápida a dos de sus hombres. Estos empujaron la plataforma rodante hacia un extremo del túnel donde otra compuerta metálica esperaba abierta. Detrás… se escuchaba el mar. El túnel conectaba con una salida secreta al puerto.
Alessio dice con acento palermitano, "No los estoy dejando llegar aquí… los estamos mandando afuera."
Kenia lo miró, entendiendo.
Kenia dice con acento mexiquense, "Los vas a mover al barco… antes de que Etna llegue."
Alessio asiente afirmativamente.
Rebecca, emocionada como niña con juguete nuevo, asintió.
Rebecca dice con acento siciliano, "E poi… quand’arrìvando ese mercenario e la mexicána salvaje… no truveranno nenti."
La sonrisa de Alessio se ensanchó, lenta.
Alessio dice con acento palermitano, "No encontrarán nada… excepto la muerte."
Las ruedas de la plataforma rechinaban sobre la piedra húmeda, empujadas por dos hombres que sudaban a pesar del aire frío del subterráneo. El eco del metal chocando contra metal resonaba como un corazón enfermo en el interior del túnel. Del otro lado, el mar rugía con un ritmo lento, casi anestesiado por la madrugada.
Alessio caminaba detrás de la carga con manos en los bolsillos, como si estuviera en un paseo nocturno. La luz amarillenta de las lámparas oscilaba sobre él, dibujando sombras que lo volvían casi espectral.
Desde el extremo opuesto del túnel, se escuchó el taconeo de las botas de Kenia. La mexicana venía leyendo un informe digital en su tablet, con una preocupación que trataba de disimular.
Rebecca no habló. Solo siguió caminando junto a Alessio, casi flotando entre cajas de madera y sombras. Ella observó uno de los cuerpos infantiles que se movían apenas bajo la manta gris. Un pequeño temblor.
Rebecca dice con acento siciliano, "Stu picciriddu sta svegliannu."
El trabajador que empujaba la plataforma palideció. —“¡Dottoressa! ¡Yo no… yo no—”
Rebecca levantó una mano, calmándolo con un gesto suave y siniestro.
Rebecca dice con acento siciliano, "Tranquilo. No te mato… hoy."
Rebecca Sacó una jeringa pequeña del bolsillo interior de su bata. Un líquido claro temblaba en ella. Antes de que el hombre pudiera reaccionar, Rebecca la clavó con rapidez en el cuello del niño. El pequeño gimió. Su respiración se apagó otra vez, profunda como un sueño robado.
Kenia observó la escena con tensión.
Kenia dice con acento mexiquense, "Te dije que ya estaban en el límite. No deberían usar más dosis."
Rebecca ladeó la cabeza.
Rebecca dice con acento siciliano, "Y yo te dije… que esto es mío. Lo vivo, lo muerto, el hueso… todo es mío."
Kenia iba a responder, pero las luces del túnel parpadearon.
Una vez. Dos veces.
Alessio levantó la mirada. Su sonrisa cambió de forma.
Alessio dice con acento palermitano, "Están aquí."
Desde la parte más profunda del túnel, casi indetectable al oído humano, se escuchó un sonido: Una pisada distinta. Ni obrera. Ni apresurada. Ni torpe. Una pisada táctica. De botas pesadas. Entrenadas.
Alessio levantó una mano, automáticamente.
Sus hombres dejaron la plataforma y tomaron posiciones en los costados del túnel. Dos apagaron las lámparas. La penumbra se comió el pasillo. Solo quedaron las luces frías que llegaban desde la salida al mar.
Alessio dio dos pasos hacia adelante. Sus ojos brillaban como un depredador que había esperado este momento.
Alessio dice con acento palermitano, "Rebecca… vete con Kenia a la salida. Mueve a los niños. Ahora."
Kenia miró asia atras con furia contenida, pero acepto. con un asentimiento de cabeza. Aceptó la inprobisada órden. Tenía cuentas pendientes, pero podrían esperar, lo inportante, eraan los niños.
Rebecca dice con acento siciliano, "Camina… muñeca."
La plataforma y los niños desaparecieron tras la compuerta que conducía al mar.
Quedó el túnel vacío, largo, en silencio.
enfrentando a la araña.
Alessio estaba solo en el centro. Las sombras lo envolvían desde todas las direcciones como si lo protegieran.Y entonces… otra pisada. Más cerca. Más firme.
Desde el fondo de la oscuridad, una voz cortó el silencio. Seca. Entrenada.
Karlo dice con acento siciliano, "Se acabó el juego, vastardos. "
Alessio sonrió, complacido.
Karlo emergió de la sombra. Su silueta era puro músculo y precisión, vestido con ropa oscura táctica que absorbía la poca luz. Llevaba una linterna pequeña montada en el hombro que apenas le iluminaba el camino. Su rostro, marcado por cicatrices que contaban historias de supervivencia, era indescifrable bajo el halo tenue. Detrás de él, Shawnee se movía como una sombra elástica, sus movimientos silenciosos como un felino.
Shawnee dice con acento sinaloense, "No estoy jugando. Es prisa. Queremos a los niños. "
Alessio dice con acento palermitano, "¿Niños? "
Alessio se rió, un sonido roto en el eco del túnel—.
Alessio dice con acento palermitano, "Aquí solo hay ratas. "
Karlo se detuvo. Sus ojos, oscuros y penetrantes, recorrieron el túnel vacío, buscando la plataforma que él y Shawnee vieron. No había nada. Solo el olor a salitre y desesperación.
Karlo dice con acento siciliano, "Sé que están aquí. No me hagas perder el tiempo. "
Alessio levantó las manos, en un gesto de rendición falsa.
Alessio dice con acento palermitano, "no sé de que niños hablan. Io estoy aquí moviendo mi mercancía, como todos lo hacemos alguna vez."
Shawnee se movió con rapidez, desenfundando una pistola con silenciador. El clic metálico fue ruidoso en el silencio del subterráneo.
Alessio suspiró, como si estuviera decepcionado.
Alessio dice con acento palermitano, "Parece que mi reputación me precede, ¿no? Qué lástima. Iba a invitarles un vino antes de que mis hombres los mataran. "
Karlo no preguntó más. Se lanzó hacia adelante, un torrente de furia contenida y disciplina. Alessio no se movió, solo esperó.
El impacto fue brutal. Karlo golpeó con el antebrazo, buscando neutralizar, pero Alessio desvió el golpe con una facilidad sorprendente. A pesar de su traje de diseñador, el joven Santoro-Ferrari luchaba con una habilidad que no se correspondía con su imagen de empresario siciliano.
Alessio dice con acento palermitano, golpeando la barbilla de Karlo con un gancho rápido, "Eres bueno… para ser un perro. "
Karlo se recuperó instantáneamente, su rostro una máscara de concentración. Evitó un segundo golpe y pateó la rodilla de Alessio. El sonido fue un crujido seco. Alessio apenas se inmutó, la adrenalina y la práctica amortiguando el dolor.
Pero la distracción era suficiente.
Karlo se recuperó instantáneamente, su rostro una máscara de concentración. Evitó un segundo golpe y pateó la rodilla de Alessio. El sonido fue un crujido seco. Alessio apenas se inmutó, la adrenalina y la práctica amortiguando el dolor.
Pero la distracción era suficiente.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Muere, cabrón."
Shawnee no esperó a que Karlo terminara su movimiento. Su pistola, equipada con silenciador, escupió tres proyectiles con un thump sordo que el eco del túnel magnificó. No apuntó a Karlo, sino a los soportes metálicos oxidados que Alessio usaba como cobertura parcial.
El primer proyectil impactó el metal con un chispazo azul, el segundo y tercero cortaron los cables de las lámparas improvisadas restantes. La oscuridad fue absoluta, densa, sofocante, solo rota por los fogonazos intermitentes y el olor a pólvora quemada.
El túnel se convirtió en un infierno de sonido y luz. Desde las sombras a los costados, los hombres de Alessio abrieron fuego. Fusiles de asalto con bocas que escupían llamas naranjas y rojas, pintando siluetas fugaces en la penumbra.
Karlo y Shawnee se movieron en una danza macabra de reflejos entrenados. Karlo, bajo el fuego cruzado, rodó hasta un nicho de mantenimiento, devolviendo el fuego con ráfagas cortas y precisas desde su pistola táctica. Cada disparo era un gemido, buscando neutralizar a los tiradores.
Shawnee, por su parte, se movió con agilidad felina hacia la pared opuesta. Sabía que sus disparos silenciosos no podrían competir con la potencia de fuego de los Santoro-Ferrari. Su objetivo no era ganar el intercambio de balas, sino crear una distracción mortal.
Ella arrojó una granada de destello al centro del túnel.
La explosión fue contenida por el subterráneo, pero la luz cegadora y el golpe de aire sordo hicieron que los sicilianos titubearan. Alessio, sin embargo, había previsto esto. Se había movido detrás de una viga gruesa.
Alessio dice con acento palermitano, "Non firmari! Continua!"
El tiroteo se reanudó con una intensidad brutal. Los gemidos y los choques de metal mezclados con el sonido de los proyectiles incrustándose en la piedra y el cuerpo. Un hombre de Alessio cayó con un grito ahogado. Karlo, sintiendo el impulso, avanzó bajo la cortina de fuego.
Alessio emergió de su cobertura. No llevaba un fusil; empuñaba una Beretta plateada con una precisión aterradora. Disparó dos veces, buscando la posición de Karlo por el sonido de sus movimientos.
El primer disparo falló por centímetros. El segundo rozó el hombro de Karlo.
El aire estaba saturado de pólvora y humedad, espeso como humo de incendio atrapado en una caverna. El segundo disparo de Alessio apenas rozó la piel y abrió carne en el hombro de Karlo, quien soltó un gruñido sofocado mientras se replegaba a un hueco entre las piedras.
Shawnee aprovechó el desorden y lanzó otra ráfaga con su pistola equipada, el sonido sordo del silenciador chocando contra la ensordecedora metralla de los fusiles sicilianos. Uno de los hombres de Alessio cayó con un disparo limpio en la sien.
Shawnee dice con acento sinaloense, jadeante, "¡Uno menos, putos!"
Más figuras armadas avanzaron desde un recodo lateral: refuerzos Santoro-Ferrari. Armados con rifles cortos y visores nocturnos.
Shawnee masculló una maldición.
Karlo tensó la mandíbula.
Y entonces… Un estruendo al fondo del túnel. Una puerta metálica abriéndose de golpe.
Una voz femenina retumbó, marcada por un acento siciliano elegante, feroz.
etna dice con acento catanés, gritando, "¡Vamos! ¡MUÉVANSE!"
Las luces tácticas de su escuadrón pintaron el túnel con haces blancos y agresivos. Eran al menos diez hombres armados, entrenados por años para operaciones de limpieza.
Gianluca entró primero detrás de ella, arma en alto, ojos inyectados de rabia.
Maurizio lo siguió como sombra, la mandíbula apretada, el fusil listo.
Shawnee dice con acento sinaloense, "Ya era hora, cabrones."
Karlo salió de su cobertura lo justo para hacer contacto visual con etna.
Alessio, viendo la avalancha, retrocedió un paso.
Pero no era miedo. Era cálculo.
Alessio dice con acento palermitano, murmurando entre dientes, "‘Nzumma… ora è giochi veri."
Uno de sus hombres se acercó a él. —“Capo, ¿retrocedemos?”
Alessio respondió sin mirarlo:
Alessio dice con acento palermitano, "No retrocedemos. Tenemos el corazón de Etna al frente… y la puerta detrás llena de niños. Necesitamos tiempo. Necesitamos sangre."
3 disparos presisos cortaron el aire y la respiración de algunos precentes, 2 hombres de etna avían caído en tansolo un parpadeo. La figura de kenia apareció entre las hombras con una ajilidad arágnida, como era ella.
Alessio la miraba con reconocimiento y algo sorprendido de que haya regresado.
aprobechando la poca precencia de luz. Aprobechó para tomar posición y hacer 2 disparos kasi serteros, que solo se desviaron de milagro por la brisa marina.
Kenia dice con acento mexiquense, "pero que bonito rencuentro, princesita."
etna esquibó apenas los disparos, reconoció por fin a Kenia.
Kenia dice con acento mexiquense, "espero que no te allas olvidado de mí tan fácil"
Kenia dice con acento mexiquense, "me pondría muy triste"
etna dice con acento catanés, "debía suponerlo. Matteo dejó a su bazura por todo sicilia, y tú entre ella. "
la sonrrisa genuina y ancha de kenia era una contradixión a sus palabras.
Kenia dice con acento mexiquense, "te tardaste mucho em pensar, mi niña."
Kenia dice con acento mexiquense, "pero para tu mala suerte, tengo una amiguíta que quiere jugar con nosotros, la dejas?."
etna dice con acento catanés, "no bine a negociar contigo la vida de esos niños. "
un grito grabe y doloroso se hiso presente, rebecca abía clabado una daga directo al brazo de otro de los hombres de etna, muy serca de gianluca. Los hombres restantes apenas pudieron reaxionar, cuando avía acabado con la vida de su víctima, para con precisión y algo de suerte, otra daga inpactó en el rostro de otro mas.
etna y los hombres restantes no podían detenerse, volvieron a la carga con los disparos intentando contener la situación.
Alessio mira a Kenia y a su hermana.
rebecca ya iva por su terséra víctima, pero los dis paros de etna y gian la obligó a ponerse a cuvierto.
Alessio se lanzó hacia una tubería lateral, abriendo una caja metálica sellada.
Dentro, un detonador improvisado. Un explosivo pequeño. Controlado. Suficiente para derrumbar parte del túnel… justo la parte que estaba entre la plataforma y Etna. Kenia había preparado aquello por si algo fallaba.
Alessio murmuró, con acento palermitano, encendiendo el dispositivo, "Gracias, araña. "
Pero antes de activarlo, una bala pasó rozando su mano. Chocó contra la pared, levantando polvo.
Etna había disparado.
Etna avanzaba como un torbellino con furia contenida. Su rostro era una máscara de hielo. Sus manos, firmes en la pistola. Su mirada, verde cortante, llena de una determinación que Alessio reconoció como peligrosa.
Alessio levantó la vista.
Alessio dice con acento palermitano, "No son tuyos, Etna. Nunca lo fueron."
Gianluca avanzó a su lado, cubriéndola con fuego.
Maurizio coordinó a los hombres, distribuyéndolos para cerrar flancos.
Shawnee disparaba en ráfagas rápidas, gritando insultos entre dientes.
Karlo avanzaba con una precisión demoledora, eliminando uno, dos, tres enemigos.
Pero los hombres de Alessio eran demasiados. Y las posiciones ya estaban preparadas.
Gianluca cubrió, disparando con una furia asesina. Pero la presión era brutal. Por cada hombre que los leales abatían… dos surgían desde recodos del túnel como si estuvieran brotando de la piedra.
Etna respiró profundo. Buscó a Alessio entre el caos. Ahí estaba. A cinco metros. Sonriendo. Con el detonador en la mano.
Etna disparó una vez más.
Alessio se cubrió detrás de una columna de concreto.
La bala reventó un pedazo de piedra justo a su lado. Él salió apenas medio segundo. Suficiente.
Alessio Apretó el detonador.
Un clunk metálico resonó bajo sus pies. Y detrás, hacia la compuerta que llevaba al mar… un rugido sordo. Una explosión contenida. Controlada. Pero devastadora. La tierra tembló. Un tramo del túnel colapsó como si un gigante lo aplastara con la palma. El polvo se elevó como un monstruo gris. Las piedras cayeron. La compuerta quedó bloqueada. Y el pasillo que llevaba a los niños… quedó sellado. Para siempre. O al menos, lo suficiente para que el barco escapara.
Alessio, desde la otra punta del túnel, observó el derrumbe. Sonrió. Como si hubiera ganado una partida de ajedrez.
Y desapareció por una salida lateral.