Aquí se irán publicando las escenas de rol tanto de trama principal, como las que querais publicar los jugadores. Debido a la naturaleza de este foro, si se admite contenido NSFW.
Leila se mira al espejo. Se ha cambiado, alistándose para ir al CADS.
Leila Ferrari
Ella es una mujer joven, pero su presencia impone autoridad y experiencia mucho más allá de su juventud. Su tez es de un tono oliva dorado, característico de su origen siciliano, con una piel impecable que resplandece bajo la luz, suave y cuidada, reflejando su atención al detalle en todos los aspectos de su vida. Su rostro es de una simetría perfecta, con pómulos altos y bien definidos que le otorgan un aire de elegancia innata. Sus expresiones faciales son agudas, intensas, y cargadas de una astucia inconfundible. Cada mirada suya, con esos ojos penetrantes de un verde esmeralda profundo, parece escrutar a quien tiene enfrente, midiendo cuidadosamente cada situación, siempre con un toque calculador y desafiante. Sus labios son carnosos, de un rojo natural que contrasta con su tono de piel, y suelen formar una ligera sonrisa que transmite tanto sensualidad como un aire de peligro inminente. Su mandíbula es firme, proyectando una fuerza imposible de ignorar. Cuando frunce el ceño o alza una ceja, cualquiera que esté en su presencia sabe que está analizando, lista para tomar una decisión rápida y contundente.
Tiene una figura escultural, con curvas femeninas que destacan con gracia y poder. Su busto es generoso, pero siempre elegante, equilibrando a la perfección con su torso estilizado. Su cintura es marcada y delgada, acentuando la curva sensual de sus caderas, redondeadas, firmes y llenas de feminidad, que dan paso a unas firmes y grandes nalgas, que se mueven sensualmente a cada paso que da. Sus piernas, largas y tonificadas, parecen esculpidas para resaltar su porte dominante, mientras que sus movimientos son siempre calculados y suaves, lo que le otorga una presencia felina y salvaje. Cada parte de su cuerpo proyecta sensualidad, pero siempre bajo el control preciso que define a Leila. Su postura es imponente, erguida y llena de confianza, dejando claro que está acostumbrada a liderar y a dominar cada situación.
Lleva el pelo en una melena larga y lisa, con un flequillo recto que enmarca su rostro. Su cabello es negro con reflejos azulados, lo que le añade un toque moderno.
Cubre sus ojos con gafas estilo Cat-Eye polarizadas, marca Lens Luxe.
Lleva pendientes largos en forma de circuito azul eléctrico, marca Orion, en las orejas.
Luce un reloj de pulsera con brazalete de perlas en una muñeca.
Lleva una pulsera led azul eléctrico, marca Orion, en la otra muñeca.
Sus uñas son largas y cuadradas, de un tono azul cobalto.
Usa un anillo de oro amarillo y zafiros en un dedo.
Viste un vestido corto de encaje y chifón, marca Lilith Supreme, que resalta su silueta.
Calza sandalias de tacón bajo, también marca Lilith Supreme.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano: "Con el mal ánimo que me ha dejado la visita a Gian."
Leila sale del cuarto al pasillo de la segunda planta de su casa.
Segunda planta. de color crema
Accediendo a la segunda planta a través de una escalera de mármol blanco con pasamanos de hierro forjado, se siente la historia y la elegancia en cada paso. Las paredes están pintadas en un suave color crema, complementadas con alfombras de yute que aportan textura y confort
Ves Un repetidor marca Extend conection aquí.
Salidas visibles: escalera, cuarto-doble, dormitorio-sencillo, y atico
Casa de la Mafia italiana de color ocre
Esta majestuosa casa de estilo colonial siciliano se construye con elegancia, fusionando la historia y la belleza de la región. Con una estructura de piedra oscura y paredes encaladas que reflejan los colores del paisaje siciliano, la casa irradia un ambiente lujoso y acogedor. Los techos altos y las vigas de madera expuestas ofrecen una sensación de amplitud, mientras que los arcos y detalles arquitectónicos resaltan la herencia cultural de Sicilia. Los colores predominantes incluyen suaves tonos terracota, ocres y azules profundos, evocando la tierra, el cielo y el mar. Al ingresar a la sala principal, los visitantes son recibidos por un espacio impresionante donde el lujo se mezcla con la calidez. El suelo, revestido de majólicas en tonos terracota y crema, aporta una base elegante. Un candelabro de cristal veneciano cuelga del techo, iluminando el ambiente con su brillo resplandeciente. Los ventanales de arco alto están adornados con cortinas de terciopelo en un rico color burdeos, que suavizan la luz que entra. El mobiliario incluye sofás de cuero de primera calidad en tonos marrón oscuro y sillas tapizadas con damasco en colores vibrantes, como el azul y el oro. En el centro, una mesa de café de madera tallada a mano, decorada con una obra de arte contemporáneo y flores frescas, sirve como punto focal. Las paredes están adornadas con pinturas de paisajes sicilianos y esculturas de artistas locales, creando un ambiente culturalmente rico.
Ves mueble bar esquinero, CHIMENEA MODERNA Y MINIMALISTA, Un juego de comedor moderno, Un juego de recibo clásico, Una mesita ratona moderna, y Cafetera Fantasy Coffee aquí.
Salidas visibles: escalera, sotano, cuarto-doble, salon, despacho, y cocina
Te marchas bajando por la escalera hacia el sótano.
Sótano. de color caova
El sótano es el corazón oscuro de la casa. Accesible a través de una puerta de madera reforzada, este espacio subterráneo está revestido de piedra fría y humedad. Las luces son escasas, y el suelo de piedra rugosa amplifica cada paso. En una esquina, barriles de vino y estantes de madera llenos de botellas antiguas sugieren un uso tradicional, pero el espacio se siente menos como una bodega y más como un lugar de secretos guardados. En el centro, una mesa de madera desgastada con marcas de años de uso sugiere que aquí han tenido lugar más que simples celebraciones. Las paredes de piedra, desnudas salvo por algunas herramientas oxidadas, añaden una sensación de claustrofobia y misterio
Salidas visibles: arriba y garaje
Un garaje grande. de color vino tinto
El garaje no es solo un lugar de almacenamiento, sino un espacio donde el escape parece siempre una opción latente. El ambiente, con su eco resonante y su falta de vida, sugiere que este es un lugar donde se han planeado huidas y movimientos en la oscuridad
Ves Hounday, Ferrozzi Ivoke de color azul medianoche mate, y Ferrozzi Sirakusa de color vino tinto metalizado aquí.
Salidas visibles: sotano y fuera
Abres una de las puertas de Ferrozzi Sirakusa
Ferrozzi Sirakusa de color vino tinto metalizado
Ves un vehículo con los cristales normales, sistema para bajar las ventanillas y el panel de control que contiene los indicadores para medir velocidad, distancia recorrida, y nivel de combustible frente al puesto del conductor. También está el panel de instrumentos del coche y unidas al volante, las palancas de cambio y de activación del limpiaparabrisas. Hacia el centro puedes ver los mandos para la calefacción, el aire acondicionado y la radio. Del lado derecho está la guantera y sobre esta, igual que del lado izquierdo, un conducto de ventilación. La tapicería de todos los asientos es de cuero, a juego con el color de la carrocería. Además, incorpora transmisión automática de múltiples velocidades para adaptarse a diversas condiciones de manejo, equipamiento tecnológico avanzado, como sistemas de navegación, cámaras de visión trasera, asistentes de conducción, y opciones de acabados y materiales de alta calidad.
No ves salidas en este lugar.
Cierras el vehículo.
Leila se ajusta el cinturón
Arrancas el motor.
Conduces hacia fuera.
Comunidad de Neo-Madrid; plaza de Manuel Becerra
El vehículo se pone en marcha.
Tiempo estimado de trayecto: 3 minutos.
El vehículo se detiene al llegar a su destino.
Era una mañana fresca en Neo-Madrid, el sol apenas asomaba en el horizonte mientras las calles empezaban a llenarse de movimiento. Raiza Romanova, líder de una de las facciones más temidas de la mafia rusa, observaba desde su posición estratégica en la esquina de la calle Embajadores. A su lado, sus sicarios permanecían en silencio, atentos a la señal de su jefa.
En el otro extremo de la calle, un elegante Ferrozzi de color vino avanzaba despacio, recorriendo las calles con la destreza de quien está acostumbrado a dominar cualquier territorio. Leila Ferrari, la indomable líder de la mafia siciliana en Neo-Madrid, conducía sola, sin necesidad de guardaespaldas. La decisión de hacerlo sola era una demostración de su confianza y su fuerza, pero esa mañana, esa elección le costaría caro.
Raiza levantó una mano en señal para sus hombres. Los sicarios se prepararon para la emboscada, dispersándose por la calle con precisión milimétrica. En cuestión de segundos, el plan estaba en marcha. Justo cuando Leila se acercaba a una intersección solitaria, uno de los autos de Raiza salió de una esquina y se detuvo de golpe frente a ella, bloqueando su camino.
Leila frenó en seco, sus manos tensándose en el volante, sus ojos centelleando al darse cuenta del peligro inminente. Antes de que pudiera reaccionar, otro auto se posicionó detrás de ella, cerrándole cualquier posible salida. La adrenalina le recorría el cuerpo mientras sus sentidos se agudizaban, preparándose para la emboscada.
Murmuras con acento siciliano, "no seré yo quien muera maldita... "
Empuñas Pistola M9.
2 autos mas se aproximaban a los laterales, por órdenes de romanova, mientras estos se asercaban, raiza fue la primera en iniciar el fuego de las valas
Raiza empuña un arma.
Raiza apunta a Leila Ferrari con rifle de asalto AK-47.
Leila, lejos de amedrentarse, miró a Raiza con una furia intensa. Con movimientos rápidos, bajó del coche y se cubrió detrás de una puerta, sacando un arma que llevaba escondida. Los disparos resonaron en la calle mientras Leila devolvía fuego, defendiendo su vida con una precisión feroz. Sin embargo, la ventaja numérica estaba de lado de Raiza y sus hombres. Una bala alcanzó a Leila en el brazo, arrancándole un grito ahogado de dolor, pero ella no se rendía; aún herida, mantenía el control y disparaba con decisión.
Comunidad de Neo-Madrid; Plaza de Cascorro
Estás en una plaza que dedica su nombre a los hhéroes de la guerra de Cuba que defendieron la localidad cubana de Cascorro. La plaza se encuentra ubicada en uno de los puntos más populares del rastro de Madrid, en el barrio de La Latina. Se encuentra ubicada al final de la calle de los estudios y da paso a la Ribera de Curtidores.
Ves la estatua de Eloy Gonzalo y Ferrozzi Sirakusa de color vino tinto metalizado aquí.
Raiza dispara a Leila Ferrari haciéndole 73 de daño!
Raiza, viéndose satisfecha con el daño causado, gritó a sus hombres una orden de retirada. La emboscada había cumplido su objetivo: Leila Ferrari estaba herida, su orgullo y dominio en juego, y no había vigilancia policial que les siguiera los pasos.
Los autos de los rusos desaparecieron en cuestión de segundos, dejando a Leila sola, herida y apoyada en su Ferrozzi dañado, mientras el eco de los disparos se desvanecía entre las sombras de la mañana.
Leila se busca como puede el celular en su bolso, no le queda más que llamar y pedir ayuda.
El teléfono da tono.
Emilio ha descolgado la llamada.
Dices por teléfono, "ciao, hablo a la policía?"
Emilio te dice por teléfono, "policía nacional?"
Emilio te dice por teléfono, "así es"
Dices por teléfono, "necesito ayuda, estoy herida, me dispararon."
Dices por teléfono, "en plaza de cascorro esquina con embajadores. "
Emilio te dice por teléfono, "entendido ban una unidad y una ambulancia señorita"
Cuelgas la llamada.
un vehículo policial acava de llegar.
un vehículo policial apaga el motor.
Las puertas de un vehículo policial se abren.
Emilio sale de un vehículo policial.
Leila mira al oficial.
Dices con acento siciliano, "ciao... "
Emilio dice con acento mexicano, "agente emilio cruz señorita, donde fue la erida"
Leila señala el brazo.
Emilio suspira profundamente.
Emilio deja de usar camiseta sin mangas de cuero negro marca hariman.
Emilio utilisa su camiseta para cubrir la erida
Leila refleja dolor y trata de dicimular su ravia.
Dices con acento siciliano, "¿vamos?".
Emilio la mete con el mayor cuidado pocible al auto policial.
un vehículo policial
Es un coche con los cristales normales, sistema manual para bajar las ventanillas y el panel de control que contiene los indicadores para medir velocidad, distancia recorrida, y nivel de combustible frente al puesto del conductor. También está el panel de instrumentos del coche y unidas al volante, las palancas de cambio y de activación del limpiaparabrisas. Hacia el centro puedes verlos mandos para la calefacción, el aire acondicionado y la radio. Del lado derecho está la guantera y sobre esta, igual que del lado izquierdo, un conducto de ventilación. todos los asientos están forrados en tela, a juego con el color de la carrocería.
No ves salidas en este lugar.
Emilio entra en un vehículo policial.
Emilio cierra las puertas.
Emilio Cruz arranca el motor.
El vehículo se pone en marcha.
Leila entra a los boxes, donde unas enfermeras le revisan los signos vitales.
Esta es la zona donde se atiende a los pacientes durante una urgencia. Al entrar en cada box, puedes ver una camilla al frente, una mesita del lado derecho, una silla y diferentes dispositivos de atención sanitaria.
Salidas visibles: fuera
Suspiras profundamente.
Leila hace un esfuerzo e intenta llamar a Mássimo.
El teléfono da tono.
Mássimo ha descolgado la llamada.
Mássimo te dice por teléfono: "Buonasera."
Dices por teléfono: "Ciao..."
Mássimo te dice por teléfono: "¿Qué sucede?"
Dices por teléfono: "Mássimo, ayúdame."
Mássimo te dice por teléfono: "¿Qué pasa, piccolina?"
Dices por teléfono: "La maldita rusa me hizo una encerrona en el auto esta mañana."
Mássimo te dice por teléfono: "Figlio de... ¿qué más?"
Dices por teléfono: "No quiero estar bajo la lupa policial. Tuve que llamarlos porque todo ocurrió frente al CADS, pero ya quiero irme."
Dices por teléfono: "Alessandro puede hacerse cargo, ¿no?"
Mássimo te dice por teléfono: "¿Dónde estás?"
Dices por teléfono: "En La Paz..."
Mássimo te dice por teléfono: "Um, ¿qué tan grave te hirieron?"
Dices por teléfono: "El brazo."
Mássimo te dice por teléfono: "Entiendo, vamos para allá."
Mássimo ha colgado.
Suspiras profundamente.
El ambiente en el box de urgencias del Hospital La Paz era frenético, pero había un aire de alivio al mismo tiempo. Las luces fluorescentes iluminaban el pequeño espacio mientras los sonidos del equipo médico y las voces de los profesionales de la salud creaban una sinfonía de urgencia.
Leila Ferrari se encontraba tendida en la camilla, con su brazo derecho vendado y su vestido de diseño manchado de sangre. Aunque aún sentía el punzante dolor que irradiaba de la herida, había escuchado lo suficiente para saber que no era grave. Aun así, la ansiedad corría por sus venas; había una lucha interna entre su necesidad de recuperarse y su deseo de no mostrar debilidad.
Mientras el médico atendía su herida, Leila se sumió en sus pensamientos. Su mente viajaba a la reciente emboscada y a la traición que podía estar acechando en cada esquina. La vida en Neo-Madrid no perdonaba, y su posición como líder de la mafia italiana la colocaba en la mira de muchos.
“¿Está bien?” interrumpió el doctor, rompiendo su concentración. “Tu pulso es un poco acelerado. Tal vez debas relajarte un poco.”
“Estoy bien,” respondió ella con firmeza, aunque en el fondo sabía que la tensión era palpable. Se obligó a sí misma a relajarse y a dejar que el médico continuara. No podía permitirse el lujo de pensar en lo que había sucedido o en lo que podría suceder.
Una vez que el doctor terminó de suturar, se inclinó hacia ella. “He hecho todo lo posible para minimizar el dolor. Puedes quedarte aquí un rato mientras supervisamos tu recuperación.
Mientras la enfermera terminaba de limpiar el área y de llevarse los materiales usados, Leila se recostó en la camilla, mirando el techo. Era una pausa breve, pero necesaria. Tendría que ser más astuta, más cuidadosa. Las cosas estaban cambiando, y ella debía estar lista para cualquier eventualidad.
Suspiras profundamente.
El ambiente en el box de urgencias del Hospital La Paz se volvió más tenso a medida que pasaban los minutos. A pesar de que el Dr le había asegurado que su herida no era grave, Leila Ferrari sentía que el tiempo se convertía en un enemigo. Con cada pregunta del personal médico, la ansiedad crecía.
alessandro y mássimo llegan juntos a la zona de boxes
Giovanni ha llegado.
Giovanni dice con acento napolitano, "leila?"
Mientras la enfermera vijilava el lugar, Leila aprovechó el momento para mirar a su alrededor. La habitación estaba parcialmente cerrada, pero las cortinas no eran más que una fina barrera. Necesitaba actuar rápido. Justo entonces, notó a Massimo, Alesssandro, y Giovanni esperando, sus rostros llenos de preocupación. Un alivio recorrió su cuerpo al verlos, pero el reloj seguía avanzando.
“Es hora de salir,” murmuró Leila, su voz baja pero decidida.
A medida que la enfermera se alejaba para buscar más suministros, Leila hizo un gesto a Massimo y Giovanni, quienes comprendieron al instante. Con un movimiento ágil, Leila se incorporó de la camilla, ignorando el leve tirón de su herida. La adrenalina la empujaba hacia adelante. “¿Leila? ¡Espera!” exclamó el Dr. al verla levantarse, pero era demasiado tarde. Leila atravesó la puerta del box, seguida de cerca por sus aliados. Massimo y Giovanni la rodearon, listos para protegerla de cualquier imprevisto. En el pasillo, la atmósfera estaba llena de un ir y venir de pacientes y médicos, pero el instinto de Leila la guiaba. No podía ser vista en ese estado; no podía darles la oportunidad de atraparla.
Giovanni se coloca detrás de leila, escoltándola.
Mássimo se coloca frente a ella con ambos cubriendola por completo
Atravesaron un pequeño pasillo lateral, y el sonido de sus pasos resonaba contra el linóleo. Podían escuchar el murmullo de los pacientes y el pitido de las máquinas, pero su enfoque estaba en la salida.
Finalmente, llegaron a la puerta de emergencias. La empujaron con fuerza y se encontraron en el aire fresco de la tarde, iluminados por el sol.
Justo cuando se acercaban al auto, un grupo de policías apareció al final de la calle, alertados por algún aviso. Leila sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no se detuvo. Con una agilidad sorprendente, abrió la puerta trasera y se deslizó dentro. Massimo y Giovanni la siguieron, cerrando las puertas de un golpe.
“¡Arranca!” ordenó Leila, mientras Massimo se acomodaba al volante. Giovanni se sentó a su lado, su mirada fija en el retrovisor.
El motor rugió y el coche salió disparado, dejando atrás el hospital. La adrenalina seguía corriendo por las venas de Leila, y aunque su herida la molestaba, la emoción de la fuga la mantenía viva. Sabía que esta no era la última vez que se enfrentaría a la adversidad, pero mientras estuviera con Massimo, Alessandro, y Giovanni, no temía nada.
La ciudad de Neo-Madrid se extendía ante ellos, un laberinto de oportunidades y peligros, y Leila estaba decidida a reclamar su lugar en él.
En el comedor de la mansión de Leila.
Ludovico entra con paso altivo
Suspiras profundamente.
Ludovico mira a leila de arriba abajo
Leila lo mira ceria
Dices con acento siciliano, "ciao..."
Ludovico dice con acento siciliano, "qué quiere la principessa de papi ahora? en qué lío te metiste?"
Dices con acento siciliano, "¿qué son esas maneras de hablarme?"
Ludovico dice con acento siciliano, "déjate de formalismos, no tengo tiempo para tonterías, ragazza, habla de una vez."
Ludovico la mira con cierto hastío.
Dices con acento siciliano, "quiero que trabajes en lo que mejor sabes hacer en lugar de faltarme al respeto."
Dices con acento siciliano, "para eso te pago, y bien. "
Ludovico dice con acento siciliano, "las ínfulas de principessa conmigo no, ya lo sabes."
Dices con acento siciliano, "las ínfulas de abogado correcto conmigo tampoco. "
Ludovico dice con acento siciliano, "me paga más tu padre y otros, no te equivoques, ragazza."
Suspiras profundamente.
Ludovico dice con acento siciliano, "correcto?, ocupado, que no me paso el tiempo jugando."
Dices con acento siciliano, "te pagaba, si mi padre ya está más muerto que vivo, en fin ya."
Ludovico dice con acento siciliano, "me paga, que el fideicomiso sigue, si no no te daría para pagar mis honorarios, niña."
Ludovico dice con acento siciliano, "y bien?"
Leila se gira a ver a mássimo y le hace una seña que se acerque.
Ludovico dice con acento siciliano, "qué es lo que quieres ahora. "
Mássimo suspira profundamente.
Mássimo camina con paso firme, hasta asercarse a los 2.
Dices con acento siciliano, "quiero que saques a alguien de la cárcel, al precio que sea. "
Ludovico ignora deliberadamente al recién llegado.
Ludovico dice con acento siciliano, "ajá, de quién se trata?. "
Dices con acento siciliano, "Gianluca moretti. un amigo mío de la unibercidad. "
Ludovico entorna los ojos un segundo.
Ludovico dice con acento siciliano, "ese no es el stronzo di merda que cogieron hace poco en ese escándalo de persecución?. "
Leila lo mira inpasiente.
Asientes afirmativamente.
Ludovico levanta una ceja.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Ludovico dice con acento siciliano, "te volviste loca? Ese sujeto está hasta el cuello, ragazza. Sacarlo costaría lo que tú tienes y más."
Dices con acento siciliano, "no cuestiones mis razones para sacarlo. "
Ludovico dice con acento siciliano, "vas a dejarte toda tu fortuna en eso, te lo advierto, pero allá tú."
Dices con acento siciliano, "déjate de cosas, haz sacado a peores de la cárcel sin tantos miramientos "
Leila golpea la mesa del comedor.
gritas: "que inporta si pierdo el dinero que sea, quiero a gian fuera!".
Ludovico dice con acento siciliano, "he sacado a peores que son útiles para la organización, este ... no vale nada para nosotros."
Ludovico dice con acento siciliano, "pero tú sabrás. Eso sí, no te lo garantizo, ha hecho un escándalo de órdago. "
Dices con acento siciliano, "solo intentó secuestrar a una estúpida italiana cuál es el lío, argumenta que está mal de la cabeza, no sé. "
Ludovico dice con acento siciliano, "el lío es el escándalo, ragazza. Ese es el lío. media España se enteró de sus mierdas, capisci?"
Asientes afirmativamente.
Ludovico dice con acento siciliano, "haz el depósito donde ya sabes, veré qué puedo lograr."
Dices con acento siciliano, "de acuerdo, quiero eso pronto no me gusta perder el tiempo."
Ludovico niega con la cabeza con expressión condescendiente.
Leila lo mira con altanería.
Ludovico dice con acento siciliano, "no aprendes, definitivamente. En fin. si no necesitas nada más verdaderamente importante, me largo. Tendrás noticias mías cuando tenga algo que decirte."
Dices con acento siciliano, "lárgate a trabajar, muévete!"
Suspiras profundamente.
Ludovico la mira y chasquea la lengua antes de darse media vuelta sin responderle siquiera.
Ludovico abre la puerta.
Ludovico coge el pomo, lo gira y abre la puerta.
Ludovico sale de la casa.
Leila se levanta del comedor con emfado.
Mássimo suspira profundamente.
Leila mira a mássimo que está inpasible.
Mássimo dice con acento turinés, "balla contactos los tullos. "
Dices con acento siciliano, "nadie te ha preguntado lo que tu piences."
Mássimo sonríe.
Un salón amplio. de color bronce
El salón es un lugar de encuentros tensos. Aunque grande, el espacio se siente cerrado por las paredes de piedra oscura y las pocas ventanas que apenas permiten la entrada de luz. Los muebles, de madera maciza y cuero desgastado, están dispuestos en torno a una chimenea de piedra que parece más una reliquia que una fuente de calor. En las paredes, se exhiben cuadros de escenas costumbristas sicilianas, pero los rostros de las personas en las pinturas parecen ocultar algo. Una mesa de centro de mármol negro, decorada solo con un par de copas de vino vacías, añade un toque de elegancia sin alegría. Aquí, las conversaciones siempre parecen tener un doble sentido, y el ambiente es sofocante
Ves Biblioteca moderna de roble, Estantería clásica labrada en nogal, mueble bar de madera con tres bancos altos, escritorio clásico de nogal, silla clásica de cuero, sillón de lectura en polipiel, sillón de descanso, Un juego de recibo moderno, Una mesita ratona clásica, nevera de 15 pies marca Regilux, Cafetera Noir Deluxe, y Un repetidor marca Extend conection aquí.
Salidas visibles: fuera
¡Felicidades! Hoy estás cumpliendo 20 años. Disfruta tu día.
Giovanni ha llegado.
Giovanni frunce el ceño.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano, "joder que resaca. "
Giovanni se parte de risa.
Giovanni dice con acento napolitano, "quién te manda emborracharte. "
Giovanni dice con acento napolitano, "quieres café?. "
Dices con acento siciliano, "si. "
Giovanni se marcha.
Suspiras profundamente.
Giovanni ha llegado.
Giovanni te da Café expreso.
Dices con acento siciliano, "gracie. "
Giovanni sonríe.
Te bebes Café expreso
Dices con acento siciliano, "culpa de la gringa esa, Zoe se llama"
Dices con acento siciliano, "por eso tomé vastante "
Giovanni se parte de risa.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano, "y el abogado me puso de mal humor ayer. "
Giovanni dice con acento napolitano, "cuál abogado?. "
Dices con acento siciliano, "el abogado que traje para que saque a gian. "
Suspiras profundamente.
Giovanni dice con acento napolitano, "más vale que lo saque. "
Giovanni murmura con acento napolitano, "o lo mato "
Dices con acento siciliano, "lo mismo digo yo "
Giovanni dice con acento napolitano, "no, yo pido darle el tiro de gracia. "
Te partes de risa.
Dices con acento siciliano, "¿haz hido a ver a gian?. "
Giovanni dice con acento napolitano, "no e tenido tiempo, nos tienen mucho trabajo en la constructora. "
Giovanni dice con acento napolitano, "pero tengo planeado ir, hacerlo mañana. "
Giovanni dice con acento napolitano, "cómo está?"
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano, "ese trabajo es aburrido. "
Giovanni asiente afirmativamente.
Giovanni dice con acento napolitano, "cómo te va en el cads?"
Dices con acento siciliano, "igual de jodido, lo único bueno es sacar algún contacto inportante, o reclutar gente para tomar alicante, aora que la rusa está muerta."
Dices con acento siciliano, "te queda mejor andar matando gente. "
Te partes de risa.
Giovanni se parte de risa.
Giovanni dice con acento napolitano, "estoy de acuerdo contigo "
Giovanni sonríe.
sonreir
Sonríes.
Giovanni dice con acento napolitano, "deberíamos matar a todos los rusos, somos más que ellos."
Te partes de risa.
Giovanni dice con acento napolitano, "los rusos son una plaga, cariño. hay que matarlos a todos. "
Dices con acento siciliano, "si lo sé. "
Dices con acento siciliano, "pienzo viajar a alicante la otra semana, para empesar el barrido. "
Te partes de risa.
Giovanni dice con acento napolitano, "yo me quedaré aquí para defender la plaza. "
Dices con acento siciliano, "¿y que se reporta en nápoles? todo en orden con tu zona?. "
Dices con acento siciliano, "tu padre si te dejará el cargo? o hasta que se muera. "
Te partes de risa.
Giovanni dice con acento napolitano, "en italia todo tranquilo."
Giovanni asiente afirmativamente.
Dices con acento siciliano, "mássimo según bino a pedirme ayuda para que pongamos gente en turín, pero no me ha dicho nada claro."
Dices con acento siciliano, "me desespera. "
Dices con acento siciliano, "yo desde que atraparon a gian, no me concentro. "
Suspiras profundamente.
Giovanni dice con acento napolitano, "el no me gusta, tiene algo raro. "
Dices con acento siciliano, "que cosa?. "
Giovanni dice con acento napolitano, "nunca avía escuchado de él, y dice que es un lider. "
Giovanni dice con acento napolitano, "y todos nos conocemos"
Dices con acento siciliano, "bueno, mi padre si había hecho algunos negocios con él, yo estaba más pequeña, pero no es tan zonada la ciudad de turín es cierto. "
Giovanni asiente afirmativamente.
Giovanni dice con acento napolitano, "contigo es respetuoso?. "
Dices con acento siciliano, "si pero como que le gusto, y a mí no me intereza."
Giovanni niega con la cabeza.
Dices con acento siciliano, "es muy grande para mí. "
Dices con acento siciliano, "y, yo creo que me enamoré de gian..."
Giovanni dice con acento napolitano, "si, eso se notaba, cariño. "
Dices con acento siciliano, "¿así porqué?"
Giovanni dice con acento napolitano, "lo tratas de forma mucho más íntima, cariño. "
Giovanni dice con acento napolitano, "ojalá salga pronto, me contratan de guardaespalda, si se cazan?. "
Giovanni se parte de risa.
Te partes de risa.
Dices con acento siciliano, "si tú tienes tu inperio en nápoles, para qué ser guardaespaldas. "
Te partes de risa.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Giovanni dice con acento napolitano, "soy malo siendo jefe, es aburrido. me gusta la acción y no de la peligrosa, me refiero a los balazos."
Dices con acento siciliano, "si amí también. "
Dices con acento siciliano, "me desespero mucho estando en el cads. "
Giovanni asiente afirmativamente.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Giovanni da una calada al cigarro y luego de unos segundos bota el humo, despacio.
Dices con acento siciliano, "ay, no puede ser que no tengamos cafetera aquí. "
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano, "y yo que no quiero levantarme. "
Suspiras profundamente.
Giovanni dice con acento napolitano, "te traigo otro café?. "
Asientes afirmativamente.
Dices con acento siciliano, "sii "
Giovanni se marcha.
Leila se agarra la cabeza adolorida
Giovanni ha llegado.
Giovanni te da café capuccino espumoso y con cuerpo.
Dices con acento siciliano, "uy que rico ese."
Te bebes café capuccino espumoso y con cuerpo.
Giovanni sonríe.
Giovanni te mira.
Leila lo mira agradeciendo.
Giovanni
es un hombre de complexión robusta y una imponente estatura de aproximadamente 1.90 metros, lo que lo hace destacar en cualquier multitud. Su cabello es oscuro y ralo, peinado hacia atrás de manera descuidada, lo que resalta aún más su altura y la fuerza de su presencia. Su rostro, de rasgos marcados, está adornado por una cicatriz fina que cruza su mejilla izquierda, un recordatorio de su pasado y de los conflictos que ha enfrentado. Esta marca le da un aire intimidante y una historia de vida que muchos prefieren no indagar. Sus ojos son de un intenso azul, grandes y penetrantes, que parecen escrutar el alma de aquellos que se atreven a mirarlo a la cara. La frialdad en su mirada contrasta con su expresión facial, que puede alternar entre una sonrisa sarcástica y un ceño fruncido, reflejando su naturaleza calculadora y astuta. La barba incipiente cubre su mandíbula cuadrada, dándole un toque de rudeza que complementa su imagen de criminal astuto. Su piel es blanca, con un ligero bronceado que sugiere que pasa tiempo al aire libre, tal vez en actividades que lo mantienen alejado de la ley. Giovanni se mueve con confianza y determinación, cada paso que da parece resonar con autoridad, y su postura erguida y firme es un reflejo de su carácter desafiante y dominante.
Viste Una americana de espiga azul.
Lleva en una muñeca un tatuaje de un Fénix de Cristal
usa Unos pantalones negros de vestir.
Calza Unas botas de media caña para hombre color negro de la marca Nice vector.
Tiene un cigarrillo encendido entre los dedos.
Giovanni se acomoda en silla clásica de cuero.
Giovanni sonríe.
Te partes de risa.
Giovanni se parte de risa.
Dices con acento siciliano, "y a qué hora se habrá ido la gringa?. "
Dices con acento siciliano, "no la viste?. "
Giovanni niega con la cabeza.
Suspiras profundamente.
Te sientas en uno de los sillones libres de Un juego de recibo moderno.
Suspiras profundamente.
Giovanni suspira profundamente.
Leila se fija mejor en el salón y ve la cafetera en un rincón.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano, "si hay!. "
Te partes de risa.
Dices con acento siciliano, "no me va quedar más remedio que subir al cuarto y ducharme, haber si me siento mejor..."
Suspiras profundamente.
Giovanni dice con acento napolitano, "yo iré a dormir un rato, estoy cansado, me tocó el turno de noche"
Asientes afirmativamente.
Giovanni da una calada al cigarro y luego de unos segundos bota el humo, despacio.
Dices con acento siciliano, "vale gio descansa. "
Giovanni sonríe.
Sonríes.
Giovanni se levanta de silla clásica de cuero.
Te levantas de Un juego de recibo moderno.
Giovanni se marcha.
Casa de la Mafia italiana de color ocre
Esta majestuosa casa de estilo colonial siciliano se construye con elegancia, fusionando la historia y la belleza de la región. Con una estructura de piedra oscura y paredes encaladas que reflejan los colores del paisaje siciliano, la casa irradia un ambiente lujoso y acogedor. Los techos altos y las vigas de madera expuestas ofrecen una sensación de amplitud, mientras que los arcos y detalles arquitectónicos resaltan la herencia cultural de Sicilia. Los colores predominantes incluyen suaves tonos terracota, ocres y azules profundos, evocando la tierra, el cielo y el mar. Al ingresar a la sala principal, los visitantes son recibidos por un espacio impresionante donde el lujo se mezcla con la calidez. El suelo, revestido de majólicas en tonos terracota y crema, aporta una base elegante. Un candelabro de cristal veneciano cuelga del techo, iluminando el ambiente con su brillo resplandeciente. Los ventanales de arco alto están adornados con cortinas de terciopelo en un rico color burdeos, que suavizan la luz que entra. El mobiliario incluye sofás de cuero de primera calidad en tonos marrón oscuro y sillas tapizadas con damasco en colores vibrantes, como el azul y el oro. En el centro, una mesa de café de madera tallada a mano, decorada con una obra de arte contemporáneo y flores frescas, sirve como punto focal. Las paredes están adornadas con pinturas de paisajes sicilianos y esculturas de artistas locales, creando un ambiente culturalmente rico.
Ves mueble bar esquinero, CHIMENEA MODERNA Y MINIMALISTA, Un juego de comedor moderno, Un juego de recibo clásico, Una mesita ratona moderna, y Cafetera Fantasy Coffee aquí.
Salidas visibles: escalera, sotano, cuarto-doble, salon, despacho, y cocina
Mássimo Marttini ha llegado.
Mássimo se parte de risa.
Giovanni dice con acento napolitano: "¿Vamos a Sláinte?"
Giovanni le echa un vasito de agua en la cabeza.
Giovanni dice con acento napolitano: "Ya despierta, Leila."
Dices con acento siciliano: "Qué buen sueño. ¿Qué año es hoy, qué mes, qué día, qué siglo?"
Mássimo dice con acento turinés: "Es tu cumple, ragazza."
Giovanni dice con acento napolitano: "Hoy es ventiagosto de diciembre de 3231."
Leila se ve desorientada por el sueño...
Mássimo dice con acento turinés: "¿Seguirás la fiesta o fue ayer?"
Mássimo se parte de risa.
Te partes de risa.
Mássimo se parte de risa.
Leila mira enfadada a Mássimo.
Mássimo sonríe.
Giovanni sonríe.
Giovanni dice con acento napolitano: "¿Tenemos tequila?"
Mássimo la mira con una sonrisa tranquila.
Dices con acento siciliano: "¿Tequila, dónde?"
Mássimo dice con acento turinés: "¿Qué es eso?"
Dices con acento siciliano: "Un licor mexicano."
Mássimo asiente afirmativamente.
Giovanni dice con acento napolitano: "Los morenitos saben hacer buen alcohol, lo admito."
Te partes de risa.
Mássimo dice con acento turinés: "Cierto."
Suspiras profundamente.
Mássimo suspira profundamente.
Leila se queda pensativa, extrañando a Gian.
Giovanni dice con acento napolitano: "Vamos, cariño, alégrate, hoy es tu día."
Suspiras profundamente.
Mássimo dice con acento turinés: "Concuerdo."
Giovanni abre una botella de licor y sirve tres vasos.
Dices con acento siciliano: "Vaya día..."
Mássimo sonríe.
Dices con acento siciliano: "Está bien. ¿Dónde iremos?"
Giovanni dice con acento napolitano: "¿Vamos a Sláinte?"
Mássimo dice con acento turinés: "Tú cumples años, tú decides."
Dices con acento siciliano: "Vale, yo decido."
Suspiras profundamente.
Leila se levanta del sofá.
Dices con acento siciliano: "Me arreglaré un poco, esperen a esta princesa de Sicilia."
Sonríes.
Te marchas subiendo por la escalera hacia la segunda planta.
Segunda planta. de color crema
Accediendo a la segunda planta a través de una escalera de mármol blanco con pasamanos de hierro forjado, se siente la historia y la elegancia en cada paso. Las paredes están pintadas en un suave color crema, complementadas con alfombras de yute que aportan textura y confort
Ves Un repetidor marca Extend conection aquí.
Salidas visibles: escalera, cuarto-doble, dormitorio-sencillo, y atico
Este lugar tiene conexión Wifi. Podrás usar un portátil si lo llevas encima.
Un cuarto confortable. de color Burdeos
El dormitorio principal es un refugio de opulencia y serenidad. La cama, de gran tamaño, cuenta con un cabecero tapizado en tela de brocado dorado, acompañada de sábanas de algodón egipcio en blanco impoluto. En una esquina, un sillón de terciopelo verde profundo ofrece un rincón acogedor para la lectura. Las ventanas grandes están decoradas con cortinas que combinan el color terracota con el verde oliva, creando una atmósfera cálida y acogedora. Las paredes están adornadas con arte italiano, incluyendo un mural que representa un paisaje del Etna al atardecer, evocando la belleza de la naturaleza. Un armario empotrado con espejos tallados aporta espacio y un aire de sofisticación. En el centro del cuarto, una alfombra persa complementa la decoración y brinda comodidad bajo los pies
Este lugar tiene conexión Wifi. Podrás usar un portátil si lo llevas encima.
Leila busca sus maquillajes para arreglarse
Te aplicas el labial definiendo el color de tus labios.
Te aplicas Indecent from Konza sobre la piel.
Comienzas a usar conjunto de pulseras plateadas con negro y rojo marca glamour.
Comienzas a usar pendientes de aro plateados con pedrería roja.
Comienzas a usar collar plateado con colgante rojo marca glamour.
Leila se mira al espejo
Leila Ferrari
Ella es una mujer joven , pero su presencia impone autoridad y experiencia mucho más allá de su juventud. Su tez es de un tono oliva dorado, característico de su origen siciliano, con una piel impecable que resplandece bajo la luz, suave y cuidada, reflejando su atención al detalle en todos los aspectos de su vida. Su rostro es de una simetría perfecta, con pómulos altos y bien definidos, que le otorgan un aire de elegancia innata. Sus expresiones faciales son agudas, intensas, y cargadas de una astucia que resulta inconfundible. Cada mirada suya, con esos ojos penetrantes de un verde esmeralda profundo, parece escrutar a quien tiene enfrente, midiendo cuidadosamente cada situación, siempre con un toque calculador y desafiante. Sus labios son carnosos, de un rojo natural que contrasta con su tono de piel, y suelen formar una ligera sonrisa que transmite tanto sensualidad como un aire de peligro inminente. Su mandíbula es firme, proyectando una fuerza que es imposible ignorar. Cuando frunce el ceño o alza una ceja, cualquiera que esté en su presencia sabe que está analizando, lista para tomar una decisión rápida y contundente. Tiene una figura escultural, con curvas femeninas que destacan con gracia y poder. Su busto es generoso, pero siempre elegante, equilibrando a la perfección con su torso estilizado. Su cintura es marcada y delgada, acentuando la curva sensual de sus caderas, que son redondeadas, firmes y llenas de feminidad las cuales por de tras dan paso a unas firmes y grandes nalgas, que se mueven sensualmente a cada paso que ella dá. Sus piernas, largas y tonificadas, parecen esculpidas para resaltar su porte dominante, mientras que sus movimientos son siempre calculados y suaves, lo que le otorga una presencia felina salvaje. Cada parte de su cuerpo proyecta sensualidad, pero siempre bajo el control preciso que define a Leila. Su postura es imponente, erguida y llena de confianza, dejando claro que está acostumbrada a liderar y a dominar cada situación
lleva el pelo En una melena larga y lisa, con un flequillo recto que enmarca su rostro. Su cabello es negro con reflejos azulados, que le añade un toque moderno .
Cubre sus ojos con Gafas estilo Cat-Eye polarizados marca Lens Luxe.
Lleva pendientes de aro plateados con pedrería roja en las orejas.
Luce los labios de un tono rosa pálido.
Lleva collar plateado con colgante rojo marca glamour en el cuello.
Viste croptop rojo con pedrería negra marca crazy girl.
lleva conjunto de pulseras plateadas con negro y rojo marca glamour en el brazo.
Lleva Reloj de pulsera con brazalete de perlas en una muñeca.
Luce unas uñas Largas cuadradas de un tono azul cobalto en las manos.
Usa Anillo de Oro Amarillo y Zafiros en un dedo.
usa jeans pitillo negros con efecto destroller y pedrería roja marca crazy girl.
Calza botines de cuero negros marca crazy girl.
Desprende un intenso y delicioso aroma a Indecent from Konza cuando te le acercas
Segunda planta. de color crema
Te marchas bajando por la escalera hacia la planta principal.
Casa de la Mafia italiana de color ocre
Salidas visibles: escalera, sotano, cuarto-doble, salon, despacho, y cocina
Mássimo te mira.
Giovanni está tomando.
Sonríes.
Mássimo sonríe.
Mássimo la mira detenidamente.
Mássimo dice con acento turinés: "¿Y esa ropa?"
Giovanni te mira.
Leila lo mira altanera.
Dices con acento siciliano: "¿Qué tiene mi ropa?"
Giovanni dice con acento napolitano: "Es la princesa, ¿qué esperabas, amigo?"
Mássimo no se intimida y le sostiene la mirada, divertido.
Mássimo asiente afirmativamente.
Dices con acento siciliano: "Déjalo, Mássimo no está acostumbrado a tratar princesas."
Sonríes.
Mássimo sonríe.
Mássimo dice con acento turinés: "¿Te consideras princesa?"
Asientes afirmativamente.
Mássimo sonríe divertido y asiente afirmativamente.
Giovanni frunce el ceño.
Dices con acento siciliano: "Soy la principessa del terror en Sicilia."
Mássimo asiente afirmativamente.
Giovanni mira desconfiado.
Dices con acento siciliano: "En fin, ya para qué darte explicaciones, Mássimo."
Mássimo dice con acento turinés: "Sí tienes cierta fama."
Dices con acento siciliano: "¿Vamos o qué?"
Dices con acento siciliano: "¿En mi auto o en caravana?"
Te partes de risa.
Mássimo sonríe.
Giovanni dice con acento napolitano: "En caravana andamos siempre, yo siempre traigo escolta."
Giovanni dice con acento napolitano: "Y esta no será la excepción, por si las dudas."
Dices con acento siciliano: "Yo ya estaré con escolta luego de lo de Raiza."
Giovanni dice con acento napolitano: "Yo vi a los policías muy agitados, la verdad es que no sé por qué. Pero se veían muy nerviosos, miraban a todas partes, más de lo usual."
Dices con acento siciliano: "Luego de lo de Raiza, seguro descubrieron que era ella; la muy estúpida se le ocurrió atacarme en pleno centro."
Suspiras profundamente.
Mássimo dice con acento turinés: "¿Saben algo, ragazzi?"
Dices con acento siciliano: "¿Qué?"
Giovanni dice con acento napolitano: "Malditos rusos, no tienen estilo para tener una mafia."
Giovanni dice con acento napolitano: "Nosotros sabemos matar con estilo; yo hasta bailando sé matar gente."
Giovanni se marca un bailecito.
Te partes de risa.
Dices con acento siciliano: "Lo que pasa es que son más sanguinarios que nosotros."
Mássimo dice con acento turinés: "Me gustaría traer a una contacto mía, es poli y trabaja para mí y para Aless; puede servir de infiltrada."
Mássimo dice con acento turinés: "No me confío de esta puta policía."
Giovanni se parte de risa.
Leila mira seria a Mássimo.
Dices con acento siciliano: "¿Quién es?"
Mássimo se queda pensando.
Suspiras profundamente.
Mássimo dice con acento turinés: "Se llama Bianca."
Suspiras profundamente.
Mássimo sonríe.
Giovanni suspira profundamente.
Dices con acento siciliano: "Lo pensaré, Mássimo, grazie."
Mássimo asiente afirmativamente.
Dices con acento siciliano: "Bueno, vamos."
Dices con acento siciliano: "Síganme."
Mássimo asiente afirmativamente.
Mássimo Marttini se marcha bajando por la escalera.
Giovanni se marcha bajando por la escalera.
Te marchas bajando por la escalera hacia el sótano.
Sótano. de color caova
El sótano es el corazón oscuro de la casa. Accesible a través de una puerta de madera reforzada, este espacio subterráneo está revestido de piedra fría y humedad. Las luces son escasas, y el suelo de piedra rugosa amplifica cada paso. En una esquina, barriles de vino y estantes de madera llenos de botellas antiguas sugieren un uso tradicional, pero el espacio se siente menos como una bodega y más como un lugar de secretos guardados. En el centro, una mesa de madera desgastada con marcas de años de uso sugiere que aquí han tenido lugar más que simples celebraciones. Las paredes de piedra, desnudas salvo por algunas herramientas oxidadas, añaden una sensación de claustrofobia y misterio
Te encuentras con Mássimo Marttini y Giovanni.
Giovanni asiente afirmativamente.
Mássimo Marttini se marcha.
Giovanni se marcha.
Un garaje grande. de color vino tinto
El garaje no es solo un lugar de almacenamiento, sino un espacio donde el escape parece siempre una opción latente. El ambiente, con su eco resonante y su falta de vida, sugiere que este es un lugar donde se han planeado huidas y movimientos en la oscuridad
Ves Hounday, Ferrozzi Sirakusa de color sepia metalizado, y Ferrozzi Ivoke de color azul medianoche mate aquí.
Abres una de las puertas de Ferrozzi Sirakusa
Ferrozzi Sirakusa de color sepia metalizado
Ves un vehículo con los cristales normales, sistema para bajar las ventanillas y el panel de control que contiene los indicadores para medir velocidad, distancia recorrida, y nivel de combustible frente al puesto del conductor. También está el panel de instrumentos del coche y unidas al volante, las palancas de cambio y de activación del limpiaparabrisas. Hacia el centro puedes ver los mandos para la calefacción, el aire acondicionado y la radio. Del lado derecho está la guantera y sobre esta, igual que del lado izquierdo, un conducto de ventilación. La tapicería de todos los asientos es de cuero, a juego con el color de la carrocería. Además, incorpora transmisión automática de múltiples velocidades para adaptarse a diversas condiciones de manejo, equipamiento tecnológico avanzado, como sistemas de navegación, cámaras de visión trasera, asistentes de conducción, y opciones de acabados y materiales de alta calidad.
No ves salidas en este lugar.
Mássimo entra en Ferrozzi Sirakusa.
Giovanni entra en Ferrozzi Sirakusa.
Giovanni cierra las puertas.
Leila habla por radio con sus escoltas, ordenando que los sigan.
Giovanni sonríe.
Arrancas el motor.
Conduces hacia fuera.
Comunidad de Neo-Madrid; plaza de Manuel Becerra
Salidas Visibles: oeste, este, sur, y noroeste.
Mássimo asiente afirmativamente.
El vehículo se pone en marcha.
Tiempo estimado de trayecto: 2 minutos.
Leila maneja pensativa.
Giovanni mira los autos que los escoltan.
Mássimo rebisa discretamente su maletín y sonríe.
Sonríes.
El vehículo se detiene al llegar a su destino.
Dices con acento siciliano, "llegamos. "
apagas el motor.
Abres el vehículo.
Giovanni sale de Ferrozzi Sirakusa.
Mássimo sale de Ferrozzi Sirakusa.
Comunidad de Neo-Madrid; Calle del Almendro
Te encuentras en una vía pública de la ciudad española de Madrid, situada en el barrio de Palacio. une la Cava Baja con plaza del Humilladero.
Ves Una casa de estilo moderno, Ferrozzi Sirakusa, y Ferrozzi Sirakusa de color sepia metalizado aquí.
Te encuentras con Mássimo Marttini .
Salidas visibles: plaza-del-humilladero, cava-baja, y discoteca
Cierras la puerta de Ferrozzi Sirakusa
Mássimo Marttini se marcha.
la fiesta se descontrola
advertencia de contenido.
Esta ecena puede contener contenido solo aptos para mayores de 18 años, si decides leerlo, queda bajo tú responsablilidad y criterio.
Punto de vista: Leila y Mássimo.
Comunidad de Neo-Madrid; Discoteca El parrandón del Sabor - Pista
Estás inmerso en el vibrante epicentro de El Parrandón del Sabor, donde cada rincón irradia energía y pasión por la música. La pista de baile, un vasto mar de luces y sombras en movimiento, late al ritmo de los beats, creando una atmósfera que te envuelve y te impulsa a unirte a la multitud. Las luces, en constante cambio de color y forma, recorren el espacio como si estuvieran sincronizadas con cada nota, reflejándose en los rostros de los bailarines que no pueden evitar moverse al compás. El calor del lugar, mezclado con la emoción de la gente, genera una especie de euforia colectiva. Puedes sentir la conexión entre los asistentes, una energía compartida que convierte la noche en una experiencia inolvidable. Risas, gritos de alegría y exclamaciones llenas de emoción se mezclan con la música, haciendo eco en las paredes del lugar. A lo largo de la pista, notas la presencia de otras áreas que completan la experiencia. La barra, un punto neurálgico, atrae a aquellos que buscan refrescarse con cócteles exquisitos y bebidas llenas de sabor, preparadas por mixólogos expertos que mezclan cada trago con una pizca de arte y creatividad. Los colores brillantes de las bebidas y el tintineo de los vasos se suman a la sinfonía de sonidos y sensaciones. Más allá, la zona VIP emerge como un oasis de exclusividad. Aquí, los asientos lujosos y la atención personalizada ofrecen un respiro del frenesí de la pista, sin perder de vista la acción. Es el lugar ideal para aquellos que buscan disfrutar de la fiesta con un toque de distinción, rodeados de lujo y comodidad. Finalmente, la terraza se extiende hacia el cielo nocturno, un refugio al aire libre donde la música se siente más suave, permitiendo que las conversaciones fluyan bajo las estrellas. El aire fresco brinda un respiro, mientras que las luces de la ciudad se mezclan con las del lugar, creando una vista que captura la esencia de la vida nocturna en Neo-Madrid. En El Parrandón del Sabor, cada espacio está diseñado para maximizar la experiencia de la fiesta, haciendo que la diversión y el buen ambiente sean el hilo conductor de la noche.
Ves una cabina de Dj aquí.
Te encuentras con Giovanni y Mássimo Marttini .
Salidas visibles: fuera, barra, zona-vip, y terraza
Mássimo Marttini se marcha.
Giovanni se marcha.
Parrandón del Sabor - Barra
Te acercas a la barra, un verdadero santuario para los sentidos en medio del bullicio de la discoteca. Es un espacio donde la creatividad líquida cobra vida. Las superficies brillan bajo la luz, reflejando los colores vibrantes de las bebidas que se preparan con precisión y estilo. Los mixólogos, maestros en su arte, mueven sus manos con destreza, mezclando y agitando cócteles que no solo satisfacen la sed, sino que también cuentan una historia en cada sorbo. Desde los clásicos eternos hasta las creaciones más vanguardistas, la barra es el lugar donde los sabores se encuentran y explotan, donde cada trago es una celebración en sí misma. El constante ir y venir de los clientes genera una atmósfera de movimiento perpetuo, donde las conversaciones fluyen tan fácilmente como el licor. Es un punto de encuentro, un lugar para intercambiar risas y anécdotas mientras esperas tu turno para disfrutar de la bebida perfecta. Las luces sobre la barra brillan intensamente, acentuando el brillo de las botellas alineadas como una colección de joyas, cada una con su propia promesa de placer. Además de una impresionante selección de bebidas, la barra también ofrece una variedad de snax deliciosos que puedes disfrutar mientras te diviertes. La oferta de snacks incluye desde opciones crujientes y ligeras hasta bocados más sustanciosos, todo pensado para complementar a la perfección tu experiencia en la pista de baile. La combinación de bebidas y snax crea un ambiente aún más vibrante y satisfactorio para todos los que buscan disfrutar de una noche inolvidable.
Ves Una caja registradora y Una barra de madera de nogal y hierro forjado aquí.
Te encuentras con Mássimo Marttini y Giovanni.
Salidas visibles: fuera y pasillo
Mássimo sonríe.
Giovanni sonríe.
Te sientas en uno de los bancos libres de Una barra de madera de nogal y hierro forjado.
Sonríes.
Mássimo se sienta en uno de los bancos libres de Una barra de madera de nogal y hierro forjado.
Dices con acento siciliano, "leí en internet que estaba buena esta disco. "
Mássimo se sienta al lado de leila
Giovanni se sienta en uno de los bancos libres de Una barra de madera de nogal y hierro forjado.
Giovanni se pide Papas reyenas de carne.
Giovanni sonríe.
Mássimo dice con acento turinés, "eso espero"
Sonríes.
Leila mira el menú.
Leila se pide una copa de vino.
Consumes Copa de vino tinto y te sientes mejor.
Giovanni se pide Una botella de corona.
Mássimo sonríe.
Leila saca un cigarro.
Das una calada al cigarro y luego de unos segundos botas el humo.
Mássimo se pide Champagne.
Giovanni se levanta de Una barra de madera de nogal y hierro forjado.
Leila mira a gio irse de tras de una chica.
Giovanni se marcha.
Mássimo sonríe.
Sonríes.
Dices con acento siciliano, "no pierde el tiempo."
Mássimo niega con la cabeza.
Leila mira el lugar curiosa.
Leila escucha y disfruta de la música electrónica.
Mássimo sonríe.
Mássimo suspira profundamente.
Leila canta.
Mássimo sonríe.
Mássimo dice con acento turinés, "¿se divierte la principezza?. "
Mássimo hace émfacis en esa palabra.
Asientes afirmativamente.
Dices con acento siciliano, "me da igual que lo digas irónicamente. "
Dices con acento siciliano, "eso soy, le guste a quien le guste. "
Mássimo dice con acento turinés, "una princesa es madura, lo siento piccolina. "
Leila sonríe presumida.
Leila mira indiferente a mássimo.
Mássimo se atrebe a debolberle la mirada con una gran sonrísa.
Leila llama al barman y le ppide otra copa esta vez, de champagne.
Consumes Champagne y te sientes mejor.
Leila ni se inmutó con la mirada de mássimo.
Mássimo sonríe.
Mássimo se voltea y empiesa a ignorarla un poco.
Mássimo sonríe disimuladamente.
Leila se levanta de la barra para bailar.
Leila camina a la pista buscando a alguien.
Mássimo sigue ignorándola, se queda pensando.
Leila se encuentra a un chico, y comienzan a bailar.
Mássimo sostiene su maletín con fuersa para después, levantar la mirada.
En la pista de baile, la mirada de Leila encontró a un joven atractivo que sonreía con interés. Sin dudarlo, ella avanzó y él respondió al instante, tomando su mano con un gesto de cortesía juguetona. Empezaron a moverse juntos, sus cuerpos siguiendo el compás de la música, cada giro y movimiento acercándolos un poco más. La risa despreocupada de Leila resonaba, sus ojos entrecerrados por el disfrute. La tensión de su vida parecía disiparse en la pista, donde por un momento, todo se reducía a la emoción del baile y la conexión efímera con el extraño frente a ella.
Mássimo lebanta mas la mirada, buscando disimuladamente a leila.
Leila encuentra la mirada de mássimo, y le sonríe malisiosa.
Leila se acercó al joven con una sonrisa traviesa, sus movimientos suaves y provocativos siguiendo cada pulso de la música. Deslizó su mano por el hombro de él, acercándose mientras sus caderas se balanceaban en una danza sensual, sincronizándose con la energía del chico, quien la miraba cautivado, sin perder el ritmo. Cada giro y movimiento de Leila parecía calculado, pero tenía la habilidad de hacerlo parecer natural, como si simplemente estuviera dejándose llevar por la música.
Mássimo, una vez más, le sostiene la mirada; sin embargo, al ver la escena, se incomoda un poco. No sabe por qué, pero no se sentía a gusto con lo que veían sus ojos. Aun así, no lo demostraba. Era consciente de que ese chico no sería ni el primero que bailaba con esa chica, quien, además de causarle gracia, despertaba mucho interés en él. La sentía llena de ego, y eso le molestaba, pero al mismo tiempo, le gustaba de ella.
Mássimo, desde la barra, no pudo evitar mirarlos con una mezcla de interés y leve frustración. Aunque intentaba mantener su aire de indiferencia, sus ojos seguían cada paso que Leila daba, cada sonrisa que le dirigía al chico. Un leve fruncir de cejas traicionaba lo que sentía, pero no hacía nada por intervenir.
Mientras danzaban, la distancia entre ambos se redujo hasta ser casi inexistente. Leila lo rodeó con un brazo y, con la otra mano, jugaba con un mechón de su propio cabello, sonriéndole de manera seductora. El joven respondió tocando su cintura, y ella no retrocedió, aumentando la intensidad de sus movimientos, cada uno más provocador que el anterior. Sus cuerpos se movían con una coordinación perfecta, un lenguaje silencioso en el que cada paso invitaba al siguiente.
Mássimo ya tenía claro que Leila Ferrari no sería una chica fácil de tratar, y lo comprobó cuando empezó a hacerlo. Al principio, esto le incomodaba; No es que no tolerara las desobediencias, pero el hecho de que fuera ella, exactamente ella, le frustraba. Mássimo fijaba sus ojos en la escena y se sentía molesto; no iba a engañarse a sí mismo. No quería intervenir, pero tampoco podía permitir que aquello avanzara más, no solo para quitarse esa maldita sensación, sino porque se arruinaría lo que iba a regalarle.
Leila encuentra un lebe parecido del chico a gian, o talvez sería su imaginasión que la traicionaría.
La música continuaba, y Leila y su compañero se movían cada vez más cerca, ajenos a las miradas en la sala, entregados al instante como si solo existieran ellos y el ritmo que compartían.
Mientras giraban y se mecían al ritmo de la pista, Leila deslizó una mano hasta el pecho del joven y lo empujó suavemente hacia atrás, apenas suficiente para crear un instante de separación antes de volver a acercarse de nuevo. Sus ojos destellaban con una mezcla de desafío y diversión, y él, entre sorprendido y embelesado, siguió sus movimientos, como si estuviera hipnotizado.
Leila deslizó sus manos suavemente sobre los hombros del joven, sus dedos apenas tocando su cuello mientras se balanceaba al ritmo de la música. Sus ojos se encontraron en un cruce de miradas intensas, como si, en ese instante, el mundo a su alrededor se desvaneciera. El joven, encantado y atrapado en su hechizo, sonrió y le susurró algo al oído, una broma o tal vez un halago que provocó en Leila una sonrisa juguetona.
Desde la barra, Massimo no apartaba la mirada, con los labios fruncidos y una expresión que oscilaba entre la incomodidad y la fascinación. Cada movimiento de Leila parecía un desafío no solo para su compañero de baile, sino también para Massimo, quien apretó los labios al ver cómo ella continuaba, exudando confianza y dominio de cada segundo de la pista.
A pesar de todo, se mantenía sereno, o al menos lo intentaba. Mássimo sabía que la chica sería toda una niña mimada, y aunque no lo era al 100 por ciento, se encontró con una Leila que, aparentemente, quería forzar una barrera emocional con todos. No había necesidad de que lo dijera; cualquiera que fuera un poco analítico se daría cuenta. Y es que algunas acciones y expresiones no contrastaban con esa barrera que ella creía tener. Y tal vez, solo tal vez, eso lo empujaba más hacia aquella chica tan inmadura, pero hermosa e inteligente.
Sin romper el contacto visual, ella le dio una ligera vuelta, haciéndolo girar mientras dejaba que sus manos se rozaran brevemente. Luego volvió a acercarse, sin dejar espacio entre ambos, y dejó que sus cuerpos se fundieran en la misma cadencia lenta y sensual. La música era su único guía, sus cuerpos un reflejo de la intensidad que irradiaban.
Mássimo aún podía mantenerse tranquilo. Es verdad que su incomodidad crecía, pero por el momento, no era algo de lo que preocuparse. Mássimo seguía pensando, recordando, y, sobre todo, si en algo pensaba en ese momento más que en nada, era en ella. Dios, la chica es inmadura, pero es tan... Mássimo no completó la frase en su cabeza, puesto que él sabía que no solo era su bonita cara o buen cuerpo lo que le gustaba. Esa chica lo había capturado, y él no sabía cómo ni cuándo, pero iba más allá de lo físico.
El joven aprovechó el ritmo sensual de la música para deslizar sus manos con mayor seguridad por la cintura de Leila, acercándola a él hasta que no quedaba espacio entre sus cuerpos. Ella no se apartó, solo le sonrió con picardía, dejándose llevar mientras él acercaba sus labios a su oído. ¿Sabes? Nunca había visto a alguien bailar como tú —susurró el joven, sus palabras mezcladas con la música y la seducción del ambiente. Leila soltó una risa ligera y lo miró con una chispa en los ojos, sin decir nada, pero dándole a entender que disfrutaba de ese coqueteo. Él le devolvió la mirada, atrevido, y continuó: No me importaría quedarme aquí toda la noche si me dejas.
Leila inclinó un poco la cabeza, estudiándolo con una mezcla de curiosidad y diversión, como si estuviera disfrutando del juego de seducción tanto como él, pero manteniéndose en control. Sin embargo, cuando el joven intentó acercarse más, ella lo detuvo con un leve toque en el pecho, manteniendo su posición dominante en el intercambio.
el DJ pone reguettón en la discoteca.
Mássimo sonrió disimuladamente al ver la acción de la chica, pues, aunque no se sentía plenamente cómodo, sería mentira decir que aquello no era un show a todas luces. Mássimo pidió una copa de champán, y al recibirla dio un trago largo. Ciertamente, lo que Ferrari había hecho le daría más margen para actuar, pero lo cierto es que no se le ocurrían ideas. Vamos, la ragazza es inmadura, es fácil llamar su atención, pensaba, sentado en la barra. Pero, al mismo tiempo, esa era la cuestión. Claro que podía llamar su atención; el problema sería por cuánto tiempo. Necesitaba algo fuerte, que le afectara, pero, a la vez, debía ser sutil.
La sonrisa en los labios de Leila dejó claro que sabía lo que estaba haciendo, y esa chispa en sus ojos era una provocación directa hacia Massimo.
Leila acercó su rostro al del joven, dejándose llevar por el ritmo de la música mientras sus labios rozaban apenas el borde de su oído. Lo miró intensamente, una chispa de provocación en sus ojos, y le sonrió de una forma que insinuaba mucho más de lo que decía. Pareces alguien que no teme tomar riesgos, ¿me equivoco? —le susurró ella, moviéndose de una manera que encendía la energía entre ambos. El joven sonrió, encantado, y le sujetó la cintura con más seguridad, como si quisiera hacerle entender que él también sabía jugar a ese juego. Para nada… De hecho, me encanta arriesgarme, especialmente con alguien como tú. Leila soltó una risa suave, sus dedos rozando el cuello del joven, mientras su mirada juguetona volaba hacia donde estaba Massimo. Sabía que la estaba observando, y, por un momento, dirigió toda su atención hacia él con una mirada desafiante, como diciéndole sin palabras: tanto, y a la vez nada.
En eso, tras ver la última escena y la provocación directa de Leila, tomó una decisión. Mássimo se levantó de la barra y se encaminó a la salida, y así lo hizo, pero no de inmediato. Logró perderse entre la gente, haciéndole creer que se había ido. Si se la va a follar, adelante, ya me las cobraré, pensaba Mássimo mientras caminaba, tratando de pasar desapercibido. No iba a perderse el show, pero prefería observarlo desde la sombra. Para llamar su atención, necesito que esa coraza que tiene flaquee, y lo haré con pequeños golpes. Lamentaba mucho lo del regalo, y se sentía peor, pues no todos sus sentidos estaban de acuerdo, pero él ya había tomado una decisión: Leila Ferrari sería suya, cueste lo que cueste.
El joven, desconociendo la tensión que ocurría al borde de la pista, tomó el juego como propio y le susurró a Leila: Si seguimos así, tendré que invitarte a un lugar más… privado.
Massimo se deslizaba entre la multitud, con pasos firmes y decididos. A cada paso, confirmaba su decisión, aunque una mezcla de furia y deseo lo devorara. Desde una esquina sombría de la sala, podía ver a Leila, todavía en la pista, moviéndose con ese atractivo provocador que parecía dirigido exclusivamente a él. Ella seguía coqueteando con el desconocido, cada gesto cargado de provocación. La rabia y la atracción formaban un nudo en su estómago, pero él mantuvo la calma, dispuesto a jugar su propia carta.
¿Ya te cansaste de ser tú misma, Leila? —murmuró para sí, observándola desde las sombras, su mirada fija y determinada—. ¿O es solo que no has encontrado quién te domine?
Mássimo estaba en aquella esquina, observando todo desde las sombras, cual depredador y su presa, y así era. Sabía que podría haber intervenido, podría haber hecho un escándalo, pero no; el deseo y la rabia quemaban en su interior, pero no iba a retroceder. Que la noche siguiera su curso, mientras él planeaba su primer golpe. El objetivo era claro: que esa maldita coraza, si bien no cayera, al menos tambaleara. De lo contrario, no iba a poder hacer mucho.
Leila, consciente de cada mirada fija en ella, se alejaba momentáneamente de la pista de baile con una gracia que desafiaba y seducía. Con pasos controlados y deliberados, se acercó a la barra, haciendo una breve seña al camarero. Su presencia, magnética y calculada, obligaba a todos alrededor a cederle el espacio sin necesidad de una sola palabra.
Consumes Champagne y te sientes mejor.
Leila observó al joven con quien había bailado. Con una sonrisa traviesa y calculadora, dejó caer su mirada sobre él, haciéndolo sentir único… pero a la vez prescindible. Sabía exactamente cómo retener su atención mientras, en el fondo de su mente, se preguntaba si Massimo estaría observándola, acechante entre la multitud.
Con una leve inclinación de cabeza y sus labios rozando apenas el cristal de la copa, le dio un sorbo lento al champagne, sus ojos lanzando una mirada desafiante a todos los que la rodeaban. Le gustaba que las miradas la siguieran; le encantaba tener el control, manipular a todos en la sala a su voluntad. Sentía el poder de su presencia, y no iba a permitir que nadie, ni siquiera Massimo, la hiciera tambalear.
Murmuras con acento siciliano, "solo gian me inporta, solo él..."
por algunos segundos o minutos, ella se quedaba pensativa sintiendo el vacío que era no tener a gian este año en su cumpleaños.
Suspiras profundamente.
Leila sale de sus pensamientos, he ignora este sentimiento que la consume, pero que no dejará que nadie más lo vea.
Al terminar su copa, extendió la mano para que el joven con el que había bailado se acercara. Una sonrisa sutil cruzó sus labios, mientras sus dedos jugueteaban con el borde de su copa vacía.
¿Te atreves a seguir mi ritmo? —preguntó con un tono bajo y desafiante, observándolo con una mezcla de interés superficial y control absoluto. Con esta pregunta, Leila se levantó con elegancia, y con un movimiento de su dedo, lo invitó de vuelta a la pista. Sabía que él, como todos los demás, seguiría su juego sin preguntas ni reparos.
El joven, encantado por la intensidad y frialdad elegante de Leila, le acercó suavemente la mano mientras ella terminaba su champagne. Sin dudarlo, él se inclinó para susurrarle, su voz cargada de una invitación atrevida: ¿Por qué no buscamos un sitio más... íntimo? —murmuró, sus labios rozando apenas la piel de su oído. Leila esbozó una sonrisa ligera, elegante y peligrosamente seductora. Su respuesta no fue verbal; simplemente lo miró a los ojos con intensidad, acercándose lo suficiente para que sintiera su perfume y luego le rodeó el cuello con un brazo, inclinándose hacia él. Con una seguridad indomable, rozó sus labios con los de él, en un beso lento que transmitía control absoluto. Era un gesto calculado, un despliegue de su poder sobre todos los hombres en su entorno, y tal vez, una provocación final para quien, desde la oscuridad, la observaba en silencio.
Mientras Leila se encaminaba con el joven hacia un lugar más privado, lanzó una última mirada al ambiente de la fiesta, casi como si pudiera sentir la tensión latente en el aire, pero sin importarle en absoluto. Su expresión mantenía esa elegancia fría e intocable, la misma que Massimo ahora odiaba y admiraba con igual intencidad.
Leila suvió a su auto, el joven también a su lado, ordenó nuevamente a su gente de seguridad que la siguiera. en su mente solo quería follar, intentar olvidar almenos unanoche al que se había combertido en lo que más quería.
Leila condujo en silencio hacia el hotel, sus ojos fijos en la carretera mientras el joven a su lado la miraba con admiración y un atisbo de deseo. Ella, imperturbable y con una calma tensa, disfrutaba de aquella noche que tenía la promesa de ser intensa, quizás lo suficiente para distraerla, aunque fuera por unas horas, de la creciente obsesión que había comenzado a sentir por Gianluca. Sentía su ausencia, pero se forzaba a no darle espacio en sus pensamientos.
Al llegar al lujoso hotel, Leila bajó del auto con su porte altivo y sereno. El personal del lugar, ya acostumbrado a visitas de personas de su clase y a la discreción que exigían, los recibió y rápidamente les otorgó una suite privada en uno de los pisos superiores, con vista a toda la ciudad. Sus guardias permanecieron en la entrada, vigilando de cerca mientras ella y el joven se encaminaban hacia el ascensor.
Dentro del ascensor, el joven intentó acariciar su mejilla, pero Leila, en un gesto que mantenía su elegancia implacable, lo detuvo suavemente, haciéndole entender que sería bajo sus propias reglas. Él sonrió, fascinado por su fortaleza y lo que consideraba un desafío.
Ya en la suite, ella observó la habitación: una gran cama de sábanas blancas, cortinas de seda, y un balcón que ofrecía una vista impresionante. Dejó su bolso en la silla cercana y se giró para enfrentarlo, sus ojos reflejaban frialdad, pero también una chispa de interés calculado. Él se acercó lentamente, intentó tomarla de la cintura, y esta vez, ella le permitió un beso más profundo, una entrega fugaz, suficiente para saciar la necesidad momentánea de alejar a Gianluca de su mente.
Pero conforme el beso avanzaba, una punzada de duda le cruzó por el pecho. Esa frialdad que mostraba no era sólo para controlar la situación, sino para mantenerse a distancia de lo que realmente deseaba. Para ella, esa noche no era más que una estrategia para probarse a sí misma que podía seguir sin gianluca hasta sacarlo de la cárcel.
Leila besa salvaje a su amante ocasional.
Aquel chico se perdía totalmente en aquel beso lleno de pasión y deseo. Él intentaba profundizar mucho más en este, pues el deseo que él sentía era intenso. Empezó a mover sus manos, que estaban en su cintura, y las pasó a sus caderas.
Leila le desabrochaba la camisa anciosa mordiéndole los labios.
Leila acariciaba el pecho fuerte del chico, perdiéndose en el deseo furtivo del momento.
Sonríes.
Después de ciertos segundos, aquel sujeto se separaba lentamente de los labios de su acompañante. Disfrutaba al sentir cómo ella se entregaba, como estaban en ese momento. Sin embargo, aquella mujer ya le había dejado en claro que sería bajo sus reglas, por lo tanto, no sabía qué más hacer, más que besarle los labios.
Leila se sintió poderosa, disfrutando de esa sensación de control y libertad. Cada caricia, cada roce, parecía despojarla de las capas de inseguridad y deseo que había acumulado, especialmente por el torbellino de sentimientos que Gianluca había provocado en ella.
Leila decidida a todo, le terminó de quitar la camisa, continuando por desabrocharle el cinturón, bajando la cremallera del pantalón, deslizandolo hasta dejarlo caer. Tomando el miembro grande y ya duro que salió del boxer con ínpetu. Lo tomaba en sus manos comensando un vaivén rítmico hhaciendolo delirar.
"¿Te gusta lo que sientes?" dijo ella con una sonrisa desafiante, mientras su mano recorría lento su miembro, intensificando el juego de seducción.
La tensión en el aire era palpable, un juego entre la fragilidad de la situación y la fuerza de su deseo. A medida que avanzaban, Leila sabía que estaba arriesgando más de lo que debería, pero en ese momento, todo lo que importaba era el aquí y el ahora. Con un movimiento rápido, empujó al joven hacia atrás, haciéndolo caer sobre la cama con una mezcla de sorpresa y deleite. Se inclinó hacia él, con una sonrisa traviesa en el rostro.
el chico no podía emitir palabra alguna. sin duda, el axionar de su amante no se lo esperaba, y al sentir el contacto de su pene con las manos de ella, sentía tocar las estrellass. sin embargo al caer sobre la cama, sle salió la mas pura y lujuriosas de sus sonrísas. el savía que el tanbien tenía que complaserla, pero es que esa mujer era tan, dominante, tan imprecionante que no savía que hacer, aún así decidió arriesgarse, y estiro una de sus manos para acariciarle, uno de sus pechos
Leila sonreía mientras lo miraba con deseo, comensando a gemir placenteramente para seguir su juego de provocación.
"¿Acaso pensaste que sería diferente?" murmuró Leila, inclinándose hacia su oído y rozando sus labios contra su piel. Su voz baja y aterciopelada resonaba en el silencio de la habitación, envolviéndolo en un magnetismo que hacía imposible resistirse.
Con cada caricia, con cada acto, reafirmaba su control, mostrándole que no era alguien que se sometiera fácilmente. No era solo una cuestión de deseo; era un recordatorio de su fuerza, de su habilidad para mantener el dominio incluso en los momentos más intensos. Leila lo conducía en un juego de poder y placer, dejando claro que ella decidía hasta dónde llegar.
El joven intentó llevar sus manos a su cintura, pero Leila las apartó con suavidad, volviendo a sujetarlas para dejar claro quién lideraba el momento. Sus labios viajaban de su cuello a su clavícula, sus besos alternaban entre suavidad y un toque de mordida, marcándolo a cada paso, disfrutando de cómo él suspiraba bajo su toque firme y decidido.
"¿Así pensaste que sería?" murmuró, su tono con un toque de ironía y juego. Era una pregunta retórica, casi desafiándolo a que intentara seguirle el ritmo. Ella se movía con la gracia de alguien que sabía lo que valía y no tenía miedo de demostrarlo.
Leila sonreía, disfrutando el efecto que tenía sobre él. Al percibir su respiración acelerada, sus dedos recorrían lentamente su cuello y bajaban hacia su pecho, imponiendo un ritmo que él no podía anticipar, que le hacía sentir vulnerable y rendido a cada movimiento de ella. Sus labios apenas rozaban los suyos, dándole pequeñas muestras, para luego apartarse y observar su expresión impaciente, disfrutando la tensión que había creado entre ambos.
Entonces, suavizó su expresión por un instante, acercándose para besarlo lentamente, como una recompensa que sabía que él deseaba con cada fibra. La intensidad en el ambiente creció, cada roce parecía prometer más de lo que él podría manejar, y ella lo sabía.
Un despacho confortable.
El despacho de la casa es un espacio pensado para combinar funcionalidad y lujo, invitando al trabajo productivo en un entorno sofisticado. Al ingresar, se perciben los detalles meticulosamente cuidados, con paredes de tonos crema suave decoradas con obras de arte italiano que reflejan paisajes costeros y escenas renacentistas, aportando un toque clásico al ambiente. El suelo, de mármol pulido, refleja la luz que entra a través de grandes ventanales adornados con cortinas de lino translúcido en tonos cálidos. En el centro de la habitación se encuentra un escritorio de madera de nogal oscuro con un acabado impecable y bordes tallados a mano. El escritorio está acompañado de una silla ejecutiva de cuero marrón, con respaldo alto y detalles de capitoné, que asegura tanto el confort como el soporte ergonómico. Sobre el escritorio reposan lámparas de bronce antiguo, que proporcionan una iluminación cálida y dirigida, y un conjunto ordenado de útiles de escritorio y documentos organizados en bandejas de mármol. El espacio cuenta con una biblioteca que abarca una pared completa; sus estantes están llenos de libros encuadernados en piel, objetos decorativos antiguos, y jarrones de cerámica mediterránea, brindando un aire de erudición. En una esquina del despacho, se ubica una cómoda silla de lectura en terciopelo azul profundo, acompañada de una mesita auxiliar de mármol que sostiene una pequeña lámpara de vidrio opaco. Este rincón invita a momentos de reflexión o lectura relajada. Para asegurar un ambiente sereno, una alfombra persa suave cubre parte del suelo, añadiendo calidez y un toque clásico. El despacho cuenta también con tecnología moderna: una pantalla plana se oculta tras un panel deslizable de madera, y hay conexión de alta velocidad para todas las necesidades de comunicación. Es un espacio donde la elegancia se encuentra con la funcionalidad, pensado para inspirar y proporcionar comodidad en cada momento de trabajo.
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Salidas visibles: fuera
El despacho se encontraba sumido en un silencio absoluto, roto solo por el leve golpeteo de los tacones de Leila sobre el mármol pulido. Ella caminaba con la calma de quien sabe que controla cada aspecto de su entorno. A través de los grandes ventanales, la luz dorada de la tarde iluminaba el espacio, reflejándose en el escritorio de nogal oscuro, donde yacían dispuestos los documentos que Leila debía revisar. El orden de los papeles parecía perfectamente calculado, casi quirúrgico: informes de negocios, fotos de las rutas comerciales y de los socios que operaban bajo su control. Todo estaba dispuesto como un mapa en el que cada detalle era importante, pero uno de esos detalles no le cuadraba.
Leila se acercó a su escritorio y se sentó con naturalidad en su silla ejecutiva de cuero marrón, cruzando las piernas de manera que su postura imponía respeto. Sus ojos verdes, intensos y observadores, recorrían el contenido de un informe. En él, algo no coincidía: las cifras de una ruta marítima entre Palermo y Marsella mostraban una diferencia del 7%, un porcentaje demasiado alto para ser una simple equivocación.
"¿Creen que no me daré cuenta?" murmuró, su voz cargada de una autoridad natural que dejaba claro que no aceptaba fallos.
Con un movimiento elegante, pero firme, tomó su teléfono móvil de última generación y marcó un número que reconoció al instante. La llamada fue respondida al primer tono.
—Leila dijo al teléfono: "Carlo, ¿por qué el envío desde Palermo hacia Marsella tuvo un déficit del 7%? Estas cifras no me cuadran, y tú sabes que yo no tolero errores."
Al otro lado, la voz de Carlo comenzó a justificarse, intentando explicar que podría haber sido un error en el reporte o una discrepancia menor. Pero Leila no tenía paciencia para excusas.
—Leila dijo: "Cállate. Tienes 48 horas para darme una explicación convincente, o buscaré a alguien más capaz de manejar esta incompetencia. ¿Está claro?"
Sin esperar una respuesta, cortó la llamada. Dejó el teléfono sobre el escritorio, y su mirada volvió a los documentos. Se levantó de la silla, caminando hacia la cafetera en un rincón del despacho. Aunque el gesto de prepararse un café parecía simple, cada movimiento de Leila era como parte de un ritual de poder. La máquina de café emitió un suave zumbido mientras ella vertía su Caramel Macchiato en una taza de porcelana fina con detalles dorados. El aroma a café se dispersó por el aire, acompañando la atmósfera tensa que Leila había creado.
Regresó a su escritorio con la taza en una mano y un bolígrafo italiano en la otra. Mientras daba un sorbo de su bebida, su mirada se detuvo en una fotografía que descansaba entre los papeles. Era una foto de Luca, un joven socio que había estado ganando terreno en algunas de las rutas. En la imagen, Luca estaba sonriendo, estrechando la mano de otro socio en lo que parecía un gesto de confianza. Leila frunció el ceño al verla, su expresión se endureció ligeramente.
"¿Qué escondes, Luca?" pensó mientras sus dedos jugueteaban con el bolígrafo. El control, la capacidad de ver más allá de lo evidente, siempre había sido su mayor ventaja.
Suspiró profundamente y tomó otro sorbo de café cuando un golpe en la puerta interrumpió su concentración. Con una mirada fija en los papeles, dijo con voz firme:
— leila dijo: "Entra."
La puerta se abrió y Lorenzo, uno de sus hombres de confianza, apareció en el umbral. Su rostro mostraba una mezcla de respeto, pero también de cierta preocupación. Los ojos de Leila se alzaron hacia él, y sin decir una palabra más, Lorenzo comprendió que no debía andarse con rodeos.
—Lorenzo dice con acento siciliano, "Signora Ferrari, ha llegado información sobre el cargamento interceptado en Catania. Han detenido parte de la mercancía. La situación parece ser más grave de lo que pensábamos."
Leila no dijo nada de inmediato. Sus ojos, afilados como cuchillos, se fijaron en Lorenzo, evaluando cada palabra, cada gesto. La preocupación de él no pasaba desapercibida, pero Leila estaba acostumbrada a manejar situaciones como esta con una calma que desbordaba confianza.
Lorenzo dio un paso al frente, colocando una carpeta sobre el escritorio de Leila. Comenzó a explicarle que el cargamento había sido detenido en una inspección rutinaria en el puerto de Catania. El cargamento contenía productos legítimos, pero los agentes habían encontrado algo que no estaba en el manifiesto: una pequeña carga de armas, escondidas entre los envíos. Los detalles eran escasos, pero Lorenzo sospechaba que alguien dentro de la operación podría estar jugando en su contra.
Leila escuchaba con atención, pero sus ojos no se apartaban de los documentos en su escritorio. Mientras Lorenzo hablaba, sus pensamientos comenzaban a tomar forma. Había algo más detrás de esa interceptación. No era solo un error de alguien en el puerto. Algo, o alguien, estaba tratando de hacerle daño, y ella no permitiría que eso quedara impune.
Cuando Lorenzo terminó de hablar, Leila dejó la taza de café en su lugar y levantó la mirada, su expresión implacable.
Dices con acento Siciliano, ""Sigue investigando. No quiero más sorpresas. Si alguien está traicionándome, quiero saber quién es. No dejes ni un rincón sin revisar.""
Lorenzo asintió rápidamente y dio un paso atrás, consciente de la gravedad de la situación. Leila se recostó en su silla, sus ojos clavados en los papeles sobre el escritorio. Aunque su rostro mostraba una calma perturbadora, su mente trabajaba a toda velocidad. Este pequeño inconveniente no era más que una parte de su plan más grande. Los enemigos siempre cometían errores. Y ella siempre estaba lista para aprovecharlos.
Leila Ferrari sabía exactamente lo que tenía que hacer para asegurarse de que su imperio siguiera intocable. Cualquier traidor que pensara que podía jugar con ella aprendería la lección de la manera más dolorosa posible.
Un salón confortable.
El salón principal de la casa es un espacio amplio y lujoso que combina el estilo mediterráneo con toques contemporáneos, diseñado para ofrecer confort y elegancia. Al entrar, la luz natural inunda el ambiente a través de grandes ventanales que van del suelo al techo, enmarcados con cortinas de lino blanco que ondean suavemente con la brisa. Los ventanales dan paso a una vista espectacular de la plaza, creando una conexión armoniosa entre el interior y el exterior. El suelo de mármol blanco refleja la luz y aporta frescura, mientras que una alfombra de tonos neutros con detalles geométricos suaves delimita el área de estar. En el centro del salón, un conjunto de sofás de terciopelo beige con cojines decorativos en tonos dorados y azules se dispone en forma de "U", invitando a la conversación y al descanso. En el centro, una mesa de centro de vidrio y hierro forjado con detalles artísticos sostiene un arreglo floral y algunas piezas decorativas de cerámica. En una de las paredes, un mural artístico inspirado en la arquitectura y el mar Mediterráneo añade carácter y profundidad. Junto a él, un mueble bajo de madera maciza sostiene un sistema de entretenimiento discreto y moderno. Varias estanterías empotradas exhiben arte italiano, esculturas pequeñas, y libros de diseño, aportando un aire de sofisticación sin sobrecargar el espacio. El techo del salón, de doble altura, cuenta con vigas de madera oscura que contrastan elegantemente con la paleta clara de la habitación. Un candelabro central de hierro forjado, con luces en forma de vela, cuelga majestuosamente, proporcionando un toque clásico y refinado. El ambiente general es acogedor y lujoso, ideal para recibir visitas, disfrutar de momentos familiares o simplemente descansar en un entorno que combina la riqueza del estilo mediterráneo con elementos contemporáneos.
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Salidas visibles: fuera
Suspiras profundamente.
Leila se encuentra sentada en uno de los sofá pensativa, estresada y de mal humor, enterarse de lo que pasó en el puerto la tiene mal, sin embargo sabe que debe mantenerse fuerte.
Llamada entrante de Matteo.
Un teléfono suena en este lugar.
Leila escucha el celular, y al mirar en la pantalla quien es, se altera pero se esfuerza por calmarse y contestar.
Descuelgas la llamada y se establece la comunicación.
Dices por teléfono, "ciao..."
Matteo te dice por teléfono, "eres el colmo, leila, savía que serías lo peor que pude aver tenido! eres una inutil!".
Leila juega con un bolígrafo que encuentra cerca.
Dices por teléfono, "que quieres, tus insultos ya me los sé matteo ferrari. "
Suspiras profundamente.
Dices por teléfono, "por qué no mejor te mueres ".
Matteo te dice por teléfono, "la, famosísima prinzzipezza del terrore ¿acaso no puedes hacer una puta venta bien?, como se te ocurre largarte a madrid!".
Matteo te dice por teléfono, "comfiscaron mercancía, leila, es increíble que tengas el descaro de largarte a madrid a hacer quien save que cozza!"
Dices por teléfono, "haber, en primer lugar, ya soy grande, y estás casi muerto así que no puedes dominarme, y número 2 yo viajo a donde quiera y hago lo que yo quiera, a tí que más te dá."
Dices por teléfono, "comfiscaron mercancía ya lo sé, pero no tiene que ver con mi viaje maldita sea!".
Leila se altera más de lo que ya estaba.
Murmuras con acento Siciliano, "maldita sea cuando me voy a librar de tí..."
la respirasión de leila se agita.
Matteo te dice por teléfono, "avér piccola tu, para mi desgracia, llebas mi apellido, y por ende todo mi imperio! claro que me importa, por que eres la peor mafiosa! no puede ser que no puedas manejar estas cituaciones! siempre te lo dije, este es un negocio de uomini, no para done come tú!".
Dices por teléfono, "si, ya se tu palabreo de siempre, que querías tener un barón, siempre me lo has dicho, por eso me criaste entre la violencia y tus castigos. De qué te quejas, no siempre decías que querías que fuera fuerte para quedarme al mando de la mafia?. "
Matteo te dice por teléfono, "pues me quejo por que no saves hacer nada!, te lo mostré te hice sin centimientos, quería que fueras una putta máquina, aver si hacías le cuose bene, pero lo primero que haces, es largarte!. "
Matteo te dice por teléfono, "y no te comfundas, estaré emfermo, pero aún soy el mismo que te hacía llorar toodas las noches. recuerdas, el mismo que te mostró la sangre, te acuerdas de las flores sangrientas leila? te acuerdas!."
Leila recuerda, claro que recuerda bien cada castigo del que debería ser la persona que la cuidara y protegiera, fue el que la educaba a base de mirar acecinatos, enceñandole a matar desde pequeña, y si ella se negaba él la castigaba encerrándola con incectos, y plantas putrefactas bañadas de la sangre de los que él mismo mataba.
Su madre había sido asesinada cuando Leila tenía solo un año, y desde entonces, había crecido bajo el yugo de un hombre que nunca la quiso. Matteo Ferrari, el hombre que debía ser su padre, la veía como una carga, como algo que nunca debió haber existido. Siempre había querido un hijo varón, un heredero para continuar con el negocio de la familia. Y ella, Leila, nunca fue más que un recordatorio de su fracaso.
Dices por teléfono, "pués fallaste porque si siento algo, y es odio por tí, no sabes cuanto deseo matarte!".
Matteo te dice por teléfono, "sí, lla veo que fallé, si no uviera fallado, mínimo harías las cosas como te enseñé".
los ojos de leila se llenan de lágrimas que quieren salir, pero se niega a mostrarse débil.
Dices por teléfono, "esto es mi inperio, Sicilia y las rutas son mías, y yo resolveré este problema que te quede claro".
Dices por teléfono, "que puedes acer? ya nadie te respeta ya estás viejo y enfermo".
Matteo te dice por teléfono, "escúchame benne, leila ferrari. te recuerdo que gracie a mi, es que tienes tu aapodo, gracie a mi tienes un apellido, gracie a mí eres alguien en esta vida!. Te quiero en sicilia en menos de 2 semanas leila, o si no, boy a quitarte todo, y me boy a encargar, de que vibas como una bil puta en las calles, me oíste? eres el peor error que e cometido, eres lo mas despreciable, eres solo una estúpida, no mereses mi apellido, y recuerda, estúpida, no eres nadie, eres inútil, mi mayor fracaso en la vida, y saves una cosa, que bueno que mataron a tu madre, eso le pasó por ser una inútil come tú, y no darme un uomo. "
Matteo ha colgado.
Había terminado la llamada con su padre, Matteo Ferrari. Sus palabras todavía resonaban en su cabeza, venenosas, crueles, llenas de desprecio. “No eres más que una mujer, Leila. Nunca serás capaz de liderar como un hombre. No sirves para los negocios. No eres más que un estorbo.” Cada una de esas frases le perforaba el alma. Su rabia se mezclaba con la impotencia, un dolor profundo que solo podía venir de alguien que debía haber sido su protector, pero que, en cambio, la había condenado a vivir toda su vida bajo su sombra.
Leila derrama laágrimas de impotencia y dolor. está sola en el salón y solo así se permite llorar sin que nadie la vea.
Lloras desconsoladamente.
gritas: "te odio!"
Recuerdos oscuros y dolorosos comenzaron a invadir su mente mientras se sentaba en el sofá, con las manos aferradas a los cojines de terciopelo, buscando en el tacto algo que la anclara al presente y la alejara del pasado. Pero no podía. No podía escapar de esos recuerdos.
Era apenas una niña cuando su padre comenzó a forjarla en su imagen, a “educarla” en la fría disciplina de la mafia. Los castigos eran frecuentes. Recibía golpes que no solo marcaban su piel, sino su espíritu. A sus ojos, un error no era algo que se corregía con palabras; su padre le enseñó, con sus propios puños, que el error era un crimen. A veces, no sabía si los castigos venían por una falta real o si simplemente era el capricho de un hombre que encontraba placer en su sufrimiento.
La falta de una madre había sido su primer gran golpe, pero la indiferencia y el desprecio de su padre lo convirtieron en un dolor crónico. Matteo Ferrari nunca aceptó que su hija, una niña, pudiera ser una sucesora. En sus ojos, Leila siempre fue menos, siempre estuvo destinada a ser un accesorio en un mundo que solo tenía cabida para hombres.
A menudo, Leila se encontraba encerrada en una habitación fría y oscura, en la mansión de su infancia, mientras su padre negociaba fuera. El silencio de la habitación la invadía mientras la tortura psicológica de su padre se repetía una y otra vez. No le permitía mostrar debilidad, no le daba tregua, ni siquiera en sus pensamientos. Le repetía constantemente que el mundo de la mafia no tenía espacio para mujeres como ella. Le decía que era una carga para su futuro. A veces, se preguntaba si su madre, si hubiera vivido, la habría protegido de esa frialdad.
Las humillaciones fueron las más dolorosas, las que dejaron cicatrices invisibles. La primera vez que Matteo la hizo humillarse frente a su gente, le ordenó arrodillarse y pedir perdón por su “debilidad”. Leila, con su corazón palpitante y la vergüenza destrozándola, obedeció. Y, en ese momento, Matteo sonrió, satisfecho. “Aprende, Leila. Aprende a ser como yo. Aprende a no mostrarte débil. No hay espacio para el perdón en este negocio.”
Leila apretó los ojos con fuerza, como si pudiera detener el torrente de recuerdos dolorosos que se colaba en su mente. El salón, tan lujoso, tan lleno de esa elegancia que ahora le resultaba ajena, no podía calmarla. Todo en él parecía una burla. ¿Cómo podía estar rodeada de tanta belleza cuando su corazón estaba destrozado? aunque nadie en el afuera lo supiera
El sonido de su teléfono, que estaba sobre la mesa, la sacó de su trance. Un mensaje. Leila no lo miró de inmediato, temerosa de lo que pudiera encontrar. Pero después de unos segundos, lo hizo, y vio el nombre de Carlo en la pantalla. La rabia se encendió en su interior nuevamente. Sin pensarlo, deslizó el dedo y abrió el mensaje.
“Signora Ferrari, tenemos el informe que solicitó. La situación en Catania sigue siendo tensa.”
Leila dejó el teléfono sobre la mesa. Su respiración se volvió más pesada. Matteo Ferrari nunca dejaría de ser una sombra en su vida, una sombra que, aunque ya no pudiese tocar, siempre estaría allí. Pero ahora ella tenía algo más grande: su poder. Y aunque le doliera, aunque cada palabra de su padre le quemara el alma, Leila Ferrari iba a demostrarle a todo el mundo, incluida su familia, que ella era más que un juguete en manos de los hombres.
No iba a ser una sombra más. No iba a ser una más entre ellos. Iba a tomar su lugar en el mundo, aunque eso significara destruir todo lo que su padre había creado. Y esta vez, no iba a pedir perdón.
Mássimo Marttini ha llegado.
Mássimo entra a aquel salón suspirando y buscando a Leila. Desde la planta principal venía escuchando gritos y cosas romperse.
Leila rompe varios objetos decorativos del salón.
Leila se encuentra de frente con Mássimo y lo mira indiferente.
Dices con acento siciliano:
—¿Qué quieres?
Mássimo, al verla así, sin decirle nada le toma las manos con firmeza, autoridad, pero sin agresividad.
Mássimo dice con acento turinés:
—¿Te volviste loca?
Dices con acento siciliano:
—Si estoy loca, no te importa a ti, ¿qué más te da?
Mássimo suspira profundamente.
Leila se ve con los ojos hinchados de tanto llanto.
Mássimo no soltaba las manos de Leila, a pesar de que le cansara tanto berrinche y tanta inmadurez. Claro que le importaba lo que le sucediera, y ya ni siquiera por la ayuda que ella podría brindarle, que eso, para él, estaba en segundo plano ahora. Sino porque no quería que se hiciera más daño. Pero mientras la miraba, notó algo importante: sus ojos.
Dices con acento siciliano:
—No me toques, Mássimo. No estoy con ganas de que me fastidies.
Mássimo miró sus ojos atentamente y, sin saber la razón, le dolió en el pecho, como pocas veces.
Mássimo dice con acento turinés:
—Leila... ¿qué sucede?
Dices con acento siciliano:
—Nada.
Mássimo se le acercó y soltó una de las manos de Leila por un breve momento para limpiar una lágrima rebelde que se deslizaba en la mejilla de aquella ragazza tan rebelde.
Suspiras profundamente.
Mássimo dice con acento turinés:
—Leila, ¿qué sucedió?.
Leila sintió que las fuerzas le fallaban y se apartó de Mássimo para volver a sentarse en el sofá sin mirarlo. No quiere que nadie la vea vulnerable; no puede permitirse ser débil, como tantas veces le decía Matteo.
Mássimo dice con acento turinés:
—Leila, parla ahora, ¿qué sucede?
Dices con acento siciliano:
—Nada.
Mássimo se le volvió a acercar, sin darle tregua. Sostuvo de nuevo una de sus manos mientras que con la otra tomaba su barbilla y la obligaba a levantar el rostro.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano:
—Mássimo, no tengo ganas de pelear como siempre contigo. Ya suficiente, ya.
Mássimo, haciendo uso de toda su paciencia y de su fuerza, tomó a Leila en brazos. Si no quería hablar, sería su problema, pero no iba a permitir que se siguiera haciendo daño de esa manera.
Mássimo dice con acento turinés:
—Bene, si no quieres hablar, bene. Pero no vas a seguir autodañándote como una loca de manicomio.
Leila, temblando de coraje y frustración en brazos de Mássimo, no resistió más, derramando lágrimas silenciosas.
Mássimo, nada tonto, aprovechó para volver a levantarle la cara, observando su llanto, mientras subían las escaleras.
Casa de estilo Mediterráneo
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Salidas visibles: escalera, sotano, dormitorio-sencillo, despacho, salon, y cocina
Segunda planta.
Salidas visibles: escalera, terraza, cuarto-doble, y dormitorio-sencillo
Mássimo Marttini llega subiendo por la escalera.
Un cuarto confortable. de color azul oscuro
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Salidas visibles: fuera y baño
En la mente de Leila todo es una nube de problemas: enterarse de la pérdida de la mercancía, la posible traición de su gente y, para colmo, Matteo jodiéndole el resto del día.
Dices con acento siciliano:
—Bájame.
Mássimo sostiene a Leila en brazos mientras se sienta en la cama y la observa llorar. Esto le duele; él ya sabía que esa coraza emocional que Leila quería aparentar era propensa a flaquear, pero no de esta forma.
Leila se levanta de sus brazos lentamente, sintiéndose abrumada, y se acomoda en la cama sin ganas de nada.
Mássimo niega con la cabeza.
Mássimo suspira profundamente.
Mássimo dice con acento turinés:
—Parla, Leila, vamos.
Niegas con la cabeza.
Mássimo se le vuelve a acercar y le acaricia la frente y el cabello.
Leila se pasa la mano por el rostro, limpiando sus lágrimas.
Mássimo dice con acento turinés:
—Leila, ¿qué ganas sufriendo sola?
Dices con acento siciliano:
—Siempre he estado sola.
Mássimo dice con acento turinés:
—¿Y qué has conseguido?
Dices con acento siciliano:
—¿De qué hablas?
Mássimo dice con acento turinés:
—¿Qué ganas sufriendo sola? ¿Qué ganas estando sola cuando realmente no lo estás?
Dices con acento siciliano:
—Sí lo estoy.
Mássimo niega con la cabeza.
Suspiras profundamente.
Mássimo dice con acento turinés:
—Vuelve a la pregunta, Leila, ¿qué has ganado?
Mássimo dice con acento turinés:
—Leila, adelante, ¿qué ganas?
Dices con acento siciliano:
—Yo no elegí esto, Mássimo. Solo estás sacando conclusiones.
Mássimo dice con acento turinés:
—Deja de evadir la pregunta. Y no, nadie está en esta mierda por gusto, Leila. Nadie.
Dices con acento siciliano:
—Estoy acostumbrada a estar sola, desde niña lo he estado. ¿Qué más da ahora?
Mássimo dice con acento turinés:
—¿Y has ganado algo? Aparte de aparentar una defensa emocional plagada de grietas. ¿Has conseguido algo que te ayude? ¿Realmente estás tan vacía como para decirme que no importa cuando te estás desmoronando?
Dices con acento siciliano:
—Tengo más cosas importantes que los sentimientos, Mássimo.
Mássimo dice con acento turinés:
—Sí, y por eso estabas rompiendo cosas, gritando y llorando, ¿eh?
Suspiras profundamente.
Mássimo dice con acento turinés:
—Deja de aparentar, Leila. Mírate. Ya no me engañas.
Dices con acento siciliano:
—¿Qué quieres sacar de todo esto, Mássimo?
Mássimo dice con acento turinés:
—Solo te jodes tú sola.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano:
—Dime, ¿qué pretendes, Mássimo?
Mássimo le dedica una mirada fría, pero no de crueldad ni reproche. Es una mirada fría, pero sin lastimar. En esa mirada, él le revela que ya fue suficiente de mentiras y apariencias.
Mássimo dice con acento turinés:
—¿A qué te refieres?
Dices con acento siciliano:
—¿Para qué me dices todo esto?
Mássimo dice con acento turinés:
—Porque, a diferencia de lo que tu inmadura cabeza de niña te hace creer, quiero que veas que no estás sola. Y si así fuera, no estaría aquí. ¿O por qué crees que estoy aquí? Tú, ¿por qué crees, eh? Leila, dime.
Dices con acento siciliano:
—No sé.
Suspiras profundamente.
Dices con acento siciliano:
—No puedo, no quiero pensar ahora.
Mássimo le sostiene el rostro y la obliga a mirarlo.
Mássimo dice con acento turinés:
—Dime, Leila, ¿por qué estoy aquí, eh?
Mássimo dice con acento turinés:
—¿Qué es lo que tú crees?
Dices con acento siciliano:
—Dímelo tú. Yo ya tengo suficiente con lo que me pasa.
Mássimo sonríe.
Suspiras profundamente.
Mássimo dice con acento turinés:
—Literalmente te lo acabo de decir, y ni cuenta te diste. Habla de una vez, Leila. ¿Qué carajos te pasa? ¿O vas a seguir como una cobarde, eh? ¿Vas a seguir ocultando todo como una piccola asustada?
Dices con acento siciliano:
—¡Calla!
Dices con acento siciliano:
—¿Tú qué sabes de si soy asustada o no?
Dices con acento siciliano:
—No sabes lo que me pasa, Mássimo. Mejor no me digas lo que tengo que hacer.
Mássimo dice con acento turinés:
—Es más débil el que se esconde que el que tiene el valor de mostrar lo que siente.
Mássimo todo esto se lo dice mientras la mira a los ojos y no le deja apartar la mirada.
Leila lo aparta y se cubre con las sábanas, fastidiada y cansada de todo.
Mássimo dice con acento turinés:
—Así que di en el blanco, ¿eh?
Mássimo sonríe.
Mássimo dice con acento turinés:
—Te ocultas tras el miedo. Tras una barrera que no tienes.
Niegas con la cabeza.
Mássimo dice con acento turinés:
—Bien, quédate escondida. Huye y aleja a los que están contigo, Leila.
Mássimo dice con acento turinés:
—Y así, solo así, sí, te quedas de verdad sola.
Dices con acento siciliano:
—Vete de mi cuarto.
Dices con acento siciliano:
—¡Ya!
Mássimo niega con la cabeza.
Mássimo dice con acento turinés:
—No, Leila. Que se te quite esa costumbre de que todos van a obedecerte en todos lados y sin importar nada.
Mássimo solo esperaba; Leila estaba a nada de quebrarse, y ya la estaba llevando a su juego.
Leila lo ignora y se protege bajo su sábana. Ya no llora, solo se ve triste, debilitada por el estrés y la rabia.
Mássimo dice con acento turinés:
—¿Sabes algo? No, no estás sola, pero no te das cuenta. Y eso, eso, Leila Ferrari, cuando en verdad te quedes sola, te va a doler.
Mássimo dice con acento turinés:
—Por cierto...
Mássimo dice con acento turinés:
—Eres una verdadera Ferrari. Mis felicitaciones, Leila. Sigue así. Vas en camino a ser la misma mierda de persona que es tu padre.
Mássimo se aleja de la cama, y sus pasos resuenan, haciéndole creer que se ha ido.
Leila lo miró de reojo, se levantó de la cama y, con rabia, le dio una bofetada.
Dices con acento Siciliano, "no vuelvas a decir que me parezco a él!. "
Dices con acento Siciliano, "o te mato, lo juro "
Mássimo sonríe.
gritas: "lárgate mássimo!"
Mássimo había esperado, y ya había pasado. Leila estaba quebrada, y no le dio tiempo a pensar. De nuevo la puso en sus brazos, aprovechando su fragilidad.
Mássimo la sostenía con fuerza y la miraba directamente.
Mássimo dice con acento turinés: "Mírate. Mírate, Leila. Eso, eso último te dolió, ¿y sabes por qué?"
Mássimo dice con acento turinés: "Porque sabes que es cierto, pero también sabes que no quieres que eso suceda".
Leila lo empuja y forcejea con él.
Dices con acento siciliano: "No me toques".
Mássimo no le permite escapar, la sostiene fuerte.
Mássimo dice con acento turinés: "Mírame, Leila".
Mássimo grita: "Mírame y dime que no tengo razón".
Mássimo dice con acento turinés: "Hazlo".
Niegas con la cabeza.
Mássimo dice con acento turinés: "Mírame, Leila".
Mássimo dice con acento turinés: "Demuestra que eres tan valiente como presumes".
Leila lo mira fríamente.
Mássimo sonríe.
Mássimo niega con la cabeza.
Mássimo le acaricia el cabello con la yema de sus dedos.
Mássimo dice con acento turinés: "Mírame realmente, quítate esa barrera, Leila. Ya, ya estás frágil, ¿qué pretendes conseguir fingiendo que no sientes?"
Mássimo dice con acento turinés: "Ya te vi llorar, desataste un poco de tu odio hacia mí. ¿Qué pretendes a estas alturas?"
Mássimo dice con acento turinés: "¿Qué crees que vas a conseguir?"
Dices con acento siciliano: "No quiero conseguir nada".
Mássimo asiente afirmativamente.
Mássimo dice con acento turinés: "Solo lo haces por defensa".
Mássimo dice con acento turinés: "Porque crees que así te proteges".
Leila llora bajando la mirada.
Mássimo asiente afirmativamente.
Mássimo se desarma al verla llorar, y la abraza. La abraza muy fuerte, con la intención de que al menos por ese momento, no esté del todo sola.
Mássimo dice con acento turinés: "¿Ya entiendes a qué me refiero, piccolina? Yo solo vine y quería ayudarte. ¿Ya viste cómo no estás sola, pero alejas a los que quieren quedarse?"
Mássimo te abraza.
Lloras desconsoladamente.
Mássimo la abraza y la sostiene fuerte entre sus brazos, con la intención de que al menos en este momento, él pueda ser su refugio.
Leila lo abraza también.
Mássimo suspira profundamente.
Mássimo con suma delicadeza le levanta el rostro.
Leila, con voz tenue y entre el llanto, dice: "Bájame, quiero mi cama, me duele la cabeza".
Mássimo sonríe.
Mássimo le limpia dulcemente unas pocas lágrimas que se le escapan.
Mássimo se recuesta en la cama junto con ella, y la acomoda y recuesta en su pecho.
Suspiras profundamente.
Leila no le dice más nada, solo se queda quieta, intentando encontrar un poco de calma en este día de mierda.
Una cocina moderna
Te fijas en un espacio rectangular de unos 10 por 7 metros cuadrados. Al fondo puedes encontrar los gabinetes, elaborados en madera de cerezo color caoba con cristal incrustado, lo que permite visualizar su contenido. La encimera ha sido alicatada con azulejos de color gris perla, el suelo muestra un bonito mosaico combinado en negro y gris y las paredes ofrecen un blanco perlado que brinda luminosidad al espacio.
Ves Una estufa de cuatro hornillas marca magic Revolution con Cazuela cromada con doble asa marca BlackHouse, un fogón de cocina, Esquinero de dos puertas, Alacena de dos puertas, Despensa de doble puerta, Licuadora marca WestingGroves, Lavadora de 10 kilos marca Regilux, Nevera de 17 pies marca Regilux, lavavajilla de acero inoxidable marca Regilux, Cafetera Fantasy Coffee, y Una bolsa ecológica de supermercado aquí.
Salidas visibles: fuera
Leila Ferrari estaba de pie frente a la encimera, las manos apoyadas sobre el mármol frío, respirando profundamente. A sus espaldas, la luz de la tarde tocaba su figura esbelta, pero sus ojos, normalmente tan firmes y decididos, ahora estaban ocultos tras una expresión tensa. La fragilidad que había mostrado unas horas antes, en los brazos de Massimo, seguía quemándola por dentro. Había llorado, había dejado que la emoción la invadiera, algo que raramente le permitía. Pero ya no podía seguir así. Leila siempre había sido una roca, una líder implacable. Y eso era lo que tenía que ser de nuevo.
Se giró y caminó hacia la alacena, abriendo la puerta con una fuerza que contrastaba con la suavidad que había mostrado antes. Sacó una taza de porcelana y comenzó a llenar su cafetera de acero inoxidable. El sonido del café goteando llenó el silencio en la cocina, y mientras lo hacía, sus pensamientos volvían a la imagen de Massimo sosteniéndola, su abrazo tierno pero lleno de preocupación. Aquel momento de vulnerabilidad la había dejado expuesta, y eso no podía permitírselo. No después de todo lo que había luchado por construir.
Mássimo Marttini ha llegado.
Mássimo sonríe.
Mássimo dice con acento turinés, "ciao".
Dices con acento Siciliano, "ciao..."
Cafetera Fantasy Coffee se enciende y está lista para que la uses.
Cafetera Fantasy Coffee toma una cápsula y le inyecta presión para extraer su contenido.
Añadido el café a Cafetera Fantasy Coffee, solo debes esperar a que caliente el agua.
Mássimo dice con acento turinés, "estás bien?"
Cafetera Fantasy Coffee emite un sonido antes de iniciar la preparación de tu café.
La cafetera empieza a calentar el agua
El agua de la cafetera burbujea
Mientras esperaba a que el café estuviera listo, sus dedos recorrieron inconscientemente la superficie de la isla, pero no había paz en su mente. Cada recuerdo del pasado, cada palabra hiriente de su padre, se entrelazaban con su fragilidad reciente. No podía dejar que la debilidad la dominara. No era su estilo. Leila Ferrari no era una mujer que llorara, no era una mujer que mostrara dolor. No frente a nadie, y mucho menos frente a sí misma.
La cafetera enciende una luz y el café comienza a prepararse
El café va cayendo en la jarra
Mássimo dice con acento turinés, "leila?"
Un aroma intenso a café se siente en todo el lugar
La cafetera se detiene
La luz de Cafetera Fantasy Coffee titila y se apaga.
El café está en su punto, disfrútalo y ¡buen provecho!
Ahora ya puedes disfrutar del café.
Dices con acento Siciliano, "¿qué pasa?"
Mássimo dice con acento turinés, "estás bene?"
Asientes afirmativamente.
Con el café en la mano, Leila se giró hacia la ventana, mirando el paisaje que se extendía más allá de la casa. El aire fresco de la tarde entraba, pero no lo sentía. Su mente estaba ocupada con los próximos pasos. El negocio, la mafia, su amor por gian, todo eso era lo que debía dominar. Y si alguien se interponía en su camino, ya sabía cómo lidiar con ello.
Suspiras profundamente.
Te bebes café caramel macchiatto
Mássimo la observaba con cautela, cada detalle de su comportamiento lo analizaba minuciosamente. Sabía que Leila intentaba mantener esa fachada impenetrable, pero sus movimientos, aunque controlados, le revelaban más de lo que ella pretendía. Cada gesto, cada mirada esquiva, cada palabra envuelta en ese tono gélido parecía ser parte de una estrategia cuidadosamente planeada.
Mássimo suspira profundamente.
Leila apenas dirigía su mirada a mássimo.
Mássimo dice con acento turinés, "leila, que te susede. te avergüenzas por lo de hace unas oras?".
Leila lo mira indiferente.
Dices con acento Siciliano, "lo que pasó ya fué mássimo, superalo fue um momento de debilidad. "
Mássimo sonríe con ironía, mirándola directamente.
Mássimo dice con acento turinés, "es enserio? solo fue eso?".
Asientes afirmativamente.
Dices con acento Siciliano, "qué esperabas. "
Leila deja la taza en la barra y coge su celular para ordenarle a sus escoltas que la esperen con los autos listos para ir a ver a gian.
Mássimo la observaba totalmente sorprendido y, ¿por qué no?, un poco indignado. Ya había visto y tolerado actitudes inmaduras en el pasado, pero lo de Leila Ferrari era impresionante y hasta absurdo. Sus palabras le habían afectado, pero mucho más su mirada. Aun así, él sabía cómo no mostrar las emociones y mantenerse en control, así que no se lo demostró, ni siquiera de broma. Su mirada se tornó fría e indiferente hacia ella. La verdad es que le dolía actuar así, pero al final, ¿qué podía hacer si toda su vida, desde que su padre lo metió en esto, le habían enseñado a responder y reaccionar cuando el momento era necesario?
Mássimo dice con acento turinés: "¿Sabes qué me esperaba? Me esperaba una mujer un poco más madura, no que actuara como una niña de 5 años cuando tiene 20. Eso me esperaba. Me esperaba una mujer fuerte, no una débil como tú. Ya te lo dije, Leila Ferrari, eres más débil tratando de ocultar lo que sientes y lo que eres realmente. Eres increíblemente débil."
Leila permaneció en silencio, pero su mandíbula se tensó visiblemente. Sus ojos, normalmente fríos y calculadores, ahora destellaban con una mezcla de furia y orgullo herido. Las palabras de Mássimo habían atravesado esa coraza que tanto se esforzaba por mantener intacta. Sin embargo, su reacción fue contenida, como si luchara por no darle el gusto de una respuesta emocional inmediata.
Respiró hondo, cruzando los brazos sobre su pecho, sin apartar la mirada de Mássimo. Su voz, cuando habló, fue tan fría como el hielo, pero con un filo cortante que no intentó ocultar.
Leila dice con acento siciliano, "¿Débil? Qué curioso que uses esa palabra cuando eres tú el que ha decidido quedarse aquí, observándome desde las sombras como un cobarde. Si crees que puedes provocarme, Mássimo, tendrás que hacerlo mejor que eso."
Dio un paso hacia él, reduciendo la distancia entre ambos, sus ojos verdes brillaban con desafío. Su postura seguía siendo rígida, pero su control sobre sí misma era evidente. No iba a permitir que nadie, ni siquiera Mássimo, la desarmara tan fácilmente.
Leila dice con acento siciliano, "Y si piensas que ocultar lo que siento es debilidad, entonces no tienes ni idea de lo que significa ser fuerte. Esto no es debilidad, es supervivencia. Algo que, si realmente supieras leer a las personas, ya habrías entendido."
Mássimo la escuchaba con atención, su expresión permanecía fría, pero por dentro, cada palabra le dejaba una huella. No se trataba solo de orgullo; había algo más profundo en juego, algo que los dos estaban demasiado orgullosos para admitir.
Mássimo Tras estas palabras, decidió marcharse sin más.
Leila lo ignoró deliveradamente y volvió su mirada al celular, en este momento nada era más inportante que ver a gian, al único que la entendía y sabía lo que Matteo le hacía.
por ahora, mientras se quedaba en la cocina, dejando que el cálido líquido del caramel recorriese su garganta, se permitió un último suspiro. Solo por un momento. Un momento para tomar aire, para reponerse. Después, el hielo volvería a tomar su corazón, y Leila Ferrari sería la mujer que nadie podría detener.
Y a pesar del dolor reciente, a pesar de las lágrimas, sabía que nada podía romperla. No podía permitírselo.
Cuando terminó el café, se enderezó con una postura que se volvió inmediatamente imponente. La fragilidad ya no existía. No más. Leila Ferrari, la líder, la principessa siciliana, estaba de vuelta.
Leila dejó todo en orden en la cocina y salió de prisa de la casa.
El puerto de Catania estaba envuelto en una atmósfera cargada de tensión. La noche había caído, y las luces de las grúas y los barcos iluminaban el muelle con un resplandor tenue, reflejándose en el agua oscura. Era un escenario familiar para los cargamentos controlados por Leila Ferrari, pero esta noche, algo diferente se movía entre las sombras.
Dos figuras vestidas con ropa oscura se deslizaban entre los contenedores, sus pasos ligeros y medidos. Mantenían las voces bajas, apenas susurrando mientras se aseguraban de que nadie los viera. No llevaban identificación visible, pero sus movimientos eran precisos, como si conocieran cada rincón del puerto. Uno de ellos sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo, revisando la carga asignada para partir al amanecer.
—Está aquí —murmuró el primero, señalando un contenedor marcado con el símbolo distintivo de la organización de Leila.
—Perfecto. Sabes lo que tienes que hacer —respondió el otro con voz firme, casi cortante.
El primero asintió y sacó una herramienta para forzar el candado. El metal crujió suavemente mientras trabajaba, hasta que finalmente el contenedor se abrió con un leve chirrido. Dentro, una variedad de mercancías se apilaban ordenadamente: productos legítimos, pero también aquello que mantenía el poder de Leila en las rutas. Sin dudarlo, comenzaron a revisar y mover parte de la carga.
—Esto es suficiente —susurró uno mientras sacaban cajas específicas—. Cuando falte esta mercancía, el caos empezará.
—Y ella estará más cerca de su caída —respondió el otro, sonriendo apenas.
No mencionaron nombres, pero el propósito estaba claro. No se trataba solo de robar, sino de desestabilizar a Leila Ferrari, de erosionar su control desde dentro. La traición era meticulosa, calculada, como una serpiente que se deslizaba en silencio antes de dar el golpe.
Una vez que terminaron de reorganizar el contenedor para ocultar la falta de mercancía, cerraron el candado falso que habían traído consigo, asegurándose de que todo pareciera intacto.
—Nos iremos antes de que alguien note algo. La información ya está enviada. Las autoridades estarán aquí mañana por la mañana —susurró el primero, mientras se retiraban hacia las sombras.
Antes de desaparecer por completo, uno de ellos se detuvo, mirando el contenedor como si saboreara el impacto que aquello tendría.
—Ferrari no se lo verá venir. Esta vez, será ella quien pierda.
Sin más palabras, ambos se desvanecieron en la oscuridad, dejando tras de sí un puerto aparentemente tranquilo, pero cargado con el peso de la traición. La maquinaria del sabotaje ya estaba en marcha, y Leila aún no sabía cuán profundamente se estaban moviendo las piezas en su contra.
La noche continuó en silencio, pero en el corazón de Catania, una tormenta se estaba gestando, y Leila Ferrari pronto se vería obligada a enfrentarse a los enemigos ocultos que buscaban desmoronar su imperio desde las sombras.
La Traición en las Sombras – Puerto de Palermo.
La luna llena iluminaba tenuemente el puerto de Palermo, bañando los contenedores apilados en una luz fría y pálida. A esa hora, el puerto debería estar tranquilo, pero el ambiente estaba cargado de una tensión invisible. Los ecos de las olas rompiendo contra los muelles se mezclaban con el leve zumbido de las grúas que se mecían suavemente con el viento.
En lo más profundo del puerto, ocultas entre las sombras, dos figuras se movían con la misma precisión y sigilo que las de Catania. Vestían ropa oscura, rostros cubiertos por pasamontañas que solo dejaban entrever sus ojos. Uno de ellos llevaba una pequeña linterna de luz roja, lo justo para no ser detectados.
—¿Todo listo? —preguntó uno, con voz ronca y susurrante.
—Todo según lo planeado. Este contenedor es el último. Después de esto, Ferrari no sabrá de dónde viene el golpe —respondió el otro, con un tono que destilaba satisfacción.
El contenedor marcado con el distintivo de la organización de Leila estaba asegurado con un candado pesado, pero ellos ya tenían las herramientas para abrirlo. El primer hombre insertó una ganzúa, mientras el segundo vigilaba los alrededores. Sabían que no podían fallar; cualquier error significaría su fin.
—Rápido —susurró el vigilante, notando que una patrulla pasaba cerca, su linterna barría lentamente el área.
El candado cedió con un suave "clic", y la puerta del contenedor se abrió con un crujido apenas audible. Dentro, las mismas mercancías que en Catania: cajas de productos, cuidadosamente apiladas, pero entre ellas había más. Armas. Documentos falsos. Todo lo que Leila había manejado en sus operaciones clandestinas.
—Sabemos lo que tenemos que llevar —dijo el primero, mientras comenzaban a sacar las cajas seleccionadas.
El trabajo fue rápido y silencioso. Cajas específicas fueron retiradas, mientras otras eran manipuladas para que pareciera que el contenedor estaba intacto. Pero esta vez, además de la sustracción, dejaron algo más. Un rastreador GPS oculto entre las mercancías restantes, un dispositivo que permitiría a las autoridades seguir el próximo movimiento de Leila sin que ella lo supiera.
—Listo —murmuró el segundo hombre, colocando el candado falso en su lugar—. Este será su golpe final.
Antes de retirarse, uno de ellos sacó un pequeño transmisor y presionó un botón. Un mensaje codificado fue enviado a alguien que no estaba en el puerto, alguien que dirigía la traición desde las sombras, lejos del peligro inmediato.
—“Fase uno completada. Palermo asegurado. Esperando nuevas órdenes.”
Sin una palabra más, las dos figuras desaparecieron entre los contenedores, dejando tras de sí el contenedor aparentemente intacto y un rastro invisible que guiaría a las autoridades directamente a la operación de Leila.
Mientras tanto, en una oficina oscura a kilómetros de distancia, alguien observaba la confirmación del mensaje en una pantalla iluminada. Sus labios se curvaron en una sonrisa fría.
—Leila Ferrari… tan poderosa y tan ciega. No tendrás idea de lo que viene.
El traidor apagó la pantalla, sumido en las sombras de su propio escondite, saboreando la inminente caída de uno de los nombres más temidos de Sicilia. El juego había comenzado, y Leila estaba a punto de perderlo todo.
Leila En Neo-Madrid Recibe las primeras noticias del desastre.
Punto de vista: Leila
La brisa suave de la tarde acariciaba el rostro de Leila mientras se sentaba en una elegante chaise longue de la terraza, con vista a la vibrante ciudad de Neo-Madrid. El cielo estaba teñido de tonos naranjas y rosados, una vista digna de admirar, pero su mente estaba muy lejos de la belleza del paisaje. Sicilia. Sus puertos, sus rutas, su imperio. Todo parecía tambalearse en los últimos días, y aunque había intentado dejar los problemas a un lado, las preocupaciones la perseguían como sombras.
Sobre la mesa de cristal que tenía a su lado, descansaba una copa de vino tinto que había servido momentos antes. Lo había hecho con la intención de relajarse, pero apenas había tocado el borde de la copa. Su mirada estaba fija en el horizonte, pero su mente repasaba cada detalle de los últimos informes: cargamentos que no llegaban a su destino, mercancía desaparecida, rutas interceptadas. Cada problema era una pieza de un rompecabezas que amenazaba con desmoronarse.
—¿Qué demonios está pasando? —murmuró, apretando los labios mientras cruzaba las piernas con firmeza.
Sabía que la competencia en Sicilia era feroz, pero esto iba más allá de una simple rivalidad. Había traición. Alguien estaba saboteando sus operaciones desde dentro o tenía suficiente poder para mover hilos en sus rutas. Y eso, para Leila, era inaceptable.
Tomó un largo sorbo de vino, sintiendo cómo el calor del líquido le recorría la garganta, pero no era suficiente para calmar la furia que se cocía en su interior. Ella era Leila Ferrari, la líder que había tomado lo que su padre le negó durante años. Nadie se interponía en su camino.
De repente, su teléfono vibró sobre la mesa, rompiendo el silencio de la terraza. Lo tomó con rapidez, su mirada endurecida mientras leía el mensaje entrante. Era Carlo, uno de sus hombres de confianza en Sicilia.
"Signora Ferrari, otro cargamento ha sido retenido en el puerto de Catania. Las autoridades están más agresivas de lo habitual. Sospechamos que alguien está proporcionando información desde dentro. ¿Instrucciones?"
Leila cerró los ojos por un momento, respirando profundamente antes de dejar el teléfono sobre la mesa. Traición. La palabra resonaba en su mente con una fuerza que la enfurecía. Alguien estaba jugando con fuego, y ella se aseguraría de que pagara el precio.
Se puso de pie, caminando hacia el borde de la terraza. Desde allí, podía ver cómo las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, pero nada de eso lograba distraerla. Sus pensamientos eran como un mar revuelto, cada ola más intensa que la anterior.
Leila tomó el teléfono y respondió con calma, pero con una firmeza que dejaba claro que no toleraría más errores.
—“Carlo, intensifica la vigilancia en cada puerto. Quiero nombres, rostros y cualquier rastro de información sobre quién está detrás de esto. Si encuentras algo, no actúes. Espérame. Yo me encargaré personalmente.”
Envió el mensaje y dejó el teléfono nuevamente sobre la mesa, observando cómo el cielo se oscurecía lentamente. No importaba quién estuviera detrás de estos ataques, Leila Ferrari no se dejaría intimidar. No esta vez, no nunca.
Se sirvió otra copa de vino, esta vez tomando un sorbo más largo mientras sus ojos brillaban con determinación. Sicilia era suya, y nadie le arrebataría lo que tanto le había costado conseguir.