"Vittoria: La Reina del Caos"

Aquí se irán publicando las escenas de rol tanto de trama principal, como las que querais publicar los jugadores. Debido a la naturaleza de este foro, si se admite contenido NSFW.
Larabelle Evans
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Re: "Vittoria: La Reina del Caos"

Mensaje por Larabelle Evans »

el amor ayuda a enfrentar las viejas heridas.

Punto de vista: Vittoria.


La moto avanzaba con violencia por el lugar, el acelerador a fondo. Antes de que pudiera arrollarla, justo a unos centímetros, en el último momento, la alcanzó a tomar entre sus brazos, estirándose y llevándola junto con él, sin mirarla, pero sosteniéndola fuerte, de forma algo brusca, casi posesiva, violenta. Pero con pasión, con mucha pasión y deseo, y con algo que no se identificaba a simple vista. Pero él lo sabía y presentía que ella también lo podía sentir.
Vittoria mira a marcco confundida.
Murmuras con acento Turinés, "qué, haces marcco..."
Marcco pisa mas fuerte el aselerador, solo conduce, pero la sigue apretando fuerte entre sus brazos.
Dices con acento Turinés, "para que nos vamos a estrellar de verdad.
Marcco baja su mano hasta las piernas de vittoria sin dejar de conducir, y con la vista alfrente, ahora la aprieta salvaje de las caderas
Vittoria se aferra a marcco para no caer de la moto debido a la velocidad que lleva. Se estremece al tenerlo así de cerca otra vez, al sentir sus manos sobre ella.
Marcco dice con acento turinés, "cuantas vezes, vittoria?. "
Dices con acento Turinés, "cuantas veces que."
Marcco dice con acento turinés, "me viste la cara de idiota"
Vittoria lo mira desde cerca, con el maquillaje corrido por las lágrimas, con los labios temblorosos.
Dices con acento Turinés, "Entiende que no quería hacerlo de verdad..."
Marcco baja aun mas sus manos, serca de tomarla del trasero. la aprieta con una mescla entre pación, rabia, amor y deseo.
Marcco grita: "cuantáas!"
Dices con acento Turinés, "4 o 5 veces, creo."
marco la toma firmemente de las nalgas, y las aprieta salvaje. le muerde el cuello con fuerza, como si quisiera arrancarle un pedaso de carne, pero nó.
Marcco dice con acento turinés, "segura? no fueron mas? quiero que me digas el número exacto"
Vittoria gime dolorida por lo que hace marcco.
Dices con acento Turinés, "ya, te dije. "
Marcco muerde su hombro y la sigue apretando. tóma un desvío, y desaselera un poco, pero sigue a alta velozidad.
Dices con acento Turinés, "donde vamos, que estás haciendo marcco. "
el aire levanta el mini vestido de vittoria.
Marcco le levanta aún mas su vestido y pegándola a su cuerpo, deslisa sus manos por su gran culo, y tocando la tela de su ropa interiór.
Marcco dice con acento turinés, "tú saves a donde irémos."
Niegas con la cabeza.
Dices con acento Turinés, "bájame. "
Marcco dice con acento turinés, "no. "
Dices con acento Turinés, "esto ya no tiene sentido marco. Ya "
Marcco acelera mas fuerte la motosicleta, dejándole bien en claro que ahora, almenos, esa madrugada, sería solo sulla
Vittoria mira las calles deseando que marcco la baje de una vez.
Marcco toma varios desvíos, y entonces, vittoria lo reconoció. márcco tenía un lugar oculto. un lugar que solo ellos dos conocían. era una mini cabaña a las afueras de la ciudad, era muy vásica y estáva avandonada, pero marcco la limpió y arregló para que quedara desente. en ese lugar solo avía una mesa, 3 sillas, una computadora, y una gran cama.
Era el lugar a donde iva y donde savía que sus padres jámas ivan a encontrarlo. Se escapaba muy regularmente asia allá, pero casi siempre solo
Marcco disminulle la velozidad hasta estacionar frente al lugar. rápidamente, bajó y apago la moto, en seguida bajó a vittoria y la miró directamente.
Vittoria se acomodó el vestido.
Vittoria se llenó de nostalgia al ver el lugar.
Dices con acento Turinés, "Todabía la tienes."
Marcco dice con acento turinés, "claro. "
Vittoria entra y se sienta en la silla.
Marcco entra después y cierra la puerta. La mira nostáljico.
Dices con acento Turinés, "para que me tragiste aquí."
Marcco la mira, se acerca a ella. La tóma salvaje del pelo y de la cadera besándola con violencia. Le muerde los labios y le debora la boca.
Vittoria gime anciosa en sus labios. Le corresponde con mucha pasión y amor.
Marcco la toma salvaje del culo y apretándola, la lleva cerca de la cama.
Vittoria gime exitada por los besos de marcco.
Marcco se detiene y la mira.
Marcco dice con acento turinés, "que hacías en la carrera. "
Vittoria cierra los ojos ante su pregunta.
Murmuras con acento Turinés, "io..."
Marcco la sostiene fuerte.
Murmuras con acento Turinés, "estaba, estaba saliendo con casio..."
Marcco frunce el ceño.
Marcco le da un azote.
Marcco dice con acento turinés, "tan prónto me encontraste remplaso?. "
Niegas con la cabeza.
Dices con acento Turinés, "Creía que no volvería a verte... "
Marcco dice con acento turinés, "y ahora que me has visto, que?"
Suspiras profundamente.
Dices con acento Turinés, "No pude, no quiero estar con lui, ni nadie más. "
Marcco la pega a su cuerpo.
Marcco dice con acento turinés, "per que..."
Vittoria lo abraza.
Dices con acento Turinés, "tu sei mia vitta. "
Marcco te besa.
Besas a Marcco.
Marcco te besa.
Marcco acaricia el cavello de vittoria y mira la cama.
Dices con acento Turinés, "me crees amore."
Marcco dice con acento turinés, "no sé. Quiero creérte, pero no es fácil. "
Vittoria lo mira a los ojos.
Dices con acento Turinés, "estoy enfrentando mis adicciones amore. Se que te hice daño, pero ti amo, te amaba cuando vivíamos juntos. "
Marcco suspira profundamente.
Marcco se toma la caveza confundido. Se sienta en la cama mirándola.
Vittoria se queda de pie frente a él.
Dices con acento Turinés, "No esperaba tenerte aquí, no esperaba volber a estar en tus brazos. Siempre me atormenté recordando lo que te hice."
Marcco dice con acento turinés, "y te arrepientes, vittoria?. "
Marcco le corresponde y la mira a los ojos.
Dices con acento Turinés, "sí, amore."
Marcco se pone de pié, y se acerca nuebamente a ella.
Vittoria suspira espectante.
Marcco la rodea con sus brazoss por las caderas sin apartar la mirada de sus ojos.
Vittoria lo abraza poniendo la cabeza en su pecho.
Marcco la abraza fuerte y posesibo entre sus brazos.
Murmuras con acento Turinés, "me siento segura así contigo."
Marcco dice con acento turinés, "así? por?. "
Dices con acento Turinés, "será por que te amo. Por que tu sei el único que me ama de verdad aparte de mi padre."
Marcco sonríe.
Marcco la toma del rostro con dulsura, y le besa los labios.
Vittoria lo besa con amor, con ese amor que no le dió cuando vivían juntos.
Marcco le corresponde con dulsura. Duda brebemente, pero se decide y la besa.
Dices con acento Turinés, "ti amo caro mio."
Dices con acento Turinés, "ya tengo que irme. "
Marcco sonríe.
Marcco dice con acento turinés, "acavas de recuperar al amor de tu vida y ya te quieres ir?."
Marcco sonríe.
Dices con acento Turinés, "encerio?. "
Marcco dice con acento turinés, "bueno, volvemos mañana y busco a una de un rato"
Marcco sonríe.
Vittoria lo mira haciendo pucheros.
Marcco dice con acento turinés, "que. Tú te quieres ir. "
Marcco sonríe.
Dices con acento Turinés, "nunca quiero irme de tus brazos, nunca más caro."
Marcco la toma salvaje y se recuestan juntos en la cama.
Marcco dice con acento turinés, "nunca lo hagas. "
Niegas con la cabeza.
Vittoria lo abraza fuerte.
Dices con acento Turinés, "tú perque fuiste a las carreras?, creí que ya no te gustaba eso. "
Marcco suspira profundamente.
Dices con acento Turinés, "dijiste que ya no querías que fuéramos."
Marcco dice con acento turinés, "por tí, por que te encanta exivirte a los demás. "
Dices con acento Turinés, "y esas ragazza?"
Marcco dice con acento turinés, "y fuy por una pelea con mi padre."
Vittoria las recuerda coqueteándole a marcco y se encela.
Marcco niega con la cabeza.
Marcco dice con acento turinés, "no tienes cara para ponerte celosa, vittoria. "
Vittoria frunce el ceño y hace pucheros.
Marcco niega con la cabeza.
Marcco dice con acento turinés, "no seas descarada, no tienes cara para encelarte, vittoria marttini. "
Dices con acento Turinés, "io sono megliore que esas."
Marcco dice con acento turinés, "que tiene que ver."
Marcco se parte de risa.
Vittoria le muerde los labios.
Marcco sonríe.
Marcco te besa.
Marcco dice con acento turinés, "celosa. "
Asientes afirmativamente.
Marcco le da una fuerte nalgada.
Marcco dice con acento turinés, "pues yo también"
Dices con acento Turinés, "así?"
Marcco asiente afirmativamente.
Dices con acento Turinés, "me encanta. "
Marcco sonríe.
Vittoria se queda pensativa.
Marcco sonríe.
Suspiras profundamente.
Marcco dice con acento turinés, "que pasa. "
Dices con acento Turinés, "mi padre."
Marcco dice con acento turinés, "que pasa con el jefe."
Dices con acento Turinés, "se fue a sicilia a tomar venganza, y esto preocupada por lui. "
Marcco dice con acento turinés, "venganza?"
Asientes afirmativamente.
Marcco dice con acento turinés, "como que venganza?. "
Dices con acento Turinés, "perque mataron a su ragazza. "
Marcco dice con acento turinés, "que?."
Asientes afirmativamente.
Marcco se queda sorprendido.
Marcco la abraza fuerte tratando de trankilizarla y acaricia sus mejillas.
Dices con acento Turinés, "conozco a mi padre, y cuando quiere pelea es inplacable. "
Marcco dice con acento turinés, "a que te refieres"
Dices con acento Turinés, "está dispuesto a matar al que sea. "
Marcco dice con acento turinés, "y que te preocupa. "
CyberLife te desea que no te caigas.
Dices con acento Turinés, "que esa gente del sur es de la peor, traicioneros. "
Dices con acento Turinés, "no por nada, su mismo padre de la ragazza la mató."
Marcco dice con acento turinés, "y deverdad cres que puedan con tu padre"
Dices con acento Turinés, "no solo me preocupa que las valas me lo maten, me preocupa verlo tan destrído sin lei."
Dices con acento Turinés, "Nunca lo había visto así, nicon la muerte de vanezza."
Murmuras con acento Turinés, "mi, madre..."
Marcco suspira profundamente.
CyberLife te desea que no te caigas.
Marcco dice con acento turinés, "no creo. Don mássimo te tiene a tí, y creo que es consiente de que es padre, y que lo necesitas. Se ve que a sido un padre genial, y mira que yo no se de eso"
Marcco suspira profundamente.
Dices con acento Turinés, "lui il megliore de todos. "
Dices con acento Turinés, "pero está muy mal, y me duele por lui."
Marcco asiente afirmativamente.
Marcco dice con acento turinés, "entonces haslo sentir mejor"
Dices con acento Turinés, "ya no le tienes miedo?"
Te partes de risa.
Marcco dice con acento turinés, "tú eres su hija, lo conoses y saves que lo aníma."
Marcco dice con acento turinés, "em, no... no..."
Dices con acento Turinés, "bene, bene... le diré que querías matarme con la moto. "
Te partes de risa.
Marcco dice con acento turinés, "así, quieres que le diga donde estávas?. "
Dices con acento Turinés, "lo sabía. "
Marcco frunce el ceño.
Marcco dice con acento turinés, "saves que estoy pensando. "
Dices con acento Turinés, "qué."
Marcco dice con acento turinés, "mira, no soy muy fan de la idea, pero. "
Marcco dice con acento turinés, "no cres que es ora de que empieses a tomar tú apellido?"
Dices con acento Turinés, "A que te refieres exactamente."
Marcco dice con acento turinés, "saves de que hablo. "
Dices con acento Turinés, "Hacerme cargo de los negocios. "
Dices con acento Turinés, "Me apoyarías en eso amore."
Marcco dice con acento turinés, "acabo de decir que no soy muy fan de la idea amore. "
Marcco dice con acento turinés, "pero es lo que tienes que hacer. "
Dices con acento Turinés, "Crees, que pueda io ser capaz de hacerlo bene?"
Marcco dice con acento turinés, "además, en el estádo de don mássimo dudo mucho que consiga otro heredero."
Frunces el ceño.
Marcco dice con acento turinés, "estoy mas que seguro, amore. "
Dices con acento Turinés, "ni quiero. "
Dices con acento Turinés, "la única bambina de mi padre,siempre seré io, no hace falta otro bambino. "
Marcco dice con acento turinés, "dios, si hasta con tu padre sei celosa. "
Asientes afirmativamente.
Marcco dice con acento turinés, "sei una posesiba-."
Marcco se parte de risa.
Sonríes.
Marcco la mira sonriendo.
La acaricia con ternura, como si quisiera grabar ese instante en su memoria.
Vittoria le acaricia el rostro con suavidad.
Dices con acento Turinés, "prometeme que no volverás a alejarte de mí. "
Marcco la mira profundo, con el corazón latiendo como loco.
Marcco dice con acento turinés, "si tú no me traicionas, nunca más me iré. "
Dices con acento Turinés, "ti giuro, amore. Nunca más. "
Marcco acaricia su cabello, la envuelve en sus brazos, y la recuesta con él en la cama.
Vittoria se acurruca sobre su pecho, y suspira.
Dices con acento Turinés, "quiero quedarme aquí para siempre. "
Marcco dice con acento turinés, "entonces quédate. "
Dices con acento Turinés, "en serio?. "
Marcco asiente afirmativamente.
Marcco dice con acento turinés, "esta cabaña fue siempre nuestro escondite. Ahora puede ser nuestro hogar. "
Vittoria lo besa suave, lento, cargado de amor.
Marcco le responde con ternura.
Ya no hay rabia.
Ya no hay gritos.
Solo dos cuerpos que se entienden sin palabras.
La noche avanza.
Las luces de Turín quedan lejos.
En esa vieja cabaña, entre sombras y recuerdos, dos almas rotas empiezan a sanar.
Sin promesas vacías.
Solo con la verdad.
Y el amor de quienes han tocado fondo y aun así deciden volver a levantarse juntos.
Marcco acaricia la espalda de Vittoria mientras ella cierra los ojos.
Dices con acento Turinés, "buonanotte, amore mio. "
Marcco dice con acento turinés, "ti amo, Vittoria Marttini. "
Vittoria sonríe antes de quedarse dormida entre sus brazos.
El amor, por fin, les da tregua.
Y la noche los guarda.
Larabelle Evans
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Re: "Vittoria: La Reina del Caos"

Mensaje por Larabelle Evans »

Una comida para animar a mi padre.

Punto de vista: Vittoria.

La mañana en la mansión Marttini transcurre con una calma inusual. Los jardines están recién regados, y el aroma a lavanda y menta fresca sube por las ventanas abiertas de la cocina. La luz entra dorada, filtrada por las cortinas de lino blanco.
Vittoria ríe mientras rompe los huevos en un tazón de cerámica pintado a mano.
Clarisa, su nana de toda la vida, corta cebollas con una destreza que solo los años pueden regalar.
Clarisa dice con voz firme pero cariñosa, "ese cuchillo no es para eso, niña."
Vittoria responde divertida, "pero corta igual, Clarisa."
Clarisa la mira con una ceja levantada.
Clarisa dice, "puede cortar igual, pero no como se debe. Anda, pásame el bueno."
Marcco entra en la cocina con el cabello todavía mojado por la ducha.
Huele a colonia y jabón, y su presencia impone pero no interrumpe.
Se acerca a Vittoria por detrás y le da un beso en la nuca.
Marcco dice con acento turinés, "huele delicioso aquí."
Vittoria sonríe sin voltear.
Dices con acento Turinés, "estamos cocinando algo especial para papá.
Clarisa suspira.
Clarisa dice, "era bella mujer esa Leila. Muy señora. Tenía clase."
Marcco se sirve un poco de café.
El vapor sube como una danza ligera sobre la taza.
Marcco dice con acento turinés, "no creo que él quiera hablar de eso."
Vittoria lo mira.
Dices con acento Turinés, "por eso es que hay que hacerlo con delicadeza. No se trata de forzar nada, sino de recordarle que no está solo."
Clarisa revuelve la salsa.
El aroma se impregna en el aire, entre notas de albahaca, ajo y tomates rostizados.
Marcco se sienta en la mesa, observa a Vittoria con ternura.
Marcco dice con acento turinés, "estás muy linda cuando cocinas."
Dices con acento Turinés, "no me halagues, estoy sudada y tengo harina en el rostro."
Clarisa ríe.
Clarisa dice, "así son las mujeres de verdad. Con las manos en la masa y el corazón en su sitio."
En la sala contigua, Mássimo observa por la ventana.
Viste una camisa blanca, sin abotonar del todo, y unos pantalones de lino oscuro.
Tiene el rostro afilado, más delgado, y los ojos perdidos en el jardín.
Una copa de vino tinto descansa intacta en la mesa baja frente a él.
El reloj antiguo da las doce.
Vittoria entra desde la cocina con un pañuelo en la cabeza y las mejillas rojas de calor.
Se limpia las manos en el delantal.
Se acerca a su padre con pasos suaves.
Dices con acento Turinés, "papá."
Mássimo gira levemente el rostro.
Mássimo dice con voz baja, "hija."
Dices con acento Turinés, "ven a la cocina, preparamos algo que sé que te gustará."
Mássimo niega levemente con la cabeza.
Mássimo dice con acento turinés, "no tengo hambre."
Dices con acento Turinés, "entonces ven por la compañía. Te necesitamos allí."
Mássimo la mira, ve sus ojos. Suspira y se pone de pie.
La cocina lo recibe con calidez.
Clarisa lo abraza sin pedir permiso.
Clarisa dice, "pues ya era hora, don Mássimo. Hoy se come con alma."
Mássimo sonríe con discreción.
Vittoria lo sienta a la cabecera de la mesa.
Le sirve una porción de lasaña recién horneada.
El queso aún burbujea.
Marcco sirve el vino.
Mássimo lo observa con cierto recelo, pero no dice nada.
Clarisa dice, "brindamos por la vida que sigue."
Vittoria asiente.
Dices con acento Turinés, "por la familia que no se rinde."
Marcco dice con acento turinés, "y por los que nos cuidan desde otro sitio."
Todos alzan las copas.
Mássimo la sujeta sin fuerza, pero bebe.
Durante la comida hay silencios. Pero también risas. Y miradas cómplices.
Vittoria sirve más pan, más vino.
Mássimo pregunta cómo van los trámites para que Vittoria entre a la universidad.
Dices con acento Turinés, "ya estoy viendo univercidades padre."
Dices con acento turinés, "Voy a estudiar diseño de modas padre, recuerda que te dije. A de más pienso que para fachada legal está bien. "
Mássimo sonríe levemente con orgullo.
Dices con acento Turinés, "quiero entrenar padre, quiero aprender a tomar mi lugar como tu heredera en este negocio."
Mássimo dice que sí con la cabeza.
Mássimo dice con acento turinés, “hablaré con Bianca para que te valla enseñando mi bambina. “
Vittoria sonríe.
Vittoria dice con acento turinés, Te sentirás orgulloso de mí padre, seré una digna mafiosa del imperio Marttini.
Vittoria sigue comiendo mientras mira amorosa a Marcco.
Marcco sonríe a Vittoria con amor.
Vittoria suspira y mirando a su padre capta su atención. Quiere decirle lo ceria que será su relación con Marcco.
Carraspeas.
Dices con acento Turinés, "Padre, como ya sabrás. Marcco y yo decidimos darnos otra oportunidad, sé que le hice daño por mi adicción, pero lo amo y él a mí. "
Mássimo los mira pensativo.
Dices con acento Turinés, "Sé que por un tiempo llegaste a pensar que lui era mi mala influencia, él regularmente era quien me sacaba de la casa cuando me escapaba, me iva con lui en la moto. "
Másimo frunce el ceño.
Marcco baja la mirada.
Vittoria lo mira con amor para tranquilisarlo mientras sigue hablando.
Dices con acento Turinés, "No era lui padre, era yo y todos en esta mesa lo sabemos. Muchas veces me dijiste que tomara terapia y me negué, creí que sería una pérdida de tiempo, creía que mi forma de hacer las cosas era lo normal, que autodestruirme era lo mejor para olvidar lo que me pasó, pero Karol me hace ver que no es así. "
Dices con acento Turinés, "en fin ya no quiero hacerles más daño, tú y marcco en estos momentos son lo más inportante de mi corta vitta. Sigo siendo una bambina, pero quiero madurar. "
Mássimo se levanta de la silla para acercarse a ella y abrazarla.
Vittoria lo abraza fuerte.
Marcco y clarisa los miran compartiendo ese momento íntimo. Marcco se siente feliz de ver a su ragazza cambiar. Y aunque le cuesta a ratos creer en ella, lo intenta por amor.
Clarisa seca sus manos en un trapo bordado, aparta la silla junto a Marcco y se sienta también.
El ambiente en la cocina se vuelve más íntimo, más sereno, como si por un instante el pasado no doliera tanto.
Mássimo se separa del abrazo, sin soltar del todo a su hija.
Mássimo dice con voz profunda, “te ves más fuerte, bambina. La vida aún no ha terminado contigo, y eso es algo bueno.”
Dices con acento turinés, “tampoco ha terminado contigo, padre. Solo… solo necesitas recordar quién eres.”
Clarisa asiente en silencio, sus ojos brillan por la emoción contenida.
Clarisa dice, “la famiglia Marttini no se quiebra. Se dobla un poco, se sacude el polvo… pero no se rompe.”
Marcco sonríe, se levanta y sirve más vino en las copas.
Marcco dice con acento turinés, “deberíamos hacer esto más seguido. Es como si esta mesa sanara heridas.”
Mássimo se sienta de nuevo, toma su copa y la gira entre los dedos.
Mássimo dice con acento turinés, “quizá sea tiempo de permitir que nuevas voces se escuchen… Dejar que Vittoria construya su propio camino dentro del negocio.”
Clarisa dice en tono sarcástico, “¡y que no le tiemble el pulso! Esa niña tiene más fuego en el pecho que media Turín junta.”
Vittoria ríe bajito.
Dices con acento turinés, “me educaron entre pólvora, secretos y silencios, Clarisa. Algo debía quedarme.”
Marcco se cruza de brazos, con una sonrisa ladeada.
Marcco dice con acento turinés, “y eso me encanta de ti. No hay nadie como tú, Vittoria.”
Vittoria lo mira con ternura y algo en sus ojos brilla.
Dices con acento turinés, “¿puedo decir algo loco?”
Mássimo levanta una ceja.
Mássimo dice con tono grave, “siempre.”
Dices con acento turinés, “quiero casarme algún día, padre. No ahora, no pronto. Pero sí algún día. Y si él me sigue amando así… no sé, talvez lo elija a él.”
El silencio se apodera por un momento de la cocina.
Clarisa deja la copa en la mesa y aplaude suavemente.
Clarisa dice, “¡por fin alguien habla claro en esta casa!”
Mássimo mira a Marcco con seriedad.
Mássimo dice con acento turinés, “¿vas a cuidar a mi hija incluso en los días en que no se deje cuidar?”
Marcco asiente con firmeza.
Marcco dice con acento turinés, “incluso cuando no quiera, incluso cuando se me escape en moto otra vez.”
Vittoria sonríe con los ojos brillosos.
Dices con acento turinés, “es mi forma de amar, padre. Intensa. A veces torpe. Pero sincera.”
Mássimo se levanta otra vez, alza la copa en señal de brindis.
Mássimo dice con acento turinés, “por esta familia que se reinventa. Por el futuro, aunque duela. Y por ti, bambina. Porque ya no eres tan bambina como pensabas.”
Todos beben. La tarde se alarga entre platos vacíos, dulces caseros y confesiones suaves que no hieren. Y la mansión Marttini, por primera vez en mucho tiempo, se siente como un hogar lleno de esperanza.
Larabelle Evans
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Re: "Vittoria: La Reina del Caos"

Mensaje por Larabelle Evans »

Comenzando mi univercidad.

Punto de vista: Vittoria.

La mañana de septiembre en Turín trae un aire fresco y punzante, con las hojas de los tilos meciéndose sobre el empedrado antiguo. El cielo luce limpio, apenas cruzado por hilos de nubes, y la cúpula de la Mole Antonelliana brilla a lo lejos como si vigilara cada paso de la ciudad. El tráfico matutino vibra con su ritmo característico: motos que atraviesan las calles con rapidez, tranvías que arrastran su sonido metálico y estudiantes que se dispersan con carpetas, tazas de café y auriculares.
En el campus del Politecnico di Torino, sede de Design e Comunicazione, el aire es distinto: una mezcla entre lo académico y lo cosmopolita. El edificio moderno, con sus estructuras de vidrio y acero, dialoga con el legado industrial de Mirafiori. Vittoria atraviesa los pasillos con paso firme, el eco de sus tacones bajos resuena en la galería mientras su mochila clara se balancea con un aire despreocupado. Viste una falda midi de lino claro, un top sencillo en color malva y una chaqueta liviana en tono arena. En ella hay un brillo reservado, el equilibrio entre la heredera de un imperio clandestino y la estudiante que quiere pasar inadvertida.
Al llegar al salón de clases, la energía se intensifica: ventanales altos dejan entrar el sol otoñal, que ilumina mesas largas cubiertas de laptops, blocs de dibujo, pinceles y rollos de papel. Hoy corresponde laboratorio de rappresentazione visiva: dibujo manual, software de modelado y análisis de materiales. La profesora, la signora Bergamini, se mueve entre los pupitres con su estilo exigente, corrigiendo posturas y pidiendo mayor precisión en los trazos.
La profesora dice con acento turinés, “Vittoria, più decisione nella linea, non lasciarla morire sul foglio. Il segno deve vivere” —le dice, con ese tono que mezcla dureza y aliento.
Vittoria dice con acento turinés, “Sì, professoressa” —responde ella, con una ligera sonrisa mientras corrige el trazo en su tableta digital.
A su lado se sientan tres chicas con las que ha comenzado a entablar una amistad. Giuliana, de cabello corto y negro como tinta, estudia fotografía y siempre lleva consigo una cámara analógica colgada del cuello. Allegra, alta, rubia oscura, apasionada de la comunicación visual, llena cada conversación de ironía ligera. Y Serena, de mirada calma y cuadernos llenos de caligrafía hermosa, se dedica al diseño de interiores.
Cuando la clase termina, las cuatro salen juntas al patio interno, un espacio amplio con fuentes antiguas y palmeras que evocan el ambiente del Valentino. El sol filtra sus rayos sobre las mesas de piedra donde se sientan a charlar.
“Allora Vicky, sei davvero brava con i bozzetti. Non dirai che non hai già fatto corsi prima…” —comenta Giuliana, mientras se ajusta la correa de la cámara.
Vittoria dice con acento turinés, “Nada de eso”
responde Vittoria en tono divertido, soltando una risa breve.
Vittoria dice con acento turinés, “He practicado sola… me gusta observar la ropa de la gente y redibujarla. Pero aún me falta mucho.”
—“Ah, che umile…” —ironiza Allegra, riéndose y dándole un golpecito en el brazo.
Allegra dice con acento turinés, “Io invece ho passato tre ore a litigare con Illustrator. Me lo sogno anche di notte.”
—“Benvenuta nel club” —agrega Serena con una sonrisa tranquila—. “Yo también soñé con renders que explotaban. Horrible.”
Ríen juntas, el ambiente se siente ligero, fresco, como si se conocieran de hace tiempo. Vittoria, aunque reservada, disfruta de esa sensación de normalidad. Escuchar sus voces, compartir quejas sobre proyectos, intercambiar memes en los móviles, le da un aire de adolescencia que haora pocas veces se permite.
En medio de la charla, el teléfono de Vittoria vibra. Lo saca con disimulo bajo la mesa y lee los mensajes: es Marcco.
—“Piccola, ya terminé en el laboratorio. Te paso a recoger. No tardes que quiero verte.”
Ella sonríe con el corazón latiendo fuerte y responde rápido:
—“Estoy a punto de salir… aunque la profe se pasó hoy. Tengo las manos llenas de grafito.”
Él replica al instante:
—“Me encantaría ensuciarme contigo, pero de otra manera.”
Vittoria contiene una carcajada y guarda el móvil un momento, pero no resiste y vuelve a escribir:
—“Caro, stai zitto… estoy con mis amigas, me vas a hacer sonrojar.”
—“Mejor. Quiero que piensen que eres mía. Porque lo eres.”
El calor sube por sus mejillas. Intenta ocultar la expresión, pero Allegra la descubre.
Allegra dice con acento turinés, —“Ehilà, Vittoria, ¿chi ti scrive? Vedo que sonríes como si fuera algo serio…”
Vittoria dice con acento turinés, “Solo es il caro mio” —responde ella con naturalidad ensayada, aunque por dentro vibra.
Giuliana dice con acento turinés, —“Mmm, solo marcco…”
replica Giuliana, arqueando una ceja—. “No parece tan solo.”
El móvil vibra de nuevo.
—“Estoy afuera. Ven ya, mia principessa.”
El corazón de Vittoria se acelera. Se despide de las chicas, prometiendo reunirse con ellas para estudiar en la biblioteca el jueves. Caminan juntas hacia la salida del campus. Allí, contra la verja, está Marcco: apoyado en su moto negra, chaqueta de cuero, cigarrillo entre los dedos. Sus ojos, grises, la buscan de inmediato.
Marcco dice con acento turinés, “Ehi…” —dice él apenas la ve, apagando el cigarrillo con descuido.
Vittoria dice con acento turinés, “caro mio…” —responde ella, caminando hacia él con una sonrisa que no puede contener.
Cuando se encuentran, Marcco la toma de la cintura sin pudor y la besa frente a todos, un beso que arranca murmullos y miradas curiosas. Giuliana suelta un “wow”, Allegra ríe divertida y Serena aparta la mirada con gesto tímido. Vittoria nos sonroja: se siente ligera, fuerte, amada.
Marcco murmura con acento turinés, “Andiamo, piccola”
murmura él contra su oído.
Salen del PoliTO caminando juntos, entre las arcadas que proyectan sombras largas sobre el empedrado. Vittoria sonríe sin decir nada, sosteniendo la mano de Marcco como si fuera un secreto y, al mismo tiempo, una declaración. Llegan hasta el auto de Vittoria, un Maserati elegante de color gris oscuro que ella rara vez conduce en público. Hoy será distinto.
Marcco abre la puerta con gesto protector, luego se sienta al volante y enciende el motor. Ella lo mira, fascinada por esa mezcla de rebeldía y ternura que lo define.
Marcco dice con acento turinés, “Pronta per andare a casa, principessa?” —pregunta él, con una sonrisa ladeada.
Vittoria dice con acento turinés, “Sempre” —responde Vittoria, acomodándose en el asiento.
El auto arranca suave, llevándolos por las calles de Turín rumbo a la mansión Marttini, mientras en el aire queda suspendida la certeza de que ambos viven un amor que arde en silencio entre dos mundos opuestos.
El Maserati avanza con suavidad por las avenidas de Turín, dejando atrás el bullicio estudiantil del Politecnico. El sol de septiembre se filtra a través de los plátanos que bordean el corso Duca degli Abruzzi, dibujando sombras irregulares sobre el capó brillante. El tráfico es constante: tranvías que se arrastran lentos, automóviles que se cruzan con bocinas cortas, peatones que esperan en las esquinas. Dentro del coche, sin embargo, reina una intimidad distinta, un mundo aparte.
Marcco conduce con la mano izquierda firme en el volante mientras la derecha reposa sobre el muslo de Vittoria, marcando un gesto posesivo que la hace sonreír. Ella inclina ligeramente la cabeza hacia la ventana, dejando que el viento mueva algunos mechones de su cabello rubio platinado. En sus labios se dibuja una sonrisa serena, aunque la chispa de deseo en sus ojos se enciende con cada roce de los dedos de él.
Marcco dice con acento turinés, “Ti guardano tutti, piccola. Anche oggi… le tue amiche al campus no podían apartar los ojos de ti.”
Vittoria dice con acento turinés, “Non dire sciocchezze. Guardaban la escena, no a mí. Fue por cómo me besaste.”
Marcco suelta una risa baja, casi arrogante, y aprieta suavemente su pierna.
Marcco dice con acento turinés, “Esatto. Que sepan que no pueden tocar lo que es mío.”
Vittoria lo mira de reojo, con esa mezcla de dulzura y provocación que domina a la perfección.
Vittoria dice con acento turinés, “Caro mio, no soy un trofeo para exhibir.”
Marcco, sin apartar la vista de la carretera, ladea una sonrisa.
Marcco dice con acento turinés, “No. Eres mucho más. Eres la única cosa que me importa.”
El coche se desliza ahora hacia el Corso Vittorio Emanuele II, donde las fachadas decimonónicas conviven con cafés elegantes y boutiques. La ciudad palpita con su ritmo otoñal: jóvenes en bicicleta, turistas fotografiando vitrinas, parejas mayores tomadas del brazo. Vittoria observa por la ventanilla, recordando por un instante la vida que sus amigas llevan, ligera, sin secretos que pesen tanto. Suspira suavemente.
Vittoria dice con acento turinés, “A volte penso… ¿qué pasará cuando descubran quién soy de verdad? No soy solo la chica que dibuja vestidos.”
Marcco frunce el ceño, gira un segundo la vista hacia ella y luego vuelve a concentrarse en la calle.
Marcco dice con acento turinés, “No lo entenderán. Y no importa. Io lo so chi sei. Y yo te acepto así. Con todo.”
El silencio se extiende por unos segundos, cargado de significado. Vittoria lleva la mano al cambio de marchas y la roza con la de él, dejándola allí, entrelazados los dedos. Una calidez inesperada le recorre el cuerpo.
Vittoria dice con acento turinés, “Sei la mia forza, Marcco.”
Él aprieta su mano con firmeza, sin decir nada más, y acelera suavemente al tomar la curva hacia el puente Umberto I. El río Po brilla bajo el sol, reflejando destellos dorados.
Mientras cruzan el puente, Marcco baja la velocidad. La ciudad parece suspenderse un instante.
Marcco dice con acento turinés, “Quiero que recuerdes algo, piccola. Da igual lo que pase, tu padre, tus estudios, las sombras de la famiglia… siempre estaré aquí, al tuo fianco. Non ti lascerò mai.”
Los ojos de Vittoria se humedecen apenas, pero mantiene la compostura. Se inclina hacia él y roza con sus labios su mejilla, dejándole un beso breve y tierno.
El Maserati continúa por las avenidas arboladas rumbo a la colina donde se alza la mansión Marttini. La ciudad queda atrás lentamente, dando paso a una calma residencial. Vittoria apoya la cabeza sobre el respaldo, con una sensación de paz inusual, como si por un instante Turín entera pudiera ser testigo de su felicidad.
El Maserati avanza por las calles amplias de Turín, y el murmullo de la ciudad empieza a desvanecerse a medida que se acercan a la zona residencial. Dentro del coche, el aire se vuelve más denso, cargado de la tensión invisible entre ambos.
Marcco cambia de marcha con un gesto ágil y la mano de Vittoria se desliza hasta cubrir la suya. Sus dedos se entrelazan apenas un segundo antes de que él vuelva al volante, pero el roce basta para encender una chispa.
Marcco dice con acento turinés, “Così rischi di farmi perdere la concentrazione, piccola.”
Vittoria sonríe de lado, apoyando el codo en la ventanilla y el rostro en la mano, mirándolo con descaro.
Vittoria dice con acento turinés, “Forse è proprio quello che voglio.”
El motor ronronea bajo ellos, acompasado al ritmo de la respiración contenida. Vittoria cruza las piernas con lentitud, dejando que su falda de lino se deslice apenas, descubriendo un poco más de piel. Marcco desvía la mirada un segundo y traga saliva, intentando mantenerse firme.
Marcco dice con acento turinés, “Sai bene cosa me provocas, bambina mia. Non è giusto giocare così.”
Vittoria inclina la cabeza, con esa picardía que desarma.
Vittoria dice con acento turinés, Quien dice que estoy jugando?, estoy enseñándote lo que es tuyo amore.
Marcco aprieta el volante con más fuerza, como si la tensión del cuerpo se descargara allí. El tráfico se abre en una avenida más tranquila, y entonces, sin pensarlo, coloca la mano en la parte interna del muslo de Vittoria, ascendiendo apenas unos centímetros. Ella contiene un suspiro, mordiendo su labio inferior.
Vittoria dice con acento turinés, “Marcco… siamo ancora in città.”
Marcco ladea una sonrisa, la mira un instante con esa mezcla de ternura y provocación.
Marcco dice con acento turinés, “E allora? Tanto già lo sanno tutti che sei mia.”
La mano de él se detiene, firme, sin avanzar más. Es un gesto de poder, de deseo contenido. Vittoria lo observa con el corazón acelerado y se inclina hacia él, rozando con sus labios la comisura de su boca. No lo besa del todo, solo lo deja en suspenso, saboreando el instante.
Vittoria dice con acento turinés, “Quando arriviamo a casa… no habrá tregua, amore mio.”
Marcco suelta una risa baja, ronca, y vuelve a acelerar.
Marcco dice con acento turinés, “Allora guido più veloce.”
Vittoria observa el perfil de Marcco, el juego de sombras y luces en su rostro mientras los árboles se suceden. Sus dedos se mueven inquietos sobre su propio muslo, la piel vibrando por el recuerdo de la mano de él. La sonrisa de Marcco es contenida, pero sus ojos grises brillan con una promesa que la hace temblar.
Marcco dice con acento turinés, "Ya casi llegamos, piccola. ¿Lista para escapar del mundo por un rato?"
Vittoria dice con acento turinés, "Contigo, siempre. Aunque… ¿qué te parece si hoy el mundo se olvida de nosotros?"
Marcco dice con acento turinés, "Mi piace. Molto. Oggi, siamo solo tu ed io."
Vittoria desabrocha su cinturón de seguridad apenas el coche entra por los grandes portones de hierro forjado de la mansión Marttini, que se abren con un suave crujido. El camino de entrada, flanqueado por cipreses antiguos, se extiende hasta la imponente fachada de piedra, donde la luz del atardecer ya comienza a teñir los cristales de naranja y violeta. El coche se detiene con suavidad frente a la entrada principal.
Marcco apaga el motor, y el silencio que sigue es profundo, solo roto por el suave murmullo de los árboles y el latido acelerado del corazón de Vittoria. Él gira en el asiento, su mano se extiende y toma su mejilla, el pulgar acariciando su piel con una delicadeza que contrasta con la intensidad de su mirada.
Marcco dice con acento turinés, "Finalmente a casa, principessa. Y ahora… ¿qué haremos con esas manos llenas de grafito?"
Vittoria se inclina hacia él, una sonrisa pícara en sus labios. Sus ojos se encuentran, prometiendo todo lo que las palabras no pueden decir.
Vittoria dice con acento turinés, "Creo que tengo una idea. Una que… podría ensuciarnos un poco más."
Marcco suelta una risa grave, el sonido vibrando en el pequeño espacio del coche. Sus ojos se oscurecen con deseo, y la mano en la mejilla de Vittoria desciende lentamente por su cuello, tirando de ella con suavidad hasta que sus labios se encuentran en un beso que sella la promesa de una tarde sin tregua.
Y así, el Maserati se desliza por las calles cada vez más arboladas de la colina, la ciudad desapareciendo en el espejo retrovisor. El aire cambia, se vuelve más denso con el aroma a pino y tierra húmeda, característico de las zonas residenciales de lujo en las afueras de Turín. Dentro del coche, el silencio se llena de una expectativa casi palpable.
El beso se rompe apenas cuando el sonido de los pasos firmes en la escalinata resuena desde la entrada. Vittoria respira agitada, se acomoda el cabello con prisa y vuelve a ajustarse el cinturón, aunque el coche ya está detenido. Marcco apoya la frente en la suya un instante más, como si quisiera robarle la calma antes de que el mundo volviera a irrumpir.
La puerta principal se abre con solemnidad. El mármol del vestíbulo refleja la luz cálida de las lámparas encendidas, y allí, de pie, espera Mássimo. A su lado, Rodrico, discreto como siempre, con las manos entrelazadas a la espalda.
Mássimo viste un traje oscuro, impecable, pero sus ojos —aunque serios— llevan un brillo distinto al ver entrar a su hija.
Mássimo dice con acento turinés, “Vittoria… vedo che la città ti sta cambiando. Más mujer, más fuerte. Eso me alegra.”
Vittoria desciende del coche con elegancia nerviosa, su falda aún marcada por las manos de Marcco. Camina hasta su padre y lo abraza con fuerza, hundiendo el rostro en su hombro. El perfume de tabaco rubio y cuero la envuelve, tan familiar como las paredes de esa casa.
Rodrico observa en silencio, pero en sus labios se dibuja una sonrisa breve. Marcco, mientras tanto, se queda unos pasos atrás, recto, con el respeto de quien sabe que pisa terreno delicado. Sin embargo, su mirada no abandona a Vittoria, ni siquiera cuando Mássimo se aparta para observarla mejor.
Mássimo fija sus ojos en él por un momento. Su ceño se mantiene serio, pero no hay rechazo en esa inspección, más bien una evaluación calculada. Luego, con un leve gesto de la cabeza, le reconoce la presencia.
Mássimo dice con acento tturinés, Márcco, es justo que estés aquí, tú ya eres parte de ella, y eso no puedo negarlo.
Vittoria aprieta la mano de su padre, emocionada por ese pequeño gesto de aceptación. Mira a Marcco con un destello de orgullo y complicidad, como si esas palabras hubieran sellado algo que hasta ahora era frágil.
El aire en el vestíbulo se suaviza, y el eco de la tensión queda sustituido por el calor de un hogar que intenta recomponerse. Clarisa aparece con una bandeja de copas y vino tinto joven, el aroma del estofado que hierve en la cocina se esparce desde el fondo.
Mássimo toma la copa y la alza apenas, dirigiéndose a su hija.
Mássimo dice con acento turinés, "Por tu regreso a la vitta, Vittoria, y por este nuevo comienzo en el Politecnico. Que sea un camino lleno de éxitos y nuevas pasiones."
Bebe un sorbo, y Vittoria y Marcco hacen lo mismo. Los ojos de Mássimo se posan en su hija, el brillo de orgullo mezclado ahora con una sombra de seriedad que solo Vittoria sabe identificar.
Mássimo dice con acento turinés, "Vittoria, necesito hablar contigo en privado. Marcco, si nos permites un momento."
Marcco asiente, comprendiendo. Se aleja hacia la sala de estar, mientras Mássimo guía a Vittoria hacia su estudio, una habitación sobria con estantes repletos de libros y un gran escritorio de madera. El ambiente se vuelve denso, cargado de la formalidad que Mássimo suele imponer en asuntos de negocios.
Mássimo dice con acento turinés, "Principessa, ha surgido una situación urgente. Voy a viajar a Montenegro esta misma semana. Es para empezar a mover las piezas para el rescate de Leila."
El nombre de Leila cuelga en el aire, un recordatorio doloroso de la mujer que sigue amando su padre, secuestrada hace meses. Vittoria siente un nudo en el estómago, pero su expresión se mantiene firme.
Vittoria dice con acento turinés, "Comprendo, Papà. ¿Qué necesitas de mí?"
Mássimo se sienta detrás del escritorio, indicándole a Vittoria que tome asiento frente a él. Sus ojos, penetrantes, evalúan cada reacción de su hija.
Mássimo dice con acento turinés, "Mientras estoy fuera, las fábricas de chocolate en Perugia quedarán bajo tu supervisión. Ya sabes cómo manejarlas, pero quiero que estés al tanto de la producción y de cualquier incidencia. Y hay algo más… un cargamento importante de armas. Se entregará esta semana en el puerto de Génova. Necesito que te asegures de que todo salga sin problemas, personalmente. Rodrico te dará los detalles."
La seriedad en la voz de su padre es inconfundible. Fábricas, armas, Génova… es un salto enorme de la universidad a la mafia, pero Vittoria ha sido ya entrenada para esto. Sabe que su padre no le pediría algo que no pudiera manejar.
Vittoria dice con acento turinés, "Papà, lo haré. Me encargaré de todo. Las fábricas estarán en orden y el cargamento… me aseguraré de que llegue a su destino. Cuenta conmigo."
Mássimo asiente, un atisbo de satisfacción en sus ojos. Se levanta y camina hacia ella, posando una mano en su hombro.
Mássimo dice con acento turinés, "Sé que puedo. Eres mi hija, Vittoria. La sangre Marttini corre por tus venas."
El eco de esas palabras resuena en la habitación. Vittoria siente el peso de la responsabilidad, pero también una oleada de determinación. Este es su lugar, su destino. Y está lista para afrontarlo.
Vittoria sostiene la mirada de Mássimo, y en sus ojos se reflejan tanto la fuerza heredada como la vulnerabilidad de una hija que, pese a todo, sigue buscando su aprobación. Se inclina apenas hacia adelante y toma la mano de su padre, la misma que reposa en su hombro, con un gesto firme.
Vittoria dice con acento turinés, “Papà, non temere. No fallaré. Por Leila, por ti… por la famiglia.”
El silencio que sigue es espeso, cargado de significados no dichos. Mássimo cierra los ojos un segundo, como si esas palabras abrieran una grieta en la coraza que siempre lleva puesta. Cuando los abre, su voz suena más baja, casi íntima.
Mássimo dice con acento turinés, “Eres la única que logra darme un respiro, Vittoria. Cuando te veo, cuando veo cómo creces… creo que, forse, la vida todavía tiene algo bueno que ofrecerme.”
Las palabras sorprenden a Vittoria, porque rara vez su padre deja entrever emociones tan desnudas. Sus labios se curvan en una sonrisa contenida, y aprieta la mano de Mássimo con ternura.
Un golpeteo en la puerta interrumpe el momento. Rodrico asoma la cabeza, con su gesto impecablemente sobrio.
Rodrico dice, “Don Mássimo, la cena está lista. ¿Quiere que prepare los documentos del cargamento para que la signorina Vittoria los revise esta noche?”
Mássimo asiente, sin soltar aún la mirada de su hija.
Mássimo dice con acento turinés, “Sí, Rodrico. Déjalos en su escritorio. Esta noche comenzará su trabajo.”
Rodrico se retira en silencio, cerrando la puerta. Mássimo acaricia la mejilla de su hija con un gesto breve pero cargado de afecto.
Mássimo dice con acento turinés, “Andiamo, principessa. No dejemos que Clarisa se enoje por dejar la mesa fría.”
Vittoria suelta una pequeña risa, aliviando la tensión, y se pone de pie junto a su padre. Salen del estudio juntos, uno al lado del otro, y en ese instante parecen más que padre e hija: parecen dos socios que se preparan para enfrentar un mundo peligroso, unidos por la misma sangre y la misma lealtad.
Cuando atraviesan el vestíbulo, Marcco los espera en la sala, levantándose en cuanto los ve. Su mirada busca la de Vittoria, inquieta por lo que haya podido hablar con Mássimo. Ella, sin decir palabra, le dedica una sonrisa serena que lo tranquiliza.
La puerta del comedor se abre, y la luz cálida de las lámparas cae sobre la mesa larga, cubierta con manteles blancos y vajilla de plata. Clarisa dispone el estofado humeante en el centro, y el aroma lo llena todo. Vittoria se sienta entre su padre y Marcco, mientras Rodrico ocupa discretamente el extremo opuesto.
Mássimo alza de nuevo su copa, y esta vez su voz se escucha más ligera, aunque con la misma solemnidad de siempre.
Mássimo dice con acento turinés, “Alla famiglia. Alla nostra forza.”
Las copas chocan suavemente. Vittoria bebe un sorbo, y en el reflejo del cristal ve su futuro, tan complejo como brillante: una vida entre las aulas del PoliTO y los pasillos oscuros de la mafia.
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