witsi witsi araña

Aquí se irán publicando las escenas de rol tanto de trama principal, como las que querais publicar los jugadores. Debido a la naturaleza de este foro, si se admite contenido NSFW.
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James de los santos
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Registrado: Lun Mar 10, 2025 12:35 am

witsi witsi araña

Mensaje por James de los santos »

Advertencia

Este rol contiene alto contenido sensible que no es muy recomendable para todo público. No es recomendable si tienes menos de 18 años. Si aún así quieres continuar leyendo, estás bajo tu propia responsabilidad.

Punto de vista: Kenia

La noche caía en el país de la bota. Fría, oscura y como si fuese un manto de niebla cubriéndolo todo, en aquel lugar oculto donde se encontraba una mujer peligrosa; una mujer que había logrado burlar a diferentes autoridades para seguir cometiendo sus atrocidades. Ahí, ahí estaba Kenia.
Kenia Se desplazó por la sala de la casa oculta donde habitaba, sus pasos firmes resonando como tambores de guerra o de terror para aquellos a quienes mantenía en cautiverio.
El rostro de Kenia es una mezcla de dulzura aparente y oscuridad oculta. Tiene una forma ovalada, con pómulos discretos y una mandíbula suave que aporta equilibrio a sus facciones. Su nariz es pequeña y recta, perfectamente proporcionada a su rostro. Sus labios son finos, de un tono rosado natural, con una curvatura sutil que parece formar una sonrisa constante. Pero esa sonrisa no es cálida; al contrario, proyecta una malicia oculta, como si detrás de su aparente tranquilidad se esconde un placer para controlar y manipular. Sus ojos son, sin duda, el rasgo más llamativo. Grandes, de un marrón oscuro que casi se confunde con el negro, parecen una ventana a un abismo sin fondo. A primera vista, pueden parecer amables, casi protectores, pero al mantener la mirada por más tiempo, lo que realmente refleja es pura maldad. No es una maldad impulsiva, sino fría, calculadora y profundamente perturbadora. Su mirada tiene la capacidad de desamar a cualquiera que la observe, transmitiendo una sensación de vulnerabilidad aparente que solo sirve para ocultar sus verdaderas intenciones. El cabello de Kenia enmarca su rostro con perfección. Largo, lacio, y de un negro azabache que brilla como la obsidiana, cae con suavidad hasta la mitad de su espalda. Su textura sedosa y su caída fluida le dan un aire casi angelical, aunque detrás de esa perfección hay algo que resulta inquietante, como si esa belleza fuera una máscara diseñada para atraer y engañar. Kenia tiene una figura que combina delicadeza con una sensualidad natural, aunque sutil. Mide 1,70 metros y posee una postura impecable, siempre erguida, lo que le da un aire de control y seguridad. Su cuerpo está esculpido con proporciones armoniosas que logran captar la atención sin esfuerzo, pero con una elegancia que no parece buscarlo de manera explícita. Su cuello es largo y estilizado, aportando un toque de sofisticación a su presencia. Sus hombros son estrechos pero bien formados, con una curva suave que no deja de transmitir feminidad. Se inclina hacia abajo de manera natural, creando una silueta que fluye con gracia. Su pecho, de tamaño mediano, tiene una forma redondeada y proporcionada a su figura, lo que añade un aire de serenidad a su apariencia. No es una característica llamativa a simple vista, pero encaja perfectamente con la suavidad general de su cuerpo. Sus brazos son delgados y sutilmente definidos, terminando en unas manos finas, de dedos largos y estilizados. Las uñas, siempre bien arregladas, tienen un largo moderado que las hace ver elegantes sin exagerar. Estas manos parecen haber sido diseñadas para transmitir calma, pero en realidad esconden una precisión inquietante, como si fueran capaces de ejecutar acciones meticulosas y frías. Su cintura está bien definida, marcando una curva acentuada que fluye hacia unas caderas proporcionadas. Su abdomen es plano, con una tensión apenas perceptible que denota cuidado en su físico, sin llegar a ser musculoso. Su espalda tiene una curvatura natural, y en su parte baja se dibuja el inicio de unas nalgas redondeadas, firmes, pero no exageradas, que complementan la armonía de su figura. Sus piernas son largas y delgadas, con muslos torneados que no pierden la suavidad que caracteriza su cuerpo. Las pantorrillas son finas, pero bien delineadas, y sus tobillos se muestran delicados, aportando una imagen de fragilidad que contrasta con la intensidad de su mirada. Sus pies son pequeños y proporcionados, con dedos largos y cuidados que reflejan un interés meticuloso por los detalles. En conjunto, Kenia proyecta una imagen que, a primera vista, resulta tranquilizadora, incluso dulce. Pero para quienes son más perceptivos, hay algo en su forma de moverse, de la manera en que su mirada parece desamarrar y en esa sonrisa apenas perceptible que revela el peligro que realmente encarna. Su físico no solo es atractivo, sino que está cuidadosamente construido para ser su herramienta más poderosa.
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Y así era, ya que había adquirido la mercancía, o al menos así le llamaba a ella, a los infantes que intercambiaba o compraba.
La casa permanecía con luces tenues, casi tenebrosas, y más considerando el ambiente que se percibía. Entró a una habitación donde varios infantes la observaban con terror y miedo, pero en la mirada de Kenny había depravación, había lujuria, había deseo.
Dices con acento mexiquense, "adelante mis niños, vamos a jugar, sí?"
Sonríes.
En la habitación había 5 niños, 2 pequeñas y 3 pequeños. La mirada de la enferma pasó por cada uno de los infantes con depravación, con deseo, con necesidad, con amor enfermizo de su mente retorcida. Con decisión, se acercó hasta un chico, aproximadamente de 7 a 9 años, y lo tomó firmemente del brazo. El pequeño intentó resistirse, pues no era la primera vez que ella lo seleccionaba, pero kenia. lo Jaló con fuerza, cambiando su mirada, y es que era lo que más distinguía de esta mujer: la mirada que Kenia podía transmitir, ya sea de una mirada cálida y dulce a una totalmente traumatizante.
El pequeño, aterrorizado.
el niño dice. por, por fa fabor... no quiero...
Sonríes.
Dices con acento mexiquense, "aaw, pero será divertido, lo prometo"
Kenia Jaló con demasiada fuerza al niño, lastimándolo incluso, y sacándolo a la fuerza de la habitación. Mientras el pequeño lloraba y trataba de resistirse, suplicando que por favor no le hiciera nada, la mirada de la joven se tornó cada vez más y más terrorífica, al punto de que el niño estaba temblando. Aún así, esto no detuvo a Kenia, que con fuerza desmedida empujó al chico a otra habitación. Estaba un poco más oscura, con una cama grande y otros objetos; aparentemente, era su habitación principal.
Dices con acento mexiquense, "anda mi amor, ya saves como jugar"
el niño niega con la caveza.
Kenia pone una cara de tristesa
Dices con acento mexiquense, "No quieres jugar, bueno, lo entiendo."
Dices con acento mexiquense, "mejor boy por helado, sí?"
Kenia salió del cuarto a paso firme, dejando al pequeño atrás, el cual erróneamente había pensado que se libró de la pesadilla. Sin embargo, esta apenas empezaba.
Aproximadamente unos 5 minutos más tarde, la puerta se abrió de golpe y una araña gigantesca empezó a gritar, asustando al pequeño y haciéndolo llorar. Sin embargo, esa araña no era más que Kenia disfrazada, la cual simple y sencillamente.., Se encargó de acorralar al pequeño y empezar a golpearlo firmemente, haciéndolo gritar de dolor.
La mujer, oculta tras el disfraz, tenía una sonrisa y una mirada aterradora en los ojos, mientras no paraba de golpear al pequeño infante que temblaba y suplicaba por piedad entre sus brazos.

Tiempo atrás

En una pequeña casita en el Estado de México, una hermosa niña se encontraba jugando con un par de muñecas, empujando su imaginación, su creatividad y con una enorme sonrisa. Sin embargo, su diversión se ve opacada por extraños sonidos que se escuchan en casi toda la casa. Ya que esta era bastante pequeña, la niña, con bastante curiosidad y asombro, se levanta del suelo para buscar el origen del ruido. Cuando la pequeña niña se acercó a la habitación de sus padres, se encontró con una escena que sus pequeños ojos no debieron haber visto. Ahí, en la habitación de sus padres, estaban los dos manteniendo relaciones sexuales, con la puerta totalmente abierta y siendo para nada discretos.
Cuando la pequeña se acercó a la cama y preguntó a sus padres qué estaba pasando, estos, a pesar de que la habían visto, la ignoraron completamente, siguiendo con su acto frente a la niña, sin cortarse ni un poco.
Esa misma noche, la situación se volvió a repetir. Gemidos, palabras altisonantes, nalgadas y otras cosas llegaron hasta los oídos de la infante, la cual se mantenía despierta, escuchando sin comprender la situación.

En la actualidad

Los golpes al niño ya habían cesado. Se encontraba en la cama con múltiples moretones en su cara y cuerpo, e incluso un hilo de sangre que se deslizaba lentamente por uno de sus labios. La araña gigante ya había desaparecido, para que momentos después entrara Kenia vestida con su atuendo normal y con un bote de helado, fingiendo preocupación mientras observaba al pequeño.
Dices con acento mexiquense, "pero que te pasó mi niiño"
Kenia rápidamente dejó el bote de lado en una mesita y se acercó a la cama. El pequeño no podía reaccionar; estaba envuelto en lágrimas, asustado.
Dices con acento mexiquense, "¿Qué te pasó, mi amor? ¿Qué te pasó? No llores, no llores. Tranquilo, tranquilo."
el niño llora desconsoladamente.
Kenia sonríe con satisfaxión al ver al niño llorando
Dices con acento mexiquense, "Ya, mi amor, no te preocupes. Yo me voy a encargar de que vuelvas a sonreír otra vez y de que esas cosas feas desaparezcan."
Kenia sonríe bastante mientras despoja al pequeño de su playera. Y va besando cada centímetro de su piel, cada moretón."
La mujer recorre el cuerpo de aquel pequeño con deseo, y mientras tanto, poco a poco, le va quitando los pantalones."
Así, el cuerpo del niño queda totalmente desnudo y ella se concentra en besar cada centímetro de piel desesperadamente. Deteniéndose, en ocasiones, en su abdomen, estómago, muslos y miembro, y no conforme con eso, empieza a tocarse ella misma, masturbándose frenéticamente, mientras que el niño tiene la mirada perdida."
James de los santos
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triste día de brujas.Re: witsi witsi araña

Mensaje por James de los santos »

dulces preparativos de terror.

La noche se reunió sobre Palermo como un manto de oscuridad frío y aterrador, como si fuera un presagio de la depredadora que estaría a punto de salir a casar. Desde las afueras de la ciudad Kenia salió infundada en una chaqueta de piel oscura, jeans ajustados y maquillaje que acentuaba sus ojos marrones. Hoy no era una simple fecha. Nada más, hoy era un día especial, un día donde particularmente los niños serían los más entusiasmados por esta celebración. Sin embargo, sin estar conscientes del peligro que les podía asechar.

Kenia conducía un auto de color gris por las calles oscuras de Palermo, adentrándose cada vez más en la ciudad, específicamente en el centro de esta misma. Tenía unas compras especiales que hacer, particularmente esta noche.
Mientras manejaba, miraba de vez en cuando un GPS que tenía a su lado para orientarse un poco más. A pesar de que conocía superficialmente las calles por donde estaba conduciendo, aún se le complicaba un poco, debido a que casi no salía, y mucho menos por el tiempo en el que, esta noche, lo haría singularmente.

Kenia Finalmente, estacionó su auto en un centro comercial del centro de Palermo, lo apagó y salió con pasos deliberados. No le sorprendió la cantidad tan grande de gente que encontraría, pues se acaban las horas y, por supuesto, todos tienen que prepararse para la noche, incluyéndola a ella. Caminó hacia las puertas del centro comercial, abriéndose paso entre la gente con cortesía, disculpándose y caminando con dificultad, pero siempre segura, demostrando una sonrisa y disfrutando del anonimato que el ser prácticamente una extranjera le brindaba. Nadie la conocía, nadie sabía su pasado, nadie sabía nada de ella, ¿y eso? Lo cuidaba como un tesoro y lo apreciaba muchísimo

Una vez dentro, se dispuso a buscar rápidamente lo que necesitaba: ¿el apartado o el pasillo especial de la dulcería, o de los globos, o cualquier cosa infantil que pudiera comprar. Camino para un buen rato hasta que finalmente lo encontró. “¡Bingo!”, se dijo para sí misma cuando leyó el cartel que indicaba el pasillo de dulcería. Por supuesto que había bastante gente en aquel pasillo; sin embargo, tal y como en la entrada, con disculpas y pasos lentos, se logró colar entre las personas para observar lo que podía llevarse. Suspiró y se colocó una mano en la frente, pensativa. No sabía nada de la cultura italiana, un error por el cual se estaba maldiciendo silenciosamente. Sin embargo, no tardó mucho en encontrar una solución y simplemente se dedicó a hacer lo que mejor hacía cuando la situación lo requería: observar. Simplemente observó lo que la mayoría de adultos agarraban, observaba, por supuesto, a los niños qué dulces pedían exactamente y, después de unos pocos minutos, empezó a hacer una lista mental y agarró las cosas para echarlas a su compra personal.

Después de varios minutos, Kenia salió con bolsas repletas de diferentes dulces. Salió del centro comercial y se dispuso a entrar a su auto, colocando las compras, todas apiladas, en el asiento del copiloto y unas pocas en los asientos traseros. Se acomodó, encendió el auto y condujo de regreso a su refugio.
El trayecto de regreso fue totalmente silencioso. Ni siquiera observaba sus compras y, por supuesto, tenía la vista mayoritariamente hacia el frente, a pesar de que su cuerpo sentía una gran emoción y se frotaba las manos de vez en cuando. Su rostro demostraba algo totalmente diferente, pues sus ojos estaban particularmente serios y sus labios, también, un poco fruncidos. Sin embargo, su rostro cambió totalmente al escuchar su teléfono sonar. Lo levantó con cuidado, sin quitar la vista del camino, y contestó. Los ojos le brillaron al escuchar una dulce y tierna voz infantil femenina.

¿Qué sucede, Matilda?, preguntó Kenia con una voz cálida, dulce y tierna, al mismo tiempo que seguía conduciendo.
Matilda dice por teléfono: “Kenia, lo que sucede es que Leonardo está muy inquieto. Dice que quiere salirse de la casa”. No para de llorar.
Kenia Se puso inmediatamente en tensión, apretando ligeramente el volante, pero con voz contenida respondió
Kenia dice por teléfono: “Amor, trata de contenerlo. Ve a la cocina y del congelador dale un poco del helado de banana, tal vez con eso se relaja. Si no, en cuanto yo llegue, voy a hablar con él. Igual, trata de convencerlo con los dulces que ya traje para ustedes” Dile que si se relaja, a él le toca una ración doble, igual que a ti, corazón, por informarme de todo.

Matilda dice por teléfono: “¿En serio? Muchas gracias, Kenia, eres la mejor!
Kenia Colgó el teléfono con una enorme sonrisa, una sonrisa aterradoramente genuina que demostraba un amor, y un amor preocupantemente real.

con los niños en casa y una salida espelusnante.

Kenia Llegó a su refugio, dejó su automóvil en un pequeño descampado y, después, con ambas manos, bajó las compras que había traído para lo que tenía pensado. Caminó unos pasos largos y, posteriormente, saltó del extremo de una zanja a otra para, después, bajar una pequeña rampa hacia lo que era, más o menos, un refugio subterráneo.

La entrada del refugio era un poco laberíntica, pues había varios pasillos con largas ramificaciones, lo que dificultaba la entrada o salida. Sin embargo, ella conocía la ruta más sencilla, así que, una vez que la encontró, abrió la puerta y entró al refugio. 2 niños la recibieron rápidamente. La primera era Matilda, una niña de aproximadamente 10 u 11 años, con coletas de cabello rubio y sonrisa dulce, y el otro era Julio, un niño más pequeño de aproximadamente 9 o 7 años. Ambos la recibieron aparentemente felices, y ella dejó las compras en el suelo y abrazó a cada uno de ellos, depositando un beso en sus labios a cada uno.

Dices con acento mexiquense, "como están mis niños?"

Matilda dice con acento palermitano: "Bien, estamos felices porque nos trajiste dulces".

Julio dice con acento milanés: "Sí! Yo quiero mucha azúcar y muchos dulces!

Kenia Sonríe y se agacha ligeramente para estar a la altura de ambos pequeños, les acaricia el rostro con ternura y los mira con ojos brillantes

Dices con acento mexiquense, "Está bien, haré repartición de dulces, pero no quiero que coman muchos, porque hoy tengo que salir y no voy a poder cuidarlos. Está bien, no me tardaré mucho, pero igualmente no quiero que les pase nada."

Los niños saltaron de alegría y felicidad, abrazando a Kenia, la cual, sin dudarlo, correspondió el abrazo y besó la frente de cada uno. Posteriormente, se dirigió a la cocina con sus compras para empaquetar los dulces que repartiría a los niños. Una vez empaquetados, hizo la repartición correspondiente, dándole una doble ración, como dijo, a Matilda, y dándole también su ración correspondiente a los pocos niños que tenía en su refugio. Junto con las bolsitas de dulces, les entregó pequeños vasos desechables llenos de helado, los cuales había preparado cuidadosamente con pequeñas dosis de somníferos. para que, momentos después de que comieran un poco, estuvieran completamente dormidos. Una vez inconscientes, Kenia los fue llevando con cuidado a sus respectivas habitaciones, a cada uno, para después salir y terminar de prepararse para la última salida que tenía prevista esa noche.

la depredadora atáca de nuevo.

Ya cuando la noche era más profunda, cuando los niños habían salido por dulces, y los padres dejaban, poco a poco, de vigilarlos, kenia se encontraba a las afueras de la ciudad, sentada en una silla de plástico, y frente a ella, una mesa que había guardado, donde dispuso cuidadosamente varios dulces que le habían sobrado de los que había repartido previamente, se encontraba a las afueras de la ciudad, pero no tan lejos, estratégicamente para poderse mover con calma y estar más cerca de su refugio una vez que se efectuara el plan.

Dicen que la paciencia es una virtud que no muchos tienen, y Kenia lo demostraba bastante bien. Se sentó a esperar tranquila, serena y calmada. Sabía que el desesperarse no serviría de nada. Tarde o temprano, algún niño pasaría por ese lugar. Estaba completamente segura.


Y después de un buen rato, finalmente, la paciencia dio frutos. Un grupo pequeño de 3 Infantes caminaban directamente hacia el puesto improvisado que ella había montado. Por lo que podía observar, eran dos niñas y un niño. Las dos pequeñas, disfrazadas de fantasmas, y el niño, disfrazado de un esqueleto o algo así. Kenia les sonrió al verlos venir, los saludó con una sonrisa amable y una postura relajada.
Felice Halloween, Vi piacerebbe provare qualcuno dei miei dolci? sono gratis. Dijo la mujer, casi con un italiano perfecto. Los 3 niños saludaron al unísono y los 3 asintieron con la cabeza, mirando a la mujer, divertidos. va bene, ma provate uno per uno. Dijo Kenia mientras le pasaba un dulce al pequeño niño, el cual lo desenvolvió con felicidad y se lo llevó a la boca.

Casi de inmediato, y mientras una de las niñas desenvolvía otro dulce para probarlo, el pequeño empezó a sentirse mal. Sintió cómo perdía fuerzas y se le nublaba la vista. Se sostuvo débilmente de la mesa y, casi de inmediato, fingiendo sorpresa, Kenia se levantó para tomarlo firmemente de los hombros y evitar que cayera al implacable concreto. Las niñas, preocupadas y asustadas, gritaron al ver lo que sucedía. Kenia rápidamente observó los alrededores para percatarse de que no hubiera nadie más, y para su fortuna, como si el destino pudiera sonreírle, no había absolutamente nadie más en las cercanías. Ragazze, per favore, tranquille, piccole, io vi aiuterò. Abbiamo bisogno che vi sdraiate da qualche parte, Dijo la mujer, tomando al pequeño entre sus brazos y señalando insistentemente su auto. Las niñas, sin más opción, siguieron a la mujer, y Kenia abrió las puertas de su automóvil para recostarlo en el asiento trasero. Una vez que el niño estaba tendido en el asiento del automóvil, kenia se dirigió con las otras dos pequeñas hacia la cajuela del auto, y rápidamente abrió esta misma. Penso di avere qualcosa per svegliarlo qui, per favore. Aiutatemi a cercarlo, penso sia bianco, è un kit di pronto soccorso. Indicó Kenia a las niñas, las cuales, por el estado en el que estaba su amigo, rápidamente se asomaron a la cajuela del automóvil, tratando de buscar aquel botiquín que había mencionado la mujer. Pasan 1 minuto o 2, y las infantes ya estaban desesperadas, indicándole a la mujer que no encontraban ese ansiado botiquín. Así que Kenia las incitó para que trataran de meterse adentro, que tal vez estaba en el fondo, que por los dulces que traía, inconscientemente, lo dejó hasta el final del lugar. Así que las niñas se metieron a la cajuela, al menos la primera. La segunda miraba a Kenia con algo de desconfianza. Kenia no era tonta, sabía, y había estudiado perfectamente esa mirada. la niña desconfiaba de ella. lo sabía, así que, permitiéndole pensar que tiene el control de la situación, kenia así que se alejó brevemente de la niña, dejándola sola por unos momentos, momentos en los cuales aprovechó para cerrar la puerta de donde se encontraba el niño y, obviamente, cerrarla de la forma más silenciosa posible. Volvieron a pasar 2 minutos más o menos, y la segunda niña, al ver que su amiga no salía y que le estaba pidiendo insistentemente ayuda, pensando que Kenia no estaba cerca, aprovechó para meterse en la cajuela, momento justo en el que Kenia cerró la puerta de esta misma, asustando a la segunda infante, tratando de salir, pero ya era inútil. Sin perder el tiempo, cerró la puerta del auto, Y, recogiendo como pudo, y con prisas, las cosas que había traído, metió todo al auto con dificultad, Exceptuando, por supuesto, la mesa, por ella iría más tarde, pensó la mujer, mientras cerraba la puerta de su automóvil. Y, entre gritos asustados, lágrimas infantiles y una sonrisa enferma, el auto desapareció del lugar. Kenia había regalado dulces aquella noche, pero la noche también le había regalado 3 dulces, 3 dulces exquisitos a Kenia.
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