Aquí se irán publicando las escenas de rol tanto de trama principal, como las que querais publicar los jugadores. Debido a la naturaleza de este foro, si se admite contenido NSFW.
¿Qué tal, chicos? Primero que nada, queremos agradecerles por leer toda la primera parte de esta loca historia que hicimos en conjunto con mi pareja, Ale y otros amigos. De verdad, les estamos muy agradecidos y esperamos que la hayan disfrutado.
Esta es la historia individual de Gianluca, para aquellos que quieran conocer más de este alocado villano y descubrir lo que pasará con él a continuación. ¿Se recuperará o no? ¿Intentará suicidarse, tratará de escapar, buscará recuperar a Lena? Quién sabe… eso tendrán que descubrirlo ustedes. En verdad, muchas gracias, y estén atentos a lo que sigue.
Por cierto... ¡hola soy Gianluca! ¿Saben qué? Mejor no lean nada. Total, no se pierden de mucho. O bueno… ¿saben qué? ¡Léanlo o no, no me importa! Nada tiene sentido, en fin. Bueno, lo siento chicos, algo raro pasó, pero no importa. Como dije, espero que les haya gustado, y mi novia y yo les agradecemos mucho.
mi traslado a estremera.
Punto de vista: Gianluca y Tallana.
Tallana entra a la celda con rostro cerio.
Suspiras profundamente.
Murmuras con acento Ensenadense, "parece un loco..."
Gianluca está sentado, agachado, y sumamente inexpresibo.
gritas: "moretti, no estás de vacaciones, muévete que nos vamos a tu verdadero hogar!".
Dices con acento Ensenadense, "no tengo tu tiempo!".
Gianluca la ignora por completo. e incluso voltea asia otro lado.
Tallana saca su arma reglamentaria y también las esposas.
Tallana se acerca a Gian, sujetándole con fuerza le esposa.
Gianluca no le toma importancia, pero tampoco se resiste.
Tallana lo empuja a la salida de la celda.
Dices con acento Ensenadense, "vamos!".
Gianluca camina sin fijarse a donde va, escucha la irritante y molesta voz de la oficial, a quilometros de distancia.
Tallana sale con él de la comisaría.
Tallana lo sube a la parte tracera de la patrulla.
El sol del mediodía caía pesado sobre Madrid, proyectando sombras cortas y agudas en el asfalto. En la patrulla principal, el ambiente era tan inmóvil como el silencio que llenaba el vehículo. Al volante, Tallana Mendosa mantenía su mirada fija en la carretera, mientras el tráfico de la ciudad avanzaba con lentitud en las horas de más movimiento. A su lado, en el asiento trasero de la patrulla, Gianluca Moretti permanecía en un estado de quietud absoluta. Su postura era rígida, casi inerte, y su mirada, vacía.
si no fuera por el subir y bajar del pecho de gian, pareciera un bil muerto, un muerto mas, al que nadie le tomaría importancia
A pesar del calor que filtraba a través del cristal, Gianluca no mostraba signos de incomodidad. Su piel pálida y su expresión apática parecían absorber la luz sin devolver ninguna chispa de emoción o vida. Tallana lo observaba ocasionalmente por el retrovisor, sin recibir nada más que un reflejo de su indiferencia.
Para Tallana, el traslado era una tarea simple y sin complicaciones. Había tenido a su cargo a detenidos que intentaban negociar su liberación, otros que no paraban de gritar o insultar, y hasta algunos que parecían disfrutar cada segundo, como si el viaje fuera un juego perverso. Pero Gianluca Moretti era distinto. Parecía estar en otro lugar, desconectado de su entorno, ajeno al bullicio de la ciudad que los rodeaba.
“¿Esperas que te hable, Moretti?”— dijo Tallana, rompiendo el silencio con un tono neutro.
Gianluca está totalmente perdido en sí mismo. No se mueve, no se expresa, no reacciona. En su mente, solo hay un pensamiento, un recuerdo, un dolor. Lena... su nombre parecía tan lejano, como el silbido de un tren que se aleja. Lena... aquella chica que era su paz, su calma, pero que por fin lo dijo. Aquello que ella le quitaba en su presencia, él se lo daba sin quererlo o sin pensarlo.
Ese infierno que él vivía siempre, cada maldito despertar, cada segundo... para ella, él era su infierno.
¿Y qué importaba ya? Sí… para ella era eso. ¿Qué sentido tenía tenerla? ¿Qué sentido tenía tratar de manipularla, convencerla? ¿Qué sentido tenía todo? Nada. A Gian ya no le importaba absolutamente nada; desearía estar muerto con todo el puto infierno que siente cada segundo de su maldita y perra existencia. Malditos sean sus padres, malditos sean una y mil veces.
El sonido de los coches al pasar era lo único que rompía la quietud, y Tallana sentía que el tiempo se estiraba. Al otro lado de la radio, la voz de otro oficial se escuchó brevemente, informando la posición de la caravana de escolta. Tres patrullas seguían a la suya, aunque parecía innecesario, pues Moretti no daba señales de resistencia o interés en el trayecto.
“No me lo esperaba así,”— murmuró Tallana, más para sí misma que para él.
La luz del mediodía pintaba la ciudad de un tono blanco implacable, y algunos transeúntes miraban con curiosidad a la caravana de patrullas, susurrando entre ellos. Para el resto, la procesión policial no era más que un vehículo más en el tráfico.
Los ojos grises de Gianluca Moretti, antes brillantes, rebosantes de maldad, astucia e inteligencia, ahora vacíos, carentes de brillo, de reacción, de algo que delatara tan siquiera un rastro de vida. ¡Ni siquiera se dignaba a abrir los ojos! Pero aquel infierno que cada día lo consumía, cada segundo, cada milisegundo, cada centímetro que caminaba, que existía, que inhalaba, exhalaba cada momento de su patética y perra existencia. Si antes carecía de emociones, o al menos de muchas, ahora ya no le quedaba nada a lo que aferrarse: ningún recuerdo, ninguna vivencia, nada. Apenas el recuerdo nítido de aquella chica a la que tanto había lastimado, pero que era su paz, la que lo mantenía en calma, comenzaba también a desvanecerse. Si antes era carente de emociones y empatía, ahora no era más que un saco de carne y huesos humanos.
Moretti giró apenas el rostro, sus ojos sin expresión miraron de soslayo a la oficial antes de volver a fijarse en algún punto indefinido frente a él. La tensión entre ellos era mínima, una sensación de rutina que nada alteraba. El contraste entre su anterior vida y este destino como prisionero era casi irónico, pero ni siquiera eso parecía afectarle.
Con cada kilómetro, la prisión se acercaba, y la realidad de su destino parecía evaporarse en la misma apática indiferencia con la que Gianluca vivía cada minuto de aquel traslado.
Gian no sentía nada… o bueno, sentía tener las cosas ya, ni siquiera las pocas pinturas o algo que pudiera recordar. Sentía como si cada recuerdo, como si toda evidencia, como si cada momento que había experimentado fuera borrado de tajo. Como si estuviera desapareciendo bajo un manto de color negro, opacado por aquello a lo que llamaba infierno.
Finalmente la patrulla se acercó a la entrada de la penitenciaría.
Gianluca murmura con acento napolitano, "hasta nunca..."
Tallana ha apagadó el coche y bajando de este mismo abrió la puerta de moretti.
Dices con acento Ensenadense, "vamos. "
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca se levantaba mientras por fin abría los ojos.
Tallana lo baja del auto, encaminándolo hacia la entrada del edificio.
Gianluca caminava lento, poco le importaba si se caía o aquella policía, solo caminaba sin pensar
Acabas de llegar a Centro Penitenciario Madrid VII tu nuevo lugar de reclusión.
Estremera; Centro Penitenciario Madrid VII
El centro penitenciario es una instalación diseñada para la reclusión y rehabilitación de personas condenadas. La arquitectura es funcional y moderna, con un enfoque en la seguridad y el bienestar de los internos. El diseño incluye áreas de convivencia, trabajo y recreación, promoviendo la reintegración social.
Tallana lo conduce a la entrada del edificio.
Gianluca Moretti (criminal) se marcha.
Centro Penitenciario Madrid VII - Edificio Administrativo
No ves nada especial.
Tallana saluda a los encargados de la pequeña recepsión y hace el registro rápido de Gian.
Tallana conduce a gian a su celda.
Centro penitenciario Madrid VII - Patio Central
El patio central es un espacio amplio y al aire libre, rodeado por muros altos y cámaras de seguridad. Está diseñado para permitir la actividad física y el esparcimiento de los internos. Equipado con canchas deportivas, áreas verdes y bancos, el patio ofrece un ambiente controlado para que los reclusos interactúen y se mantengan activos.
Salidas visibles: edificio-administrativo, modulo-mujeres, talleres, comedor, y modulo-hombres
Centro Penitenciario Madrid VII - Módulo Masculino
Este es el módulo habilitado para los privados de libertad de sexo masculino. Las celdas para hombres son similares en diseño, pero pueden ser más numerosas en términos de capacidad. Estas celdas también están equipadas con camas, lavabos y armarios. Las áreas comunes permiten la socialización y la participación en programas de rehabilitación.
Salidas visibles: fuera, pasillo, baños, y celdas
Centro Penitenciario Madrid VII - Celdas
Tallana empuja a gian a su celda, y le cierra los barrotes
Estás en una celda compartida. La pared posterior cuenta con un pequeño ventanuco que casi roza el techo, por donde apenas entra luz solar. en una esquina hay un pequeño lavamanos, un armario diminuto con dos compartimentos y dos camas individuales pegadas a cada pared. Frente a las camas los barrotes permiten la visibilidad al interior de la celda, pero solo puede abandonarse la celda si se abre la cerradura de seguridad.
Última edición por Larabelle Evans el Mié Nov 27, 2024 1:32 am, editado 1 vez en total.
Leila entra a la comisaría poniendo su mejor sonrisa.
Suspiras profundamente.
Sonríes.
Dices con acento siciliano: "Ciao."
Emilio se encuentra tras el escritorio, con la mirada algo triste, pero trata de sonreír al ver que alguien entra.
Dices con acento siciliano: "¿Qué tal?"
Emilio dice con acento mexicano: "Buenas tardes."
Emilio dice con acento mexicano: "Am, bien, supongo."
Emilio dice con acento mexicano: "¿Qué necesita?"
Dices con acento siciliano: "Vengo a preguntar por un preso."
Emilio dice con acento mexicano: "Dígame su nombre, por favor."
Dices con acento siciliano: "Gianluca Moretti."
Emilio se sorprende bastante.
Emilio dice con acento mexicano: "Disculpe, ¿quién lo busca?"
Dices con acento siciliano: "Soy su prima, vengo desde Italia enterándome de las malas noticias."
Leila finge una cara triste.
Emilio piensa: "Um, no hay registro de familiares…"
Suspiras profundamente.
Emilio piensa: "Nah, qué importa."
Emilio dice con acento mexicano: "Moretti fue trasladado."
Leila se sorprende.
Dices con acento siciliano: "¿Qué? ¿Pero adónde, por Dios?"
Leila pone cara impresionada.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano: "Ay, pobre Gian..."
Emilio dice con acento mexicano: "Por los delitos que ha cometido, se le ha trasladado al centro penitenciario."
Dices con acento siciliano: "Ay, Gian… pobre, ha sufrido tanto con su enfermedad. ¿Y a qué cárcel fue?"
Emilio dice con acento mexicano: "Está en el municipio de Estremera."
Suspiras profundamente.
Emilio dice con acento mexicano: "A las afueras de la ciudad."
Dices con acento siciliano: "Vaya, tendré que buscar eso en el GPS. Gracias, oficial, espero poder ir a verlo…"
Emilio asiente afirmativamente.
Emilio dice con acento mexicano: "Que tenga un buen día."
Emilio suspira profundamente.
Leila sonríe fingiendo y se da la vuelta para caminar hacia la salida.
Suspiras profundamente.
Comunidad de Neo-Madrid; Afueras de la comisaría de Moratalaz.
Te encuentras en las afueras de la comisaría de moratalaz, situáda en el número 1 de la calle tacona en Moratalaz. El acceso a esta vía se encuentra interrumpido por las obras, por lo que la única forma de entrar y salir de ella es utilizando un vehículo.
Salidas visibles: entrar
El clima actual es Parcialmente nublado y la temperatura es 11.7 grados Celsius.
Murmuras con acento siciliano, "diablos tengo que ir a un pueblo refundido para verte gian..."
Suspiras profundamente.
Ferrozzi Sirakusa de color vino tinto metalizado
No ves salidas en este lugar.
Cierras el vehículo.
Arrancas el motor.
Leila mira en su celular el mapa y busca estremera.
Dices con acento siciliano, "veamos."
Dices con acento siciliano, "esto será tan jodido."
Ferrozzi Sirakusa inicia un viaje entre localidades.
Leila se quiebra al encontrarse con el nuevo Gianluca.
Punto de vista: Leila y Gianluca.
Estremera; Carretera M-241
La M-241 conecta Estremera con otras localidades cercanas y forma parte de la red de carreteras que facilitan el acceso a esta zona rural. La carretera se extiende a lo largo de varios kilómetros, atravesando paisajes típicos de la región, caracterizados por campos y áreas agrícolas.
Ves Ferrozzi Sirakusa de color vino tinto metalizado aquí.
Salidas visibles: oeste
Te aproximas a las puertas del Centro Penitenciario Madrid VII.
Uno de los guardias te pide revisar tu documentación de identidad .
Tras verificar tu identidad y registrar tu ingreso, las puertas del Centro Penitenciario Madrid VII se abren.
Atraviesas las puertas del Centro Penitenciario Madrid VII.
Estremera; Centro Penitenciario Madrid VII.
El centro penitenciario es una instalación diseñada para la reclusión y rehabilitación de personas condenadas. La arquitectura es funcional y moderna, con un enfoque en la seguridad y el bienestar de los internos. El diseño incluye áreas de convivencia, trabajo y recreación, promoviendo la reintegración social.
Salidas visibles: fuera y edificio-administrativo
Suspiras profundamente.
Murmuras con acento siciliano, "que orrible lugar..."
Leila camina sin detenerse.
Centro Penitenciario Madrid VII - Edificio Administrativo.
Salidas visibles: fuera, direccion, sala-de-visitas, patio, enfermeria, y seguridad.
Leila saluda a los guardias que vigilan la pequeña recepción.
El guardia dice: "¿En qué le ayudamos, señorita?"
Dices con acento siciliano: "Vengo a visitar a un preso."
El guardia dice: "Dígame el nombre del preso."
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano: "Gianluca Moretti."
el guardia busca en su libreta de registro.
el guardia dice: "lo llamaremos, espere porfavor en la sala de visitas."
el guardia se marcha en dirección a las celdas.
Suspiras profundamente.
Leila observa todas las salidas y camina lento a lo que parece la sala de visitas.
centro Penitenciario Madrid VII - Sala de Visitas.
Te encuentras en un espacio donde los internos pueden recibir a sus familiares y amigos en un ambiente controlado. Está equipada con mesas y sillas, y cuenta con medidas de seguridad como cámaras y personal de vigilancia para garantizar la seguridad de todos los presentes.
Salidas visibles: fuera y puerta.
Leila entra a la sala esperando que llegue gian.
Leila se sienta en una silla.
Te sientas.
Suspiras profundamente.
Leila se inquieta de ver que gian no llega.
Sacas un cigarro de la cajetilla.
Coges el cigarro entre los dedos y lo enciendes dando una primera calada.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Murmuras con acento siciliano, "cuantas ganas de verte tengo gian, si supieras como te extraño..."
Suspiras profundamente.
Mientras tanto, en el módulo masculino del centro penitenciario, Gianluca se encontraba en su celda. Sentado en su cama, inexpresivo como siempre o, al menos, desde que había llegado, su rostro no había cambiado ni un poco.
Uno de los guardias llega hasta donde se encuentra Gian y dice: "Moretti, tiene visita."
Gianluca continúa inexpresivo y solo levanta la mirada al escuchar al guardia.
Gianluca dice con acento napolitano: "No me importa... no quiero ver a nadie..."
El guardia suspira profundamente.
El guardia dice: "Mire, Moretti, yo solo hago mi trabajo. Y si no quiere ver a nadie, dígaselo usted mismo."
Gianluca suspira profundamente.
Con la misma expresión apática de siempre, Gianluca se levanta para que el guardia abra la celda y acabar con esta estupidez cuanto antes.
El guardia lo conduce por el módulo masculino hasta llegar al pasillo y, finalmente, a la puerta que lleva a la sala de visitas.
Gianluca entra a la sala de visitas apático, como siempre. Su expresión es totalmente neutral, y sus ojos grises están más vacíos de lo normal. No muestra nada.
Gianluca camina por la sala de visitas y visualiza a Leila sentada.
Leila mira entrar a gian, ya no es el mismo que conoció en la uni, ella se angustia al verlo así, se levanta para ir y abrazarlo con necesidad.
Abrazas a Gianluca.
pero gian no reaxiona a su contacto, no se mueve, no muestra nada.
Dices con acento siciliano, "Gian amore que tienes, Gian mírame, ¿si?".
Gianluca no le hase caso, no la mira, no quiere haserlo.
Leila se asusta de verlo tan mal, realmente nunca nadie despierta enpatía en ella, nisiquiera por su profesión, pero con gian, con él ella es diferente.
Dices con acento siciliano: "Gian, amore, reacciona, tú no eres así."
Gianluca finalmente la mira, fijando sus ojos ahora vacíos en Leila.
Leila aún lo tiene abrazado y le acaricia el rostro con sus dedos.
Gianluca parece un cadáver viviente; no habla, no se mueve, no parpadea, solo respira. No reacciona al contacto físico.
A Leila se le escapan unas lágrimas, aunque no quiera.
Gianluca finalmente habla.
Gianluca dice con acento napolitano: "¿Qué...?"
Murmuras con acento siciliano: "No puede ser que esa maldita esclava te haya convertido en esto..."
Gianluca dice con acento napolitano: "¿Qué quieres, Leila...?"
Dices con acento siciliano: "Amore, reacciona."
Gianluca niega con la cabeza.
Gianluca dice con acento napolitano: "No sé de qué hablas..."
Dices con acento siciliano: "Dime qué tienes. ¿Por qué estás así?"
Gianluca dice con acento napolitano: "Por nada... ya nada importa... absolutamente nada..."
Dices con acento siciliano: "Pero Gian, yo quiero sacarte de aquí."
Gianluca dice con acento napolitano: "¿Para qué...? ¿Qué quieres lograr...? Ya no importa..."
Dices con acento siciliano: "Vámonos a Sicilia, amore. Estarás bien."
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Gianluca dice con acento napolitano, "para que... leila... dime para que..."
Dices con acento siciliano, "para que vuelvas a pintar, vuelvas a ser el de antes."
Gianluca niega con la cabeza.
Gianluca dice con acento napolitano, "ya nada importa... entiende..."
Dices con acento siciliano, "amore. yo, yo..."
Suspiras profundamente.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Gianluca dice con acento napolitano, "y para que boy a pintar... si todos me umillaban..."
Gianluca dice con acento napolitano, "vasta leila... no tiene caso..."
Dices con acento siciliano, "amore, no me dejes sola, tú bien sabes todo lo que me hizo mi padre para combertirme en esto que soy ahora."
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Gianluca dice con acento napolitano: "Leila... ya no siento nada... entiende... aunque quisiera... aunque no quiera... no serviría de nada..."
Lloras desconsoladamente.
Gianluca no muestra nada al verla llorar, ya no muestra nada como antes.
Leila no lo suelta, le cuesta separarse de él. está decidida a traerle un abogado aunque se niegue.
Suspiras profundamente.
Gianluca no se mueve, no se la quita, no la aparta, por que ya nisiquiera eso siente.
Leila se separa un poco de él para mirarlo.
Leila fuma para intentar controlarse.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Dices con acento siciliano, "te sacaré amore, volverás a ser ese pintor que me gustaba."
Gianluca niega con la cabeza.
Gianluca dice con acento napolitano, "no... leila... ya... no..."
Leila anciosa se acerca para besar sus labios.
Besas a Gianluca.
Gianluca no reacciona a los labios de Leila. Ya no devuelve el gesto con lujuria como antes.
Leila devora sus labios con algo más que deseo; sabe dentro de sí misma que lo ama.
Besas a Gianluca.
Gianluca, por unos milisegundos, mueve los labios, pero tan rápido como lo hizo, se detiene.
Leila murmura en sus labios: "Te amo, ni siquiera sé por qué. Aunque lo nuestro no tenga futuro, porque no dejaré la mafia, y eso a ti no te gusta, es lo que elegí para mí... yo te amo, amore..."
Gianluca se mantiene neutral como siempre, pero la mira a los ojos tratando de combenserla
Leila con dolor y frustrasión se separa de gian, al ver que los guardias llegan por él.
el guardia dice: "ya se acabó la visita."
Gianluca dice con acento napolitano, "okai..."
Dices con acento siciliano, "gian..."
Gianluca dice con acento napolitano, "no vuelbas... leila... no regreses..."
el guardia saca a gian antes que ella pueda decir palabra alguna.
Suspiras profundamente.
Leila se limpia los ojos, intenta dicimular y sale de la sala.
Gianluca es conducido de nuevo a su celda, y vuelve a ser encerrado.
Leila mientras sale de la cárcel dice: "te sacaré amore, serás libre, o mato a esa perra italiana"
Centro Penitenciario Madrid VII - Edificio Administrativo
Salidas visibles: fuera, direccion, sala-de-visitas, patio, enfermeria, y seguridad
Estremera; Centro Penitenciario Madrid VII
El centro penitenciario es una instalación diseñada para la reclusión y rehabilitación de personas condenadas. La arquitectura es funcional y moderna, con un enfoque en la seguridad y el bienestar de los internos. El diseño incluye áreas de convivencia, trabajo y recreación, promoviendo la reintegración social.
Salidas visibles: fuera y edificio-administrativo
Los guardias abren el portón.
Atraviesas las puertas y abandonas el Centro Penitenciario Madrid VII.
Estremera; Carretera M-241
La M-241 conecta Estremera con otras localidades cercanas y forma parte de la red de carreteras que facilitan el acceso a esta zona rural. La carretera se extiende a lo largo de varios kilómetros, atravesando paisajes típicos de la región, caracterizados por campos y áreas agrícolas.
Ves Ferrozzi Sirakusa de color vino tinto metalizado aquí.
Salidas visibles: oeste
Leila saliendo a la carretera se permite llorar.
Leila le sonnrió a su auto, antes de subirse en este seguida por sus guardias que la esperaban afuera.
Ferrozzi Cirus de color Azul Zafiro
No ves salidas en este lugar.
Cierras el vehículo.
Arrancas el motor.
Conduces hacia fuera.
Comunidad de NeoMadrid; plaza de Manuel Becerra
Salidas Visibles: oeste, este, sur, y noroeste.
El sonido del motor rugía bajo la estructura del lujoso automóvil de Leila, mientras avanzaba por las tranquilas calles de Madrid. El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanillas, bañando su rostro con una luz cálida y dorada. Aunque el trayecto a Estremera sería largo, a Leila no le importaba. Su mente estaba ocupada con pensamientos y recuerdos de un hombre que había estado ausente de su vida, pero que aún ocupaba un espacio importante en su corazón: Gianluca.
Era su cumpleaños número 26, y Leila no había olvidado esa fecha. Nunca lo haría. Había pasado mes y medio desde que Gianluca fue arrestado, y aunque su presencia en la cárcel la llenaba de ira y frustración, hoy era un día especial. Hoy, no pensaba en la mafia, ni en los negocios, ni en las traiciones. Hoy solo quería hacerle sentir su amor. Hoy, quería que él supiera cuánto significaba para ella, aunque las circunstancias no fueran las mejores.
Con una determinación férrea, Leila condujo por las calles de Madrid, con el firme propósito de hacer que Gianluca tuviera una celebración, aunque fuera desde la lejanía de una penitenciaría. Antes de tomar la carretera hacia Estremera, tenía una parada que hacer.
El auto se detuvo frente a una pastelería en la Plaza Matute. La tienda, con su fachada delicadamente iluminada, desprendía un aroma dulce que se mezclaba con el aire de la tarde. Leila se bajó del coche con gracia y elegancia, con la misma seguridad que siempre la caracterizaba, como si nada ni nadie pudiera perturbar su calma.
Entró a la pastelería, y el pequeño timbre sobre la puerta anunció su llegada. La dueña, una mujer de mediana edad, la saludó con una sonrisa amable, pero Leila no tenía tiempo para charlas innecesarias. Se acercó al mostrador y, con la mirada fija, señaló el pastel que había estado observando desde su entrada: un pastel helado de sabor napolitano, con capas de chocolate, vainilla y fresa, decorado con finas capas de crema y frutas frescas.
Dices con acento Siciliano, "“Ese, por favor. Lo más grande que tenga.”"
La pastelería era pequeña, pero bien decorada, y el pastel parecía un símbolo de lo que Leila quería ofrecerle a Gianluca: algo dulce, algo especial, a pesar de las circunstancias amargas.
La mujer empacó cuidadosamente el pastel y Leila lo tomó con una mano, dirigiéndose hacia el siguiente destino. Pero no se conformaría solo con un pastel. Necesitaba algo más para hacer de este día uno memorable.
Leila entró en una tienda de vinos cercana, donde eligió una botella de vino tinto que sabía que a Gianluca le encantaba: un Barolo italiano de calidad. El aroma a madera y a fruta madura invadió su nariz mientras pagaba por la botella, acompañada de un par de copas de cristal fino.
Dices con acento Siciliano, "esto es lo que necesito también. "
No importaba que Gianluca estuviera tras las rejas. Él merecía el mejor regalo. No solo para él, sino para ella también. Porque en esos momentos de fragilidad, como la que había mostrado en su último encuentro, Leila sentía que su amor por él era lo único que la mantenía humana.
Con el pastel, el vino y las copas cuidadosamente guardadas en el asiento del copiloto, Leila condujo hacia su última parada antes de Estremera: un estudio de pintura en la Calle Mayor. Era un lugar discreto, casi escondido, donde los artistas locales vendían sus obras, y donde Leila había encontrado varias piezas que le habían gustado. Hoy, pensaba en Gianluca y en su amor por la pintura, por los lienzos que le había visto dibujar en su tiempo libre, cuando su vida no estaba marcada por la cárcel ni por la violencia.
El vehículo se pone en marcha.
Tiempo estimado de trayecto: 3 minutos.
El vehículo se detiene al llegar a su destino.
apagas el motor.
Abres el vehículo.
Comunidad de NeoMadrid; Calle Mayor.
Ves una casa de estilo gótico de color Celeste, una casa de estilo colonial de color Gris claro, una casa de estilo ecléctico, una casa de estilo neoclásico, una casa de estilo moderno, y Ferrozzi Cirus de color Azul Zafiro aquí.
Salidas visibles: sol, palacio-de-los-consejos, iglesia-del-sacramento, plaza-mayor, tienda, oeste, estudio, calle-de-bailen, noreste, sur, y consultora
Comunidad de NeoMadrid; Estudio de la asociación Yopinto
Ves Un cuadro titulado reunión estelar aquí.
Salidas visibles: fuera
Al entrar, el aroma a óleo y a madera vieja la envolvió. Salió con un par de lienzos en blanco, cuidadosamente envueltos en papel, que podría llevar a Gianluca. Quizás no podía regalarle la libertad, pero al menos podía darle algo que pudiera llenar su mente y su alma mientras permanecía prisionero.
Con todos los regalos reunidos, Leila volvió a su auto y tomó un respiro profundo. Miró el reloj en el tablero. Tenía el tiempo contado. No iba a desperdiciar ni un minuto más. La carretera hacia Estremera estaba a pocos kilómetros, y sabía lo que tenía que hacer.
Ferrozzi Cirus de color Azul Zafiro
No ves salidas en este lugar.
Cierras el vehículo.
Con el corazón palpitando fuerte, Leila arrancó el auto y se dirigió por la carretera, el sol comenzando a esconderse detrás de las colinas mientras ella se adentraba en el camino hacia Estremera. Sabía lo que tenía que hacer. Y esa tarde, no sería la misma para ninguno de los dos.
El sonido del motor del automóvil de Leila se fusionaba con el viento que azotaba la carretera, mientras avanzaba a toda velocidad por la autopista. La tarde estaba cayendo lentamente, pero la oscuridad aún no había cubierto el cielo. La carretera hacia Estremera era tranquila, pero en su mente, el latido de su corazón resonaba como un tambor. Hoy era el día. El día en que vería a Gianluca de nuevo, el día en que podría entregarle algo más que palabras.
Leila se acercaba a la penitenciaría, el edificio gris y frío se perfilaba en el horizonte, rodeado por una vasta extensión de tierra desolada. Mientras se acercaba, su respiración se volvía más controlada, sus ojos fijos en el horizonte. El lugar era imponente, y aunque Leila nunca había temido a los muros que rodeaban a los demás, sentía una presión en el pecho que no podía ignorar. Estaba a punto de entrar en un mundo que no le pertenecía, pero el amor por Gianluca la hacía avanzar sin dudar.
Al llegar a las puertas de la penitenciaría, Leila detuvo el automóvil. Un guardia, con uniforme verde y gorra, se acercó a su ventana. Su mirada era fría, profesional, pero algo en el porte de Leila hacía que no se atreviera a hacerle preguntas innecesarias. Ella no era una persona que necesitara presentaciones.
—Guardia: "Buenas tardes, señora. ¿A qué se debe su visita?"
Leila no perdió tiempo. Con una calma imperturbable, le entregó su identificación y explicó el motivo de su visita.
Dices con acento Siciliano, ""Vengo a ver a Gianluca. Mi nombre es Leila Ferrari, soy su... conocida.""
El guardia asintió sin decir una palabra, observando la identificación y luego marcando algo en su dispositivo. Tras unos momentos, volvió a levantar la vista.
—Guardia: "Tiene permiso para pasar, señora. Le mostraré la sala de visitas."
Leila le dedicó una mirada fría, una leve inclinación de cabeza, y salió del coche con elegancia. Se acercó al edificio con una determinación absoluta, mientras el guardia la guiaba por un largo pasillo. Las paredes de concreto gris y la atmósfera fría y estéril de la prisión le daban una sensación de claustrofobia que Leila combatía con su presencia fuerte, como si ella misma fuera una fuerza imparable.
Finalmente llegaron a la sala de visitas. Era una habitación sobria y funcional. Las paredes blancas, las mesas de metal con sillas a su alrededor, todo diseñado para evitar cualquier tipo de intimidad. Los demás presos y sus familiares ya se encontraban allí, en silencio, separados por la barrera de seguridad, esperando. Leila no les prestó atención, su foco estaba en lo que importaba: Gianluca.
El guardia la indicó que tomara asiento en una de las mesas, cerca de una pared donde estaba un vidrio grueso separando las visitas de los reclusos. Leila asentó sin decir palabra, como si estuviera completamente en su lugar, como si el mundo entero se detuviera cuando ella llegaba.
Con un rápido movimiento, comenzó a sacar los regalos de su bolso. Primero, el pastel helado napolitano, que colocó con cuidado sobre la mesa. No le importaba que el pastel estuviera algo derretido por el calor, lo importante era que lo había traído con amor, algo para darle un toque dulce al día de Gianluca. Luego, colocó la botella de vino Barolo sobre la mesa, seguida por las copas de cristal fino. Todo estaba cuidadosamente dispuesto, incluso en ese espacio tan impersonal.
Finalmente, retiró los lienzos que había comprado en el estudio de pintura. Eran simples lienzos en blanco, pero representaban algo más que simples regalos materiales. Era un símbolo de la conexión que aún compartían, a pesar de la distancia que los separaba. Los acomodó con el mismo esmero, mirando cada uno de ellos como si estuviera dándole una parte de sí misma.
Mientras lo hacía, la espera parecía interminable. Cada minuto que pasaba en la sala aumentaba la tensión en su pecho. Podía escuchar las conversaciones lejanas, los murmullos de los demás visitantes, pero todo eso le resultaba distante, irrelevante. Todo lo que importaba ahora era que Gianluca estuviera allí, que sus ojos se encontraran con los de ella, que pudiera verlo y entregarle lo que había traído.
Punto de vista: Gianluca
Gianluca fue escoltado y conducido por unos guardias hasta llegar a la sala de seguridad. Él estaba con un rostro totalmente diferente y vacío, arrastraba los pies sin ganas y sus ojos reflejaban indiferencia pura. hasta que, por fin, llegan a la sala de visitas
El reloj en la pared avanzaba lentamente, pero Leila no miraba el tiempo. Su mente estaba ocupada en un único pensamiento: verlo, abrazarlo, decirle cuánto lo había extrañado. Lo demás podía esperar. Finalmente, una puerta se abrió al final de la sala y un guardia apareció, señalando con su mano que ya era el momento. Leila se levantó con la misma gracia que siempre la había caracterizado, como si todo estuviera bajo control, aunque su corazón latía con fuerza, ansioso por ese encuentro que tanto había esperado. La puerta se cerró detrás de ella, y en su interior, el sonido metálico del cierre resonó como un recordatorio de la jaula en la que Gianluca vivía ahora. Pero Leila no sentía miedo. Se acercó al vidrio, y esperó, mientras una figura apareció al otro lado.
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca Ni siquiera la miraba directamente; solo enfocaba su vista en ella unos pocos segundos para, posteriormente, suspirar".
gritas: "gian!"
Leila se acercó a él para abrazarlo.
Gianluca Tenían mucho mejor aspecto esta vez, comparado con la última vez que leila fue a verlo. Esta vez se encontraba un poco más conectado con su realidad, aunque con su misma apatía e indiferencia de siempre.
Abrazas a Gianluca.
Gianluca no respondió el gesto solo se quedó quieto, sin decir palabra.
Leila lo mira a los ojos, notando ese vacío y frialdad que ahabía adquirido desde que decidió entregarse.
Dices con acento Siciliano, "amore..."
Gianluca dice con acento napolitano, "no me digas así, leila".
Gianluca dice con acento napolitano, "ciao"
Gianluca dice con acento napolitano, "que haces aquí?".
Dices con acento Siciliano, "a tí siempre te gustaba que te llamara así, yo era tu vella..."
Gianluca dice con acento napolitano, "sí, eso ya da igual. todo da igual".
Dices con acento Siciliano, "ven, te traje algo. "
Gianluca caminó junto a ella sin ganas y sin inportarle mucho sus palabras.
Leila lo guía hasta la mesa y le muestra los lienzos.
Leila coge los lienzos y se los entrega.
Gianluca Dirigió su mirada con lentitud hacia la mesita donde se encontraban aquellos lienzos en blanco. Suspiró, apático, sin saber qué decir o qué hacer. Posteriormente, levantó su rostro para observar fríamente los ojos de la que, hasta hace un tiempo, era su mejor amiga, casi su amante, pero que ahora le parecía una persona común y corriente, sin nada más, así como todo el resto del mundo, así como todas las cosas, así como todo lo que rodeaba; todo le daba igual.
Dices con acento Siciliano, "vamos, yo sé que amas pintar mi amore."
Gianluca dice con acento napolitano, "que pretendes, leila?"
Dices con acento Siciliano, "recordarte en tu cumpleaños que me tienes a mí."
Gianluca dice con acento napolitano, "la última vez te dige que no regresaras".
Dices con acento Siciliano, "ya lo sé, pero tú sabes como soy. "
Gianluca dice con acento napolitano, "y sí vienes para cambiar mi actitud, pierdes el tiempo"
Dices con acento Siciliano, "además necesitaba contarte mis cosas como siempre lo hacía. "
Gianluca sonrió con amargura. Recordar su cumpleaños era algo que pocas veces hacía, y es que, desde que tenía memoria, nunca lo había celebrado, excepto, claro, alguna que otra noche con Leila, pero poco más. Algo que, en este momento, ya le daba igual; son cosas que pertenecen al pasado, y si antes no había razones para celebrarlo, ahora menos.
Dices con acento Siciliano, "este es otro cumpleaños juntos amore, recuerdas que el año pasado lo festejamos en mi casa de Sicilia?".
Gianluca Se alejó unos cuantos pasos de Leila, para posteriormente suspirar y sentarse en una de las sillas, pensativo.
Gianluca dice con acento napolitano, "sí, pero no le veo importancia"
Gianluca dice con acento napolitano, "nunca uvo razones para festejar nada".
Dices con acento Siciliano, "ay, amore no digas eso."
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca dice con acento napolitano, "Por qué no puedes entender que todo me da igual, Leila? Porque no puedes entender que yo, mi cumpleaños, Nápoles, tú o cualquier otra cosa me dan exactamente lo mismo. Ya no les doy importancia."
Gianluca dice con acento napolitano, "ya no importa nada".
Dices con acento Siciliano, "yo te entiendo mi amore, estoy igual y si no fuera por los negocios que tengo que mantener, todo se iría al diablo ahora mismo."
Gianluca dice con acento napolitano, "sí, pero a diferencia tuyo, no tengo nada ni nadie, y sabes que prefiero que sea así. Total, todo me da igual. Insisto, ya no tiene importancia, nada. No tiene importancia."
Abrazas a Gianluca.
Gianluca no corresponde el jesto
Dices con acento Siciliano, "yo necesitava verte, por cierto que uno de mis abogados se está haciendo cargo de tu juicio."
Leila abre la botella de vino sirviendo una copa.
Gianluca suspira profundamente.
Dices con acento Siciliano, "vamos amore, tú puedes salir de esto, volver a pintar irnos a nápoles de vuelta."
Gianluca, indiferente, empezó a ignorarla completamente, restándole importancia a su último comentario. No le importaba volver ni salir de donde quiera que estuviera. Realmente, ya no le veía sentido a continuar. ¿Y la pintura? Ni hablar; todo el tiempo había sido menospreciado por su propio arte, así que, en este punto, era lo que menos le importaba.
Gianluca dice con acento napolitano, "Deberías de marcharte, Leila. No sé qué haces aquí. Tampoco me importa, pero no vas a conseguir nada. Solo pierdes tu tiempo."
Leila lo mira triste.
Dices con acento Siciliano, "amore..."
Leila se bebe el contenido de la copa de inmediato tratando de calmar el dolor que le producía que gian la tratara de esa manera.
Gianluca dice con acento napolitano: "Ya no soy la persona que conociste, Leila; esa persona se perdió, se murió. Ya no importa, sigue con tu vida. Todo da igual, entiéndelo."
Dices con acento Siciliano, "¿por qué desquitarte conmigo de lo que pasó? si tú te entregaste fue porque tú quisiste, yo te apoyé en todo amore."
Leila lo mira triste sintiendo el peso de su frialdad con ella.
Gianluca dice con acento napolitano: "No me estoy desquitando con nadie, solo te estoy diciendo cómo lo veo. Sí me entregué, pero fue porque ya me da igual. Ese tiempo de estar juntos se terminó."
Gianluca dice con acento napolitano: "Ya no sirve estar juntos, ya no sirve de nada salir, ya no sirve de nada pintar. Ya no soy nadie, ya perdí toda emoción, ya no me importa lo que perdí. Incluso eso que perdí, también, a este punto, da igual."
Suspiras profundamente.
Gianluca la mira fríamente
Leila permaneció frente a Gianluca, sus ojos fijos en él, buscando una chispa de la persona que había amado, la persona que todavía quería creer que existía dentro de este hombre que ahora parecía tan apagado, tan derrotado. Las palabras de Gianluca caían sobre ella como gotas de agua fría, cada una más pesada que la anterior. No le importaba nada, ni el futuro, ni lo que habían vivido, ni siquiera ella. Nada le importaba.
Gianluca la mira con apatía, recorriéndola con la vista de arriba abajo, para luego desviar su mirada hacia la sala donde estaban.
La botella de vino, ya abierta, descansaba sobre la mesa de visitas, mientras Leila tomaba otra copa, mirando a Gianluca con tristeza. Su gesto era casi imperceptible, como si él ya no tuviera fuerzas para luchar contra su propia desilusión.
Dices con acento Siciliano, "amore..."
Leila dejó caer la copa sobre la mesa con un sonido sordo, tomando un sorbo largo, tratando de calmar el nudo en su garganta. Pero el dolor de verlo así, tan distante, tan perdido en su propio abismo, era más fuerte que cualquier vino.
Gianluca volvio la vista asia ella.
Suspiras profundamente.
Gianluca dice con acento napolitano, "que"
Leila suspiró profundamente, dejando la copa sobre la mesa con lentitud. Su mano temblaba ligeramente, y se acercó a él, tratando de captar su mirada, de hacerle ver que aún había esperanza. Aunque él no quisiera verla, ella no dejaría que se perdiera en esa oscuridad.
Dices con acento Siciliano, "no te dejaré solo y lo sabes"
Sus palabras fueron un intento de romper el muro que había levantado entre ellos. Pero Gianluca, como una sombra, simplemente se apartó más. Su indiferencia calaba hondo en Leila, y su corazón latía con un dolor palpable, un dolor que no sabía cómo sanar.
Leila lo mira también pero ella, con amor, ese amor que aún no le revelava y que la quemaba por dentro.
Gianluca negava sutilmente con la caveza, mientras que seguía viéndola.
Leila bajó la cabeza, los ojos llenos de tristeza. El hombre que había sido su refugio, su compañero, su amor, ahora solo estaba vacío. La persona que había conocido ya no existía. ¿Qué había pasado con Gianluca? ¿Dónde se había ido la chispa que compartían?.
Gianluca suspira profundamente.
La distancia entre ellos era abismal. Pero Leila no iba a rendirse. No aún.
Murmuras con acento Siciliano, "ti amo amore..."
Gianluca niega con la cabeza.
Leila permaneció en silencio frente a Gianluca durante unos segundos que parecieron eternos. Él no levantó la mirada. Sus ojos, vacíos, no tenían la calidez ni el fuego que alguna vez la habían cautivado. Cada palabra que había salido de su boca, cargada de indiferencia, todavía resonaba en la mente de Leila como un eco insoportable. Ya no soy la persona que conociste. Ya no importa nada.
Con un movimiento lento, pero firme, Leila se puso de pie. El peso del momento la oprimía, como si sus piernas no quisieran responder, pero su fuerza interior la obligaba a moverse. Miró una última vez los regalos que había dispuesto con tanto cuidado: el pastel helado, ahora comenzando a derretirse, la botella de vino sin compartir, los lienzos que tanto había imaginado en las manos de Gianluca. Todo se quedó allí, un símbolo tangible de un amor que él ya no parecía querer.
Sin decir una palabra más, giró sobre sus tacones y caminó hacia la puerta. Sus movimientos eran calculados, controlados, como si estuviera en un campo de batalla donde no podía permitirse el lujo de mostrar debilidad. Su corazón latía con fuerza, cada latido acompañado por un dolor insoportable que trataba de sofocar.
Gianluca también se levantava, mirando con apatía a su ex amiga, y esperando a que el guardia viniera.
El guardia la miró al pasar, pero no dijo nada. Leila le sostuvo la mirada, fría y firme, dejando claro que no necesitaba ayuda ni consuelo. Era Leila Ferrari. No había espacio para la vulnerabilidad.
Gianluca murmura con acento napolitano, "arribedershi..."
Al salir de la sala de visitas, el aire frío del pasillo la envolvió. Las paredes grises, el eco de sus propios pasos, todo parecía aplastarla. Pero no se detuvo. No podía detenerse. Cada paso era un esfuerzo por no derrumbarse, por no dejar que las lágrimas que ardían en sus ojos se derramaran.
Finalmente llegó a la entrada de la penitenciaría. El guardia de la puerta le devolvió sus pertenencias con una profesionalidad indiferente. Leila tomó sus cosas sin mirar a nadie, agradeciendo internamente que nadie la obligara a hablar. No tenía fuerzas para explicaciones.
Salió al exterior, donde el sol empezaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. Pero para Leila, el paisaje era una burla cruel. No podía disfrutar de su belleza. Todo lo que sentía era vacío.
Abres una de las puertas de Ferrozzi Cirus
Ferrozzi Cirus de color Azul Zafiro
No ves salidas en este lugar.
Cierras el vehículo.
Se subió a su auto con movimientos mecánicos, cerrando la puerta con un golpe seco. La soledad del vehículo era casi insoportable, pero al mismo tiempo, el único lugar donde podía permitirse bajar la guardia, aunque fuera por un instante. Colocó las manos en el volante, sus uñas perfectamente cuidadas se clavaban en el cuero. Su pecho subía y bajaba con respiraciones profundas, intentando calmar la tormenta que rugía dentro de ella.
Encendió el motor y comenzó a conducir, dejando atrás los muros grises de Estremera. El paisaje pasaba rápido frente a sus ojos, pero Leila no lo veía realmente. Sus pensamientos estaban atrapados en la sala de visitas, en las palabras que Gianluca le había dicho, en la forma en que había rechazado todo lo que ella le ofrecía.
Quería gritar, llorar, liberar todo el dolor que la consumía. Pero no lo hizo. Sus lágrimas ardían en sus ojos, pero no las dejó salir. No podía permitirse ser débil. ya No frente a los demás. No frente a sí misma.
La carretera parecía interminable. El silencio dentro del auto solo era interrumpido por el sonido del motor y el leve crujir de sus manos sobre el volante. Cada kilómetro que la alejaba de Estremera era un recordatorio de lo que había dejado atrás. De lo que había perdido.
Cuando finalmente llegó a la ciudad, estacionó el auto en un lugar apartado, lejos de miradas indiscretas. Apagó el motor y se quedó en silencio, con la cabeza apoyada en el volante. Allí, en la soledad de su coche, permitió que una lágrima escapara de sus ojos. Solo una. Pero fue suficiente para liberar algo del peso que llevaba.
—Eres una Ferrari —se dijo a sí misma, con un tono que mezclaba rabia y determinación—. No puedes romperte por alguien que ya no te quiere.
Tomó aire, enderezó su postura y miró su reflejo en el espejo retrovisor. Su rostro estaba impecable, salvo por el brillo de sus ojos enrojecidos. Limpió las lágrimas con un movimiento rápido, se retocó el labial rojo con precisión y volvió a ser la mujer que el mundo conocía: fuerte, implacable, intocable.
Llamada entrante de Ludovico.
Un teléfono suena en este lugar.
Descuelgas la llamada y se establece la comunicación.
Ludovico te dice por teléfono, "Hasta que por fin respondes."
Dices por teléfono, "hasta que apareces más bien. "
Dices por teléfono, "yo sí trabajo"
Ludovico te dice por teléfono, "cómo van las cosas por allí? Aquí la cosa no pinta bien, no tengo tiempo de andar jugando al niñero."
Dices por teléfono, "ay ya, no exajeres, yo, estoy con una herida y no estoy llorando "
Ludovico te dice por teléfono, "Eso no es lo que ha llegado a mis oídos, pero prefiero tu versión, a ver si entre ambas llego al meollo."
Ludovico te dice por teléfono, "Vaya, parece que las versiones no están tan desacertadas entonces."
Dices por teléfono, "me atacaron ayer "
Ludovico te dice por teléfono, "en fin, ni me quejo ni lloro, no es mi problema, solo me ocupo de los desmanes, cuando se puede."
Dices por teléfono, "y la policía va querer incriminarme seguramente. "
Suspiras profundamente.
Ludovico te dice por teléfono, "Algo de eso he oído, sí."
Dices por teléfono, "¿donde estás?"
Ludovico te dice por teléfono, "lo que no viene para nada bien, ahora que tu amiguito está a punto de ser enjuiciado..."
Ludovico te dice por teléfono, "saliendo de los juzgados."
Dices por teléfono, "gian, pués que te han dicho sobre eso..."
Ludovico te dice por teléfono, "la jueza del caso de gian no atiende a razones, no sé si me hago entender."
Murmuras con acento Siciliano, "ya no es mi amico "
Dices por teléfono, "¿y cuantos años quiere darle?"
Ludovico te dice por teléfono, "Ha fijado la audiencia del juicio para la próxima semana y te adelanto que no es nada razonable."
Ludovico te dice por teléfono, "Mi contacto dice que pretende darle 30 años por la medida pequeña."
Dices por teléfono, "talvez se los merese. "
Dices por teléfono, "y, al final ya está más muerto que vivo la verdad. "
Leila recuerda triste la última vez que lo vió.
Ludovico te dice por teléfono, "Eso no está en discusión, se los merece, por stronzo di merda, pero sabes que es un riesgo que entre en prisión y quede a merced de ese ambiente."
Dices por teléfono, "jaja, creo que a él ya le da lo mismo, está en un estado de locura peor que qcuando hicimos aquello. "
Ludovico te dice por teléfono, "AVaya, parece que se te rompió el encanto por él."
Ludovico te dice por teléfono, "qué quieres entonces? Por mí lo dejo ahí a su suerte, pero es otra persona quien decide."
Dices por teléfono, "Ay, tú desde cuando preocupado por mis emosiones?"
Ludovico te dice por teléfono, "No te confundas, bambina, no son tus emociones lo que me preocupa o me interesa precisamente de ti."
Dices por teléfono, "jajaja, haz lo que puedas para que lo manden a terapia que se yo, yo no voy a ir a españa, es más ni puedo moverme bien ahora mismo. ,"
Ludovico te dice por teléfono, "en todo caso, te llamé para informarte y que decidas "
Ludovico te dice por teléfono, "Ba benne, dispón la suma habitual para ocuparme de conseguir algunos privilegios para el stronzo, ya te iré informando."
Dices por teléfono, "ahora resulta que yo voy a pagarle privilegios. "
Suspiras profundamente.
Dices por teléfono, "está bene..."
Ludovico te dice por teléfono, "Y leila, haz el favor de ser más cuidadosa, no estamos para cambios de liderazgos innecesarios."
Dices por teléfono, "Pués tu jefe mayor, matteo ferrari quiere matarme así que aconséjale a él que me deje en paz, porque los 2 no cabemos en sicilia. "
Ludovico te dice por teléfono, "honestamente, leila, no sé hasta cuándo van a continuar con este asunto ustedes. hablaré con él a ver si apaciguo los ánimos, pero tú, a ver si tomas conciencia de una vez."
Ludovico te dice por teléfono, "arrivederchi, ragazza."
Ludovico ha colgado.
Sala de entrevistas, módulo reservado, Centro Penitenciario Madrid VII – Estremera.
La sala es sobria, sin objetos peligrosos, pero con una mesa metálica atornillada al suelo. Dos sillas enfrentadas. Una carpeta clínica, una grabadora autorizada, y un expediente. Gianluca entra esposado, pero el funcionario le libera antes de comenzar. La puerta queda cerrada por fuera. Hay un silencio tenso al principio. La luz fluorescente parpadea brevemente antes de estabilizarse.
Dra. Rosell: bajando la mirada a la carpeta, luego lo observa con neutralidad cálida.
La doctora rosell dice: "Buenos días, Gianluca. Antes que nada, ¿cómo dormiste anoche?
Gianluca La observa; su mirada no dice mucho, pero está presente. Realmente no tiene nada que ver con las primeras miradas de las primeras sesiones de terapia. Realmente, para este punto y con todo lo que ha sucedido, hay una chispa de diversión y hasta complicidad entre ambos. Realmente no hay una conexión demasiado fuerte porque son profesionales y por interés de él, pero realmente hay un gran cambio. Simplemente hizo un gesto afirmativo a su pregunta y sonrió de forma irónica, como diciendo: «Tú, ¿cómo crees?».
doctora Rosel dice: Pues creo que tienes aún insomnio.
doctora Rosell dice: Volbiste a tener la sensasión de anciedad?.
CyberLife te desea que no te caigas.
Gianluca dice con acento napolitano, "si a mi insobnio podemos llamarle compañeros molestos, sí"
Gianluca niega con la cabeza.
Doctora rosell dice: "siguen los problemas con tus compañeros en la selda? "
Doctora rosell dice: "has hablado con tu abogado sobre eso, para reportarlo, o con los funcionarios de la cárcel? "
Gianluca dice con acento napolitano, "no vale la pena, y realmente es como una forma de terapia nada saludable"
la doctora lo escanea con la mirada.
la doctora toma nota sin interrumpirlo, luego lo mira.
Doctora rosell dice: "pero eso te trae problemas, y castigos innecesarios. "
Gianluca Suspiré un suspiro largo y pesado mientras la miraba; sus ojos se oscurecían ligeramente. Volvió a suspirar y encontró las fuerzas necesarias para decir lo siguiente.
Gianluca dice con acento napolitano, "en verdad son inesesarios?"
Gianluca dice con acento napolitano, "o son una clase de justicia indirecta. "
Ella lo mira con comprención.
Doctora rosell dice: "no te auto castigues tu mismo creyendo que todo lo malo te lo mereces por lo que pasó. "
Ella hojea el exppediente mirando las varias sesiones que ha tenido con Gianluca.
Gianluca la mira algo molesto a los ojos.
La doctora le muestra algunos abances.
Gianluca dice con acento napolitano, "y acaso no lo merezco?"
Doctora rosell dice: "cuando recibí tu caso, estabas muerto en vida gian, has mejorado, los medicamentos y las sesiones conmigo te han ayudado a descubrir el porqué de tus emosiones negativas. "
Doctora rosell dice: "pero falta que trabajemos en que te perdones a ti mismo gian. "
Gianluca suspira profundamente.
Doctora rosell dice: "no estoy diciendo que lo que hiciste estuvo bien, pero ya no lo puedes cambiar, lo que si puedes y debes hacer es, cambiar tu mismo. "
Esas palabras le dolieron más que cualquier otro golpe que haya podido recibir esta última semana por parte de sus compañeros o por parte de los guardias de la prisión. Y es que negar el cambio en él es inútil. Es ridículo hasta cierto punto. Porque lo haría ver como una persona que no quiere avanzar, cuando eso no es del todo cierto. Si bien está consciente de que, por el momento, no tiene un propósito claro en la vida, al menos quiere seguir viviendo para tratar de encontrarlo, si es que aún le es posible. Pero una cosa es eso, y otra cosa muy diferente es aceptarse, reconocerse, perdonarse. Realmente sabe que la terapeuta tiene razón, pero aceptarlo no es cosa sencilla, y eso le dolió tanto que se refleja actualmente en su mirada.
Gianluca dice con acento napolitano, "No sé qué tan perdonable es lastimar a la única persona que te hacía sentir algo más allá de la rutina, más allá de lo superficial, más allá de lo sexual, más allá de lo que cualquier otra persona pudo haberte hecho sentir, pero que no te diste cuenta."
Doctora rosell dice: "sabes que ya estás dando los primeros pasos, antes no reconocías nisiquiera que estuviste mal al hacerle daño. "
Doctora rosell dice: "habías llegado realmente a un punto opsesivo descontrolado que te hacía pensar que era lo correcto. "
Gianluca dice con acento napolitano, "y eso, es lo que realmente me devuelve a mi pregunta, es perdonable algo así..."
Doctora rosell dice: "sí, porque lo vamos a hacer desde la consiencia de ti mismo, desde que te reconozcas y admitas que tienes un problema con la ira y las emosiones. "
Gianluca suspira profundamente.
Doctora rosell dice: "has escrito algo en el diario de emosiones que te pedí que hicieras?. "
Gianluca niega con la cabeza.
Gianluca dice con acento napolitano, "no pude"
Gianluca dice con acento napolitano, "solo me salió una palabra"
Doctora rosell dice: "que palabra. "
Gianluca dice con acento napolitano, "perdido. "
La doctora asiente con suavidad. Anota la palabra “perdido” en su libreta, subrayándola dos veces. Luego deja el bolígrafo a un lado. Su tono ahora es más pausado, casi maternal, sin perder su profesionalismo.
Doctora rosell dice: "no está mal tampoco, pasaste muchos años negandote a sentir y a expresar tus verdaderas emosiones. "
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca dice con acento napolitano, "que quiere que le diga. "
Doctora Rosell dice: "Estar perdido no es lo mismo que estar roto, Gianluca. "
Doctora Rosell dice: "Una persona rota ya no se mueve, ya no se cuestiona. Tú sigues buscando. Eso te pone en otro lugar. Aunque te cueste verlo. "
Doctora Rosell dice: "estuviste roto, te ví en esos meses, pero ya no más. "
Gianluca La miro; la miró como un hombre fragmentado, o tal vez roto, tal vez en reconstrucción o esparciendo lo poco que quedaba de él; un hombre que había lastimado, que había herido y que tuvo que perder lo único que tenía para darse cuenta de eso. Y es que ni siquiera él lo sabía; a veces no sabía si estaba en reconstrucción o si realmente Solo la pérdida del tiempo había un cambio claro, era innegable; pero, ¿hacia dónde se va a dirigir ese cambio? ¿Hacia dónde? ¿Qué iba a hacer con tantas dudas? Porque sí, no tenían objetivo de vida y querían buscarlo. Pero, ¿para qué?Eran tantas preguntas y una lucha interior en su cabeza que le costaba mantener la mirada.
Gianluca baja la mirada. Se toca la muñeca izquierda, donde aún hay marcas visibles de un viejo intento de autolesión. No habla de eso, pero ella lo nota.
Doctora Rosell dice: "¿Hoy has pensado en hacerte daño? "
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca bajó aun mas la mirada. su silencio decia mas que cualquier palabra o sonido que pudiece emitir.
Doctora Rosell dice: "y En que pensabas cuando esa idea cruzó tu mente, hiciste algo más, o solo sobrepensaste?. "
Gianluca dice con acento napolitano, "lo intenté, pero no como antes. Lo hise saviendo que fallaría, que no lo lograría, que no lo haría. no recuerdo que pensava. "
La doctora lo observa con atención, sin interrumpirlo. Luego asiente con firmeza, marcando el avance.
Gianluca dice con acento napolitano, "io..."
Doctora Rosell dice: "tú, qué? "
Gianluca dice con acento napolitano, "io solo... no se por que, pero savía que no lo lograría. y duele, por que en verdad si quisiera morir. "
Gianluca dice con acento napolitano, "avezes..."
Doctora Rosell dice: "pero te detuviste. "
Doctora Rosell dice: "Eso es un paso inmenso aunque te suene raro. Te detuviste. Te escuchaste. Eso es autorregulación emocional, Gianluca. Es lo que venimos trabajando desde la sesión tres."
Gianluca dice con acento napolitano, "por que... yo sí quería... o no? ya no lo se..."
Gianluca aprieta los ojos tratando de contener una lágrima revelde queriendo escapar
ella niega con la cabeza.
Doctora Rosell dice: "no la reprimas, no estás aquí para eso. "
mas lágrimas se escapan y casi por instinto, gianluca retrosede en su silla, como reflejo, o como si sintiera algo que quemara, algo mas que su propio ser, porsupuesto.
La doctora no lo presiona. Solo lo observa con paciencia. Se mantiene en silencio unos segundos, permitiendo que Gianluca se sienta contenido sin sentirse interrogado. Toma aire suavemente, y luego habla, sin levantar el tono.
Rosell Dice: ""No es debilidad llorar, Gianluca. Es señal de que algo por fin se está moviendo dentro. Que el hielo se está resquebrajando. ""
Gianluca niega con la cabeza.
Rosell aciente mirandolo con pasiencia.
Gianluca dice con acento napolitano, "hay formas, y es difícil cuando el hielo eres tú, save"
Rosell Dice: "por eso mismo. "
La doctora anota algo breve en su libreta. Luego deja el bolígrafo con suavidad. Su voz sigue siendo estable, sin dramatismo, pero con una presencia firme.
Rosell Dice: "lo que estás pasando ahora No es un castigo, Gianluca "
Rosell Dice: "Lo que sientes es duelo. Y culpa. Y un montón de emociones que reprimiste tantos años, que ahora todas salen juntas, como un alud."
Gianluca suelta una risa sarcástica y amarga, como si le paresiera un chiste mal contado lo que escuchó.
Rosell Dice: "Por eso te parece insoportable. Pero lo estás atravesando. No te has rendido."
Gianluca dice con acento napolitano, "y eso no le pareze un castigo?"
Niegas con la cabeza.
Gianluca dice con acento napolitano, "es´tá bien, se lo concedo si gusta, pero almenos es para pensarlo"
Rosell Dice: "está bien que lo piences."
Gianluca ladea la cabeza hacia un lado. Se limpia el rostro con la manga del mono gris que lleva puesto. Mira el techo, como si buscara alguna respuesta ahí arriba, o simplemente escaparse del momento.
La doctora cruza una pierna sobre la otra. Se inclina apenas hacia adelante. Su rostro no muestra lástima, sino convicción.
Rosell Dice: "sabes algo. "
Dices: "No tengo una fecha exacta, ni una receta mágica. Pero sé que no será para siempre. Sé que no vas a estar así para siempre."
Gianluca la mira, la mira directo a sus ojos. no con violencia, no con agresividad. solo con duda, con dolor, con un vazío cruel. la mira como una persona que sigue luchando, aunque sin saver del todo el por que.
Rosell Dice: "llevamos casi 10 sesiones hablando, y te he visto mejorar. Pero también veo el miedo que tienes a mejorarte, porque si te recuperas, tendrás que aprender a vivir con lo que hiciste. "
Rosell Dice: "¿cierto?"
Gianluca dice con acento napolitano, "hablando de emociones usted me proboca unas en particular. "
Gianluca suspira profundamente.
Rosell lo mira sin comprender.
Gianluca dice con acento napolitano, "se lo que hice, y lo acepto. pero una cosa es eso, y otra completamente diferente es superarlo o censillamente, vivir con eso. "
Gianluca dice con acento napolitano, "me estresa que sea tan calmada y que tenga la razón con frecuencia"
Gianluca sonríe.
Gianluca sonríe un poco, pero es una sonrísa algo divertida
La doctora asiente lentamente. Esa es una verdad profunda. Una que muchos pacientes enfrentan en la fase media del proceso terapéutico.
Rosell sonríe.
Gianluca sonríe.
Rosell dice: "Entiendo. Y es verdad: sanar no borra lo que pasó. "
Rosell dice:Pero te da herramientas para convivir con eso. Para no dejar que te destruya. No se trata de olvidar, Gianluca. Se trata de aprender a vivir con memoria, pero sin odio hacia ti mismo.
Él cierra los ojos. Respira hondo. No responde. Pero su respiración empieza a calmarse. Ya no tiembla como al principio. El llanto ha bajado. Queda un silencio espeso, denso, cargado de emociones sin nombre.
Rosell dice: "Hoy no necesito que hagas más. "
Rosell dice: "Solo que escribas esa palabra en el diario. "
Gianluca dice con acento napolitano, "cual..."
Rosell dice: "Perdido”. Y debajo, otra que te salga ahora, aunque no tenga sentido. "
Gianluca dice con acento napolitano, "bene..."
Rosell dice: "vamos ha dejarlo hasta aquí por ahora. "
Rosell dice: "vendré la próxima semana, y sabes que puedes mandarme a llamar si lo necesitas. "
Rosell guarda el expediente de gian en su bolso.
Rosell se levanta y tomando su bolso camina a la salida, no sin antes acercarse a gian para despedirse.
mi rutina después de Terapia desde que estoy en prisión.
Punto de vissta: Gianluca.
El sonido seco de una cerradura. El chirrido del metal. Una puerta se abre lentamente. GIANLUCA sale escoltado por dos guardias. Lleva el mono beige reglamentario, algo arrugado en los codos. Aún conserva el gesto tenso de la entrevista anterior —la mandíbula apretada, los ojos afilados, pero sin dejar entrever más de lo necesario.
Uno de los guardias le da una leve palmada en la espalda. No es camaradería. Es costumbre. GUARDIA dice: Vamos, Gianluca. Al patio.
Gianluca asiente sin hablar. Sus manos van esposadas al frente. Mira al frente. No observa nada. Ni al guardia, ni las cámaras, ni las paredes desconchadas que conoce de memoria. Pero está escuchando todo.
Puerta tras puerta, el eco del metal lo acompaña.
La luz del sol golpea sin piedad el hormigón del patio. Huele a sudor, cigarrillos mal apagados y a esa mezcla sucia de grasa y desesperanza. Hay unos cuantos grupos repartidos: dominicanos jugando dominó, españoles hablando entre dientes, y los italianos —su gente, o lo más parecido a eso ahí dentro— sentados en la sombra, observando.
GIANLUCA camina recto. Los ojos de varios reclusos lo siguen. Algunos lo reconocen. Otros lo juzgan en silencio. Lleva semanas sin meterse en líos, pero en la cárcel, la paz es una ilusión con fecha de vencimiento.
Un joven recluso —pelo rapado, ojos vivos— lo ve acercarse y se aparta del banco con respeto. El RECLUSO JOVEN dice: "Todo bien, Luca. Te guardamos sitio. "
Gianluca se sienta, sin sonreír, sin hostilidad. Se acomoda las manos ahora libres, los nudillos levemente tensos. Mira el cielo por un instante: nubes pesadas, un aire tibio. Un día cualquiera. Un día más.
Gianluca toma un cigarrillo, lo enciende con la punta del sol reflejada en un espejo pequeño que un compañero le cede. Aspira largo. Exhala despacio.
Gianluca se ve al espejo, encontrándoce con un reflejo que no reconose, que no save si es propio.
Una sombra se desliza desde la pared hasta el banco. RICHI aparece detrás de Gianluca con una sonrisa torcida y una voz cantarina que desentona —a propósito— con el ambiente tenso del patio.
Richi Dice con acento Mexiquense, "¡Órale, mi Gian! ¿Qué? ¿Te dejaron más traumado haya adentro, o que traees. "
Gianluca escucha la voz, no se voltea, no sobre reaxióna, solo sonríe. una sonrisa que no demuestramucho en verdad.
Gianluca dice con acento napolitano, "es lo que se puede esperar de una terapia sicolójica, amico. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "chalee, neta, yo por eso no voy a esooo."
Gianluca sonríe mas relajado y hace un jesto afirmatibo.
RICHI (bajando la voz, más sincero)
Gianluca dice con acento napolitano, "haces bene... avezes..."
Richi Dice con acento Mexiquense, "Pero ya estás acá, ¿no? Enterito. Y sin moretones nuevos... digo, por ahora."
Gianluca sonríe.
Richi sonríe sarcástico.
Gianluca dice con acento napolitano, "por ahora, tú lo has dicho. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "ai si, ahora tu muy valienteeee. "
RICHI (haciendo un gesto de boxeador flojo)
Gianluca sonríe.
Richi Dice con acento Mexiquense, "Y tú buena cara de muerto... eso también asusta, güey. Neta. Si no te conociera, pensaría que eres un exorcista italiano, o algo así."
Te partes de risa.
Gianluca dice con acento napolitano, "si lo queremos ver pocitíbamente, es una clase de terapia poco común. "
Gianluca se parte de risa.
Richi Dice con acento Mexiquense, "pues es que. "
Gianluca dice con acento napolitano, "que cosas dices, mexicano. pero sí, te creo, aunque eso me da inpreción mas como cuando llegué. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "¡carnal! es que ¡Tienes esa mirada de "voy a sacarte los demonios a madrazos pero sin despeinarme"! La neta, eso impone. Yo por eso me pegué a ti, ¿ves? A falta de Hermano... uno se junta con los demonios grandes."
Richi se parte de risa.
Gianluca dice con acento napolitano, "um, no será que tu igual ya eres todo un demonio?. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "aprendí de tii. "
Gianluca dice con acento napolitano, "digo. pelionero, calienturiento, jarioso, mal hablado, y bueno"
Gianluca se parte de risa.
Richi se parte de risa.
Richi Dice con acento Mexiquense, "lo que pasa que yo si se disfrutar la vidaaa, tu eres bien aburrido carnaal."
Richi Dice con acento Mexiquense, "te la pasas aí en la selda nomas pensando sabe que cosaaas "
Richi dice con acento Mexiquense, "la neta, yo creo que llegué a esta prisión no solo por el robo de las autopartes, llegué a mejorarte la vidaaa. "
Gianluca dice con acento napolitano, "bueno, igual estás a días de salir, para que apliques lo aprendido. "
Gianluca sonríe sin vergüenza.
Richi Dice con acento Mexiquense, "AL menos ya te hize reír, porque traías tu cara de funeral como siempreee. "
Ambos se quedan en silencio unos segundos. El murmullo del patio les rodea, pero no los toca. Están en su propio rincón.
RICHI (más suave, dándole un codazo leve)
Dices con acento Mexiquense, "Oye, ya en serio... ¿todo bien? ¿Te dijeron algo feo? "
Gianluca lo mira con agradecimiento y le sonríe con amavilidad.
Gianluca dice con acento napolitano, "no precisamente, solo te deja pensando, y no precisamente el el cuerpo de la terapeuta. "
Richi se parte de risa.
Richi Dice con acento Mexiquense, "apoco te gusta tu psiquiatra? chaleee, como se nota que te falta mujer carnaaal. "
Gianluca dice con acento napolitano, "lo decía mas por tí, que te fijas en todas, pero tiene lo sullo, no lo vamos a negar."
Gianluca dice con acento napolitano, "sería divertido si estuviera escuchando ahoramismo. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "la neta solopor tenerla cerquita si iva a sus terapias aburridaaaas. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "deberías aprovechaaar."
Gianluca dice con acento napolitano, "no me des hideas, que si se antoja. "
Gianluca se imajina divertido follando con su terapeuta.
Gianluca sonríe.
Richi lo mira con cara de eres un pervertido.
Richi Dice con acento Mexiquense, "Y luego dices que soy yoo. "
Gianluca lo mira con cara de tu eres igual.
Richi Niega con la cabeza.
Richi Dice con acento Mexiquense, "la neta me gusta que estés mejorando carnalitoo. "
Gianluca dice con acento napolitano, "gracie, amico, eres parte inportante de esas mejoras..."
Richi Dice con acento Mexiquense, "meresco un premio por rescatar a un casi muerto. "
Richi se parte de risa.
Gianluca dice con acento napolitano, "pues competimos por la doctora o que?. "
Gianluca se parte de risa.
Richi Dice con acento Mexiquense, "Tú me llevas ventajaa, eso no se valeee, tú eres el único que puede acercarse a ella, no ves que los guardias bienen para llevarte con ella, nadie más puede iiir. "
Gianluca dice con acento napolitano, "no es tan difícil saves. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "porquee o que. "
Richi lo mira divertido.
Richi Dice con acento Mexiquense, "La neta sabes que, ya tengo ambree. sabes que te van a traer de comida especial hoy?. digo para que me compartaaaas, esa comida de fresitas me gustaaa."
Richi se parte de risa.
Richi se acerca para decirle bajito.
Richi Murmura con acento Mexiquense, "Cuando me presentas a esa amiga tuya que te tiene aquí de consentido?"
Richi Murmura con acento Mexiquense, "que suérte tienen los que no se bañaan. "
Richi sonríe.
Gianluca se pone un poco mas serio y sonríe tenue recordando a leila.
Richi Dice con acento Mexiquense, "iralooo, hasta cara de enamorado tieneees."
Richi se parte de risa.
Gianluca niega con la cabeza.
Gianluca dice con acento napolitano, "nada que ver. "
Dices con acento Mexiquense, "deberías pintarla aunque sea en una hoja. para saber como es. "
Gianluca dice con acento napolitano, "pero hay cosas inentendibles. "
Gianluca dice con acento napolitano, "buena idea"
Gianluca dice con acento napolitano, "un día de estos, lo haré. "
Dices con acento Mexiquense, "pus vamos al comedor a ver que onda. "
Richi se levanta del vanco.
RICHI (alzando los brazos como si fuera a un concierto)
Richi Dice con acento Mexiquense, "¡Vamoooos, que si no agarramos fila nos toca el arroz con patas de cucaracha otra veeeez!"
Gianluca se pone de pie con calma. Estira los brazos. Un crujido seco en los hombros.
Gianluca suspira divertido mirándolo, como diciendo, que dramático.
Richi frunce la cara con asco.
Richi dice con acento mexiquense, no ya encerio.
RICHI Dice con acento Mexiquense, "¡Guácala! No me recuerdes eso. El otro día sentí algo crujiente y no era el arroz, te lo juro por la Virgencita."
Gianluca dice con acento napolitano, "que desagradable. y viniendo de estos españoles no me sorprendería"
Gianluca sonríe de medio lado mientras empiezan a caminar hacia la entrada del comedor. El sol sigue pegando fuerte.
RICHI (poniéndose a su lado, voz más baja)
Richi Dice con acento Mexiquense, "Oye... ¿y si salgo antes que tú...? ¿Te escribo, no? Aunque sea una postal con mi jeta hermosa pa’ que no te olvides del mero mero."
Gianluca dice con acento napolitano, "tefaltan días, o semanas, presumido. y no gracias, ya tengo pesadillas de sobra en las noches"
Richi se parte de risa.
RICHI (encogiéndose de hombros)
Richi dice con acento mexiquense, "tendrías sueños proividos conmigo la neta, admítelo. Pero neta, sí te voy a escribir, güey. Te la rifaste conmigo tú también."
Un silencio cómodo se instala entre ellos. Los pasos suenan firmes contra el hormigón.
RICHI (después de un segundo, más animado)
Richi Dice con acento Mexiquense, "¡O ya sé! Cuando salga, me pones un negocio de autopartes, pero legal, ¿eh? Nada de andar huyendo. "
Gianluca se parte de risa.
Gianluca dice con acento napolitano, "los únicos sueños proividos son con la doctora, galán. y tu igual, según, justamente la doctora dice que tu amistad fue muy inportante para el cambio y bla bla bla. "
Richi se parte de risa.
Gianluca dice con acento napolitano, "pero gracie. "
Richi dice con acento mexiquense, "pus ya lígatela quien quita y se casan y too. "
Gianluca sonríe.
Gianluca niega con la cabeza.
Richi dice con acento mexiquense, "así termina de quitarte lo aburrido y amargadoo. "
Gianluca dice con acento napolitano, "ajá, y tú el maas alegre del mundo"
Richi sonríe con cara de obio.
Richi dice con acento mexiquense, "tú con la doctora, y yo con tu amiga la italianaa. "
Gianluca se parte de risa.
Gianluca dice con acento napolitano, "suerte si cres que podras tocar si quiera un poco de ella, si para mí fue difícil. "
Richi dice con acento mexiquense, "aisii chalee, y eso porquee o quee. "
Llegan a la fila del comedor. El olor es menos prometedor de lo habitual. Un guardia los mira, los reconoce, y asiente.
Gianluca dice con acento napolitano, "és, muuuuuuuuy exijente, y hasta caprichosa. "
Richi dice con acento mexiquense, "es fresitaa como tuu? "
Gianluca dice con acento napolitano, "uf, multiplicado, por 1000"
Richi se parte de risa.
RICHI Dice con acento Mexiquense, "Si nos toca pescado, juro que hoy sí lloro. "
Gianluca suspira como diciendo, que te digo.
Un guardia se acerca con una charola distinta a las demás, cubierta con aluminio reluciente. La sostiene como si fuera oro puro.
GUARDIA (seco, sin mirarlos) —Gianluca Moretti.
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca hace un jesto al guardia con el rostro serio
El gguardia entrega la charola y Gianluca levanta una ceja, toma la charola sin apuros.
Richi abre los ojos como plato.
Richi Dice con acento Mexiquense, "¡No maa! ¿Y esa joya qué es? ¿Tu menú gourmet, Don Italiano? "
Richi sonríe.
Gianluca suspira profundamente.
Gianluca dice con acento napolitano, "pues bamos a descubrirlo. "
los de más en la fila los miran mal encarados.
Gianluca huele la comida con disimulo. Sonríe satisfecho.
Gianluca dice con acento napolitano, "tiene aroma a lasaña... y pesto... fresco. "
Richi finge desmayarse, apoyándose dramáticamente sobre otro reo de la fila.
Richi Dice con acento Mexiquense, "¡Jesucristo redentor de los sin cena decente! ¿Qué tengo que hacer pa' que me consientan asiii? "
Gianluca dice con acento napolitano, "ser europeo"
Gianluca se parte de risa.
Richi hace una mueca.
Richi dice con acento mexiquense, "nel, yo prefiero mi mexicoooo. "
Llegan a la bandeja común. A Richi le sirven arroz blanco y lo que parece una mezcla irreconocible de carne con zanahorias. Él la mira como si fuera veneno.
Richi Dice con acento Mexiquense, "…esto no lo serviría ni mi peor ex, cabrón. "
Gianluca busca una mesa al fondo, se sienta con elegancia exagerada. Retira el aluminio de su charola. Un aroma cálido y fragante se eleva en el aire. Pasta, pan tostado, ensalada fresca.
Richi se sienta frente a él, con cara de indignación teatral.
Gianluca sonríe.
Gianluca dice con acento napolitano, "dramático. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "Te juro que si no compartes, le escribo una carta a la doctora. Le digo que estás teniendo regresiones violentas. "
Gianluca dice con acento napolitano, "saves que siempre lo hago, ricardo. "
Gianluca sonríe y parte un trozo de pan, lo pasa a Richi. Gianluca dice con acento napolitano, "allora, empieza por aquí. "
Richi lo toma como si le hubieran dado la comunión.
Richi Dice con acento Mexiquense, "Este pan... este pan sabe a libertad. A esperanza. A que no todo está perdido. "
Richi sonríe.
Gianluca dice con acento napolitano, "de casualidad no eras el típico actor de telenovela mexicana?"
Richi Niega con la cabeza.
Se miran un segundo, compartiendo una de esas pocas ocaciones que no huelen a encierro ni a fracaso. Solo a comida caliente y complicidad.
Noticias que lo cambian todo otra vez.
Punto de vista: Gianluca.
Un segundo después, una voz retumba desde la entrada del comedor.
GUARDIA (firme, autoritario) —¡Moretti! ¡Con visita legal! ¡Muévete, ya!
Gianluca alza la mirada, frunce el ceño.
Gianluca suspira profundamente. Gianluca dice con acento napolitano, "siempre en el mejor momento. "
Richi levanta ambas cejas.
Gianluca dice con acento napolitano, "cómete todo si tardo, no les dejes nada. "
Richi Dice con acento Mexiquense, "¿Visita? ¿Quién? ¿La doctora con chocolates o tu amiga misteriosa con otro regalito? "
Gianluca dice con acento napolitano, "espero que la primera opción"
Richi se endereza, curioso.
Gianluca se levanta con una lentitud, haciendo desesperar al guardia, sonríe y camina a la salida del comedor
Gianluca se pone de pie, toma un último bocado de lasaña, lo mastica despacio.
Richi se queda viendo la charola medio llena.
Richi Dice con acento Mexiquense, "¿Y tu comida? ¿encerio La vas a dejar? "
Gianluca dice con acento napolitano, "ya te díje. "
Gianluca dice con acento napolitano, "cómetela. "
Richi sonríe.
Gianluca camina con paso firme hacia la salida. El guardia lo escolta sin decir palabra.
Salen del comedor. El pasillo reverbera con pasos duros, ecos de puertas cerrándose a lo lejos. Cruzan los módulos de reclusión, los ojos de algunos internos se levantan apenas al verlo pasar. Otros siguen sumidos en su rutina.
Gianluca no dice nada. Mira al frente. La luz blanca del techo lo baña de forma intermitente.
El guardia lo guía con la mano en la espalda, firme, sin apretar.
GUARDIA (seco, sin mirarlo) —Sala dos. Ya está ahí.
Gianluca asiente apenas.
Llegan a una puerta metálica que se abre con un chirrido oxidado. Dentro, el ambiente es más frío, más limpio.
En la mesa del fondo, sentado con los tobillos cruzados y un maletín de cuero oscuro sobre las piernas, está Mirko Volker.
Traje gris claro, corbata azul marino, cabello peinado hacia atrás sin un solo pelo fuera de lugar. Mirko se pone de pie en cuanto lo ve.
Mirko dice con acento suizo, "Gianluca. Finalmente. "
Gianluca entra sin prisa. Se sienta frente a él. Lo observa con la mandíbula apretada.
Gianluca dice con acento napolitano, "para que vengas tú... o algo bueno o algo muy malo. "
Mirko no sonríe. Abre el maletín con calma.
Mirko dice con acento suizo, "depende cómo lo veas. Pero te adelanto... no es una visita de cortesía. "
Gianluca se reclina apenas en la silla. Su mirada se afila.
Gianluca dice con acento napolitano, "habla, Mirko. "
Mirko saca una carpeta gruesa, sellada. La coloca sobre la mesa.
CyberLife te desea que no te caigas.
Mirko dice con acento suizo, "como bien sabes, ha tardado mucho tu juicio, tu sentencia y demás trámites, Ludovico es más leal a matteo ferrari, y no estaba al pendiente de tu caso como lo pedía Leila. "
Mirko muestra los papeles que hay en la carpeta.
Mirko dice con acento suizo, "esta es la sentencia de tu arresto domiciliario, alegamos tu condición psiquiáttrica y conseguimos sacarte. "
Mirko dice con acento suizo, "me da gusto decirte que logré lo que Ludovico no hizo en estos meses, Leila fue muy explísita en pedirme que te sacara, que te diéra una oportunidad de curarte y mejorar para que te desarrollaras como un buen pintor. "
Mirko suspira.
Gianluca entorna los ojos.
Mirko apoya ambos codos sobre la mesa. Lo mira con seriedad absoluta.
Mirko dice con acento suizo, "Hay, algo que a pasado con Leila. "
Un segundo de silencio denso como el humo.
Gianluca no parpadea.
Mirko dice con acento suizo, "Antes debes saber que Leila dejó un fideicomiso para pagar tus terapias, y comprar la casa donde deberás cumplir tu arresto. "
Gianluca entrecierra los ojos. Su respiración se vuelve más lenta.
Gianluca dice con acento napolitano, "no me gusta cómo suena esto, Mirko. "
Mirko baja la mirada por un segundo. Luego lo mira directo, sin rodeos.
Mirko dice con acento suizo, "Leila está muerta, Gianluca. La mataron. ase días. "
El tiempo se detiene en la sala. El zumbido del fluorescente sobre sus cabezas se vuelve ensordecedor.
Gianluca no dice nada. Su rostro se queda inmóvil.
Gianluca dice con acento napolitano, "no... no es una mala broma, ¿verdad? "
Mirko niega con la cabeza.
Mirko dice con acento suizo, "una emboscada. En Palermo. Matteo lo tenía todo planeado, y en un enfrentamiento en el que claramente habían más hombres por parte de lui, pués fue una trampa mortal. Fue con explosivos, acabaron con ella, con las armas, con sushombres y con su finca. "
Gianluca desvía la mirada. Traga saliva. Su mandíbula tiembla.
Gianluca dice con acento napolitano, "¿matteo?. Ese infeliz que tanto daño le hacía. "
Mirko dice con acento suizo, "él dio la orden. No hay dudas. La quería fuera desde que tomó el control. Le tenía miedo. Y razón no le faltaba. Leila era demasiado para ese mundo de hombres podridos. "
Gianluca se echa hacia atrás. Su silla cruje. Cierra los ojos.
Gianluca dice con acento napolitano, "no puedo creerlo... Leila. "
Mirko deja unos segundos de silencio.
Mirko dice con acento suizo, "yo tampoco. Pero ella lo sabía. Lo presentía. Por eso dejó todo listo. Me dio instrucciones precisas. Me pidió que no te lo dijera hasta tener asegurado tu traslado. Sabía que si lo sabías antes, te ibas a autodestruir. "
Gianluca aprieta los puños. Las venas se le marcan en los brazos.
Gianluca dice con acento napolitano, "yo la Heché de aquí. Yo la rechacé. La mandé lejos de mí. "
Mirko dice con acento suizo, "no digas eso. Ella decidió irse. Porque te quería vivo. No encerrado. No loco. "
Gianluca ríe por lo bajo, pero no hay alegría.
Gianluca dice con acento napolitano, "me quiso más de lo que yo supe quererla... "
Mirko asiente.
Mirko dice con acento suizo, "sí. Y aún muerta, te sigue cuidando. "
Mirko cierra la carpeta. La aparta.
Mirko dice con acento suizo, "mañana saldrás. Te esperan en la casa de campo en Guadalajara, la que ella compró con tu nombre. Ya está todo arreglado. Terapias, suministros. Y un taller con lienzos y pintura. "
Gianluca cambia su postura y la mirada a una más fría, inplacable.
Gianluca niega con la cabeza.
Gianluca dice con acento napolitano, "yo no voy a ninguna casa en Guadalajara, Mirko. Olvídate de eso. "
Mirko lo observa, tenso.
Mirko dice con acento suizo, "necesitas recuperarte. No estás listo para salir al mundo real, menos para lo que sea que estés pensando. ""
CyberLife te desea que no te caigas.
Gianluca lo interrumpe, la voz baja, cortante.
Gianluca dice con acento napolitano, "escúchame bien, Mirko. Matteo mató a Leila. La única persona que creyó en mí cuando yo no valía ni una moneda. Me da igual si estoy listo o no. Me vas a llevar a Italia. Me vas a llevar a Sicilia. "
Mirko frunce el ceño, incómodo.
Mirko dice con acento suizo, "eso no es parte del plan. No fue lo que Leila— "
Gianluca golpea la mesa con el puño cerrado.
Gianluca dice con acento napolitano, "¡Leila ya no está, cazzo! ¡Y yo no voy a quedarme pintando paisajes mientras su asesino sigue vivo, bebiendo vino en una villa con vistas al mar! "
Mirko lo mira fijo.
Mirko dice con acento suizo, "vas a terminar muerto, Gianluca. Matteo está blindado. Tiene hombres, poder, influencia... No eres el de antes. "
Gianluca se incorpora lentamente. Su mirada arde como carbones encendidos.
Gianluca dice con acento napolitano, "soy peor que el de antes. Estoy vacío. Y no tengo miedo. Eso me hace peligroso. "
Mirko guarda silencio. Se pasa una mano por la mandíbula, nervioso.
Gianluca da un paso hacia él.
Gianluca dice con acento napolitano, "me debes esto. Me lo debes tú, se lo debo yo. A Leila. Me vas a sacar de aquí y me vas a llevar con quien sea que quede leal a ella en Sicilia. ¿Entendiste? "
Mirko traga saliva.
Mirko dice con acento suizo, "hay un contacto en catania... Un tal karlo. Leila confiaba en él. Puede ayudarte. Pero esto va contra toda lógica, Gianluca. No hay red. No hay respaldo. Si caes, nadie te levanta. "
Gianluca lo mira con los ojos enrojecidos por la furia contenida.
Gianluca dice con acento napolitano, "prefiero morir de pie, con las manos manchadas, que vivir pintando recuerdos que no volverán a ser. "
Mirko baja la mirada. Sabe que no puede detenerlo.
Mirko dice con acento suizo, "bien. Pero esto será bajo mis condiciones. Te saco. Te llevo. Pero si caes, no me busques. No me nombres. "
Gianluca asiente.
Gianluca dice con acento napolitano, "trato hecho. Ahora sácame de aquí. Tengo una tumba que abrir y un infierno que incendiar. "
Mirko toma su maletín. Se pone de pie.
Mirko dice con acento suizo, "nos vamos en dos días. Necesito mover hilos. Y tú... prepárate. Porque lo que viene no es justicia. Es guerra. "
Gianluca sonríe por primera vez. Una mueca oscura, cruel.
Silencio. Solo el sonido lejano de una puerta cerrándose.