punto de vista: salvador
me llamo salvador lópez; tengo 19 años y soy de méxico.vengo de una familia en la que a uno le dicen qué debe estudiar; en mi caso, mi papá quería que fuera avogado como él y como el avuelo y así de generación en generación, sin embargo el derecho no me llamaba la atención ni a mentadas de madre; a mí lo que me gustaba era la pintura.
cuando entré a lo que en españa llaman el insti, les dije que quería ser pintor. esto molestó demasiado a mi papá, que de inmediato me dijo que eso de la pintura era para vagos sin oficio ni beneficio y que si no quería estudiar derecho como ellos, que al menos estudiara para ingeniero, arquitecto médico o algo que dejara dinero. no era el caso de mi tía jimena y mi prima lauris; ambas eran de la idea de que cada quien fuera lo que quería ser y me apollaban a escondidas. mi tía me pagó un taller de pintura y me guardaba los materiales a escondidas; así transcurrió todo hasta que me pasó algo que me cambiaría la vida.
sucedió que a la calle donde vivía se mudó una chica llamada natalia; era completamente plana y después descubrí que le gustaba perderse de borracha. no sé qué me vio, pero terminó enamorándose, mejor dicho obsesionándose conmigo y se volvió una pesadilla para mí, ya que no me dejaba sólo ni siquiera para mear; a donde iba yo, ahí estaba ella con su sonrisa de pendeja.
si salía de fiesta con algunos amigos, ahí estaba ella sabe dios cómo, eso sí, pegada a mí como una lapa. varias veces le dije por las buenas que me disculpara, pero el amor que sentía por mí no era correspondido, pero a ella le valía madre y ahí estaba todo el tiempo persiguiéndome y llamándome a las tres de la mañana; ya que se las arregló para conseguir mi número.
en vista de que natalia no entendía por la buena, se me ocurrió un plan para quitármela de encima; éste consistía en actuar como el patán que no soy; así que le dije que también me gustaba y hasta puse una cara de enamorado que no tenía y me le declaré. no se lo pensó ni medio segundo para decirme que sí; entonces le contestaba el teléfono cuando se me daba la gana; pero eso sí, ella me tenía qué contestar a la primera, porque si no, le armaba una escena digna de novela; no la dejaba ver a nadie, le controlaba la forma de vestirse, en reuniones con amigos o en la calle frente a todo mundo hacía comentarios groseros sobre su cuerpo, volteaba a ver a otras viejas en sus narices y hasta la dejaba ahí tirada cuando se le pasaban los tragos, que era la mayoría de las veces.
pero ni con todo eso se le pasaba el amor, ella seguía aguantando todo y a mí ya me urgía quitármela de encima, así que escalé mi patanería hasta el extremo de aprovechar que en una fiesta se le pasaron los tragos y le tomé fotos que luego subí a redes sociales; luego inventé que me la había cogido y les conté a todos lo que supuestamente le había hecho y qué tanto le había agarrado; mas como tampoco me funcionó, hice correr el rumor de que a la natalia se la había cogido medio mundo, que había estado embarazada de sabe dios quién y que lo había abortado (cosa que por supuesto no era cierta), también hice correr el rumor de que había tenido que ir a la clínica a hacerme unas pruebas porque alguien le había pegado una infección de las feas y pues yo tenía miedo de que me la hubiera pegado.
natalia negaba todo aquello, pero el rumor que hice correr era tan fuerte que nadie le creyó. era tanta la mala fama que adquierí gracias a mí, que no podía salir a la calle porque todos la señalaban, se quedó sola porque los padres no dejaban que sus hijos se juntaran con ella; incluso fue tanta la vergüenza que tuvieron qué cambiarse de casa gracias a mí. no volví a verla porque a raíz de lo que hice, sus papás la castigaron y no la dejaban salir a la calle más que para lo básico.
mi vida estaba tomando un rumbo normal pero complicado, ya que como dije, mis papás no me apollaban y debía poner cualquier excusa para ir a la casa de mi tía jimena para pintar; además vivía en una etapa en la que me la pasaba quejándome incluso hasta del tono de mi celular. no fue cuando cumplí los 18 que conocí a quien me cambiaría la vida.
ese día, mi prima laura me llevó a un bar para celebrar mi cumpleaños cuando la conocí. no sé cómo explicarlo, pero tenía el tamaño de una niña de unos cuatro o cinco años a lo mucho; sin embargo sonreía y se movía por el lugar como si nada; llevaba un vestido verde con estampado de flores que se le veía tan bien... mi prima laura se acercó a saludarla y me la presentó; se llamaba areli y no sé por qué, pero sentí algo que nunca había sentido. era un amor de esos que te calan hasta los huesos, algo puro; recuerdo que creía estar viendo un hada frente a mí.
recuerdo que aprovechaba cualquier pretexto para ir con mi prima laura a su casa o al bar con tal de verla; sin embargo acompañado del amor me vino un sentimiento que no sé cómo describir; era una especie de miedo a no saber cómo tratarla, mejor dicho a no tratarla como debería; me sentía como cuando llegas a la tienda y ves algo que te gusta mucho y que quisieras tener, pero como sabes que es muy caro y no lo puedes pagar, renuncias a él diciéndote a ti mismo que no sabes ni por qé te gustó, que no vale la pena y toda clase de idioteces.
entonces decidí comportarme como el idiota que no soy y empecé a omitirla, no le hablaba sino para lo necesario y si tenía qué dirigirme a ella, prefería dirigirme a quien estuviera cerca; recuerdo que en varias ocasiones me dijo fastidiada que me dirigiera a ella, pero yo simplemente no hacía caso. regresaba a mi casa dándome asco por lo que hacía; me moría por esa criatura tan especial, pero el miedo a no saber cómo tratarla me podía más y seguía con mis idioteces. incluso fui capaz de llamarle a natalia y, poniendo cara de arrepentimiento que no sentía, le dije que estaba conciente de que me había equivocado, que el amor no se me había pasado y que me perdonara. ella me perdonó, pues al parecer no se le había pasado el amor o la obsesión o lo que sea; el caso es que fuimo al bar y cuando vi a areli, me atreví a pasarle por enfrente con natalia, le comí la boca y hasta la manoseé y le di nalgadas, poco me faltó para cogerla ahí mismo, no fue una vez que hice todo esto, sino todas las veces que la veía.
para ese entonces no podía verme al espejo sin darme asco por lo que estaba haciendo con areli, y estaba dispuesto a meterme el miedo ese por el culo y rehibindicarme; pero para mi desgracia era tarde. un día fui al bar donde supe que trabajaba esperando verla para pedirle perdón y explicarle lo que me pasaba y por qué actuaba como lo hacía, sin embargo la vi con un chico vastante atractivo; recuerdo que se agachaba para ponerse a su altura y le platicaba quién sabe qué tanto, el caso es que ella sonreía tan radiante como siempre. llamé por teléfono a mi prima laura para preguntarle quién era ese tipo (ya que eran muy amigas) y ella me lo confirmó todo, fue entonces que supe que la había perdido.
para colmo otra vez natalia estaba persiguiéndome como mosca a la miel y yo chillando a moco tendido por areli. afortunadamente para mí, mi tía jimena tenía una casa en la playa que nos prestó para vacacionar y ahí pasé un buen tiempo; sin embargo cuando regresé, se me explotaron todos los problemas que tenía.
para empezar llegué a la casa de mi tía con pretexto de saludar a laura, sin embargo iba a preguntarle por areli no sabía ni por qué; ella me dijo que se había ido a españa con el tipo ese con el que la había visto; según que por un trabajo. en ese momento sentí como si me hubiera caído todo un barril de hielos y me fui de ahí sin decir nada, sabiendo que ahora sí que no la volvería a ver; por si esto fuera poco, cuando llegué a mi casa, ahí estaba natalia gritándome que era un pendejo, que no valía nada, que no sabía que me había visto y que hojalá me quedaa solo, que bien me lo merecía. también estaban mis papás enojadísimos, puesto que descubrieron lo patán que fui con natalia y los chismes que inventé; me dieron una regañiza y me mandaron con la tía jimena dizque para deshacerse del problema.
todo empeoró para mí; pues no podía quitarme a areli de la cabeza; no quería comer, me la pasaba encerrado en mi cuarto, no quería ver a nadie, no quería ni siquiera pintar, no podía dormir y las pocas veces que lo hacía, soñaba a areli pasándome con ese tipo por enfrente como yo lo había hecho, por lo que me despertaba llorando a moco tendido. había perdido peso, estaba desarreglado, barbón y apestaba a diablos ya que no quería bañarme; mi tía y mi prima me llevaban a museos donde se exhibían pinturas, que ya sabían que ahí me gustaba ir, pero iba en modo zombi, siempre con la mirada perdida y sin poner atención a nada; incluso el sueño que tenía de conocer el museo del prado dejó de interesarme. ahí aprendí que todo lo que se hace se paga tarde o temprano; que no siempre iba a salirme con la mía y que si sentía algo por una persona, debía hablar y meterme el miedo por el culo.
temiendo que hiciera una tontería, mi tía y mi prima se organizaron para pagarme un viaje a españa, dizque para que conociera el museo del prado y a ver si el cambio de ambiente me ayudaba a mejorar; desde entonces estoy aquí, tengo un carro, una casa y hasta voy a un estudio de pintura que vi cerca de donde vivo; volví a pintar, sin embargo el recurdo de areli me sigue atormentando; creo que nunca se me pasará el amor y no podré amar a nadie como a ella.