Relato: Un comenzar para Valentín.

Aquí se irán publicando las escenas de rol tanto de trama principal, como las que querais publicar los jugadores. Debido a la naturaleza de este foro, si se admite contenido NSFW.
Valentín
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Registrado: Dom Oct 06, 2024 6:25 pm

Relato: Un comenzar para Valentín.

Mensaje por Valentín »

Hola, mi nombre es Valentín Davis Miller. Soy de la ciudad de Santa Fe, provincia de Santa Fe, Argentina, y me dedico a la ingeniería informática. No hace mucho que me gradué; aproximadamente hace un año que lo conseguí. Me gradué en la Facultad de Ingeniería de la UNL (Universidad Nacional del Litoral).
Supongo que vas a querer saber un poco de mí, ¿verdad? Crecí en una familia dividida. La familia de mi mamá tenía dinero, pero la de mi papá, por el contrario, no. Siempre fui una persona a la que nunca le interesó la plata; sí vivir bien, pero no la plata en sí. Mi hermana Julieta y yo estamos en sintonía con eso. Julieta, el mayor de mis apoyos durante toda mi carrera, fue y es, hasta hoy en día, a quien respeto y a quien consulto cuando tengo algún problema.
Hace muy poco que terminó su nueva transformación; ella es una chica trans, y no me da vergüenza decirlo. De hecho, soy uno de los pocos que la acepta, junto con mi papá. La tengo agendada como mi "traba favorita" y siempre que hablamos por teléfono la saludo de la misma manera. Sabe que es en broma y que yo la acepto tal cual es.
Mi papá, "el borracho Arnaldo", como lo conocían en el barrio, fue siempre sinónimo de respeto, humildad, y es el responsable de que Juli y yo seamos hinchas de River. Mi papá lo único que tiene de rico es el apellido Miller; de resto, nada más. Es igual a nosotros; prefiere mil veces un asado con la familia a un crucero por el Caribe. Mi mamá, por el contrario, no. Si no va a los mejores restaurantes o a los mejores lugares de vacaciones, no es ella. Lo cual, si me lo preguntás a mí, me parece ridículo, pero cada uno es como es, aunque eso signifique que mi hermana sea desheredada por, según mi mamá, tener la "enfermedad" de ser travesti, y yo, simplemente, por ser un "croto", al igual que mi padre.
Hasta hace un mes, mi vida transcurría con normalidad. De hecho, yo trabajaba con mi papá por las mañanas en la municipalidad y por la tarde en una gasolinera.
—Vale, vos tendrías que estar trabajando para grandes empresas, no acá —me decía mi viejo cuando terminábamos de atender a un cliente.
—Ya se me va a dar, papá, ya se me va a dar —decía yo para tratar de que se tranquilizara. Mi viejo siempre fue muy acomplejado por no poder darnos los gustos que sí podría darnos nuestra madre, aunque nosotros nunca le dimos importancia a eso.
Una mañana, antes de irme a trabajar, sonó mi celular. Era mi amigo Brian, que, a diferencia mía, sí consiguió trabajo rápido y, de hecho, vino a trabajar acá, a España. Extrañado porque hacía mucho que no hablábamos, lo atendí.
—¡Qué hacés, Vale! El más capo de toda la UNL, ¡papá! —me dijo.
Me reí y le contesté:
—Habla ese a quien le gusta mi hermana, el que dijo querer hacer una tortilla con la Juli, vuelta y vuelta.
—¿Y bueno, amigo? Me excitan las mujeres que tienen manija, ¿viste? De esas que te dejan el Anastasio rojo, aunque yo no entrego; a mí me entregan.
Nos reímos sonoramente, hasta que él suspiró y le puso un tono más serio a la conversación.
—Vale, te llamo porque quiero ofrecerte algo que probablemente te interese. Mirá, es muy posible que me trasladen de España a Francia, y acá dejo muchas cosas: una casa, un auto, muebles. Comprenderás, amigo, que no me las puedo llevar y quiero a alguien que sea de confianza y me las cuide. Mi idea era establecerme acá, pero la empresa me cambió totalmente la bocha y ahora quieren que trabaje en París.
Lo corté en seco.
—Pará, pará, vos lo que me estás queriendo decir es que me vaya para allá, ¿para España?
—Exactamente, amigo, exactamente. Pensalo; acá vas a tener muchísimas oportunidades. Podés homologar tu título y hay mil empresas que te contactarían, sin contar que vos en la facu tenías muy buenas notas; eso habla muy bien de vos.
Suspiré, me quedé unos cinco segundos callado y le contesté:
—No sé, amigo, es un cambio muy repentino. No digo que no quiero, pero… ¿me dejarías pensarlo?
—Claro, amigo, para eso te llamo. Yo me voy dentro de dos semanas; tenés ese tiempo para meditarlo.
No sabía qué pensar, si aceptar o no. Era todo muy diferente y la verdad nunca había estado allá. Junté a mi papá y a mi hermana y les dije lo que estaba pasando. Les conté de la llamada, la propuesta y mi indecisión. Ambos me aconsejaron que vaya, que lo intente. Mi papá, entre lágrimas, me dijo que, si algo salía mal, no pasaba nada; que las puertas de casa siempre iban a estar abiertas.
Lo consulté con la almohada, me pasé una semana entera meditando hasta que, por fin, me decidí. Le mandé un mensaje a Brian diciéndole que nos veíamos en cinco días y que me esperara con la mejor bebida alcohólica de España, que seguro tenía mucho que contarme.
Los cinco días pasaron casi volando. Mi hermana y mi papá hicieron todo para ayudarme a preparar el viaje. Saqué todos mis ahorros, compré los boletos de avión, ropa e incluso Juli y mi viejo me prestaron algo de plata para tener.
Y llegó, el día llegó, que transcurrió entre el viaje hasta Buenos Aires, todo el engorroso trámite de pasar por migración, hacer el check-in, lo uno y lo otro, y el momento de despedida. Mi viejo y mi hermana, si tienen algo, es que son muy sensibles; demasiado, diría yo. Todo fueron abrazos y lágrimas, un "te amo" por acá, otro por allá, y me fui. Me fui y volé hacia un país que no conocía.
El viaje estuvo bien; Brian me esperó en el aeropuerto. Fuimos a su casa, muy linda, por cierto, muy grande, acogedora y demás. Estuvimos una semana recorriendo, me mostró prácticamente todo Madrid y ahora era el momento de que él también se fuera. Dejó todo a punto para que yo pudiese controlar todos sus bienes mientras él no estaba, y así se fue.
Ahora era mi turno. Era mi turno de ver si podía establecerme acá, si podía traer a mi familia incluso, pero eso sería más adelante. Ahora era tiempo de iniciar mi nueva vida.
Y acá estoy, delante de mi computadora, bueno, la computadora de Brian en realidad, escribiendo, tomándome un café y viendo qué haré en los próximos meses. No sé qué me depara, no sé lo que va a venir, pero estoy dispuesto a enfrentarlo con la mejor actitud y a salir adelante poco a poco.
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